Capítulo 2, parte 9, otoño
Kaito POV:
No me gustaba usar mi nombre para conseguir las cosas, y menos para amenazar a personas. Claro, en repetidas ocasiones lo hice, justo como ahora, pero noté que era un acto que no me hacía destacar por nada. "Él destaca por ser hijo de alguien", si fuera así, todos seríamos "especiales" por la mera "coincidencia" de nacer.
Con mi palabra, podía hundir a quien quisiera, y Miku no era una excepción. Pero ella de algún modo, me daba lástima.
-Eso fue lo que dije... Tienes razón.
Arregló su vestido y cabello, y volvió a su mirada coqueta y seductora.
-Sí lo has entendido, lárgate y no hagas más preguntas.
¿Cuánto dinero había gastado por esa poca información? No lo sabía, de seguro mucho más de lo que cualquier persona pagaría por "sus servicios". No había sido muy exitosa mi jugada, pero al menos ya sabía dos cosas más; la primera, que Len tenía a esta chica como amante, y la segunda, la fecha desde la que lo eran.
-¿No has oído? Lárgate. –se puso en pie con una cara molesta y su maquillaje escurriéndole de los ojos.
-De acuerdo.
Dije en voz baja avergonzado y viendo con atención el lugar donde me encontraba. En la mesa donde antes se encontraba el dinero, se hallaban también una caja de condones y pastillas anticonceptivas. En la parte trasera de la mesita había una ventana con cortinas horriblemente sucias de color azul marino, sin contar el pequeño armario al costado de la cama y el sillón donde estuve sentado.
Nada destacaba, todo parecía estar ordenado, pero sin color alguno.
Miré atentamente a los ojos de la chica peli aqua frente a mí. Todo en ella era hermoso, su cabello, sus manos, su rostro, era simplemente preciosa, casi como una muñequita de porcelana.
Pero al mirar atentamente sus ojos, no vi nada especial. Sí, eran azules, pero lucían tan apagados que no brillaban ni demostraban sentimientos o expresiones. Eran como los ojos de un alma sin sentimientos, como apagada o corrompida.
-¿Qué esperas...? Vete de aquí.
Algo llamó mi atención. Detrás de la caja de condones, algo brillaba ligeramente. Me acerqué para ver más de cerca, y corroboré que se trataba de una cajita musical plateada y oxidada. La tomé en mis manos y la miré más de cerca. Tenía pequeños grabados y una llavecita para hacerla sonar. Me traía recuerdos...
Justo cuando la iba a girar, Miku me la arrebató de las manos.
-¡No agarres mis cosas! ¡Sal de una buena vez de mi puto cuarto!
-¿Es este tu cuarto? ¿Vives aquí?
-... No tengo por qué responder a eso.
-... De acuerdo, me voy... Pero antes, respóndeme algo... ¿Por qué haces esto? Me refiero a, vivir así, de tener que vender tu cuerpo por...
-Cállate. No es tu asunto...
Sin decir más, salí de la habitación con la mirada baja por la decepción sentida sobre todo lo ocurrido.
-Gracias por todo. –murmuré y me fui, dejando sola a la peli aqua.
-...
Llegué al piso de abajo y pagué la cuenta de lo que había bebido. Luego salí y me paré enfrente de mi auto a fumar un cigarrillo. Desde hacía un tiempo dejaba de fumar...
-Jaja... Hey preciosa, ¿me estás tomando el pelo? –la voz de un hombre me sacó de mi trance y busqué al propietario de esta, descubriendo a dos hombres hablando con una muchacha de vista inaccesible para mí.
-¿No has escuchado lo que dice mi amigo? Él quiere que le des una noche ahora. –el segundo hombre habló y sonrió de forma maliciosa.
-Ya te dije que no estoy en horario de trabajo, déjame tranquila.
Reconocí la voz y me di media vuelta para ver quién era, y me sorprendí al ver a Miku parada de brazos cruzados entre los dos tipos.
-Te pagaré el doble... Sabes que no te puedes resistir al dinero, ¿verdad? –el primer tipo la apegó a él y olió su cabello, mientras que Miku oponía resistencia con una cara seria e indignada.
-No necesito tus sucios billetes, hoy gané más de la cuenta.
-¡Guarda silencio perra! Ah, pero de todos modos eres una vulgar prostituta ahogada en el dinero.
-Entonces no importará que lo haga aquí sin pagar. Ya tienes mucho dinero después de todo, ¿no?.
El primer tipo agarró de las manos a Miku poniéndolas en su espalda, mientras el otro tocaba descaradamente sus muslos.
-¡Ya basta! –gritó.
En su voz había lágrimas y miedo, pero en su cara se veía una ira incontrolable.
No pude aguantar ver eso más tiempo y me acerqué a donde estaban.
-Disculpen...
-¡¿Qué demonios quieres?! –los dos apestaban a alcohol, y sus movimientos eran muy torpes.
-Este... Bueno, ¿Tienen un coche estacionado en la parte trasera? –intenté inventarles una excusa para alejarlos de ella sin causar un lío.
-¿Uno rojo?
-¡Ajá!
-¿Qué pasa con mi carro? –el primer hombre preguntó soltando a Miku.
-Un par de hombres encapuchados lo intentaban abrir, será mejor que vayan a detenerlos.
-¿Ah? ¡Maldición!
-¡Para la próxima no te salvas hermosa! –ambos tipos corrieron y se largaron, dejando tirada a Miku.
Puede verla más de cerca. Su vestido estaba sucio por haber caído en un charco de lodo, y traía colgada una bolsa. Algo del contenido se salió, y eran latas de comida para gatos, galletas, un paquete de cigarrillos, comida instantánea y unas cuantas latas de cerveza. Le ayudé a recoger sus cosas sin decir ni una palabra y nos pusimos de pie.
-¿Estás bien?
-... Gracias.
-No tienes que agradecer... No deberías estar en la calle tan de noche, y menos con esa ropa tuya...
-Tu tampoco...
-Contrario a ti, yo soy un hombre mayor, sé cuidarme solo.
-Yo también me las puedo arreglar sola.
-Si yo no hubiera estado aquí esos tipos se habrían salido con la suya.
-Yo podía defenderme sola, estoy acostumbrada a est... ¡Quiero decir! No necesito tu ayuda, así que, adiós.
Tomó la bolsa y empezó a caminar lentamente hacia adentro del bar.
Nemurenai yoru ni kikoeru ame no melody
Kumo no fune ni yurari yurare
mirai wo mi ni yukou
Cantaba una melodía mientras desaparecía. Los hombres estaban borrachos, pero ella también lo estaba.
Entonces, lo entendí todo. Su razón y su soledad, la pude comprender. No era una simple chica vulgar, era una niña que deseaba de algún modo, ser feliz.
Me giré para irme, cuando en eso, su voz me detuvo.
-Espero y nos volvamos a ver.
Sonreí y caminé a mi auto entrando en él. Miré la entrada del bar y ya no estaba ella.
-Sí, ojalá nos veamos otro día.
Arranqué el auto y comencé a conducir a mi casa.
Pensaba en todo lo que había pasado hoy con desgracia y tristeza. Estaba decepcionado de Meiko y de Len, preocupado por Rin y sus hijas, y sobre todo, frustrado de mí mismo.
Vi mis ojos en el retrovisor y me di cuenta de que yo era igual que "ella". Mis ojos se veían igual, apagados y sin brillo alguno. ¿Desde cuándo estaban así?
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