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Capítulo 2, parte 5, verano

Kaito POV:

-¡Ah, Kaito, que bueno es tenerte de nuevo por aquí! –exclamó la señora Lily saludándome y besando mi mejilla.

-Gracias señora Lily.

-¿No quieres quedarte a cenar? En unas horas llegará Len del trabajo.

-No puedo, dejé a Meiko sola en casa y aparte a las cinco y media.

-Qué lástima. –dijo Lenka en un tono bajo- Bueno, entonces ven otro día.

-Sí, desde que iniciaron las vacaciones no has venido ni un día. –reclamó el señor León.

-Prometo venir el viernes. –dije sin pensar, dándome cuenta de mi error poco después, ya que justo ese día iría a supervisar el trabajo de Len en la oficina.

-Aquí te estaremos esperando jaja. Sabes que puedes venir cuando quieras.

-Gracias. Bueno, me voy. Adiós a todos. –me despedí luego de dejar a Rin en la casa.

-Gracias por traerme Kaito. –la rubia me agradeció antes de cerrar la puerta.

Me subí en el auto y empecé a conducir. Faltaban unos cuarenta minutos para la cita con el psiquiatra de Meiko, así que no estaba realmente apresurado. Incluso me detuve para comprar un envase de helado en una tienda para compartirlo con ella.

Acabando mi compra volví en marcha hacía mi casa, escuchando las noticias en la radio y mirando al frente mientras manejaba. Llegué a casa y estacioné el auto en la cochera. Me sorprendí al ver a Meiko sentada en las escaleras de entrada con mi gato Salem, acariciándolo y mimándolo, mientras que este solo cerraba sus ojitos.

-Hola. –saludé.

-Hola Kaito. –me saludó igual deteniéndose en su labor de acariciar a Salem.

-Le agradas mucho. –me senté a lado de ella.

-Estuvimos jugando todo el tiempo que te fuiste. –explicó y el gato comenzó a maullar como quejándose de que Meiko se hubiera detenido, a lo que ella rio y prosiguió con las caricias al gatito.

--¿Estuviste aburrida?

-No, nada de eso. No te tardaste mucho.

Sonreía al acariciar al pequeño gatito, como si de un peluche se tratase.

-A mi hija le gustaban mucho los gatos, igual que a mí. –dijo con dulzura mirándome a los ojos- Ella siempre quiso tener un gato.

-¿No tuvieron uno?

-A Meito no le gustaban, era alérgico. –respondió cambiando su sonrisa a una mirada triste.

No sabía mucho de ese tipo llamado Meito. Tenía claro que era el ex esposo de Meiko, pero a juzgar lo que decía ella, deducía que no era un buen hombre.

Al parecer era controlador y algo abusivo con su familia, y se encargaba de poner en segundo plano a su esposa. Siempre se hacía lo que él decía, y todo esto perjudicaba a la pobre mujer castaña que solo buscaba darle amor y cariño a su hija. Ella era algo así como su medio de escapar del mundo, la persona que ella más amaba.

Y por eso cuando ella murió, el mundo de Meiko se vino cuesta abajo... Como ella misma lo dijo, su motivo de vivir había desaparecido, y solo pudo entrar en una muy muy grave depresión y locura. Meito en lugar de apoyarla la tachó simplemente de loca y la abandonó divorciándose de ella, quitándole cada centavo de su bolsillo y culpándola de la muerte de su pequeña.

-Ah, pero teníamos varios peces... Aunque estos se murieron porque olvidé alimentarlos.

-...

-Pero lo bueno es que no olvidaré alimentar a Salem porque tú estás aquí para recordármelo jeje.

-... Tienes razón.

-...

-... Ya deberíamos subir al auto que ya casi va a ser la hora de la cita.

-Ok. –alzó a Salem y lo puso a un lado levantándose- Yo ya estoy lista.

-Ve subiendo al auto. Voy a meter este bote de helado en el congelador. Cuando regresemos nos lo comemos. –dije y entré en la casa.

Dejé rápidamente el helado en el congelador y volvía a salir de la casa cerrando la puerta con llave. Fui a la cochera y dentro de mi auto en el asiento del copiloto estaba Meiko. Me subí y partimos a nuestro destino.

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-¿Y qué tal estuvo la consulta? –dije recibiendo a Meiko después de salir de la cita con el doctor Utane.

-Bien, es un buen tipo. –respondió alzando los hombros y poniendo una cara de confusión.

-¿Quieres ir a pasear? –pregunté mientras caminábamos al estacionamiento.

-La verdad quisiera volver a casa... Además, debemos comer el helado.

-Ya se me había olvidado. Como digas, entonces regresemos.

Nos subimos en el coche y manejé de vuelta a mi casa.

-Tendré que volver la próxima semana. –dijo colocándose el cinturón de seguridad.

-¿A la misma hora?

-Sip, ¿está bien este horario?

-Sí.

Al llegar a casa ella se sentó en el sillón y yo fui a buscar el helado y dos cucharas para poder comerlo. Regresé con las cosas y los dos comimos el helado mientras veíamos la televisión basura (muy entretenida, por cierto).

-Voy a darme un baño. –dijo levantándose del sillón y dirigiéndose al baño.

-Ajá.

Recogí las cucharas y las lavé. Al acabar simplemente me fui a mi estudio a hacer algo de trabajo.

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-¿Y cómo van las cosas con ustedes? –pregunté a través de la llamada que hacía con mi hermano.

-Bien, ya sabes. Mamá tiene otro novio jaja.

Suspiré al saber eso de nuevo... Ah, así era mi madre.

-¿Y qué tal tú?

-Igual, ya sabes, cuidando del despacho.

-¿Y qué tal está tu amiga? ¿Sigue viviendo en tu casa?

-Sí. Ya está un poco mejor, aunque... De vez en cuando vuelve a alucinar con su hija.

-¿Estás seguro de que no necesita ir a un hospital? Ella...

-No digas eso. –interrumpí- Sabes que nunca haría algo como eso.

-Sé que no quieres dejarla, pero piensa... ¿Qué tal si el estar ahí le ayuda un poco más?

-Yo... Se ve feliz cuando está conmigo.

-No conoces sus verdaderos sentimientos... Además, ¿qué tal si se quiere quedar a vivir contigo para siempre?

-No me importaría. Vivo solo y no hay ninguna molestia con que Meiko viva conmigo.

-¿Pero qué tal si quieres tener algo con una mujer?

-Eso no pasará, ya me resigné a eso.

-... No deberías rendirte tan fácil, Rin y tú...

-Ya no existe un "Rin y yo" Akaito, olvidas que es una mujer casada.

-... Pero Len es un...

-Por muy mal que estén las cosas entre ellos yo no debo interponerme. Len igual que Rin es mi mejor amigo, y no me gustaría traicionarlo.

-... Ah, como digas... Bueno, ¿quién soy yo para hacerte cambiar de opinión? Eres igual a papá ¿sabes? Los dos son unos cabezas huecos.

-Si si si si, lo que digas. Bueno, tengo cosas que hacer. Mándale saludos a mi madre.

-Adiós hermano. –se despidió colgando la llamada y yo me dejé caer en la cama....

¿Poner a Meiko en un hospital? No, lo que menos quería ella era ser tratada como una enferma. No estaría contenta en lo más mínimo. Len tampoco estaría de acuerdo con esa decisión, y Rin mucho menos.

-Lo mejor será esperar. –murmuré levantándome de la cama y bostezando- Qué ganas de quedarme en la cama todo el día.

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