Capítulo 1 parte 2, primavera
Len POV:
Luego de dejar a Kaito en su casa, el chico empezó a conducir.
-¿A dónde lo llevo señor? -me preguntó sin apartar la vista del frente.
-Llévame a la casa de mis padres. La dirección también está registrada.
-Claro. En unos minutos llegaremos -Giró el volante en la avenida y empezamos a avanzar en dirección a la casa de mis padres.
-Gracias ah... Chico, ¿cómo te llamas? -pregunté percatándome de que no sabía el nombre del niño.
-Mi nombre es Oliver, señor.
-Ah, ya veo. Yo soy Kagamine Len, mucho gusto.
Vi el reflejo de Oliver por el retrovisor, y este tenía una cara de asombro.
-¿Pasa algo? -negó con la cabeza y volvió a su calma.
-No, no es nada. Solo que en mi escuela hay una chica que se apellida igual -musitó el muchacho siendo casi inaudible para mí.
-Eso es. -suspiré de alivio- ¿Y cómo se llama la chica?
-Es Gumi. Va en mí mismo salón.
-Oh. Bueno, ella es mi hija mayor jeje.
-Entonces es un gusto conocerlo señor padre de Gumi.
-El mundo es un pañuelo. -reí un poco- ¿Son amigos?
-Bueno, sí y no. Nos hablamos y llevamos bien, pero no somos tan cercanos, o al menos no como yo quisiera... -susurró eso último para él mismo, pero yo alcancé a escucharlo.
-Oh, si jaja -sonreí nervioso fingiendo no haber escuchado lo que había dicho.
-También conozco a su esposa.
-¿A Rin?
-Sí, casi todos los días va a recogerla a la escuela.
Casi todos los días, ¿eh?
-Son muy amables ambas.
-En eso no te equivocas...
Oliver no dijo nada y solo escuché como se rio un poco.
-Parece que hemos llegado. ¿Si es aquí?
-Cierto, no lo había notado.
Detuvo el auto enfrente de la casa de mis padres y yo me bajé de este.
-Gracias por traerme -agradecí despidiéndome de él.
-No es nada, fue un gusto conocerlo señor.
-Igualmente.
Asintió y después avanzó alejándose de la casa de mis padres. Divisé el lugar y pude ver a mi hermana Lenka regando las macetas amontonadas en el patio delantero. Crucé la calle, preparado para el regaño voluntario que recibiría al aventurarme a visitar la casa de mis padres.
-¡Vaya, al fin vienes! -mi hermana me saludó reclamándome como siempre solía hacerlo. Hice una mueca y mejor pensé en algo rápido para cambiar el tema. Suficiente tenía con el regaño que me esperaba dentro de la casa.
-¿Está mamá?
-Obvio sí. Papá también está.
Papá...
-Jajaja, ¡va a ser doble regaño! -se burló de mi tirando el agua fuera de las macetas.
-Ten cuidado, tonta -dije refiriéndome a lo de las macetas.
-¿Me dijiste... Tonta? -me gritó y yo retrocedí unos pasos atrás.
Acto seguido, Lenka me lanzó agua en la cabeza y el traje con la manguera.
-¡Hey, lo acababa de mandar a la tintorería! -respondí mirando la mancha de agua en mi saco.
-Pues por idiota lo tendrás que llevar de nuevo. ¡Ya sabes que a Lenka Kagamine nadie le dice tonta!
Mi hermana casi que ardía en llamas por la furia mientras yo lanzaba un pequeño suspiro.
-Shhh no grites -le tapé la boca con mi mano y ella la apartó.
-Idiota...
-Está bien, está bien. Voy a entrar.
-Más te vale si no te quieres morir -me fulminó con la mirada, girándose para regar otras macetas.
-¿No es temprano para regar las plantas? -le pregunté curioso pensando por qué mi hermana se tomaba la molestia de hacer algo que no le gustaba hacer.
-No tengo nada que hacer -respondió continuando con su trabajo sin mirarme siquiera.
No pregunté más, marchándome de ahí y entrando a la casa sigilosamente.
-Cambiaron el azulejo -me dije mirando el nuevo piso de color blanco, contrastando con el anterior que teníamos, el cual era de color rojo, viejo y quebradizo.
Seguí caminando por la casa de mis padres hasta toparme con algo nuevo.
-Este cuadro... -frente a mí se hallaba un cuadro de marco blanco, perfectamente enmarcado, y en este se podía ver la imagen de una familia de cuatro miembros. Un papá, una mamá, un hijo y una hija. Los cuatro se veían felices, abrazándose, pasando un buen rato en familia.
Oh, qué recuerdos.
Recuerdo esa tarde, en la que a papá le dieron un empleo. Estábamos necesitados de dinero, pero afortunadamente logró obtenerlo.
Sí, mi familia.
Sonreí al recordarlo. Esto al menos me alegraba el día. Sin embargo, también me entristecía un poco.
-Veo que has venido hoy. -la dulce voz me sacó de mis recuerdos y me volvió a adentrar en la realidad.
-Mamá, casi me das un gran susto. -aparté mi vista del cuadro y la miré a ella.
-Nos lo entregaron ayer. -mamá se acercó poniéndose a mi lado contemplando el cuadro- Tu padre lo mandó a enmarcar.
-Les quedó bien. Ah, también vi que cambiaron el azulejo.
-Si. El novio de Lenka vino a ayudarnos hace unos días.
-¿Rinto?
-Sí, ya ves. Últimamente viene más seguido.
-¿Es así?
-¿No has tenido la oportunidad de hablar con él, verdad? -mamá cruzó los brazos mirando en dirección opuesta a mí.
-No. Un día hablaré con él. De todos modos, Lenka debe de escoger con quien se quiere casar, ¿no?
-Eso sí. -regresó su mirada a mí y puso de nuevo su cara con una dulce sonrisa, como la que siempre llevaba en su rostro- ¿Ya comiste?
-De hecho, no.
-Siéntate en la mesa. Te serviré algo.
Mi madre se dirigió a la cocina mientras yo caminaba a el comedor, sentándome en una silla. Unos minutos después, regresó y puso un plato con comida y una jarra de agua de naranja en la mesa. Luego, ella se sentó a mi lado.
-¿Y papá? -pregunté sirviéndome agua de naranja.
-Ya sabes, arreglando cosas innecesarias. -soltó un suspiro al aire.
-¿Y ahora qué es?
-Tu antigua bicicleta. -mientras mamá decía eso yo empecé a comer- Dice que quiere enseñar a Yuki a usarla.
Le di otro bocado grande a mi comida, para mantener mi boca callada y no decir algo de lo que me arrepienta. No importa cuánto me esforzara por evitar la conversación, ya íbamos a empezar de nuevo, como siempre que venía a casa últimamente.
-Deberías pasar más tiempo con ellas.
-Mamá...
-Se supone que siendo su padre tu deberías enseñarla, no su abuelo.
-...
-Escucha, no cometas el mismo error como con Gumi.
Suspiré comiendo un poco más.
-Tú sabes que....
-Sí, lo sé. Sé que tienes mucho trabajo y que por eso no puedes estar tanto con ellas, pero ¿te has preguntado cómo se sienten? Gumi me dijo hace una semana que sus amigos la invitaron al cine, ¿y sabes qué hizo? ¡Le pidió a su abuelo que la llevara! Dijo que no quería decirte a ti porque "no quería que perdieras el tiempo llevándola", ¿lo entiendes? El mismo asunto es con Yuki, la pobre dijo que le gustaría que la enseñaras a andar en bicicleta, ¡pero no!
-Escucha...
-¡No! Tu escucha ahora. Es tan solo una niña de nueve años, ¿Qué demonios piensas Len?
-Es difícil para mí.
- ¿Difícil? ¿Y piensas que no es difícil para mí o para Rin?
-....
-Hablando de eso, ¿Qué haces aquí? ¿No se supone que hoy es tu aniversario?
Eso era cierto... ¿Por qué no estaba en casa? ¿Lo había olvidado? No, no era por eso...
-En lugar de estar aquí deberías ir a casa y pasarla con tu mujer, que, por cierto, también está muy abandonada. Casi todos los días está aquí, ¿y qué no la has visto? Se ve realmente decaída. El otro día mejor vino Kaito a recogerla y llevarla a casa porque tu padre no podía llevarla. ¡¿Hasta qué jodido punto tu esposa no quiere interrumpirte como para llamar a tu jefe, pedirle que pase por ella y sus hijas para llevarlas a casa en lugar de su marido?! ¡Incluso Kaito se preocupa más por ellas que tú!
Mamá empezó a llorar, como siempre que discutíamos. No sabía que decirle, podía ignorarla, podía contradecirla, o podía simplemente disculparme y prometerle que pasaría más tiempo con mi familia. En este caso, mejor no elegí ninguna de esas respuestas y guardé silencio, continuando mi comida.
- ¡Pero que conste que en el momento de que Yuki te ignore como Gumi, Gumi se vaya de la casa y Rin te deje no vengas llorando a pedirme consejo como lo sueles hacer!
Los sollozos de mi madre me hacían sentir culpable de algún modo. Mamá, perdóname por favor. Siempre te eh decepcionado.
-Lily, basta ya. Tus gritos se oyen hasta el patio trasero -finalmente mi padre apareció interrumpiendo los próximos regaños de mi madre.
Mi madre miró a mi padre con los ojos todavía llenos de lágrimas.
-León... Agh, siéntate a comer.
Después de decir eso, mamá se fue en camino a la cocina y nos dejó a mí y a mi padre solos. Él tranquilamente tomó asiento a mi lado y se sirvió agua de naranja en un vaso de cristal.
-¿Qué te trae por aquí hoy? -preguntó sin orarme siquiera jugando con sus manos.
-Nada ralamente. -luego de decir eso comí otra cucharada de la comida, ya un poco más tranquilo.
-Eso no es tan propio de ti. Tu nunca vienes sin razón. -mamá apareció colocando un palto con comida enfrente de papá- ¿Vas a comer con nosotros?
-No, estoy cansada. Estaré en mi cuarto. -eso último lo dijo algo molesta yéndose a su cuarto cerrando la puerta de un portazo.
-Ella tiene razón. -mi papá también empezó a comer y yo negué con la cabeza- Sabes que la tiene porque lo niegas muy fácilmente.
-Ahg, ¿De qué lado estás? -gruñí dejando de comer como si fuera un niño.
-De el de ninguno. Más bien, creo que los dos están equivocados.
-¿Puedes hablar más claro? Sabes que me gusta que vayan al grano.
-Eso es lo que pasa. Estás frustrado.
-No lo estoy -negué nuevamente tomando la cuchara y poniéndola de nuevo en el plato.
-Te pareces a mí, somos similares. Así que sí, estás frustrado. Pero está frustración tuya es más grande. Dime, ¿cuál es?
-Te digo que no es nada. Y si te lo dijera no lo entenderías... ni mi madre o Lenka.
-Esa es la clave, ¿lo ves? Quieres que nosotros te entendamos, ¿pero tú has tratado de entendernos?
-No...
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La noche estaba muy tranquila, y el alcohol hacía su efecto en mí.
-Olle Len, ya deja de beber, a tu esposa no le gustaría que llegaras ebrio a casa jeje.
El que dijo eso era otro de mis amigos, Gakupo, al que había conocido hace un año en este bar y solía frecuentarlo. Desde entonces éramos amigos y prácticamente me fiaba la mayoría de las bebidas, porque claro, él era el dueño.
-No estoy ebrio.
-Aún...
-Hoy me voy a ir temprano.
- ¿Y eso -hip- por qué?
-Es mi aniversario, si llego antes de las ocho estará bien.
-Len, son las diez con siete.
- ¡¿Qué?! ¡Es muy tarde! Tengo que irme.
- ¿Y qué hay de Miku? ¿No te ibas a reunir hoy con ella?
-Cierto, pero...
-Bingo.
-Dile que tendrá que disculparme, hoy en verdad debo llegar a casa.
-Ah, como quieras. Dijo que iba a venir temprano, solo por ti.
-Tengo que irme, adiós.
-¿Y Miku? ¿La vas a dejar sola?
Ignoré eso último y salí de ese bar despidiéndome con la mano.
Miku, de nuevo tuve que irme.
Ella era una chica de 24 años, hermosa y sencilla. La conocí hacía unos meses, y desde ese entonces...
Era mi amante.
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