Wolf
Invierno
Era una escena bastante bella, eso podía admitirlo. La luna llena hacía brillar la nieve como si de plata se tratara, sí, era un paisaje muy hermoso para morir.
Y es que, como habitante de aquellos bosques septentrionales, sabía muy bien que la nieve podía ser tan peligrosa como bella; que uno jamás debía arriesgarse cuando se avecinaba una ventisca so riesgo de perderse... justo como a mí me había pasado. Así había terminado aterido de frío, sentado contra el tronco grueso de un árbol mientras la nieve se apiñaba a mi alrededor
-Al menos ese maldito no volverá a molestar a mi hermana, o a amenazar a mamá -susurré al viento helado.
Ese maldito había intentado jugar con el corazón de mi hermana menor y obviamente con su cuerpo, lo había escuchado burlarse de ello en el bar del pueblo cercano y para cuando aseguró que había amenazado a su mamá para que no se entrometiera yo ya no pude contenerme, lo saqué de allí a base de golpes.
Bajé mi vista hasta mi mano derecha, aún tenía rastros de sangre seca sobre todo en los nudillos, pero ya no me dolía, ya no me dolía nada.
-Una muerte bella y plácida...
Ni siquiera la esperanza de la cueva que había vislumbrado a lo lejos me ayudó a llegar más allá, el frío ya había calado hasta mis huesos, no quería moverme más, quería solo cerrar los ojos y dormir.
Entonces apareció, recortado contra la nieve plateada, la figura de un lobo negro, que conforme se iba acercando crecía más y más.
-Demasiado grande... ¿un huargo?...
Para ese momento no quería pensar más, quería solo cerrar los ojos y dejar que el sueño me trajera el calor que la nieve me estaba robando. Y mientras pensaba así el enorme huargo llegó hasta mí, sus ojos amarillos resaltaban en contra de su lustroso pelaje negro, su aliento formó un vaho igual al mío mientras me olfateaba.
-Solo quiero dormir... no seas cruel solo... -detrás del lobo negro aparecieron otras figuras, estas más pequeñas y de colores más claros-. Sean rápidos...
Cerré los ojos, estaba demasiado congelado como para tener miedo realmente, solo quería que todo acabara. Pero en lugar de cualquier atroz mordida, sólo sentí una enorme lengua rasposa pasando por mi mano herida.
-¿Probando?... No tengo mal sabor... ¿o si?
Me empujó entonces con el hocico hasta que caí de lado sobre la suave nieve, mi ropa ya estaba más húmeda que otra cosa, no quería moverme más pero el huargo me seguía empujando.
Sentí de pronto sus colmillos contra mi brazo pero no llegó la temida mordida, solo unos ligeros tirones que me obligaron a incorporarme, el lobo negro era casi de mi misma altura a pesar de estar en 4 patas.
-¿Qué haces? solo cómeme o déjame dormir...
El lobo gruñó con molestia y su agarre se hizo más fuerte mientras seguía tirando de mí. Logré ponerme de pie completamente aunque con la debilidad que ya cubría mi cuerpo me fue difícil moverme. Estaba a punto de caer cuando me encontré recargado en el lomo peludo del huargo.
Él comenzó a moverse lentamente de manera que pude caminar así guiado. En un punto los otros lobos también se acercaron, uno de ellos de pelaje cobrizo y casi el mismo tamaño del negro se acercó bastante a olerme pero mi acompañante huargo lo alejó con un gruñido grave de advertencia, me miró por unos momentos antes de seguir avanzando.
Avanzaba a trompicones entre aquella monstruosa comitiva. Gracias al calor del lobo negro pude pensar un poco mejor, me di cuenta por ejemplo de la inteligencia casi humana que se podía percibir en los ojos de los lobos, sobre todo en los orbes amarillos de mi sobrenatural guía; además comencé a pensar que no me dejaría ir, cada vez que intentaba moverme en otra dirección era empujado por su enorme musculatura.
De esta manera terminamos por llegar a la cueva que había visto antes, los tres pequeños lobos se refugiaron de inmediato al fondo de la misma mientras yo me vi arrastrado a una pequeña cama de hojas frescas.Los dos huargos más grandes se quedaron mirando durante algunos instantes, quizá comunicándose de alguna manera que yo no podía comprender.
Pero de momento lo importante era que ahora tenía un lugar seco y relativamente cómodo para dormir. No parecía haber mayor escapatoria que el sueño, aunque con el frío este probablemente viniera acompañado de la muerte.
El lobo castaño fue a acostarse con el resto mientras el negro volvía a mi lado y daba varias vueltas antes de tumbarse casi sobre mí. De nuevo me vi reconfortado por el calor que emitía y por su olor fresco. Me acurruque mejor contra él dejando que el sueño por fin me venciera.
...
A la mañana siguiente lo primero que mi cuerpo notó fue el dolor generalizado que sufría y que se concentraba sobre todo en mi brazo derecho; lo segundo fue la ausencia del calor que me había hecho dormir tan a gusto y que, en realidad, me había salvado la vida.
Abrí los ojos esperando encontrarme con alguno de los lobos de la noche anterior, en su lugar me encontré con dos jóvenes que platicaban justo en la entrada de la cueva bañados por la luz naranja del amanecer.
-Sigo pensando que es demasiado peligroso Leo, deberíamos irnos y llevarnos a los chicos antes de que despierte -hablaba el más bajo, su piel morena y su cabello castaño me recordaron al huargo del mismo color.
-No, él no es peligroso, es honorable, tú mismo lo viste.
Me fijé un poco mejor que en último que había hablado, su piel era bastante pálida y tenía el cabello muy negro, largo hasta casi las mejillas. En ese momento se abotonaba las mangas de una camisa blanca nada práctica para esos lares.
En ese momento recordé, en el bar había un grupo de extranjeros, turistas probablemente, que habían visto mi pelea con el bastardo aquel. Lo recordé porque en su momento había pensado que sus traje formal no le serviría de mucho en los climas fríos del bosque.
-Él estaba defendiendo a su familia Leo, no a un grupo de desconocidos que a sus ojos lo más probable es que sean monstruos, no podemos fiarnos de ningún humano y lo sabes...
De pronto una voz suave a mi lado me sobresaltó.
-No te preocupes, ellos seguido discuten así, son como los padres de nuestra manada. Pero no te harán daño...
Intenté evitar el grito ahogado que me ocasionó el susto, ni siquiera escuché acercarse a aquel joven casi rubio.
-¡Hyuk! -le regañó el moreno, haciéndole una seña para que lo siguiera.
-Lo lamento, no queríamos asustarte, ¿despertaste hace mucho? -El pelinegro se acuclilló junto a mí, analizándome atentamente.
-¿Quiénes son ustedes? -fue lo primero que alcancé a preguntar, intentando ignorar el dolor de mi cabeza para centrarme.
En lugar de contestarme el pelinegro se me quedó viendo directamente, parpadeó y por un momento me pareció que sus ojos se volvían amarillos y brillantes. Me alejé asustado pero al fijarme bien sus ojos volvían a ser de un café normal.
-¿El... huargo de ayer? -Él solo asintió.
-Mi nombre es... TaekWoon, Jung TaekWoon. -Escuché un bufido detrás de nosotros, recordando que el otro le había llamado Leo, tal vez no debía decir ese nombre.
-Mu... mucho gusto... Soy Kim Wonsik.
-Yo... como podrás suponer, no podemos permitir que nadie sepa lo que somos. Pero ayer que te vimos salir así en medio de la nevada... bueno, no podíamos simplemente dejarte morir así...
De pronto comencé a reír, era todo demasiado irónico.
-¿Te estás burlando? -preguntó el moreno acercándose a nosotros, los otros tres venían detrás de él.
-¡N!
-No, no, lo lamento. Es solo que ni siquiera yo mismo creo lo que pasó mucho menos alguien más va a hacerlo. Ya desde anoche había decidido no decir a nadie lo que había visto, no quiero terminar encerrado en un monasterio; mucho menos si eso además podría terminar dañando a alguien más.
-¿Estás diciendo que no dirás nada de nosotros?
-¿Cómo podría? -La mirada que me dedicó N me dejó pensando algunos instantes-. Pueden considerarlo como un pago, una vida por otra vida.
-¿Entiendes que sería más seguro para mi familia el matarte aquí mismo? -la frialdad del nombrado N me dejó algo estupefacto, pero recordé las palabras que había dicho en la entrada de la cueva.
-Lo entiendo, yo también tengo una familia a la cual quiero proteger por sobre todas las cosas... pero también entiendo que no quieren ser considerados como monstruos -aventuré, la mirada de TaekWoon me dio a entender que iba por un buen camino-. Así que me atrevo a esperar que me dejaran regresar con mi familia.
N suspiró, de pronto el mismo chico que se había acercado antes se acercó y me abrazó por los hombros.
-Todo esto de las familias me ha dado una idea. ¿Por qué no hacerlo parte de la nuestra? -lo miré sorprendido pero él solo rió-. Tranquilo, no me refiero a convertirte, solo a que formes parte de nuestra familia como todos lo hemos hecho.
-¡Claro! Solo necesitas un nombre como el nuestro... -otro de los chicos se había acercado a nosotros, solo quedaban N y otro chico de pie.
-Ravi -dijo de pronto mi pelinegro salvador.
-¿Ravi? -repetí.
-No hace mucho estuvimos en Francia... me gusto el idioma y esa palabra en específico... significa "encantado"
-Ravi... sí, me agrada.
-Está decidido entonces, eres nuestro Ravi -Leo me miró a los ojos antes de sonreír por primera vez en el poco tiempo que lo llevaba conociendo. Aunque su sonrisa se esfumó casi de inmediato-. Pero nosotros nos movemos continuamente, no podemos permanecer en el mismo lugar mucho tiempo.
-Yo... no puedo dejar a mi familia, mi hermana y mi madre solo me tienen a mi.
-No puedes dejarlas, pero tampoco podemos quedarnos... -intervino N entonces, pensativo.
-Podrías... esperarnos... -tanteó Leo con voz baja.
-Claro, no me moveré de este pueblo. Y si me prometes que volverás aquí yo te esperare... -Me le quedé mirando unos instantes antes de darme cuenta de mis palabras-. O sea... me refiero a que los esperaré a todos... y jamás diré una palabra al respecto. Como ya lo dije, siempre protejo a mi familia.
Los otros chicos asintieron incluido N, el que me sorprendió fue TaekWoon pues de pronto se acercó a abrazarme, pude reconocer el mismo olor fresco de la noche anterior y me llenó de una tranquilidad incomprensible.
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Pequeña nota: ¿Lobos y VIXX? obviamente pensé en "Dirty paws" de Sunakyo así que les recomiendo que vayan a leerla, es muy muy bella.
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