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Romanticism

Viñeta romántica

Mientras terminaba de prepararlo todo no podía dejar de recordar, en aquel mundo en que era de lo más normal que los ricos compraran esclavos, yo había estado a punto de morir.

Un larguirucho de ya 29 años, era obvio que no iba a querer comprarme, ni siquiera cuando tiñeron mi cabello de rubio para hacerme más llamativo. Así que allí estaba, tirado en una alfombra de aquel mercado de esclavos, ya ni siquiera me importaba comer o esforzarme, y aunque me mantenían limpio mis captores ya ni siquiera esperaban venderme, ambos esperábamos sólo a que muriera.

Pero entonces apareció aquel guapo chico, de cabello negro y anteojos dorados; se inclinó sobre mí, sus manos me acariciaron suavemente el rostro. Había sufrido ese tipo de análisis muchas veces desde mi puesta a la venta pero aquellos roces fueron diferentes, mucho más suaves en realidad. Luego de esto me compró a un precio irrisorio para mi estado y me llevó a casa.

No sé exactamente cuántos días pasé en cama, semi inconsciente y con el suero alimentándome de manera directa. Pero durante todos esos días Wonsik (como supe después que se llamaba el chico) venía a sentarse a mi lado, algunas veces volvía a acariciarme y me contaba cosas de su vida como si supiera que lo escuchaba. Así me enteré más de su vida, de cómo su familia lo había rechazado desde pequeño por ser un hijo bastardo, a pesar de lo cual se labró su propia fortuna trabajando duro.

Pero su familia murió luego de que se hundiera uno de sus botes mercantes, en los cuales viajaban en ese momento y toda la fortuna familiar pasó a sus manos. Consideraba ese dinero como sucio, no lo quería. Así que seguido compraba esclavos que posteriormente liberaba una vez que había cumplido alguna tarea que les encomendaba.

—Entonces... ¿Cuál será mi tarea? —le pregunté cuando estuve recuperado.

Él me miró unos momentos, analizándome de arriba a abajo.

—Demasiado ansioso... ¿Estás seguro que ya estas bien?

—Completamente.

—Bueno, en ese caso... —Se quedó pensándolo, dando golpecitos con el índice en su labio inferior—. Ya, quiero que seas romántico.

—¿Romántico? —no terminaba de entender sus palabras

—Claro, sé que a ustedes los entrenan para ser máquinas sexuales, ni hablar de los trabajos físicos. Debe ser algo difícil para ti ¿No crees? Y creo que ser romántico será algo nuevo para ti. —se acercó para depositar un beso muy suave en mis labios, en medio de mi sorpresa no le respondí—. Si logras enternecer mi corazón serás libre, mi bravo Leo.

Así que allí estaba ahora, preparando todo para que en cuanto él llegara de trabajar estuviera listo.

Llegó a la hora normal, tal como esperaba. Lo recibí para recoger su saco y cambiar sus zapatos por cómodas pantuflas.

—Bienvenido se... —me contuve antes de decirle "señor", a él no le gustaba pero nos habían enseñado a hacerlo—. Wonsik.

—Gracias Leo ¿Cómo te sientes hoy?

—Mucho mejor, gracias.

—Me alegra.

Lo guié hasta el salón comedor, donde ya había encendido un sinfín de velas en las paredes y los muebles más alejados.

—Así que hoy es el día ¿he? Pensé que tardarías más.

Solamente asentí hasta que estuvo sentado en la cabecera de la mesa, cuando lo hizo tiré una pequeña cuerda, con lo que del techo cayeron varias telas translúcidas del mismo color borgoña que el salón, rodeándonos y dejándonos en un espacio mucho más pequeño e íntimo.

Mientras él se quedaba maravillado viendo los efectos que las velas y la tela creaban en conjunto, me apresuré a traer los dos servicios de comida, que dejé frente a él y a un lado.

Lo había visto comer muchas veces solo ante aquella enorme mesa, y veía su cara de tristeza cuando levantaba la vista y nadie lo acompañaba, así que aquella había sido mi idea para hacer algo romántico, algo que lo hiciera sentir bien.

En lugar de explicarlo me dediqué a comer con él, a platicar de nuestros respectivos días o de cualquier ociosidad. Imitando algunas novelas que había visto al respecto, limpié su boca con mi servilleta cuando se ensució y le di a probar la comida de mi propio plato.

Durante todo ese tiempo Wonsik pareció disfrutar bastante, se reía de mis bromas y a veces sonreía solo al verme hablar, incluso se sonrojó cuando hice lo de la comida.

Pero cuando terminamos con el postre su rostro se ensombreció de pronto.

—Es suficiente Leo, lo has logrado. —dijo ocultando la cara entre sus manos, recargadas en la mesa.

—¿Qué ocurre Wonsik? —Claro que sabía que ocurría, pero quería que lo dijera en voz alta.

—Cumpliste con tu tarea, me has hecho feliz por unos momentos así que ahora eres libre... —su voz se cortó.

—¿Soy libre?

—Si

—¿Pueda hacer lo que quiera?

—Lo que quieras... te daré tu carta de liberación.

Pero antes de que pudiera levantarse jale la silla en la que estaba sentado. Cuando volteó a verme descubrí lágrimas en sus ojos, me acerqué hasta quedar sentado en la misma silla, frente a él y con las rodillas a ambos lados de su cadera (El beneficio de los enormes muebles de los ricos)

—¿Qué haces Leo?

—Hago lo que yo quiera, es lo que dijiste, y mi voluntad es quedarme a tu lado.

No pude contenerme, no había sido mi plan inicial pero al verlo llorar supe que no podría dejarlo, me incliné sobre él lentamente, dándole la oportunidad de alejarse en cualquier momento pero él se mantuvo inmóvil. Para cuando nuestros labios se tocaron ambos cerramos los ojos y nos entregamos a aquel primer beso, solo el primero de muchos.

******

Pequeña nota: quedó justo el día para la viñeta romántica.  Había pensado hacer algo más "normal" pero al ver lo flaquito que se ve en ese vídeo me llegó esa inspiración. 

¡Ya casi acabamos!

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