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Capítulo único

¿Cuántos años habían pasado desde que te fuiste del pueblo? Ya nadie te recuerda. Yo sí. No sé porque lo hago, pero todavía mantengo tú recuerdo vivo en mi mente.

Como si realmente lo estuvieras.

Después de aquella trágica muerte, tuvimos que seguir con nuestras vidas, visitar tu tumba de vez en cuando, llorar a los pies de ella, abrazarnos a una piedra fría e inerte, seguramente tan fría como tu cuerpo.

No sé porque siempre llueve cuando voy a visitarte. Aunque haga un sol resplandeciente de camino al cementerio. Ya me he acostumbrado a llegar un paraguas y que todos me miren como si fuera un lunático por llevar paraguas cuando hace un sol de los mil infiernos.

¿Será porque me miras desde el cielo y al apoyarte sobre las nubes para mirarme, haces que llueva?

Si es tu forma de decirme hola, lo acepto de buen grado.

Con el tiempo, la gente dejó de ir a visitarte, dejó de ir a llorar a tu tumba, dejaron de pensar en ti, siguieron con sus vidas después de hacer aceptado que has muerto. Yo tendría que haber hecho lo mismo, pero no lo hice... ¿Por qué? No lo sé, simplemente no puedo obligar a mi mente a olvidar los buenos recuerdos que tengo de ti.

Cuando me acompañaste a Hawaii...

Gracias de verdad por haberlo hecho, me divertí mucho contigo. ¿Soy un idiota, no?

Tengo vivo el recuerdo de cuando teníamos ocho años como si no hubiera pasado el tiempo.

¿Tendría que haber seguido con mi vida, mi novia canadiense, mis estudios brillantes y haberme ido del pueblo como todos lo han hecho?

No pude mantenerme alejado de tu tumba mucho tiempo, lo siento, me sentía culpable.

¿Las gotas de lluvia que caen sobre mi paraguas son lágrimas de felicidad al verme una vez más o son lágrimas de las carcajadas que te estás dando por verme arrastrarme hasta tu tumba aunque me hubiera ido hasta a la otra punto de Estados Unidos?

Seguro que es la segunda.

Te mantendré informado.

Por cierto, ¿Te hablé de Aurora?

Mi hija.

Me hubiera gustado que la hubieras conocido.

Seguro que le hicieras caído bien.

...

...

...

Kenneth...

¿Como se siente estar solo en el cielo?

¿Tienes frío?

¿Hace calor al estar más cerca del sol?

¿Caminar entre las nubes es tan suave como caminar sobre el algodón de azúcar?

¿Te sientes muy solo allí arriba?

...

...

...

•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•

30 años después

•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•

Un joven rubio caminaba por los pasillos de su escuela, el suelo estaba reluciente aquella mañana, hacia un día magnífico, las nubes que había en el cielo eran volátiles, blancas, le gustaría alzar la mano y tocarlas. Apartó los ojos de la ventana y siguió caminando por el pasillo con las manos en las asas de su mochila. Una sonrisa dulce adornaba sus pómulos con algunas pecas. Llegó a su clase y se sentó en su asiento. La melodiosa voz de su compañero de clase deseándole los buenos días le hizo sonreír. Giró su cabeza para ver sus cabellos del color del oro, sus ojos azules con pinceladas moradas, siempre encontró sus ojos como un mero cuadro, una pintura exótica y divina que podría admirar durante horas sin cansarse.

Aquellos ojos eran extraordinarios.

Parecían esconder un gran tesoro.

Su alma.

Siempre se quedaba maravillado por aquellos ojos.

Le sonrió embobado y a duras penas fue capaz de formular un: "buenos días" decente.

Una caricia en su pómulo fue la culminación que lo aturdió más de lo que ya estaba. Podía ver sus ojos más de cerca. Sonrió bobamente.

- Me siento cohibido, Leo.

- Lo siento, sabes que tus ojos son mi punto débil.

- Lo sé, son mi maldición.

- Maldición de la que estás orgulloso, galán.- le sonrió.

- No podría estar más de acuerdo.

James McCormick, el chico guapo, fabuloso y exitoso con las mujeres que todos desean. El chico guapo que es dos años mayor porque repitió primer de secundaria y tercero de secundaria. El chico malo que hacía campana y fumaba en horaria escolar. El chico guapo que era extremadamente sexy y que había tenido muchas novias.

Ese era James McCormick.

El chico por el que tanto hombres como mujeres suspiraban.

El imprevisible McCormick que nadie entendía como era posible que pudiera haber tanta belleza en un solo cuerpo.

- ¿Qué tal el fin de semana?- propuso después de las largar y aburridas clases, caminaban por el pasillo uno al lado del otro, con aquella tensión de rozar sus manos, pero no llegar a tomarlas, al menos así se sentía el más bajo.

- Me parece bien.- comentó con aquella sonrisa seductora, una chica tras Leopold chilló como si fuera la fan número uno que ha visto a su actor favorito.- ¿Vamos a tu casa?

- Siempre vienes a mi casa.

- Está más cerca. Yo vivo en las afueras.

- Vago.

- Gracias, Leo.

Salieron del instituto, aquel sol intenso del mediodía golpeó de lleno y calentó sus pieles. Uno de ellos suspiró con satisfacción.

- James...

- ¿Si?

- ¿Quieres que vayamos a comer?

- Me parece una buena idea.- sonrió con dulzura.- Tengo algo de dinero ahorrado.

- Iba a invitar yo.

- No, no, no hace falta, ¿Vamos al KFC?

Fue un sí rotundo, no podía decirle que no a aquellos grandes ojos que lo miraban con cierta complicidad, odiaba y al mismo tiempo amaba que James usará sus ojos y batiera sus pestañas con suavidad por tal de convencer a la gente. Odiaba que tuviera las pestañas largas, curvas, hermosas...

Tanto como él.

Alguien que era tan excepcional que nadie perdía detalle de su musculatura marcada y trabajaba durante los partidos deportivos de gimnasia. Sus brazos duros y marcados, sus piernas resistentes y trabajabas, su pecho, su espalda, aquel delicioso six-pack que muchos querrían lamer, y se incluía en aquella lista porque aquellos abdominales debían estar esculpidos por un Dios.

La comida estuvo deliciosa, los dos hablaron, rieron, comieron a gusto y después cada uno se fue a su casa.

Un día como cualquier otro.

Un día como podría haber sido otro cualquiera.

Le gustaban los días que pasaba más tiempo del escolar con James.

Él...

Era tan atento...

Tan delicado...

Tan dulce...

¿Porque sólo era así cuando se trataba de él? Siempre le daba la respuesta de que le recordaba a un pequeño conejito indefenso que debía proteger de los fueros lobos que quisieran hacerle daño.

Una vez le llegó a decir que le recordaba a alguien.

Eso no lo tomó en cuenta.

Pero poco a poco fue tomando más fuerza, porque lo decía constantemente, lo remarcaba.

Pero nunca decía de quien se trataba.

Solo hablaba de él con mucha nostalgia, como si hubieran pasado décadas desde que lo vio por última vez.

- ¿Tu hermana está casa esta semana?- preguntó una amable Wendy mientras se acercaba al pupitre del pequeño rubio.- Oh, cielos, entonces la hermana de mi querido Dwight irá con ella...

- Stan Dwight y tú... ¿Pasaréis la tarde juntos?- preguntó con inocencia.

- Bueno, si tu hermana está en casa, sí.

- Si que lo estará.

- entonces si.

- ¿De qué habláis?- la melodiosa voz de McCormick hizo suspirar como colegialas enamoradas que eran a las chicas que estaban junto a Wendy.

- La hermana de Leopold vendrá a casa y la hermana de mi querido Dwight permitirá que podramos pasar la noche juntos.

James miró a Leopold, después a Wendy.

- Felicidades, querida.- sonrió de forma inmediata.- Tengan una buena noche los dos.- le guiñó un ojo.

Esto hizo hiperventilar y soltar grititos a las demás chicas cuando él siguió su camino hacia su pupitre.

Giró sus ojos hacia él.

Sus manos, sus nudillos vendados.

- ¿Estuviste boxeando sin guantes de nuevo?- preguntó tomando una de sus manos para ver la venda que cubría sus nudillos.

- Es mi mal hábito.

- Te haces daño.

- No creas, no duele a partir del tercer golpe.

Los dos rieron un poco.

- Eso no quita que seguramente tengas los nudillos ensangrentados.- dijo retirando la venda lentamente.

- Nah, las heridas las curé, como mucho tengo los nudillos amoratados o rojizos.

- ¿Y te quedas tan tranquilo después de decir eso?

Se encogió de hombros y asintió.

- Eres un caso.

- Gracias.- sonrió de forma tranquila.

El maestro entró en la clase, lo cual impidió que pudieran seguir hablando. Se giró y se sentó bien en la silla, después escuchó las palabras que indicaban que daría inicio a la clase en tal que encendiera el ordenador.

Las clases acabaron después de una jornada productiva, aunque de nada servía si nadie estudiaba. Salió de clases viendo a musicas chicas abordando a James en el pasillo, no era extraño que aquellas secuencias se repitieran constantemente casi todos los días.

- Leo.- giró su cabeza alzando una ceja al escucharlo llamarlo y librarse de todas las chicas para acercarse a él.- ¿Tú hermana estará en tu casa con la hermana de Dwight?

- Si.

- ¿Quieres que pasemos la tarde fuera para que no te usen de muñeco para los peinados?

- Si, por favor.- musitó como si le estuviera suplicando, pero de broma.

Los dos rieron.

- Avisaré a mi padre.- dicho esto sacó su teléfono y los dos avanzaron por el pasillo.

"Si?"

"Papá, ¿Aurora está en casa ya?"

"Se ha ido a casa de Stanley Marsh, volverá para la cena, ¿Por qué preguntas?

McCormick soltó una carcajada silenciosa: a Wendy se le jodió el sexo con Marsh.

"Pensaba que estarían en nuestra casa, bueno, era para decir si podía ir con McCormick, pero, nada, ¿Podría venirse James a casa después de comer?"

"¿James? Ah, si, de acuerdo, aunque no estaré en casa, tu madre si, yo iré a hacer la compra"

"De acuerdo, gracias papá"

Después de eso colgó.

- Puedes venir a mi casa.- confirmó sonriendo.

- Perfecto.- sonrió ampliamente.

Los dos estuvieron en la casa del más bajo cuando acabaron de comer. Estuvieron hablando, riendo, y conforme se fue alargando la tarde, los dos se hicieron una merienda, un buen plato de tortitas con sirope de caramelo, uh, y también un buen vaso de zumito de melocotón con uva que tenían en la nevera, y estuvieron comiendo juntos en la mesa de la cocina entre risas, chistes y poca cosas más.

Hasta la llegada del padre de Leopold. Ambos giraron su cabeza hacia la puerta que recién se abría.

El padre de Leopold era un hombre rubio de ojos azules, Leo había heredado aquellos bellos rasgos, mientras que Aurora heredó los rasgos de la madre y parte del padre por su altura. Tenía una pequeña perilla en su mentón, cuatro pelos rebeldes, podrían denominarlo algunos. Llevaba un moderno peinado con el cabello algo largo, pero rapado por los lados. De hecho, no se veía mal, se veía joven y alguien, francamente, bello, aunque, según la información de Leo, su padre tenía unos cuarenta o casi cincuenta años... Que tuvo a Aurora con veinte años, y que después lo tuvo a él...

Cargaba con varias bolsas y el carro de la compra, la madre lo ayudó con el peso y lo llevaron hasta la cocina, donde dejaron las bolsas sobre el mármol diciendo "hola" a los invitados, pero aún sus mirarlos, cuando dejó el peso, fue ahí cuando el padre miró a los dos chicos.

...

- ¿Kenneth...?

...

Hubo un silencio tenebroso en la cocina, la mujer miraba a su marido, este tenía los ojos abiertos como platos, estaba en shock. Leopold alzó una ceja por el nombre, después miró a James, este tenía una expresión impasible en su rostro.

Después sonrió de forma amarga, casi como si fuese un mal recuerdo.

Como si fuese un recuerdo doloroso.

- Hola, Buttercup...- musitó.

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Ustedes ahora mismo:

QUEEEEEEEEEEEEEEE!? ._.

yo ahora mismo:

*Riendo como loca psicópata*

Vale, okay, ya paro xD

Si, acabamos, si, es un One-short hiper-mega-corto

(Bueno, para lo que estoy acostumbrada si, es muy corto).

Pero, en este caso, no necesito nada más, ya está todo contado UwU

¿Quién es Aurora?

Idk ._.

Me inventé el nombre xD

No tengo gran cosa más que contar...

Bueno... Aquí las dudas o las preguntas que pudieran quedar si alguien no lo entendió bien ------------------->

Aquí las opiniones ------------->

Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo

Bye~

By Silvia Line

[2037 Palabras]

P.D.: Si, os lo dije, es extremadamente corto xD

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