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142cm De Dulzura
"La Bella de la Bella y la bestia, es Chae-Young."
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[...]
La bestia suele ser egoísta y duro con Bella. Así que hacer algo lindo una vez cada tanto y verla con una sonrisa débil en la cara fue suficiente para conmover a la ingenua chica, Bella.
— Sí. La bestia está sola. Debería abrazarlo con mi amor. Solo yo puedo cambiarlo .
Ese amor, abrazó su alma dura.
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Las uñas de Chae-Young fueron victimas de mordeduras. A la joven la ansiedad la estaba carcomiendo viva.
Tenía tanto por contarle a su novia. Cosas positivas y negativas. Pero ésta solo le prestaba atención a su computadora, haciendo que la menor se quede con las palabras dentro de su boca.
— ¡Maldito! — Soltó con furia al golpear el escritorio. Chae-Young dio un saltó del susto. — ¡Me hizo perder la ronda! — Le comentó con el ceño fruncido.
— Mina Eonnie, ¿Podemos hablar?
— ¿Qué quieres, Chae-Young? — Le dijo sin mucha importancia, sin quitarle la vista al juego. Acto a esto, al darse cuenta que estaba siendo dura con la adolescente, se sacó un auricular de la oreja para poder oírla. — Te escucho, pequeña.
— Mi ma-mamá... — La coreana seguía hablando, pero Mina solo le dio importancia a esa palabra.
Mamá.
Diablos. Extrañaba a su madre. En esos momentos ni siquiera sabía cómo estaría de salud. Hace cinco días no hablaban por teléfono. Y si bien trataba de hacerse la que no le interesaba, era todo lo opuesto.
Mientras Chaeng seguía contando su anécdota, la joven quedó congelada mirando el suelo, pensando en la salud de su progenitora. Pero la voz de su novia no dejaba que pensara tranquila, haciendo que se vuelva una molestia. Trató de aguantar, pero al ver qué no se callaba, estalló.
—: ¡Ya para! — Gritó al levantarse bruscamente de la silla. La contraria al escuchar ese tono de voz tragó en seco y desvió su mirada.
— Lo s-siento... Yo... Solo estaba en-entusiasmada...
Myoui le echó una mirada a su noviecita. Parecía estar con miedo encima. Jaló sus cabellos hacía atrás e inhaló profundo. — Chae, solo vete.
— ¿Eh?, ¿Por qué?
— Solo... Solo vete.
— No me molestó q-qué me hayas gr-gritado. — Dijo, al deducir qué la estaba echando por ello. — Est-estoy acostumbrada.
Acostumbrada...
A la nipona se le salió una lagrima de su ojo izquierdo. ¿Qué tan mala persona tenía que ser para que su pareja esté acostumbrada a sus malos tratos? Simplemente no podía creer que la ira la invada y se comporte asquerosamente mal con la gente que quería. Era algo que tenía que cambiar, y lo sabía perfectamente. Pero le costaba. Le costaba ser una persona educada y buena, y eso le generaba frustración.
No quería que Chae-Young, de apenas catorce años, conlleve una relación con una bestia. Era tan joven y demasiado paciente, qué a veces Mina se preguntaba el cómo la aguantaba tanto. A ella. A sus malos tratos. A las malas costumbres que llevaba encima. ¿Cómo una chica tan inocente puede seguir con un monstruo? Sin dudas Son era una dulzura. Tenía 142cm de dulzura.
— Te mereces a alguien mejor. — Dijo con la voz quebrada, siguiendo sintiéndose cómo la mala de la película.
— ¿Qué dices?
— Qué soy una mierda. — Nuevamente la miró. — Chae, te mereces a alguien mejor. Con alguien que no te sientas acostumbrada a que te grite.
— Con-contigo estoy bien...
— ¡Soy una mierda Chae!, ¡¿No te das cuenta?! Tú... ¡Necesitas a alguien que te demuestre amor todo el tiempo y...-!
Chae-Young se levantó y se colocó al lado de la contraria para darle un cálido abrazo. — Calma... — Apretó más el abrazo, y con su mano; estirándola bien, llegó a la cabellera de su novia para depositarle un hermoso cafuné . — Solo, calma...
— ¿Por qué sigues conmigo? — Cuestionó entre llanto. — ¿Por qué aguantas tanta mierda?
— Me ha-haces feliz... — La chica cortó la acción y se distanció un poco para poderle ver el bello rostro de la japonesa. Al notar que ésta habría soltado lagrimas, con la manga de su abrigo se las secó. — ...A pesar de tus días malos.
— No me sueltes...
— ¿Eh?
Suspiró. También le costaba decir las cosas. —: Qué me sigas... abrazando...
— L-lo siento. — La tomó del brazo para acercarla y seguir con las caricias. — ¿Te gusta qu-que te abrace? Entonces, lo haré más seguido.
— Te quiero, Chae. Y lo siento por ser así.
— Sé que cambiarás. T-todo a su tiempo ¿Va-vale?
— Sí Chae. Lo sé.
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