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142cm De Dulzura

"¿Rival?"

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Era un día lluvioso. Si mirabas por la ventana del departamento de Mina podrías notar a todas las personas corriendo de aquí para allá con paraguas. A decir verdad, a Myoui le encantaba los días nublados. 

Tenía el uniforme puesto mal planchado y sus cabellos recogidos. Mientras esperaba a Margare para que la pase a buscar así la llevaba al colegio, se puso a jugar a la computadora.

— Inútiles. — Soltó con rabia al ver que su equipo estaba perdiendo. Decidió prender el micrófono y hablar. —: Oigan, babosos. Desinstalen el juego urgente, no sirven para nada. — Dijo, y ni bien terminó de hablar, lo apagó. Podía escuchar a los demás jugadores cómo la insultaban. 

"Tú no eres muy buena que digamos..."

"¿Quién te crees que eres?"

"¿Una mujer me dirá que hacer?" 

"Vete a la mierda"

La nipona empezó a las carcajadas; amaba hacer enojar a los demás. Realmente no le importaba lo que dijesen de ella, así que todo lo que oía no le molestaba para nada.

De repente, sintió la bocina de un coche. Claramente era Margare, así que prendió nuevamente el micrófono. —: Bola de inútiles... Me cansaron. Adiós. — Sabía que si se iba en medio de una partida la podrían reportar y tener una sanción, pero no le importaba. Cerró el juego y agarró su bolso que estaba arriba de la mesa.

Vio el paraguas por dos segundos, pero no sentía la necesidad de usarlo aunque su antigua nona seguramente se enoje al verla sin el. Salió del departamento a las apuradas, y luego, mientras la llovizna le humedecía todo el uniforme, encaminó vagamente hacía el coche.

— ¡¿Estás loca?!, ¿Y tu paraguas?

Mina río. — Sabía que ibas a decir eso, nona... Pero, estoy bien si el. — Le decía al cerrar la puerta del coche.

— Cinturón de seguridad. — La señora encendió el carro y empezó a dar marcha atrás para manejar hacía el colegio.

— Ajá. — Abrochó el cinto y miró hacía delante. — Margare, ¿Tienes noticias de mis padres?

— No, Minarinrin... ¿Los extrañas?

— Para nada. — Soltó sin más. — Pero, me llamó la atención que mi madre no me haya llamado el día de ayer.

— Iré a verlos al dejarte en la puerta del colegio, para que no te preocupes.

— No estoy preocupada.

Le echó una mirada rápida. — Minaririn, te conozco.

Abrió la ventanilla para tomar aire. — Cómo digas, nona. 

El tema de conversación fue cambiado cuanto antes. Margare podía sentir la incomodidad de la jovencita. Así que en todo el trayecto charlaron sobre las calificaciones de ésta, a decir verdad, estaba avanzando, y eso a la nona le hacía feliz.

Luego de unos minutos, el coche se iba frenando poco a poco, con la vista del enorme colegio en un costado. 

— ¡No hagas líos! — Le dijo la señora al ver cómo la contraria bajaba.

— No te prometo nada. — Sonrió. — Adiós, Margare.

La muchachita siguió caminando hasta llegar a la entrada, donde se encontró a un sonriente Ho-Seok en el medio.

— ¡Mina! — El muchacho, quién estaba sentado en un escalón, se levantó al ver a la japonesa. — ¡Mina! 

— ¿Qué? — Siguió caminando, teniendo al muchacho detrás. 

El joven tenía una noticia para darle. Jung amaba ver cómo la chica se enojaba por cualquier tontería, así que decidió informarle de una manera en la cual la contraria le saldría humo de la cabeza. —: Ya no eres la única, eh...

Frenó el paso. — ¿A qué te refieres?

— El colegio tiene miedo de una chica nueva. Dicen que su mirada es muy intimidante...

— ¿Quién?

— Hwang, o algo así.

— ¿Hwang?, ¿Quién demonios es?

— Ya te dije, una nueva est...-

— ¿Quién se cree que es para causar miedo?, nada más yo puedo hacerlo. — Interrumpió.

— Bueno... tendrás que compartir, chica mala.

— ¿Dónde está esa tal Hwong?

— Hwang.

— ¿Dónde está?

Encogió los hombros. — No lo sé.

Mina no era estúpida. Sabía perfectamente que aquél mocoso sabría el paradero de ésta. Ho-Seok era cómo la vecina que traía los chismes al barrio. — Oppa... — El chico la miró sorprendido ante el honorifico. — Ho-Seok Oppa, ¿Dónde está?

Suspiró. — Creo que en el salón. Es nuestra compañera de cur...-

— Perfecto. Adiós. — Siguió caminando, ahora dirigiéndose para dónde estaría la misteriosa estudiante. 

Cuando cruzo la puerta de entrada, vio qué estaban en un costado Hoshi, Ji-Hyo y Sana.

— ¡Hola Mina Eonnie! — Saludó Ji-Hyo al verla.

— Apártate, tengo cosas que hacer. — Le contestó al pasarle al lado.

Los chicos se miraron extrañados. — ¿Qué está tramando, Sana Eonnie? — Preguntó confusa.

— Umh, será mejor que vaya a ver. Quédense aquí.

Sana siguió el paso de Mina desde lejos. Si bien no podía verle el rostro, sabría que estaba llena de rabia, dando pisadas fuertes y haciendo que todos los chicos de al rededor se corran para que pudiese caminar sin molestias. Y eso solo significaba una cosa: Peligro.

Mina abrió la puerta del salón, visualizando solo a una joven con auriculares puestos, que estaba sentada en uno de los últimos asientos.

Rostro; ojos; y boca pequeños, cabello largo, y cejas perfectamente depiladas. 

— Tú. — Dio pasos lentos, pero veía cómo la chica seguiría con la vista al suelo, sin quitarse los auriculares. — ¡Tú!, ¡Te estoy hablando! 

La nueva se percató de que habría alguien más, así que miró a Mina. Myoui dejó de caminar al ver aquella mirada.

No tenía expresión alguna. 

Quizás eso era lo que le incomodaba a la gente, pero no a Mina.

— ¿Quieres una guerra de miradas?

Pausó la música de su móvil. —: ¿Disculpa? — Le contestó, al no entender bien lo que habría dicho.

— ¿Quién te crees que eres?, ¿La reina del colegio?

Hwang bajó la vista de nuevo. Estaba nerviosa. Su primer día y por lo que se ve, ya tendría problemas. — N-no, lo siento. Yo...-

— La reina soy yo. — Advirtió. — Y no quiero que nadie moleste.

— Lo siento. Es la primera vez que vengo aquí, y n-no tenía intenciones de quitarte tu puesto.

— Mejor así.

— ¡¿Qué pasa aquí?! — Intervino Sana al llegar. — Ye-Ji, ¿Esta inútil te está molestando?

La nueva le echó una mirada a la japonesa. — Yo... No... Ella solo... Me dio la bienvenida.

— Mina, ¡No la espantes! — Soltó al no creerle a Hwang.

— ¡Tú métete en tus asuntos! — Iba salir de su salón para buscar a Chae-Young, pero algo la frenó. —: ¿La conoces?

La de brazos cruzados enarcó una ceja. —: ¿Eh?

— Dijiste Ye-Ji.

— Así es... Se llama Hwang Ye-Ji.

— ¿La conoces?, ¿Es tu amiga?

— No. Se presentó en la entrada. — Bufó. — ¿Y si es mi amiga qué?, ¿Algún problema?

— No puede haber dos reinas en tu vida, cielo. — Miró nuevamente a la nueva. — ¡Y tú!, ¡Cambia tus ojos o algo así!

Lamento decirles mis gordis que el grupo de WhatsApp "Fruti-amigos" ya está lleno. Con más de treinta personas y trescientos mensajes por hORA. Así que, disculpen a los que no le pude pasar el link. <3

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