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142cm De Dulzura

"El adiós"

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Abrochó el cinto de seguridad y suspiró agobiada. Ya habría puesto todas las cajas y maletas en el baúl del coche de Margare.

Solo faltaba que la señora mayor se acomodara para encender el coche e irse a la nueva ciudad.

Mina no pensaba mucho en ese entonces. Trataba de no pensar en aquella joven qué, fue la única persona, que le enseño a amar.

Sabía que lo que estaba haciendo era por el bien de ella, y eso la tranquilizaba. A decir verdad, no era necesario mudarse cerca de sus padres ya que su progenitora, si bien estaba muy enferma, sería atendida en unos de los mejores hospitales de Corea. Aun así, cómo excusa, decidió irse junto a Margare. Ambas vivirían en un departamento que quedaba a cinco calles del hospital, y a diez de los padres de Mina.

— ¿Sabes? — Le dijo la mujer al colocarse en el asiento del conductor. — Soy grande, y te conozco. Te críe, después de todo...

Viró los ojos. — ¿Y?, ¿A qué quieres llegar con eso?

— ¿Estás segura alejarte de todo? Chae-Young, tus amigos, tu psicóloga...

— Ellos sin mí estarán bien. Incluyendo a la Doctora Bae. — Con el botón del coche, bajó un poco la ventanilla. — Margare, si estoy lejos de las personas es mejor.

— ¿Segura?

— Igual, volveré. — Le dijo, sin importar aquella pregunta hecha por su nona. 

La señora sonrió. — ¿Por ella?

— Así es. La buscaré cuando sienta que esté todo mejor.

— El amor verdadero está unido por un hilo rojo, y aunque haya kilómetros de distancia, no se deshace. — Le comentó. — Si ustedes están destinadas, entonces volverán cuando el tiempo lo diga.

— Cómo sea. Cuando sienta que esté preparada, volveré y no la soltaré jamás.

La señora prendió el coche. —: Casa nueva, allí vamos.

— Fue lindo sentir, ¿Cómo se llama? —  La mujer la miró desentendida. — ...Oh, felicidad. Sí. Felicidad en esta ciudad.