El Primer Paso ━━━ Enganchado
En la soleada mañana del primer día de clases, la escuela primaria Fujimoto se llenaba de risas infantiles y murmullos de emoción. Los estudiantes corrían por los pasillos, felices de reencontrarse con sus amigos después de las vacaciones. Entre ellos, Hirota Riki o mejor conocido como Maki, un joven alfa de diez años, destacaba por su energía y entusiasmo. Con sus ojos brillantes y su sonrisa decidida, estaba listo para enfrentar un nuevo año escolar.
Maki siempre había sido un alfa decidido, a pesar de su corta edad. A sus diez años, ya tenía la determinación y el carácter de un líder nato. Pero lo que realmente lo destacaba de otros alfas de su edad era su obstinación, especialmente cuando se trataba de un cierto omega de once años llamado Hiro.
Maki había admirado a Hiro desde que lo conoció el año anterior. Hiro, con su cabello negro y su actitud gruñona, tenía algo que lo hacía irresistible para Maki. Quizás era su independencia o la forma en que siempre parecía estar en control de la situación, pero Maki estaba decidido a ganarse su afecto, sin importar los obstáculos.
Hiro era conocido en su pequeña escuela como "el gruñón". Siempre con una mirada severa, y una actitud distante, mantenía a raya a cualquiera que intentara acercarse. Para la mayoría, Hiro era una montaña imposible de escalar, pero para Maki, era un desafío personal. Así que cuando Maki se decidió a conquistar a Hiro, creó su propio plan maestro, titulado: "14 Pasos para Conquistar a un Gruñón Omega".
El primer paso, según Maki, era simple pero crucial: No soltar a Hiro hasta que lo aceptara. Así que un soleado lunes por la mañana, en el patio de la escuela, Maki puso en marcha su plan.
Maki observó a Hiro desde lejos, esperando el momento perfecto. Hiro estaba sentado bajo el gran árbol de sakura, leyendo un libro, ajeno a lo que estaba por suceder. Maki respiró hondo y se lanzó hacia su objetivo.
Hiro levantó la vista, sorprendido, cuando sintió una presión en su pierna. Allí estaba Maki, abrazado a su pantorrilla con una fuerza que desmentía su tamaño. Los ojos de Maki brillaban con determinación y una pizca de travesura.
—¡Maki, suéltame! —gruñó Hiro, intentando sacudirse al joven alfa.
—¡No! —replicó Maki, aferrándose con más fuerza—. No te soltaré hasta que me aceptes como tu amigo. O algo más.
Hiro arqueó una ceja, irritado y confundido a partes iguales.
—¿Algo más? ¿Qué te hace pensar que querría ser amigo de un niño pegajoso como tú? —dijo, tratando de ignorar el calor que se apoderaba de sus mejillas.
—Porque sé que puedo hacerte feliz —respondió Maki con una sonrisa radiante—. Además, tengo un plan.
Hiro parpadeó, sin saber si reír o enojarse más.
—Eres un mocoso ridículo —murmuró, pero la persistencia de Maki comenzaba a derretir un poco su exterior helado.
—Puede ser, pero no te soltaré hasta que aceptes al menos ser mi amigo —insistió Maki, su rostro contra la pierna de Hiro.
La escena comenzó a atraer la atención de los otros niños en el patio, que observaban con curiosidad y risas contenidas. Hiro suspiró, consciente de que no iba a librarse fácilmente del pequeño alfa.
—Está bien, está bien —dijo finalmente, con un suspiro exasperado—. Seré tu amigo, pero solo si te sueltas de mi pierna.
Maki levantó la vista, sus ojos brillando con una mezcla de triunfo y alegría.
—¡Hecho! —exclamó, soltándose de inmediato y levantándose de un salto.
Hiro se levantó lentamente, sacudiendo la pierna como si intentara deshacerse de la sensación de tener un Maki adherido a ella. Sin embargo, no pudo evitar sonreír ligeramente ante la determinación del alfa más joven.
—Bien, Maki —dijo Hiro, mirando al niño—. Pero no seremos amigos.
Y el alfita se volvió a enganchar de la pierna del omega.
—¡No te soltaré hasta que me aceptes! —exclamó Maki con una sonrisa traviesa.
Hiro, sorprendido y visiblemente incómodo, trató de deshacerse del pequeño alfa que se había convertido en una extensión indeseada de su cuerpo.
—¿Qué estás haciendo? ¡Suéltame! —gruñó Hiro, tratando de sacudir a Maki sin éxito.
Los otros niños se reunieron alrededor, riendo y murmurando entre ellos. Las maestras, alertadas por el alboroto, llegaron rápidamente al lugar. La señorita Tanaka, una de las maestras más experimentadas, trató de intervenir.
—Hirota Riki, suelta a Hiro ahora mismo —dijo con firmeza, pero con una pizca de diversión en su voz.
—¡No puedo! ¡No lo soltaré hasta que me acepte! —replicó Maki, aferrándose aún más fuerte.
Finalmente, las maestras decidieron llamar a la madre de Maki. La señora llegó rápidamente, disculpándose repetidamente mientras trataba de despegar a su hijo de la pierna de Hiro.
—Maki, cariño, suelta a Hiro. Esto no es apropiado —dijo suavemente, tirando de él sin éxito.
Pero Maki parecía tener la fuerza de diez alfas adultos, y su determinación era inquebrantable. Hiro, que hasta entonces había estado soportando estoicamente la situación, empezó a quejarse con más vehemencia.
—¡Siento que me arrancan la pierna! —exclamó, casi al borde de las lágrimas.
La escena se volvió más cómica cuando otros maestros se unieron al esfuerzo de separar a Maki de Hiro, cada uno sugiriendo métodos más extravagantes y absurdos. Al final, después de un largo y ridículo esfuerzo conjunto, lograron liberar a Hiro, quien se fue cojeando ligeramente, murmurando sobre "algunos alfas locos".
Mientras tanto, Maki fue llevado a la oficina de la directora para una seria charla. Pero en su mente, había marcado el primer paso como un éxito. Había llamado la atención de Hiro, y aunque no de la manera más convencional, estaba seguro de que su plan de "14 Pasos para Conquistar a un Gruñón Omega" estaba en marcha.
Cuando el padre de Maki lo recogió al final del día, le dio una mirada severa pero divertida.
—Enano, tienes que encontrar mejores formas de conquistar a alguien. No puedes andar por ahí aferrándote a las piernas de la gente.
Maki sonrió ampliamente.
—Lo sé, papá. Pero tengo un plan. Y hoy fue solo el comienzo.
Y así, con una determinación aún más fuerte, Maki estaba listo para el segundo paso en su audaz misión de conquistar el corazón de Hiro, sin importar cuántas piernas tuviera que abrazar en el camino.
Solo quedaban trece pasos más, pero para él, esto era solo el comienzo de una divertida y emocionante aventura para conquistar a su gruñón omega.
Gráficos by: Cebicles
editora la talentosa: Sofis 💕
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