Enamorado.
Hola. Bien, este dia se me alargo demasidado, no termino como queria, pero la verdad meintras mas le daba contexto el final planeado se veia mas y mas lejano, asi que preferi dejarlo a un punto que me gustara y tal vez ya despues escribir alguna continuación.
Les agaradezco a quienes nos leen y nos esperan, ya hoy acaba febrero y nosotras nada que terminamos hehehe en fin.
Disfrutes su lectura.
Pd. La pareja es Heba x Timaeus.
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Enamorado.
Miro el cielo, tan azul como siempre, no había nubes surcando este, el sol se encontraba en su plena cima, hacía mucho calor, pero agradable de algún modo, bueno la brisa fresca que corría y sentir ligeras gotas de agua en su rostro le refrescaban en ese día tan caluroso.
Miro a sus compañeros y gente bajo su mando, estaban a poco de llegar el puerto de Egipto, todos listos para su misión:
Conocer Egipto desde dentro, saber si simbolizaba para su reino algo, ya fuera, un potencial aliado, recurso o enemigo.
En pocas palabras asesina al rey de Egipto para hacerse del control del reino, ya fuera para destruirlo por completo o conquistarlo, era algo sencillo, no era la primera vez que hacían eso. Lo que no sabía ese caballero dragón era que... El reino anterior que había conquistado... Sería el último.
...
Todo iba perfectamente el Faraón había aceptado hacerles una audiencia para escuchar sus "propuestas de alianza" pero en ese momento estaba cerca una celebración en Egipto, así que se iba a posponer unos días, aunque el monarca les había dado pie a pasearse por el pueblo, ese rey era tan joven que sería fácil llevarlo a la ruina, un niño no podía estar frente a todo un imperio como lo era Egipto, si, esto era una misión sencilla.
–Vamos, dicen que el rey de aquí no llega ni a los 18, será pan comido engañarlo –decía uno de sus compañeros, el general en jefe los miro y después miro el palacio a lo lejos, si, su hermano decía la verdad, pero, tenía una extraña sensación de que no debería bajar la guardia, sus instintos le estaban advirtiendo algo, pero aún no sabía que.
–No bajemos la guardia, aquí hay personas que dominan muy bien la magia, puedo sentir que el palacio esta resguardado por muchos hechizos de alto nivel –comento el de cabellos tricolores, también le inquietaba que sentía una magia que no podía detectar de que se trataba, pero les recordaba a los hechizos de sacrificio que se hacían en su reino.
–Por favor Timaeus, somos inmunes a la magia –le dijo otro de sus compañeros, el suspiro, en verdad le gustaría estar tan relajado como los demás, ya que si ellos tenían razón él y sus segundos al mando eran dragones, caballeros dragones y tenía una inmunidad a la magia, pero, esa sensación de alerta no lo dejaba en paz.
Y esta creció cuando le permitieron conocer al faraón y la corte real, había sido citado él y su escolta, para conocer al faraón y llevar los papeles para la "alianza" solo fue él y con sus dos mejores soldados que podían estar a su nivel (sus segundos al mando), con solo acercarse pudo sentir el contraste de magia, magia oscura, magia luminosa, magia demoniaca, magia de brujas y otras más, eso le sorprendió, jamás había conocido un lugar con tantos tipos diferentes de magia y que todas se sincronizaran y estuvieran en armonía, ninguna queriendo eliminar a la otra ni opacar, solo algunas queriendo cubrir la esencia de otras. Una hermosa joven de piel clara y de piel blanca los recibió en la entrada, con algunos guardias y sirvientas, la joven hizo una leve reverencia.
–Sean bienvenidos a Egipto caballeros –dijo la joven, los 3 caballeros lo sintieron, la energía demoniaca que desprendía la joven, no era normal, algo que debían tener en cuenta de ahora en adelante.
Los 3 caballos recorrieron el palacio, siendo guiados por la joven doncella, quedando maravillados por el esplendor que podía tener un palacio donde solo a sus alrededores hubiera arena, también sorprendidos por los lujos y todo el oro que había, en su reino el oro era un material en cantidades limitadas, pero parecía que aquí rebozaban de él.
Llegaron al frente de la puerta que daba a la sala del trono, esta se abrió permitiendo a los 3 caballeros llegar frente al rey de Egipto y su corte real, Timaeus miro a todos los presentes, todos poseían joyas de oro y rebosaban de energía mágica, lo curioso era las diferencias entre todos, no de poder si no de estilo de magia, a su opinión, un hombre de cabellos cafés, con unas marcar curiosas en sus ojos avanzo un paso al frente, que se encontraba a lado del faraón, que como había dicho era muy joven, tomo la palabra.
–El Faraón les dé la bienvenida a Egipto –dijo el en tono firme, los tres caballeros colocaron una rodilla en el suelo mostrando su respeto hacia el rey.
–De pie –indico el joven en tono firme y digno, los 3 obedecieron –Se me informo que viene en representación de su reino para una alianza –comento este, los 3 ligeramente sorprendidos por la forma tan seria y digna al menos viniendo de alguien tan joven, Timaeus tomo la palabra.
–Así es, Faraón... de ante mano, ofrezco perdón, no hablamos bien el... egipcio así que... Si ofendo, no es intención –dijo alzando la mirada, el Faraón miro hacia un lado, un joven castaño de piel blanca, al único en la sala aparte de ellos 3, avanzo ligeramente.
–Pueden hablar en tu lengua natal, para nosotros eso no es un problema –dijo en tono serio y frio el joven castaño, a Timaeus le sorprendió ver que era el único con tez blanca de toda la corte del faraón, pero sobre todo fue hablaba su idioma.
–De acuerdo –dijo el tricolor de piel blanca, miro a sus hermanos que estaban sorprendidos y ligeramente molestos ¿Cómo alguien ajeno podía hablar su idioma como sin nada?
–Estoy dispuesto a escuchar sus propuestas, pero temo informar que ahora me encuentro sin toda mi corte y familia, debido a las celebridades que acaban de pasar, tendremos que retrasar esta audiencia unos días hasta este completa mi corte –dijo el faraón, converso con el monarca solo pocas palabras, el castaño identificado como Seth que era primo del monarca, fue el traductor de la reunión, había que resaltar que habla perfectamente su idioma, además de que pudo identificar un aura extraña en él, pero tranquila, sospecho que era un domador de dragones, aunque sus dos soldados lo tomaron como cazador, pero no, no sentía sangre de sus demás hermanos en su esencia.
–Antes de irse Atem, trajeron obsequios –dijo Seth, Atem asintió e hizo un gesto con la mano para indicar que podían pasar –Dice que son libros, telas, joyas y demás objetos de su reino.
–Mahad, Isis –dijo el menor y los mencionados se acercaron a mirarlas, mientras hacían esto Timaeus se tomó el tiempo de hacer notas mentales, no debía subestimar al faraón, para ser un muchacho muy joven, era inteligente y conocedor, si, quizás era el faraón más joven de la historia, pero eso no significaba que fuera un niño inmaduro como habían pensado, además de que tenía a las personas correctas a su lado.
Seth y Mahad era de los principales objetivos con los que debía tener cuidado, Seth porque sentía esa presencia de dragón en su aura, cosa que no sabía que significaba, además de hablar su idioma y parecía tener un amplio conocimiento de dragones, sin contar un aura demoniaca cubriéndolo. En el caso de Mahad el parecía ser de los poseedores de la magia más poderosos del lugar, también tenía un amplio conociendo en diversos temas como Seth, quizás más en el tema mágico, además de ser de amplia confianza para la familia real, así que esos dos eran de cuidado, y lo que más le inquietaba en esa sala no estaba la persona con la magia que aún no podía identificar.
–Son cosas interesantes faraón –dijo Mahad sacándolos de sus pensamientos –Libros con diversos temas, no puedo leerlos, pero por sus imágenes, deduzco que son de magia, historia y medicina.
–También su tipo de moneda y algunos materiales que se usan haya, contando un poco de su medicina –comento la mujer.
–Heba estará muy emocionado –dijo el faraón mirando los objetos desde su trono, por primera vez lo miro sonreír, en sus ojos noto el cariño al mencionar ese nombre. –Se pondrá como loco.
Pareciera que sus compañeros no lo notaron, pero el sí, allí estaba la forma de acabar con el rey, solo había necesitado un nombre, solo una persona se necesitaba para acabar con un reino, una persona amada por los líderes, Heba, esa persona debía ser la clave para acabar con Egipto. Solo necesitaba dar con ella, saber quién era y tenerla entre sus garras y así su misión serán demasiado fácil.
Pobre, no sabía lo que la vida le esperaba.
...
– ¿Cuánto más nos harán esperar? –reclamo uno de sus hombres, Timaeus suspiro ligeramente.
–Egipto tenía una celebración estos días, den gracias que nos recibieron en medio de los preparativos y que el faraón nos dejara disfrutar de esta –respondió el, aunque admitía que estaba un poco cansado de esperar por la audiencia definitiva, después de todo, hacía mucha calor en ese lugar, tanto que se había visto obligados a quitarse sus armaduras, aunque no podía quejarse del servicio, a pesar de que estaba quedándose en el puerto, todos los días iban personas del reino de llevarles comida y preguntarles si necesitaban algo, incluso les habían mandado concubinas, pero él no tenía cabeza para eso, aun necesitaba saber, de quienes eran las otras magias que habían, además de saber quién era Heba.
El día de la celebración dio inicio, admitió que lo disfruto, todo era tan llamativo y colorido, tan lleno de vida y a su vez espiritual, buscar la belleza el desierto, el solo y el rio Nilo, enserio que le había fascinado, ni siquiera el calor de ese día le había importado o el no traer su armadura puesta, si quiera que la magias que le faltaba por identificar estaban presentes, lo que si le llamo la atención fue que escucho muchas veces el nombre de Heba, pero no se atrevió a preguntar, no ese día iba a disfrutar de lo poco que Egipto podía brindarle, mañana buscaría sobre el famoso Heba.
Los días pasaron, supo lo que necesitaba, Heba era el sirviente principal del faraón, un esclavo que le habían regalado a él cuándo era un niño pequeño, al parecer era un o dos años más joven que el monarca, y se rumoreaba que en algún tiempo fue su pareja, también que era alguien muy lindo y tierno, adorado por la familia real y que se le consideraba miembro de esta, a pesar de que el menor no deseaba cargar con ese título, también que era aprendiz de la magia y que él era de los encargados de enseñarle a las futuras doncellas y la futura reina. Al parecer era muy querido e importante en el reino, vaya que él era la presa perfecta, ahora solo faltaba encontrarlo. Mientras caminaba de regreso al puerto miro a un pequeño tricolor que observaba algunas flores, el mercader le obsequio una y este solo rio apenado antes de señalar más y pedirle quien sabe qué cosa, lo siguió con la mirada hacia otro puesto y paso lo mismo, encargaba cosas, y los mercaderes anotaban, además de comprar algunas cosas leves.
Se detuvo frente a la panadería y salió con una gran bolsa de papel, noto las ropas que llevaba, y un brazalete especial que hasta donde sabia significaba que trabajaba directamente en el palacio y que vivía en él, sin dudar más se acercó.
– ¿Necesitas ayuda? –pregunto con cautela, sosteniendo la bolsa cuando se le quiso ladear debido a la sorpresa, el joven lo miro, Timaeus noto un par de ojos morado oscuro.
–Gracias –respondió dejando que tomara la bolsa, ya que debía tachar algo de su lista –Pero aún tengo que hacer compras y no deseo quitarle su tiempo –agrego dispuesto a tomar la bolsa, Timaeus sonrió amable y negó.
–Insisto, no tengo nada importante que hacer hoy, no me quita el tiempo –comento, el menor lo miro unos momentos pensándoselo, y asintió.
–Si insiste, está bien, se lo agradezco –comento con una sonrisa amable y comenzó a guiarlo por el mercado. Timaeus estaba encantado con el joven, era muy inteligente y culto, sabia de todo un poco, además de su curiosa y adorable forma de ser, sumándole su gran humor, no recordaba cuando había sido la última vez que se había reído tanto, no solo el, la gente del pueblo lo saludaba y era contagiado de su característico buen humor, se la había pasado tan bien que olvido por completo preguntarle su nombre.
Sus encuentros con el siguieron pasando, claro que los primeros 3 fueron por coincidencia, después el mismo caballero se encontraba buscándolo y cada que lo miraba se acercaba o lo saludaba, claro que siempre andaba solo, no quería meterlo en problemas, aunque su único problema fue que el joven no le dijo su nombre cuando se lo pregunto.
–Se que es un poco tarde, pero ¿Podría usted decirle a este caballero el nombre de semejante belleza? igual a una hermosa flor de loto. –dijo con educación, pero el joven solo se quedó en silencio –El nombre de este humilde caballero que quedo maravillado con usted –agrego mientras tomaba su mano.
–Yo...
–Mi nombre es Timaeus y estoy a sus órdenes...–sin decir más beso su mano, disfrutando de la vergüenza del de ojos morados
–Es un... placer... Mi nombre... es... –pero se cayó al instante, suspiro y después le sonrió –Aun no es el tiempo, lo siento –comento él, antes de alejarse con prisa.
Timaeus no le quedo más que aceptarlo y dejar al joven sin nombre por el momento, aunque el en su mente le llamaba "flor del desierto" pensaba que eso quedaba perfecto con ese tricolor de piel canela, al menos para su gusto, claro que aún no le decía así en voz alta. A pesar de que le molestaba no saber su nombre, no lo culpaba, el mismo le decía mentiras.
–Se que trabajas en el palacio –comento el caballero mirando el brazalete en su brazo, el de ojos morados lo miro.
–Si, soy de la servidumbre de la cocina –comento antes de darle una mordida a su comida –Que me dices de ti, sé que vienes de las tropas del reino que busca una alianza.
–Así es, soy de bajo rango, apenas novato, pero tuve la suerte de ser elegido para acompañar a los caballeros –mintió con una sonrisa, ni siquiera supo bien por qué lo hizo.
–Entonces eras un caballero...
–No tanto así, soy aspirante a uno, si todo sale bien, regresando me harán uno –mintió nuevamente, el menor lo miro alegre.
–Suerte entonces Sir Timaeus –dijo el, el caballero sonrió, pero en su interior se sintió terrible. Se quedaron en silencio un rato, Timaeus lo miro atento antes de animarse a preguntar algo que tenía tiempo en la cabeza.
–De casualidad sabes... quien es Heba –el oji morado lo miro sorprendido.
– ¿Heba?
–Si, sé que es el sirviente principal del faraón, he escuchado mucho de él y me causa curiosidad, jamás lo he visto –respondió, el menor se removió incómodo en su lugar,
–Es... el sirviente principal del faraón, este lo considera como su hermano pequeño, aunque él no lo ve así, sé que cuando era un niño, Heba... fue regalado como esclavo al faraón, cuando este tenía solo 7 años y el otro 6, a pesar de eso, ya sabía todo lo que debía sobre ser un sirviente... pero el príncipe en ese tiempo, pensó que era un amigo... fue la primera persona en verlo con un ser humano, el primero en quererlo –conto desviando la mirada –Bueno... eso he escuchado, la verdad yo llegue hace como 5 años al palacio.
–Comprendo...
–Es hora de irme –se alzó y presiono sus labios contra su mejilla –Adiós –se despidió antes de irse a toda prisa, con el rostro sonrojado, dejando al caballero sin habla y con una sobra rosa en su rostro.
–Eres tan único... Mi flor del desierto...
Timaeus se sentía terrible, le estaba mintiendo de una forma muy cruel, pero... No tenía el valor de decirle que no, que él era un caballero hecho y derecho, que él era el líder, que era el mejor caballero de la historia según su reino, pero no tenía el valor, incluso dejaba su espada en su habitación para que el menor no preguntara como un "novato" tenía una espada tan llamativa. No supo cuándo o en qué momento, pero se prendo de ese chico de ojos soñadores y esa sonrisa tierna, que también podían llenarse de malicia y sonriera burlón, pero no dejaba de ser hermoso y tierno. Una hermosa flor del desierto...
...
–Lamento si te cause problemas, no sabía que venias acompañado –se disculpó cuando volvió a ver a su flor del desierto luego de días.
–No te preocupes, es mi culpa por olvidarme de ello –comento el menor sin mirarlo –Solo me hizo burla, pero nada más, me llevo bien con la señorita –dijo sonriendo levemente.
–Eso me tranquiliza, pensé que te había metido en problemas,
–Para nada, el palacio no es tan severo como se dice a veces, el faraón respeta mucho las relaciones de todas las personas, tanto de palacio como del pueblo.
–Ya veo, parece que el Faraón es un gran rey. –comento al ver la sonrisa contenta y orgullosa en su rostro.
–El mejor, te lo aseguro, tu reino decidido un gran momento para hacer una alianza, cuando el faraón Atem es quien está en el poder –aseguro.
...
Siguió viéndose con él en algunas ocasiones, también se tomó la libertad de regalarle cosas o comprarle otras, claro que el menor se negaba demasiado. Uno de esos días su señor le mandó una carta diciendo que debía regresar, algo que el negó rotundamente, excusándose en el hecho de que el faraón un no respondía, y que para seguir el teatro debían esperar y no presionar al monarca, pero nada fue igual esos días, las cosas florecieron con ese chico, debido a que sus soldados estaban ligeramente fastidiados y esperando ordenes de su señor, fue demasiado fácil librarse de ellos y manipularlos, además que igual que, cuando el accedió a irse unos días, estaban más ocupado planeando el viaje y sin tener que cuidarse tanto fue como pudo robarle su primer beso a su chico de ojos morados, morados como la amatista, no como la joya, si no como el mineral apenas extraído de las minas.
Claro que se había llevado su buen golpe, debido a su repentino acto y a su vergüenza, por un lado, se sentía mal, porque sentía que le faltaba al respeto, pero por otro, había esperado por tanto tiempo el probar sus labios que en ese momento no lo había resistido.
–Lo siento, no lo pude evitar –se disculpó mientras tomaba sus manos, el menor lo miro con un puchero y con sus mejillas completamente sonrojadas.
–Si tanto querías un... –se cayó sintiendo sus mejillas arder –Lo hubieras pedido. –agrego en voz baja, pero para los sentidos tan desarrollados de Timaeus no fue problema escuchar, este sonrió antes de besar su frente con cariño.
–Prometo pedirlo a la próxima entonces –prometió sin soltar sus manos, el menor solo asintió.
Los días pasaron, su flor del desierto le enseño la cultura y las costumbres que tenía su pueblo, sus comidas típicas, lo hermoso del sol, el calor, lo llevo por el rio Nilo, le conto sobre la gastronomía, la literatura, el arte, las creencias, las celebraciones todo lo que se podía aprender de la cultura ese reino. A pesar de que pasaban poco tiempo juntos, al menos a su opinión, ya que él debía vigilar a los detalles de su viaje y el otro regresar al palacio.
Se dio cuenta que se estaba enamorando cuando tuvo que regresar porque sus soldados insistieron, aunque aún el faraón no respondía a la propuesta, así que, tuvo que zarpar solo aviso que se iría con ellos solo para asegurarse que todos se fueran con bien, algo que no le tomo más que unos días, aunque claro, regresaría en el primer barco que viniera Egipto, no deseaba irse pero, tuvo que regresar a su reino para seguir el teatro, no supo bien por qué su necesidad de seguir en Egipto, más bien si la sabia, se debía a ese chico que seguro lo esperaría. nada fue igual esos pocos días, regresaron rápido ya que él y sus dos hermanos dragón jalaban el barco, ellos por querer ya regresar y el por poder volver a Egipto lo más rápido posible, solo se fue menos de una semana, pero en ese lapso de tiempo, no podía sacarse al joven de su cabeza, esa mirada, esos ratos donde conversaban de todo un poco, el sonido de su voz o de su risa, le extrañaba, le necesitaba, ese calor, ese olor, si no lo volvía a ver iba a enloquecer, y no habían pasado ni dos días, incluso rechazo a las concubinas que le dieron la noche que llego, termino rechazando todo y yéndose a pasear por el reino en medio de la noche, recordando su despedida con el menor.
–Debo volver, mis superiores quieren regresar a su hogar –comento mientras se sentaba lado de su hermosa flor del desierto, este lo miro.
–Entiendo, escuche durante la cena que el faraón programara la audiencia para dentro de semana y media –dijo el tricolor de piel morena –Supongo que te iras pronto ¿No es verdad?
–Así es, zarpo en la madrugada –murmuro desviando la mirada, el joven lo miro con una sonrisa melancólica.
–Ten buen viaje entonces –deseo antes de ponerse en pie.
–Hare todo lo posible por volver –dijo rápidamente tomando su muñeca –Volveré nuevamente.
–Te escuchas muy seguro, pronto serás un caballero y podrás hacer tu vida –le dijo, recordando lo que este le había platicado sobre sus costumbres.
–Volveré, por esto –murmuro antes de jalarlo suavemente y presionar sus labios contra los ajenos, el menor respingo por la acción, pero no lo alejo –Espero una respuesta. Mi bella flor del desierto.
–Eres un coqueto, quien sabe a cuantas personas les hiciste eso como despedida –murmuro completamente sonrojado, además de empujarlo levemente, Timaeus rio divertido.
–Bueno... entonces, esperare a ver quién de "las demás" personas me espera –dijo antes de ver como el menor le sacaba la legua y caminaba de regreso al palacio, el mayor rio mientras lo miraba irse.
Mas tardo en irse que en regresar, ahora había traído a más hombres y armas, así que tendría que supervisar todo para no levantar sospecha, pero eso no le importaba, lo único que quería era ver a su hermosa flor de desierto, estuvo ansioso unas horas, debido a que los soldados que mandaron eran solo unos novatos, era demasiado fácil librarse de ellos y manipularlos, además que igual que él, había quedado prendados de la belleza de Egipto apenas llegaron. Así que ahora ya no tenía que cuidarse tanto y sus compañeros no se atrevieron a preguntar debido a que estaban más ocupados admirando el lugar, y así pudo esperar a que su chico se pasara por el puerto, su espera valió la pena, al atardecer este apareció cerca del puerto.
– ¿Me extrañaste? –cuestiono colocando sus manos en sus ojos, el menor se sobre salto levemente.
–Tal vez, que tal tu ¿alguien te espero? –pregunto divertido, retirando las manos de sus ojos, para voltear a verlo. No supe que fue, pero noto un ligero cambio en el menor.
–No lo sé, no respondiste mi pregunta –comento sonriente, su flor del desierto rio apenado antes de alzarse de puntas.
–Espero y esto la responda –murmuro antes de presionar sus labios con los suyos, Timaeus se sorprendió pero no perdió el tiempo para tomar su rostro y regresarle el beso, los besos que estaba deseando recibir, el contacto fue suave, ya que el menor lo alejo debido a la vergüenza que le causaba, algo que se le hizo demasiado tierno al mayor –Te... dejare... darme otro... pero no te... pase –murmuro sonrojado, Timaeus sonrió antes de volver a juntar su boca con la ajena.
–Uno más y te dejo en paz, por ahora –pidió sin separarse mucho por él, el de ojos morado lo miro a los ojos.
–No ya no –dijo antes de alejarlo suavemente.
–Si me vas a recibir, siempre así, me iré más seguido –comento con una sonrisa, el de piel morena hizo un puchero.
–Tampoco te creas...
Su relación comenzó a desarrollarse en muchos aspectos, conoció a la gente del palacio, tal vez a la mayoría de vista, pero las conocía, el único problema eran todas las mentiras de por medio y el hecho de que no sabía su nombre, cada vez que intentaba llegar al tema, este lo callaba, muchas veces pensó en preguntarle a alguien más, pero no, él quería saber todo sobre su flor de desierto por su misma boca.
– ¿Timaeus? –cuestiono el menor al verlo en el palacio, el mencionado sonrió al verlo, se acercó con cuidado de no ser vistos – ¿Qué haces aquí?
–Vengo a... traerle algo al faraón –respondió antes de robarle un beso.
– ¿Tu solo?
–Me esperan afuera algunos hombres y mi escolta están afuera de la sala, me toco a mi venir a conversar –explico, estaban en la sala del trono, en espera del faraón. – ¿Qué haces tú aquí?
–Le traía algo de merienda al Faraón, estuvo en junta todo el día y se saltó el desayuno –respondió mientras colocaba la charola en la mesita, una puerta se escuchó y de esta apareció el monarca, en silencio se acercó a sentarse en su lugar, Timaeus se arrodillo frente a él.
–Me alegro que aceptaran mi petición de una audiencia en solitario –comento el monarca, el menor miro al caballero confundido, este asintió.
–Imagino que es algo de suma importancia Faraón, lo que necesita conversar –comento con seriedad, una seriedad que el de ojos mirados jamás vio, incluso el faraón se extrañó por ello, miro a su sirviente, este solo asintió y se retiró en silencio.
–De pie caballero Timaeus. El asunto importante a tratar es sobre la audiencia que me he visto en necesidad de retrasar, deseo ponerle hora y fecha hoy mismo –explico el faraón.
–Yo y mis hombres estamos a su disposición Faraón, el día y a la hora que usted vea conveniente –comento mirando al monarca, esa podía ser una buena oportunidad, el Faraón converso con él un rato, poniéndose de acuerdo para el día y la hora, entonces vio una gran oportunidad cuando el monarca le dio la espalda, pero antes de tomar su espada, la puerta se volvió a abrir, dejando ver a su lindo tricolor nuevamente, vestía diferente a como usualmente lo hacía, el faraón lo miro con una sonrisa. Un lindo conjunto de telas doradas, además de un broche en sus cabellos tricolores.
–Parece que fuiste usado como maniquí nuevamente –comento con burla antes de que este se acercara, el más bajo hizo puchero, en sus manos traía una charola con dos vasos, le extendió uno a su rey y otro al caballero.
–Si, ayer que vino el mercader de las telas, las chicas eligieron varias y ya sabes...
–Rose no se pudo resistir ¿verdad? –le complemento tomando un vaso, Timaeus hizo lo mismo en silencio, claro mirando disimuladamente el menor, aunque sentía que profanaba a su chico cuando su mirada bajaba por la piel expuesta que dejaba ese lindo conjunto, aunque a su vez le daban unas inmensas ganas de cubrirlo con su capa.
–Así es... –el caballero quiso gruñir cuando el de ojos rojos le paso con toda confianza un brazo por la cintura, la piel de su brazo con la delicada piel de la cintura de su flor del desierto, el Faraón lo apego a él, además de inclinarse y decirle algo en el oído, estaba celoso, tanto que ni siquiera se molesto es escuchar lo que le murmuro, más se enfureció cuando el menor solo rio divertido.
–Lo que ordene su majestad –respondió en voz alta el menor con una risita bailándole en sus labios, el faraón solo le guiño.
Timaeus sentía su sangre de dragón hervir con rabia, ante sus ojos parecía que su flor del desierto miraba a ese joven como si fuera lo más importante, además de la confianza y de que permitía que le pusiera las manos donde quisiera, y que el a duras penas le dejaba acariciar su rostro o sus manos, si estaba celoso y mucho. Ahora quería saber que era lo que sentía su chico por el faraón y lo quería saber lo más pronto posible. Le saco la conversación al monarca, pero este solo comento que era alguien muy preciado y que era de sus más fieles sirvientes. ¿Le era tan fiel por amor? Esperaba que no.
–Es lo más tonto que has dicho alguna vez –dijo su flor del desierto una vez que le hizo esa cuestión.
– ¿No lo amas?
–Claro que si –respondió mientras miraba el cielo –pero no de la manera que tú crees, él y yo tenemos un pasado, un vínculo muy especial –comento con una sonrisa.
–No lo soporto –gruño bajando la mirada y apretando los puños, el de ojos morados lo miro confundido. –Como se miran, como dejas que te toque, como se sonríen, como se hablan... –siguió diciendo en tono grave –jamás en la vida se había sentido tan inseguro como en ese momento, no supo que hacer más que unir sus labios con los de su chico, su inseguridad creció cuando el menor lo aparto.
–Espera... –murmuro desviando la mirada complemente sonrojado.
–Lo siento –se disculpó en silencio, le sonrió con tristeza y se levantó, no iban a poner en una situación de elección a su flor del desierto, no lo haría, no tenía esa confianza.
–Heba... –Timaeus volteo al escucharlo hablar, el de ojos morados suspiro desviando la mirada.
– ¿Qué?
–Mi nombre... es Heba –dijo por fin.
–... tu...
–Si, yo soy el siervo principal del faraón –explico jugando con sus dedos nerviosamente –Quiero dejar de ocultarte cosas
–Me mentiste...
–No eres nadie para juzgarme, líder de la tropa, Sir Timaeus –le acuso –Además, si te mentí por omisión de información... a diferencia de ti que tu vida ha sido una mentira.
– ¿Desde cuándo lo sabes?
–Desde el día que nos vimos en el palacio, enserio quise creer tu mentira, pero cuando investigué un poco para creerte, me di cuenta de la verdad –dijo con pesar –Pensé en seguir fingiendo que te creo, pero... Ya no quiero secretos ni mentiras en esto, así que estoy confiando en ti al decirte mi nombre y quien soy realmente.
–Mi flor...
–Dime... Timaeus ¿Tu confiarías en mí? –alzo la mirada para encontrarse con sus ojos, el caballero sonrió antes de inclinarse para juntar sus frentes.
–Si, confiare en ti.
Comenzaron a hablar sobre sus vidas, dejando de lado su posición en sus respetivos reinos, hablando como dos enamorados, teniendo la confianza uno del otro, Heba, le conto su historia de cómo llego a Egipto y él porque era el sirviente del faraón, así como Timaeus como se volvió caballero y como llego hasta donde estaba, conversaron de sus familias, supo que su flor del desierto jamás supo quienes fueron sus padres o al menos no lo recodaba, el faraón, la princesa el primo de ellos, eran su familia, además de otras personas del palacio, Timaeus le conto sobre Hemos y Críticas, sobre su hermandad con ellos y su amistad de años, sobre sus padres que ya tenían tiempo fallecidos, ese fue el día que más tiempo se la habían pasado conversando.
El día de la audiencia oficial llego, Hemos y Críticas habían llegados un día antes para asistir a ella, Timaeus se tomó la confianza de platicarles de su flor del desierto de una vez por todas, claro que ambos les sorprendió un poco, pero lo respetaron al final, obviamente Timaeus omitió demasiadas cosas sobre él.
En la entrada fueron esta vez recibidos por una castaña que el tricolor la tenía identificada como Mana, una amiga de Heba, a la que le gustaba molestar y hacer bromas, la castaña les indico que esperaran hasta que la sala del trono estuviera lista, sus hermanos fueron a conversar con las sirvientas mientras él iba a buscar a su flor del desierto.
–Sabe que te encontraría por aquí –dijo mientras se recargaba en la puerta, Heba se sobresaltó por la voz, lo miro
–Es de mala educación asustar a las personas ¿Sabia? –cuestiono sin voltear a verlo, Timaeus lo sintió en su voz, algo le pasaba a su chico.
–Me disculpo entonces
–Descuide.
– ¿Vamos a comenzar con formalismos? –pregunto mientras se acercaba para tomar sus manos, Heba rechazo su toque con ligera brusquedad, lo miro confundido.
–Si, temo que así es caballero Timaeus –suspiro resignado.
–Está bien
–Pronto comenzara la reunión –comento alejándose de el –permiso
–Heba espera... –lo detuvo del brazo –escucha yo...
–Por favor, solo dejemos las cosas así –pidió con tristeza mientras bajaba la mirada –firmaran el tratado y te iras... y cada quien seguirá con su vida
–No, no lo hare –negó, entendía la tristeza y el temor de su flor del desierto ya que él también tenía ese malestar, el que todo saliera mal o bien y fueran separados, ya que ese era el asunto, pero no, el no deseaba irse, pensaba luchar por el amor de Heba, incluso contra su propio reino.
– ¿Qué?
–Planeo hablar con tu faraón y la princesa, y también con el sacerdote. Para poder cotejarte como te mereces, sin tener que ocultarnos –confeso mientras con una se sus manos acariciaban su mejilla y con la otra tomaba su mano para llevársela a los labios.
–Espera ¡¿Qué?!
–Te quiero –confeso antes de irse y dejar a su Heba completamente sonrojado.
...
Al entrar al salón donde seria la audiencia se sorprendieron al ver a más gente reunida, además de los cambios mágicos en la sala, cosa que Timaeus ya se esperaba, durante su estadía en Egipto había podido identificar y diferenciar las presencias mágicas, con un poco de ayuda de su flor del desierto.
Una joven de cabellos negro y piel tigresa que el caballero sabía que era la princesa, se levantó de su lugar, a lado derecho del faraón, antes de tomar la palabra.
–Nobles caballeros, bienvenidos al palacio –dijo ella en tono firme, antes de que el faraón y los demás se levantaran para darles la bienvenida.
–Tenemos entendido que ha sido un largo viaje desde su hogar, esperamos que hayan disfrutado de su estadía en el reino –comento un joven de cabellos plateados, parado a lado de la princesa, Timaeus lo identifico como Akefia, la pareja de la princesa.
–También nos disculpamos de ante mano debido a que esta audiencia ha sido retrasada mucho tiempo –la princesa tomo nuevamente la palabra, les sonrió con educación.
–Por favor, tomen asiento para que podamos discutir cómo se debe el acuerdo que han traído –dijo con educación el faraón, Timaeus les tradujo a sus hermanos (dominaba ahora bien el idioma gracias a su Heba), los tres tomaron asiento, antes que los demás.
–El placer es todo nuestro, altezas, no se preocupen por el tiempo tardado, se comprende que no fue el mejor momento, mis hombres y yo hemos disfrutado de Egipto además de estar maravillados con su cultura y creencias –dijo Timaeus, además de tomarse el tiempo de traducirles a sus hermanos.
–Nos da gusto saber eso –comento la princesa.
–Si desean alegar algo, tiene la palabra –dijo el prometido de la princesa, Timaeus busco a Heba con la mirada lo más disimuladamente que pudo, claro que sin perder el hilo de la conversación.
–Mi rey este algo preocupado por el hecho de que las negociaciones sobre el tratado, siguen en suspenso y no se le ha dado una respuesta... además de el hecho de lo que conversamos en privado faraón, de que algunos de nosotros se les permitan quedarse en Egipto -dijo el caballero en jefe.
–Ya veo... si entiendo su preocupación y ofrezco una disculpa ante eso -comenzó a hablar el faraón -sobre lo otro, nos tomó por sorpresa el hecho de que pidieran quedarse, si la respuesta es afirmativa, después de haber leído los acuerdos, no me mal entiendan es solo que... ¿dejar su hogar, su familia y su reino? -cuestiono, Timaeus les explico a sus compañeros, estos sonrieron, dejando que el siguiera hablando.
–En algunas ocasiones es bueno cambiar de ambiente y conocer más al mundo, además... a veces por más que tengas todo en un sitio, hay otro que solo tiene algo que uno no y solo por eso sientes como ese lugar que es completamente desconocido, se convierte en tu hogar -respondió con in aligera sonrisa, pensando en su flor del desierto.
–Ese es un sentimiento bastante profundo, si se me permite el comentario –opino el prometido de la princesa.
–Pueden decirnos jóvenes caballeros ¿alguno de vosotros ha encontrado en nuestro reino algún algo tan especial? –pregunto amablemente la princesa, sus hermanos se miraron antes de que uno respondiera.
–Claro que si altezas... lo hemos encontrado, Critias ha encontrado amor a las artes de Egipto, desde música, bailes y demás, por eso desea quedarse aquí, para aprender más de la cultura -respondió, Seth se tomo el tiempo de traducir para ellos.
–Hermos...
–En mi caso me gusta aprendería la agricultura y el trabajo, Egipto tiene cosas muy interesantes, que no habíamos visto antes.
–Por supuesto, el amor no se manifiesta solamente hacia personas, los hobbies y oficios también son formas de expresarse... –dijo la princesa comprensiva.
–Y nuestro rey ¿está dispuesto a dejar ir a semejantes caballeros? -pregunto el faraón, sintiendo la mirada de todos en su persona, tomo aire.
–Nuestro señor respete las sesiones que hemos tomado, claro que en temporada volveremos a nuestras tierras... -dijo Timaeus con serenidad.
–Entiendo.
–Ya veo, en vista de todo esto, supongo que no hay razón para negar su petición, así que se pueden quedar en Egipto. -dijo el Faraón después de conversar dos o tres palabras con los demás, sin mas tomo los pergaminos y comenzó a firmar, Timaeus sintió la alegría de sus hermanos al ver las firmas, pero el no, el había entrado en una contradicción, con temor tomo el pergamino, pero antes de poner el sello que el traía como confirmación real, entro una sirvienta corriendo.
- ¡¡Altezas!! Lamento interrumpir, pero... Heba -dono no está bien -dijo con prisa, todos se levantaron de golpeo.
- ¿Qué? -cuestionaron varios, Timaeus se llenó de preocupación.
-Estábamos limpiando y colapso -explico a grandes rasgos.
-Lo sentimos, pero hasta aquí llega la reunión, tenemos un problema familiar -dijo el faraón y rápidamente salieron todos con prisa.
Ese día, Timaeus se sintió tan impotente, y acepto algo, la familia de Heba lo amaban mucho, y el también.
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