Corazón.
Créditos de esta idea a Dany_Neko.
Novena Flecha - Corazón.
Yami no admitiría en voz alta que estaba tan confundido como curioso de ver las calles repentinamente llenas de colores rojos y rosados en flores y corazones.
A Yugi parecía no importarle demasiado, así que asumió que era algo normal, y estaba a punto de consultar en la mente de su _aibou_ cuando Anzu los alcanzó de camino a la escuela.
La castaña parecía inusualmente animada y parlanchina ese día, pero Yugi nunca tenía problemas en dejar que su amiga hablara todo lo que quisiera.
Yami captó superficialmente algo sobre cintas y regalos, también algo sobre dulces. Aunque tampoco puso demasiada atención mientras se hallaba cómodamente tendido en la habitación mental de Yugi.
Y el oji-amatista sabía que estaba ahí. Le gustaba sentir a Yami en su mente, en lugar de que él estuviera en el rompecabezas. Esa habitación laberíntica era un recordatorio constante de su existencia sin memorias, Yugi se imaginaba que debía ser frustrante y estresante ver tantas puertas, sabiendo que ninguna tenía respuestas, ni una mera pista respecto a las incontables dudas de Yami.
Todo eso no le molestaba a Yugi en lo más mínimo. Desde luego que haría lo que pudiera, y más, por ayudar a Yami a averiguar quién era, pero la promesa que le hizo aquella única noche en que se atrevió a cuestionar a su compañero no era en balde. Había sido sincero en cada palabra, y sus sentimientos solo habían crecido desde entonces.
Yami era especial, eso Yugi lo tenía más que claro. Pero era especial para Yugi de una forma que nadie más sería capaz de entender, menos de igualar; nadie más llegaría a apreciar, valorar y querer a Yami más que él.
Yugi sabía que Yami, alguna vez, había temido ser un parásito que había llegado, sin permiso ni invitación, a poner de cabeza la vida de su luz, y temía que un día Yugi se cansara de eso… de él.
Nada más lejos de la verdad. Yami no solo tenía un hogar cálido y donde era querido dentro del alma de Yugi, sino que se había convertido, sin siquiera saberlo, en el dueño de su corazón.
Con su atención dividida entre su parlanchina amiga en el exterior, y Yami acurrucado en su interior, Yugi envió la sensación de un abrazo suave a su yami, mientras Anzu hablaba sobre su madre invitando a algunos familiares y una prima en particular que estaba emocionada de ver.
Era algo que habían aprendido poco después del desafío de Pegasus, algo similar a hablar por medio de su vínculo mental pero mucho más instintivo y sencillo. Podían enviarse mutuamente sensaciones y sentimientos mientras uno se hallaba en la habitación del otro y era tan real como cuando Yugi dormía y ambos podían reunirse en su mente, mirarse a los ojos y tocarse.
En respuesta, Yami zumbó perezosamente de placer, estirándose en la cama cálida y suave, y sonriendo como si no hubiera nada mejor en el mundo.
Enviando de vuelta ese abrazo a su luz, Yami suspiró, satisfecho. Yugi tuvo que contenerse de tararear él mismo en el exterior al recibir su respuesta, casi se sentía como si los brazos de su otro yo lo rodearan de forma tierna y protectora.
El oji-amatista miró por un momento a Anzu, para asegurarse que no había notado nada en él, pero la castaña seguía hablando.
—Buenos días.
La voz suave de Ryou interrumpió el discurso de la aspirante a bailarina, mientras el peliblanco se acercaba al lado contrario de Yugi.
El menor le dedicó una linda sonrisa —buenos días, Ryou.
Pero mientras Anzu saludaba de vuelta también, Yami miró al recién llegado a través de los ojos de su luz. Yugi sintió ligeramente su inquietud, y Yami se quedó alerta, Ciudad batallas había terminado hace poco, y aunque habían recogido la sortija del milenio tras su duelo con Yami Bakura, ésta había desaparecido sospechosamente poco después de que Ryou hubiera vuelto a tomar control de su propio cuerpo. Yami tenía sus razones para mantenerse alerta alrededor del albino.
— ¿Dulces tan temprano? —inquirió la chica, tratando de no sonar como un regaño.
Ryou se encogió de hombros mientras se llevaba un bombón de chocolate blanco a los labios —me los obsequiaron esta mañana —comentó luego de un mordisco.
Anzu esa vez no contuvo una expresión burlona — ¿trajiste espacio para el cargamento de chocolates y tarjetas que tu club de fans te dará hoy?
El aludido suspiró de forma cansina ante el recordatorio de lo que le esperaba en la escuela. Y Yami pensó sentir un brote oscuro en el aura de Ryou, pero fue apenas una fracción de segundo, así que no pudo estar seguro.
Yugi palmeó suavemente el hombro de su amigo, con una risita y una gotita deslizándose por su sien —uno pensaría que ya estás acostumbrado.
Ryou gimió en lamento —no tengo interés en ninguna de las chicas, pero no soy capaz de decirles algo para que pare todo ese asunto.
Anzu se llevó una mano al lateral de su rostro —eres demasiado caballeroso o gentil para tu propio bien, no sabría decir qué.
Ahora fue Ryou a quien le bajó una gotita, pero suspiró y decidió dejarlo atrás mientras se arrimaba más al tricolor. Cuando menos, las chicas no le pillaron entrando solo a la escuela.
— ¿Quieres? —le acercó la cajita de bombones a Yugi.
El primer impulso de Yugi fue chillar un 'gracias' y tomar uno, pero se controló —pero te los obsequiaron a ti.
Ryou simplemente se encogió de hombros —no son nada especial, y sé que te encanta el chocolate.
Yugi tuvo la decencia de ruborizarse ligeramente, pero tomó el bombón de todos modos, y se lo llevó felizmente a la boca, zumbando de placer por el sabor.
Anzu negó con la cabeza en silencio, mientras Jou y Honda los alcanzaban también.
Como se esperaba, Ryou fue asediado la mitad del día por diversas chicas pertenecientes a diferentes clases, llenándolo de chocolates y cartas. El albino se limitó a recibir dulces, dar sonrisas actuadas y rechazar citas y declaraciones lo más suave que pudo.
Jou y Honda no dejaban de decirle lo afortunado que era por eso, pero Ryou solo lo desestimaba, eran mucho mejores sus quejas bromistas que los comentarios venenosos de envidia -y hasta insultantes- de otros chicos de la escuela.
Yami había obtenido, a lo largo del día, pistas y fragmentos de información sobre lo que, aparentemente, se celebraba ese día. Pero había reservado su curiosidad, en lugar de mirar los recuerdos de Yugi, esperaría a preguntarle directamente a la oji-amatista.
Por alguna razón tenía el persistente deseo -más una necesidad- de obtener su completa atención lo más pronto posible, pero odiaba hacer cualquier cosa que lo distrajera de la escuela.
-0-
— Así que… ¿San Valentín?
Yugi no pudo contener una sonrisa, aún mordiéndose el labio inferior, cuando sintió a Yami aparecer a su lado. Así que se llevó a la boca un beso de chocolate -otro obsequio del 'botín' de Ryou- para disimularlo. Estaba esperando en la cola de la cafetería con Jou y Honda de todos modos.
— /Pensé que ya no ibas a preguntar/ —le miró de reojo.
Yami desvió la mirada, como si fuera más interesante observar las películas en cartelera del cine al que su aibou había ido después de clase con sus amigos — No quería distraerte en clases.
El menor hizo un fugaz puchero que atrajo de nuevo la vista de Yami — /al menos podrías haberte apiadado de mí mientras la profesora de literatura parloteaba sobre los "poemas de amor clásicos", mou hitori no boku —Yugi tuvo que reprimir un bostezo de solo pensar en esa clase en particular —casi me duermo sobre el escritorio/
Yami no evitó reírse de eso. Sí, claro que había notado el aburrimiento de su aibou en la última hora de clase. Pudo ser una buena oportunidad para conversar, pero lo que en realidad Yami había deseado era envolver a Yugi en sus brazos y permitirle dormitar junto a él, por lo que se contuvo de hacer nada . ¡Y es que Yugi se veía tan tierno adormilado!
Arqueando ligeramente las cejas, el espíritu se inclinó más hacia su compañero — ¿lo siento?—ofreció, con una pequeña sonrisa juguetona.
Yugi fingió un suspiro contemplativo — /disculpa aceptada/ —y obtuvo una sonrisa más grande en respuesta.
— Así que…
— /Oh sí —Yugi avanzó en espacio en la fila —en resumidas cuentas, hoy es el día en que se celebra el amor, las parejas, y también las amistades —explicó —básicamente, las chicas preparan o compran chocolates y se los regalan al chico que les gusta o a sus amigos más cercanos. Dentro de un mes, el 14 de marzo, los chicos devuelven en favor en ' El día blanco' obsequiando galletas o accesorios/
Yami ladeó ligeramente la cabeza, asimilando la información — San… Valentín… —pronunció despacio — ¿Tiene algún significado?
Yugi asintió. La fila se acortó otro poco — /Hace como más de quince siglos, hubo un Emperador en Roma que prohibido los matrimonios para los jóvenes —Yami abrió los ojos con sorpresa —según dicen, aquel hombre pensaba que los hombres jóvenes sin hijos ni esposas eran soldados más entregados a su labor… pero el asunto es que hubo un sacerdote llamado Valentín que no estaba de acuerdo y se arriesgo a casar en secreto a las jóvenes parejas de enamorados. Sin embargo en algún momento fue atrapado y lo condenaron un 14 de febrero. Por eso esta fecha, y dado que se arriesgó por las parejas, nombraron a la celebración 'San Valentín' en su honor/
— De algún modo… es una linda historia —comentó el espíritu, luego de un momento de reflexión, mientras Jou, Yugi y Honda hacían el pedido y tomaban los envases de palomitas, las bolsas de dulces y las bebidas.
Anzu y Ryou ya debían de haber comprado las boletas.
— /Sí, en parte lo es/
Yami regresó a la habitación mental de Yugi mientras los cinco adolescentes se repartían boletos y bocadillos antes de entrar en la sala donde verían la película.
La sala estaba bastante vacía, aunque los cortos de futuros estrenos ya estaban comenzando, pero era lo bueno de elegir una comedia en lugar de una romántica que muchas parejas verían ese día.
Yugi se sentó casi en la mitad de una fila de sillas. Ryou se colocó a su lado. Sorprendentemente Anzu se sentó entre el albino y Jonouchi, finalmente Honda al lado del pasillo.
El asiento al otro lado de Yugi permaneció vacío, minutos después incluso de que empezara el intro de la peli.
Haciendo caso a un impulso repentino, Yugi envió a Yami una sensación de sacudida mientras levantaba el brazo entre su asiento y el libre.
— / ¿Algo va mal, aibou? / —consultó Yami, sin poder notar nada que molestaría a su protegido.
— /No, pero… ¿podrías…? / —Yugi dejó la pregunta sin formular, tratando de que la pena no tornara rojas sus mejillas.
Pero Yami entendió su pedido, incluso si no podía comprender para qué querría Yugi que se manifestara, lo hizo, porque no había nada que no hiciera por su luz.
El espíritu apareció enfrente de su protegido, entre los hermosos ojos violetas del menor y la enorme pantalla. Lo miró con confusión en su rostro.
Yugi simplemente cabeceó hacia el asiento libre a su lado y Yami se movió hacia él, aún sin entender qué podía querer su luz.
El oji-amatista se arrimó hacia él. No había calor ni la sensación de un cuerpo presionado al suyo, pero si el aura sombría y protectora de Yami junto a él. Algo que nadie más que Yugi podía percibir.
La mano que no estaba en el bol de palomitas que el tricolor y Ryou compartían, bajó en medio de los asientos.
Un segundo después, la sensación espectral de la mano de Yami estaba sobre la suya, pintando una sonrisa en su rostro que creció aún más cuando el otro se reclinó de vuelta contra su cuerpo.
Yugi admitió que era la primera vez que disfrutaba un San Valentín.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro