Miro por la ventana y veo la nieve caer fuera de la cabaña, las vacaciones de invierno no siempre son tan malas. Aunque esta vez las esté pasando sola no hay de que quejarse, hasta ahora todo lo que he vivido estos días ha sido bastante bueno, a pesar de la soledad de las frías noches. Decir que necesitaba esto está de más, mi cabeza debía ser despejada y me hubiera vuelto loca si no lo hacía.

Tomo la chaqueta, dejo el libro en un costado de la mesa cuidando que no se manche con el poco café que hay derramado sobre ella. Arrimo la silla después de levantarme, apago las luces y salgo cerrando la puerta detrás de mí.

Camino hasta al auto y lo prendo desde lejos. Al entrar un delicioso aroma a rosas golpea con mis fosas nasales, adoro aquellos perfumes.

Prendo el motor del auto y salgo para la carretera directo a la tienda, la cabaña se encuentra algo alejada pero jamás había probado algo de ese estilo y ahora es cuando más quiero probar cosas, se que en algunos años querré tener la edad que tengo ahora para hacer lo que jamás me animé a hacer, y me arrepentiré.

Recuerdo sus bellos ojos mirándome completamente enamorados ¿Qué nos ha pasado? destruimos una bella relación y ni siquiera recuerdo por qué, o al menos no quiero hacerlo. Daría lo que que fuese por volver a sentir sus labios, su cuerpo.

Cuando me doy cuenta estoy justo en frente de mi destino, y de algo más... o alguien. Es impactante, tan doloroso y hermoso a la vez. Creí que lo había superado lo suficiente como para que mi corazón no ardiera al ver su imagen pero, sin embargo, ahora que lo tengo a solo unos metros de mí me siento extraña, alejada de todo lo que alguna vez fui. Su figura está de espaldas pero puedo reconocerlo al perfecto, sé que es él.

Bajo del automóvil. Al escuchar el ruido de la  puerta cerrarse se voltea. Inmediatamente puedo ver como la comisura de sus finos labios se levantan demostrando lo tierno que se ve cuando sonríe.

—Jeff—lo nombro para mis adentros. No puedo evitar conmoverme.

Se acerca con calma, deteniendo aún más el tiempo con cada paso que da, arrastrando todas las penas, olvidando que es el único que puede matarme y hacer que reviva si es que así lo desea. Cada segundo parecen horas hasta que lo veo nuevamente delante de mí, admirándome y deseándome una última vez.