
Jeff Atkins
Entro a la preparatoria Liberty y la admiro de cerca, mi anterior escuela era un poco menos... adinerada. Si el ambiente ya de por sí es así, no quiero imaginar a sus alumnos. Suelto un suspiro al recordar a mis amigos que ahora se encuentran a kilómetro de distancia de mí y maldigo el día en el que mis padres se separaron.
A la mitad del pasillo una chica de rasgos asiáticos me sonríe. Supongo que será quien me muestre el lugar y me indicará que debo hacer. Levanta la mano y me saluda esperando a que camine hacia ella y así lo hago deseando nunca llegar hasta ella.
—Hola Camila, me avisaron que llegarías. Yo soy Courtney, voy a mostrarte las maravillas de esta preparatoria —escuché las noticias, sé que aquí, hace tan solo un mes, una chica llamada Hannah se suicidó, no creo que esta escuela sea tan maravillosa como dice esta adolescente.
—Seguro —respondo con un notable sarcasmo, sabiendo que logró entender mis palabras a la perfección ya que su semblante se pone un poco serio.
—Acompáñame, justo ahora acaban de empezar las clases de literatura—la sigo con ligeros pasos—, tus clases—remarca. Aún mantiene aquella sonrisa de oreja a oreja que me fastidia tanto, no hay que ser muy inteligente para darse cuenta que es completamente falsa. Los pasillos están adornados con carteles contra el suicidio. Me acerca a un casillero y lo señala.
—Este será tu casillero—esta vez no habla tan animada y eso me toma por sorpresa que, por supuesto, no expreso en mi rostro—Te recomiendo que guardes tus cosas luego, el profesor es muy exagerado y es de pedir muchos materiales.
—Genial—esbozo una pequeña mueca e intento de sonrisa y asiento ante el incómodo silencio—, supongo ¿Es el aula de allí?—apunto una puerta al final.
—Sí, yo debo ir a hablar con el director, espero que seas bienvenida. Más tarde me toca darte el recorrido —me da una nota con el horario escrito y el lugar de encuentro la cual es la entrada, que evidente—Ah, y aquí tienes todos tus horarios.
Tomo la hoja entre mis manos y la contemplo. Me despido con un asentimiento de cabeza. Camino al salón y giro el cerrojo, los nervios invaden todo mi cuerpo. Una de las cosas que más odio es mudarme, cambiar de escuela y, eventualmente, lo hago siempre. Abro de una vez y entro. La mirada de todos se posan en mí, hasta la de un chico moreno con expresiones marcadas.
—Señorita... —Me habla el profesor de unos sesenta y cuatro años, de pelo canoso y piel arrugada esperando que diga mi nombre.
—Camila. —observo como levanta las cejas para que me presente como corresponde. Me sostengo en la pierna izquierda—Camila Vera. Estoy en esta preparatoria porque mis padres decidieron mudarse de nuevo.
—¿Eso es todo?—hace una mueca de disgusto ¿Qué pretendía que contara? ¿Mi vida entera?—Siéntate al lado de Jeff.
Observo el único asiento vacío y a su lado el chico que aún no deja de mirarme. Le obedezco y dejo mi mochila apoyada en el frío suelo.
—Hola, soy Jeff—me sonríe. Lo miro y le regreso el gesto.
—Bueno, ya sabes quien soy—ríe y, por primera vez en esta preparatoria, siento un aire de calidez.
—Bienvenida. —miro al frente.
—Gracias. —le respondo sonando más cortante de lo que debía.
—Podemos comer juntos hoy si quieres, no creo que a los chicos les moleste—me dice mientras juega con el lápiz—Digo, para que no te sientas sola —agrega nervioso al ver que no respondo.
—¿Qué chicos?—pregunto confundida.
—No están en esta clase —deja el lápiz en la mesa—Entonces ¿Quieres? —lo pienso por unos segundos.
—Sí—saco mi libro—Eso creo.
Ya sabía lo que se aproximaba, este chico es lindo, muy lindo y no voy a dejar que se me escape de las manos.
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