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000409

Todo comenzó 7 años antes de conocer a Angela. Por ese entonces, a pesar de ser tranquilo, podía ser categorizado como un alegre crío de 10 años. Poseía todo lo que alguien de esa edad desearía tener.

— Jesus, no hagas trampa y mantén los ojos cerrados

Escuché una dulce voz femenina, acompañada del cálido sentir de unas manos en mis hombros, que se encargaba de guiarme.

— ¿A dónde vamos, Mari? — recuerdo que le pregunté a mi hermana.

— Tú sólo camina ¿Sí?

Contaba con una hermana muy amable. Una abuela regañona y estricta, pero con un corazón blando. Otra, comprensiva y energética, pero testaruda. Un abuelo irresponsable y uno bromista. Tías exageradas y dramáticas, tíos con los que reír, primos con los cuales jugar. Una madre cariñosa y un padre que siempre estaba ahí para mi...

— Mamá, ¿Dónde está papá?

— Escucha, mi cielo— sus manos acunaron mi rostro, las lágrimas mal limpiadas aún adornaban sus mejillas— Papá tiene mucho trabajo, no regresará hasta dentro de unos...

Hasta ese día...

— ¡Mari!— la voz alterada de mi madre hace eco en mi memoria— Escucha bien hija, solamente tendrán una oportunidad para escapar, así que escúchame con atención. Yo saldré y distraeré a los Esbirros, cuando lo haga será la señal para que tú y tu hermano corran hacia la entrada del distrito 20. No paren hasta haber llegado y por nada del mundo miren a ver hacia atrás.

Ese terrible día, en el cual las casas se quemaban como hogueras gigantescas, las columnas de humo negro ascendían hasta el cielo nocturno. Los gritos de auxilio y dolor se convirtieron en la melodía predilecta de aquel sangriento escenario.

— Jesus...— fue la última vez que las manos de mi madre acunaron mi rostro— Debes cuidar mucho a tu hermana ¿De acuerdo?

Y también...

— ¡Corre!— la voz aguda y desesperada de mi hermana taladraba mis oídos— ¡Corre a las puertas del distrito 20! ¡No mires atrás! ¡Huye!— se volvía lejana mientras veía como luchaba por sacarse de encima a un Esbirro— ¡Huye Jesus!

Fue la última vez que alguien mencionó mi nombre...

— ¿Cuál es el reporte de hoy?— las voces eran lejanas y difusas.

— El experimento está yendo fatal— me costaba diferenciar los sentimientos impregnados en cada palabra — Perdimos a todos los sujetos de prueba.

— Eso no es cierto— no podría decir si era hombre o mujer— Nos queda uno.

— ¿El criajo del distrito atacado hace una semana? ¡Estás demente! Es demasiado joven, no soportará el experimento ¡Será una perdida de tiempo!

— Al menos yo aporto ideas, falle o no da igual. De todos modos, no tendremos material para continuar hasta el siguiente atraco— en ese tiempo, todavía no era capaz.

Fue cuando el dolor y tortura infernales dieron inicio...

— ¡Agh!— entre varios me sostenían contra la cama y ataban con correas de cuero mi cuerpo a esta — ¡Agh! ¡Ah!

— Que lindo — aquellos asquerosos tonos de sorna— No mueras pronto, cariño. No dejes a mamá sin diversión.

Y me despojaron de mi nombre...

El agua me empapaba totalmente. Me mantenía suspendido en esta dentro, de lo que parecía, un tubo enorme. Una mascarilla similar a la de los buzos permanecía en mi rostro. Una gran multitud de cables se mantenían incrustados en mi cuerpo, unos me inyectaban un líquido ennegrecido y otros me sacaban sangre.

Mi cuerpo se hallaba entumecido, helado, debido a la prolongada exposición al agua. Había sido usurpado de mis prendas. Me sentía como un pez, de esos que se encuentran en los acuarios, con la única diferencia de que yo era un pez sin movilidad. Apenas podía sentir mis extremidades.

— No creí que aguantara tanto— escuchar su tono me indicaba lo cansado que estaba— ¿Cuánto ya lleva hasta ahora?

Pero no me quejaba, era preferible no sentirlas y pensar que estoy muerto que sentirlas y recordar lo desdichado que era, especialmente cuando me ataban a aquella mugrienta cama y daban comienzo a la sádica tortura que era un chequeo diario. 

— Nueve magníficos meses— añadió con excitación en su voz— ¡Finalmente mi bebé nació! Bienvenido al mundo, 000409. Mi pequeña aberración— recuerdo su expresión.

Ella se había apoyado contra el tubo, pegando la mejilla contra el frío vidrio y con los ojos centellando en un brillo de perturbadora alegría. Del otro lado, yo la veía con los ojos entrecerrados y una mirada perdida, casi muerta.

— Una semana más que nuestro sujeto de prueba más resistente— detectaba ciertos celos en su hablar— Aumentemos la rigurosidad al doble.

— ¡Oye!— la muchacha de bata blanca, teñida del rojo de la sangre y ennegrecida por la sustancia desconocida se despegó del vidrio— ¿Pretendes deshacerte de mi bebé? ¡No podemos darnos el lujo de perderlo! 000409 es muy importante.

— Es reemplazable— ¿Quizá era envidia?— Empezaremos quitándole el suministro de aire.

— ¡Vas a matarlo!— la chica se enfurruñó— Sus pulmones todavía dependen del oxígeno.

¿Qué apariencia tendría en ese entonces? ¿Parecería un monstruo? ¿Seguiría viéndome como un ser humano? El vago reflejo del tubo de cristal en el cual permanecía encerrado no me decía mucho.

— Ya te lo dije, es reemplaza...

— No es reemplazable— si la memoria no me falla, una voz grave interrumpió la pequeña discusión— 000409 es el único que ha aguantado tanto tiempo sometido a los procedimientos y los está aguantando sin colapsar. Él será movido a Tratamiento Intensivo.

— ¿¡Lo dice en serio, jefe!?— las coletas de la gótica muchacha terminaron por deshacerse— ¿Escuchaste cariño? ¡Serás el primero en esta instalación en ser movido a Tratamiento Intensivo!

Aunque pudiese responder, no lo habría hecho, por esos momentos me volvía incapaz de procesar y entender las palabras. Estaba más muerto que vivo, pero lamentablemente, seguía con vida.

— ¿Qué? ¿Esta vez no gritarás?— sentía como algo era arrancado de la parte superior de mi dedo anular derecho, ¿Era mi uña?— Cariño, si no gritas o te mueves mamá pensará que te has muerto.

Estar muerto sería muchísimo mejor que soportar aquello, sobre todo, me haría libre de escuchar sus burdos intentos de auto-proclamación como mi madre. Oírla se volvía más y más vomitivo con el paso de los días.

— Amor ¡Mira cuánto has crecido!— se volvía repugnante con el paso de los años— Oye, engendro. Mi niño ha cumplido cinco hermosos años ¿Qué no piensas decir nada?

— Ahora que lo mencionas, sí— descifrar sentimientos se convirtió en algo inconsciente— El bastardo jamás a salido de la instalación. Es hora de ver que tan buen "proyecto" es.

— ¿¡Ah!? 000409 todavía no está listo para...

— Él tiene razón— el jefe cambió a una mujer— Si no sirve en batalla, no es productivo conservarlo.

Ese día mi cordura se perdió por completo...

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 Ya sé, es una obra bastante oscura. Pero es la primera vez que escribo algo así :)

Quizá en un futuro me anime a escribir algo de terror ¿Yo qué sé? :3

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