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129cm De Maldad

"Sonrisas ante mal tiempo"

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El padre Myoui llevaba papeleos de aquí para allá. Trasporta cosas que para la pequeña eran insignificantes, pero para él sumamente importantes. Aun así, Mina lo observaba desde el comedor como su papá hacia el trayecto una y otra vez con cosas en las manos.

Ese día la que limpiaba la casa no habría ido por problemas personales, así que el señor tenía que hacer todo por su cuenta: Cambiar su zona de trabajo a otra habitación. Maldecía en voz baja y parecía que le saliera humo de la cabeza.

Mina se ánimo a ir hasta la puerta de lo que sería la antigua habitación de trabajo de su papi, y se quedó allí parada sosteniendo una pelota de básquetbol.

Cuando vio que su progenitor estaba por entrar, le dijo. —: Padre, ¿Jugamos?

— ¿No ves que estoy ocupado? — Soltó con cierto enojo. — Y apártate del camino, estorbas. Ve con tu tonta nana, que sirva de algo y te entretenga.

La jovencita encogió sus hombros y con una mueca triste fue para la cocina, donde 'la nana' estaría haciéndose un espumoso café.

— Nana, ¿Jugamos? — La señora le echó una mirada al objeto de tendría en manos la menor. Negó con la cabeza y confesó:

— Estoy viejita para los deportes. Minarinrin, apenas puedo caminar. — Bromeó un poco con su condición. Si bien era cierto, Margare trataba de ponerle humor a todo. — ¿Qué tal si armamos un rompecabezas?

— Eso es aburrido... — Contestó descontenta. A veces le gustaría que su nana sea más joven para que sea su compañera de juegos.

— ¿Y si vamos al parque un rato?

— ¿Dónde hay otros niños?

En realidad, Margare se refería al patio de la casa lujosa de los Myoui, pero ahora Mina le habría dado una idea; no estaría nada mal que la pequeña rebelde se conecte con otros chicos de su edad.

— Sí. A eso me refería. — Mintió con una gran sonrisa en el rostro, de esas que te contagian las buenas vibras y te hace sonreír también. Y claro, Mina al ver esa mueca la imitó.

La querida nana les avisó a sus jefes que se llevaría a la pequeña al parque que se encontraba a unas calles. Al tener el permiso, ambas fueron al coche de la señora adulta. En cuestión de minutos, ya se encontraban en la zona donde había demasiados juegos, pero no tantos como los que tiene Mina en su patio trasero. Aun así, si estaban ahí era porque Margare quería que Mina hablase con niños de su edad.

Había muchos infantes correteando por el lugar. Mina no le dio importancia ni se acercó a ninguno para poder charlar. Ella fue directo a uno de los grandes toboganes coloridos.

Había un niño antes que ella, quién subía vagamente las escaleras.

— ¡Oye, tonto! — El jovencito se dio la vuelta para escucharla. — ¡Más rápido o te empujo!

— Lo siento. — Sonrió. Mina al notar esa sonrisa tan brillante y armónica le generó un malestar en el estómago. — ¡Me llamo Ho-Seok! ¿Y tú?

— No te interesa, y no pedí tu nombre. Ahora muévete. — La jovencita lo hizo a un lado y siguió subiendo las escaleras.

La sexagenaria veía todo desde abajo del juego, negando con desilusión a raíz del comportamiento tan brusco de la menor.

Mina se tiró del tobogán sin mucha felicidad encima. Al terminar de tirarse, no sabía más que hacer. «Aburrido» Echó una mirada a su alrededor y solo pudo ver como todos los juegos eran ocupados por otros. Chasqueó con la lengua y decidió que quería jugar con un columpio.

— Muévete. — Le dijo en un tono grotesco a una niña que estaba columpiándose tranquilamente.

La que estaba arriba del juego le sacó la lengua como respuesta. Mina no tenía otra elección. Paró el columpio en movimiento agarrándolo de atrás (Para su suerte la chica no iba a toda potencia); Levantó su pierna, y le dio una leve patada para tirarla al suelo.

— ¡Oye! — La niña se levantó con los ojos cristalizados y miró con furia a Myoui. — ¡E-Eres una tonta! ¡Le diré a mi mamá!

— 'Li diri i mi mimi'... — Se burló mientras ahora ella era la que estaba balanceándose.

Una nona enojada se dirigía hacia los columpios al ver todo el acto de la muchachita. —: ¡Mina! ¡Eso no fue cortés de tu parte!

— ¡Pero yo quería jugar con este columpio! — Se excusó.

Ahora, además de su nona, una señora con la niña que empujó y con el niño sonriente estarían frente a ella.

— Señora, ¿Es su hija? — Le preguntó la misteriosa mujer.

— Disculpe por la actitud de la pequeña, vi cómo los trato. — Se refirió a los dos niños. — En ser-

— Mis hijos solo vinieron a jugar en paz, su niña está fuera de control...

Mina veía como su nona era retada a causa de sus malos tratos hacia los demás. Siguió columpiándose, pero ahora con una mueca triste. Se sentía culpable que su nona esté pasando un momento vergonzoso.

— Oye, ¿Qué te sucede? — Le preguntó con curiosidad ese Ho-Seok al ver como cambió drásticamente la cara de Myoui, mientras su madre seguía hablando con la ancianita. — Le iba a responder, y cómo de costumbre, de mala manera, pero recordó que no quería causarle más problemas a Margare, así que lo ignoró. —... Fuiste muy cruel con mi hermana Ji-Hyo, ¿Sabes? — Prosiguió el joven. — ...Ella estaba feliz donde ahora estás tú. — Le reprochó. ¿Acaso ese niño lo estaba retando? Si era así, lo hacía de un mal modo. Pues sus palabras eran serias, pero tenía una leve sonrisa "tonta" marcada.

Las adultas le echaron una mirada a la de 129 centímetros, y al notar eso, no le quedó otra que fingir por el bien de su nona. —: Disculpen, fui bastante cruel. Ahora la dejaré en el columpio. — Frenó con sus piecitos, haciendo que con sus zapatos levante un poco de tierra que fue directo al niño. Ho-Seok empezó a toser a causa de ello; Mina sonrió ante aquel acto, pues lo hizo apropósito y con maldad. Se bajó de allí, y con mala gana le dio a esa tal Ji-Hyo el juego. —: Como sea, tengo mejores en casa. Pobres. — En realidad la niña no sabría si tenían plata o no, pero a juzgar por la vestimenta que vestían con dibujos estampados todos desgastados a causa de las lavadas, dedujo que no serían de su clase.

Margare se dio una palmada en el rostro al escuchar esas palabras provenientes de la boca de la menor. — Minarinrin, mejor vayamos a hacer un pastel, ¿Qué te parece?

La madre de los niños miró con furia a la señora Margare. Pobre nona, como si fuera su culpa que Mina sea una mocosa maleducada.

— ¡Adiós Mina! — Soltó con alegría Ho-Seok.

«Pobre e idiota» Le daba asco de pensar que había gente extremadamente feliz.

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