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129cm De Maldad

"Mochila de fresas"

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Hizo una mueca de desagrado al ver esos labios carnosos brillando por el aceite de las frituras. Miró hacia sus amigas con una cara "juguetona", y luego su rostro cambió completamente serio al mirar al muchachito quién tenía la cara sucia a causa del snack recién devorado.

— Das asco, Park Ji-Min. — Le dijo Mina con demasiada frialdad. — ¿Acaso piensas que voy a salir con un obeso como tú?

El jovencito Park Ji-Min le había declarado su amor hacia la chica, quién ahora se estaría burlando de él. Chiminnie (Como suelen decirle sus pocos amigos) tragó en seco y bajó la cabeza. Aguantó esas lagrimas que querían escurrirse por sus mejillas y dio un suspiro. — L-lo siento. — No sabría ni siquiera el mismo de qué se estaría disculpando, pero lo que si sabía es que estaba arrepentido de haber confesado sus sentimientos; ocultos estaban mejor.

Park Ji-Min tiene una hermosa voz y un poquito de sobre peso. Cuenta con pocos amigos gracias a su figura, pero es demasiado fiel con ellos. Desde el kínder sintió una atracción por esa japonesa de mal carácter. Su amigo 'Kookie' le habría aconsejado que no le diga nada a la extranjera porque era demasiado cruel con los demás, y claro, Chiminnie sabía eso porque esa chica le hacía bullyng todo el tiempo. Aun así, decidió ponerse la mejor fragancia de su padre por todo el cabello y cuello; arreglarse bien el uniforme; y peinarse de una manera bastante formal, para ir a declararse.

Pero no contaba con qué ahora todo el salón se estaría burlando de él, mientras un Kookie con mueca triste lo miraba desde lejos.

Myoui le echó una última mirada despectiva y agarró su mochila para irse de allí. No estaba para tonterías.

Caminó por todo el colegio dando vueltas mientras esperaba que casi todos sus compañeros se vayan así iba a tras esa tal Chae-Young para darle la carta y dibujo que tenía preparado en sus manitos. Los chicos de 3° los jueves salían una hora antes que los demás cursos, así que fue una buena ventaja para que ninguno de sus amigos esté a la hora de darle el obsequio a esa niña. Aun así, algunos siempre se quedaban por el patio o pasillos para esperar a sus hermanos.

Al pasar el tiempo, la campana de salida sonó. Myoui, quién estaba sentada en unas de las bancas de la terraza, se levantó y encaminó hacia el salón de 1°.

Mientras bajaba los últimos escalones, sentía un sollozo cerca. Al pispear un poco, encontró al "obeso" de Ji-Min llorando en la puerta de baños de hombres, junto a Jung-Kook y... ¿Chae-Young?

Mina se escondió detrás de una las columnas enormes del instituto. Miró allí y trató de oír la conversación que tenían estos tres.

— C-chi-chimin, no estés tlis-tliste.

— Es qué, ella fue muy cruel conmigo... — Confesó, haciendo que Mina virara los ojos.

— ¡E-es un-una tont-tonta! ¡Tú e-eles guap-guapo y geni-genial!

¡¿Tonta?! ¿Cómo se atrevía a decirle eso? Arrugó su naricita y frunció inmediatamente el ceño al escuchar esas palabras salir de Chae-Young. Apretó su puño, haciendo que el sobre con la carta de disculpas y dibujo dentro que tenía en su mano, se arrugara por completo.

Las palabras que le había dicho su nana quedaron en el olvido. ¡Si alguien insulta a Myoui Mina está muerto! Tiró al suelo el sobre y decidió salir a defenderse. —: ¡Ustedes, imbéciles! — Gruñó, apuntando con su dedo índice a los tres muchachos que estaban hablando.

La atención fue hacia ella al segundo, y el trío de pequeños al notar la presencia de ésta se fueron corriendo hacia la salida del colegio.

— ¡Corres lento por tu gordura Ji-Min! — Gritó. ¿Lo habrá escuchado? Como sea, estaba sumamente enojada. Seguía apretando su puño con una mirada de pocos amigos. Miró hacia donde estaban antes los niños reunidos, y se encontró con una mochila. — Son tan idiotas que hasta se olvidan de las cosas. — La recogió y no tardó nada en saber de que esa mochila era de Chae-Young. Pues, tenía fresas y era bastante infantil. «Quizás puede ser de Ji-Min porque tiene comida» Echó unas sonrisitas ante su pensamiento malévolo.

Se puso la mochila ajena en el hombro y encaminó hacia la puerta principal del colegio. Salió de allí y fue hasta atrás del instituto, donde habría unos enormes tachos de basura. Agarró la mochila de fresas y le echó una última mirada antes de tirarla con la basura. — Jodete, tonta niñita.