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129cm De Maldad
"Nana y sus palabras"
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Mina miraba la hoja en blanco que estaba frente a ella. No tenía ni lo más mínimo de idea que rellenar para su tarea hogareña. Suspiró y al frustrarse de no saber, arrugo la tarea y la tiró al tachito de basura que tenía colocado al lado de su mesa de estudios.
— Minarinrin, ¿Pasa algo? — Escuchó detrás suyo. Era su nana Margare quién solía nombrarla con ese apodo un tanto largo. Esa señora era como su abuela; desde que nació, fue la encargada de cuidar de la pequeña y de sus otros de hermanos más chicos.
— Nana, ¿Cómo puedo llegar a ser inteligente?
— Ya eres inteligente. — Le contestó mientras se acercaba a la jovencita de nueve años. —: ¿Por qué piensas que no lo eres?
— No sé nada sobre la tarea que me dieron para hacer.
La señora de edad avanzada sacó el bollito de papel que vio a Mina tirar a la basura. Lo desplegó y empezó a leer con atención.
"Con ayuda de papis" Era el título. Ahí estaba el gran error.
Margare sabía la situación de Mina. Oyó discusiones entre sus jefes donde hablarían del comportamiento rebelde de ésta; también sobre las bajas calificaciones que llegaban, siempre hablando mal de su hijita cuando en realidad, el problema era ellos y la falta de atención que le daban. ¿Cómo querían que su hija estudiase y se saque buenas notas si nunca se sentaban a ayudarla?; ¿Pretendían que sea una buena niña si lo único que hacían era hablar mal de los demás; discriminar al otro; y darles malas enseñanzas a sus pequeños? Lo único que lograban es que la primogénita tenga actitudes horribles. Y los gemelos todavía eran bastante pequeños, pero cuando crecieran estaba segura de que serían exactamente igual a su hermana mayor.
— ¿Quieres que te ayude? Estoy viejita, pero recuerdo algunas cosas de la escuela.
— Nana, me gustaría ser igual de lista que usted. — Respondió con admiración. A decir verdad, Mina a Margare le tenía respeto, y créanme que es a la única persona que le tiene.
— A ver, vamos con la primera consigna. — Apoyó el papel en la mesa y le alcanzó una birome a la niña.
— Primero, déjame que arreglo esto... — Mina tachó el título y arriba escribió "Con ayuda de nana :-)", haciendo que la mujer que estaba de su lado sonriese.
La mayor empezó a leerle las consignas a la jovencita, haciendo que ésta le preste atención en todo momento y que escribiese más de dos hojas. Nunca antes visto en las carpetas de la niña.
— Nana, tengo un problema en el colegio... — Confesó al dejar la birome apoyada en el escritorio.
— Oh, ¿Qué pasó?, ¿Te has peleado con un compañerito? — A decir verdad, esperaba una respuesta afirmativa, pero estuvo errada en ello.
— No. Es sobre una niñita tonta menor que yo.
— ¿Qué tiene la niñita?, ¿Y por qué le dices así?
— Bueno... Tiene cara de tonta. — Encogió sus hombros. — Y me estuvo molestando.
— ¿Qué hizo? — Apartó las hojas por un momento; era la hora del descanso y ponerse a charlar.
— Ella... Gusta de mí. — La mujer quedó un tanto sorprendida ante esas palabras, pero dejó que la niña prosiga hablando sobre el tema. —...Y yo le dije que deje de molestar, pero siguió. Así que hoy le quise pegar.
— Mina, no debes pegarle a nadie por nada. Además, no es su culpa, nadie elije de quién enamorarse.
— No le he pegado. No pude... Me quedé congelada cuando lo iba a hacer.
— Bueno, mejor si fue así. ¿Pero qué te hizo congelar?
— N-no sé. — Fue sincera. — P-pero... ¡Tengo miedo! — La niña ocultó su rostro sonrojado con sus manos. — ¡Soy una idiota!
— ¡¿Por qué dices eso?! — La nana trató de apartarle las manos para ver el rostro de la niña.
— Es qué... La vi de cerca; muy cerca, y me pareció guapa.
— Oh, entiendo. — Apoyó su palma en la espalda de la menor. — Pero no por ello eres idiota, Minarinrin.
— Mamá y papá me odiarían si se enterase que me pareció guapa una chica. — Soltó melancólica. —: Y-yo no quiero que me parezca guapa, ¡La odio!
— Mina, no está mal decir que una chica es guapa, aunque tus padres te hayan enseñado eso. — Siguió dándole palmaditas en la espalda. —: A una niña le pueden gustar las niñas o los niños... ¿Sabias qué los tontos se burlan de la personas que tienen diferentes gustos?, dime: ¿Tú eres tonta?
— Sí. — Sinceró. — Porque eso está mal nana.
— No, no lo está. Un hombre puede tener a otro hombre de pareja, y una mujer tener a otra mujer.
— Es de raros y asqueroso... aunque...
— ¿Aunque?
— No sé. Chae-Young es guapa y al verla tan de cerca me dieron ganas de que me de un besito en la mejilla.
Margare soltó una carcajada. — Minaririn, ¿Por qué no le pides disculpas a Chae-Young por tu comportamiento rebelde con ella y tratas de hacer las paces? Quizás, en un futuro te pueda dar un besito en la mejilla.
— ¡¿Y si mis amigos me descubren?!, ¡O mis padres! Sería vergonzoso.
— Minarinrin, tú tienes que ser feliz y hacer lo que te gusta sin importar lo que digan los demás.
— Lo sé, siempre me lo dices...
— Hagamos esto: Tú haces las paces con esa niñita, y yo guardaré el secreto a tus padres. ¿Qué te parece?
— ¡Sí! Creo que puedo hacerlo.
— Ya hicimos mucha tarea por hoy, ¿Qué tal si ahora le escribes una carta de disculpas y haces un dibujo a esa niña? Estoy segura de que la sorprenderás y se pondrá muy feliz,
— P-pero, ¿Y si mis amig...-
— No tienen el por qué enterarse. Se la puedes entregar a escondidas. — Acarició la melena de la jovencita. — Minarinrin, ser buena es sinónimo de genialidad.
Mina asintió felizmente y agarró una hoja nueva para poder escribir sus disculpas hacia la joven. Si su nana le decía que era lo correcto, seguramente lo era. Pues, Margare era una mujer sincera y la pequeña Myoui confiaba en ella.
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