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129cm De Maldad
"El cumpleaños de Mina"
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Veinticuatro de marzo...
Un día que para muchos no significa nada, y de esos "muchos" está incluida Myoui Mina.
De las quince tarjetas que le hizo Margare, solo entregó una. Las otras catorce, las escondió en su cajita fuerte de juguete, quién solo ella tendría la clave. Sentía vergüenza, ¿Que dirá su nona cuando vea que nada más irá Chae-Young? Claro, si es que viene.
Veinticuatro de marzo; para la pequeña un año más sola...
Todo estaba preparado y ya era la hora de que vinieran los invitados. La señora más grande decidió abrir el portón para que la gente entre sin ningún problema. Mina solo suspiraba. Tenía un bonete en la cabeza y demasiadas ganas de llorar. No se confundan, no es que le dolía estar sola (O eso era lo que trataba de demostrar). Pero la verdad es qué estaba acostumbrada a la soledad. El problema que le ponía mal era el esfuerzo que hizo su querida nona, todo en vano.
Veinticuatro de marzo; para la pequeña un año más sola, sin padres presentes...
Sus 'papis' estaban ocupados en el trabajo. Todo lo que hicieron fue dejarle un regalo arriba de la mesa y desaparecer. Ni quiera la habrían despertado con un delicioso desayuno, o decirle al menos un: "Feliz cumpleaños, hija". La pequeña sabría que eso iba a suceder. Aunque no esperaba nada de ellos la terminaban decepcionando. Era cómo una costumbre. Aunque en cierto punto le favorecía que ellos no estén, ya que sí es qué se aparecía Chae-Young, podría jugar con ella sin ningún problema.
Veinticuatro de marzo; para la pequeña un año más sola. Sin padres presentes, tampoco "amigos"...
Na-Yeon, Jeong-Yeon y Momo... ¿Por qué no aparecieron si sabían que era el cumpleaños de la japonesa? Sencillo: Les dio asco la escena que vieron en el colegio. Decidieron excluir a Mina y dejar de obedecerla, y sí a ésta se le ocurría amenazarlas o golpearlas, le contarían todo a los señores Myoui. Eran tan cobardes, que ni se animaron a decírselo en la cara, sino a través de un mensaje de texto en un grupo donde estaban las cuatro, luego, la eliminaron. Para Mina era mejor, ¿De que servía estar mal acompañada? Prefería ser un lobo solitario. Ella no necesitaba a nadie para ser feliz. Bueno, quizás a su nona y, por ahora, a Chae-Young.
Veinticuatro de marzo; para la pequeña un año más sola. Sin padres presentes, tampoco "amigos", pero al menos Chae alegró su día desagradable...
Habían pasado solo diez minutos de la hora que indicaba la tarjeta. La pequeña Myoui vio por el ventanal que daba a la calle, cómo una motocicleta se estacionaba. Habría un joven en ella junto a una niña que no se le veía el rostro, pues tenía un casco enorme puesto, aunque se sabía perfectamente quién era. Por alguna razón, a Mina se le escapó una sonrisa. Su mente empezó a despejarse y su corazón a florecer al ver su presencia.
Veinticuatro de marzo; para la pequeña un año más sola. Sin padres presentes, tampoco "amigos", pero al menos Chae alegró su día desagradable. Al llegar, tenía las manos vacías...
A decir verdad, Mina era una niña interesada. Le gustaba recibir regalos. Pero cuando veía cómo la niña entraba a la casa, notó que no tenía ni una rosa encima. Lo curioso de ello, es qué Mina seguía sonriendo. Si fuera otra persona, la de 129cm De Maldad le negaría la entrada. Entonces, ¿Por qué esa felicidad seguía? Su sonrisa no parecía falsa, es más, sus dientes bien blancos eran visibles.
Veinticuatro de marzo; para la pequeña un año más sola. Sin padres presentes, tampoco amigos, pero al menos Chae alegró su día desagradable. Al llegar, tenía las manos vacías, aunque el obsequio que tenía era mucho mejor que algo material...
La niña más pequeña mientras caminaba hacía la puerta podía visualizar a la japonesa muy sonriente. Claro, ella también sonreiría al ver a su novia feliz. Chae-Young pensaba en cómo decirle cuál era el regalo que tenía planeado. Por otro lado, Mina le dijo a Margare que llegó la primer invitada (Cómo si fuera que habría muchos) y su nona fue rápido para abrir aquella puerta de madera.
Veinticuatro de marzo; para la pequeña un año más sola. Sin padres presentes, tampoco "amigos", pero al menos Chae alegró su día desagradable. Al llegar, tenía las manos vacías, aunque el obsequio que tenía era mucho mejor que algo material. Mina pensó mal, no era un año sola...
Mientras fueron a abrirle a la visita, Mina se dio cuenta que no estaba sola en este cumpleaños. Tenía una gran compañía, si bien le costaba en acostumbrarse, le llenaba de felicidad. Se dio cuenta que no necesitaba amigas hipócritas o padres irresponsables, sino alguien que la quisiera. Y eso hacía Son Chae-Young, al pie de la letra.
Veinticuatro de marzo; para la pequeña un año más sola. Sin padres presentes, tampoco "amigos", pero al menos Chae alegró su día desagradable. Al llegar, tenía las manos vacías, aunque el obsequio que tenía era mucho mejor que algo material. Mina pensó mal, no era un año sola, sino un año especial...
Chae entró a la sala, haciendo que Mina dejara de ver el ventanal y fuera directo a abrazarla. No sabría el por qué lo hizo, pero lo hecho, hecho está. Las niñas se abrazaron con todas sus fuerzas. Las mariposas de los estómagos parecían que habrían salido a revolotear en el ambiente.
— Te teng-tengo un obsequio... — Le dijo al tomar un poco de distancia.
— ¿Que es? — Preguntó sin quitar esa sonrisa "tonta" que la delataba por completo. A lo lejos estaba Margare y Tae-Hyung viendo la escena, quién ambos adultos se dieron cuenta que las dos estaban enamoradas. ¿Cómo no se darían cuenta? Si se veía a kilómetros de distancia ese amor de niñas.
— Fruti-am-amigos...
— ¿Fruti-amigos?
— Dijiste qué est-estabas feliz con s-ser tu ún-única invitada, p-pelo sé qué men-mentías...
Veinticuatro de marzo; para la pequeña un año más sola. Sin padres presentes, tampoco "amigos", pero al menos Chae alegró su día desagradable. Al llegar, tenía las manos vacías, aunque el obsequio que tenía era mucho mejor que algo material. Mina pensó mal, no era un año sola, sino un año especial. Estaban todas las personas que la querían junto a ella, y eso era lo importante.
La cumplañera echó una mirada al portón al sentir ruido. Los Minatozakis, Ji-Min, y los Jungs estaban parados allí, con regalos encima y unas sonrisas.
Sana tenía un vestido floreado y sus cabellos recogidos por un lazo. Demostraba elegancia para un momento importante. Cuando Chae-Young le comentó la idea que tenía en mente, no dudo en cooperar. Si bien era dura con la cumplañera, la seguía queriendo bien en el fondo. Y sus padres le enseñaron algo: Hay que dar segundas oportunidades, ¿Qué mejor día para mostrar que le daría otra chance en el día de su cumpleaños?
Hoshi no dudo en seguir a su hermana. Un buen moño rojo ajustado a su camisa lo hacía ver como un niño intelectual. A decir verdad, admiraba a Mina en secreto. Él al ser un niño pequeño y de baja estatura, siempre lo molestaban. Quería ser cómo la otra japonesa; saber defenderse y hacerse respetar. Además nunca se olvidaría qué cuando era más chico, Mina siempre le compraba helados de palito.
Ji-Min al principio no quería asistir, pero Ho-Seok le hizo entrar en razón. A veces uno tiene que demostrar que es mejor persona. Claro que Ji-Min sufrió por Mina, pero ¿Que ganaría sentir sufrir a Mina? A veces la gente recapacita de sus malas acciones, y Myoui podría ser un ejemplo. Si uno le da la mano, podría agarrarla y cambiar. Se puso su traje más nuevo para estrenarlo en aquella ocasión.
Ji-Hyo seguía sin perdonarle aquel día que la tiró del columpio, pero siempre tuvo buenas enseñanzas encima. "Si alguien te necesita, ve"; sin dudas, la japonesa gritaba en silencio que necesitaba compañía. Se roció el perfume de su madre y se colocó unos brazaletes de su tía para ir a la moda.
Ho-Seok. Ese niño sonriente. Él fue el primero en decir "sí". Claro que sabía que Mina tendría algún problema, aunque no sabría cuál específicamente. Trató de ser siempre paciente con Mina, porque le encantaría ayudarla en un futuro. Los zapatos de su primo le quedaban grandes, pero era lo único que tenía de elegante en su hogar. A decir verdad, se veía todo un galán.
Y Chae-Young... La que estuvo detrás de todo esto. Era pequeña, sí, pero no estúpida. Sabía perfectamente cuando alguien estaba feliz; triste; siendo sincero; o mintiendo. Esa vez que su novia le dio la tarjeta de invitación, podía sentir aquella angustia que transmitía. Sus ojitos cristalizados y voz apagada le daban la señal de que mentía cuando le dijo que con un solo invitado estaba bien. Así que al otro día reunió a los que ahora estaban en el portón, y les comentó su obsequio: Que vuelva a ser una fruti-amiga. Le costó, pero lo hizo. Reunió a los chicos para darle un buen día a la 129cm De Maldad.
Y allí estaban todos, felices y con ganas de jugar. Myoui sintió algo; algo que antes no habría sentido.
A sus diez años, Mina sintió felicidad.
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