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129cm De Maldad

"Mina no está loca, solo enamorada"

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— No tengo que estar aquí. — Soltó prepotente, luego de estar en silencio por más de diez minutos. — No estoy loca. — Dio cómo conclusión.

— Así es, no lo eres... Pero ir a un psicólogo no es solo para la gente "loca". — Le contestó con dulzura la doctora Bae. — Dime, ¿Tú no sientes que a veces necesitas decirle tus problemas a alguien?

— No. — Soltó vagamente mientras se acomodaba mejor en aquél sofá blanco. 

— Si te quedas con el estrés e ira en el interior y nunca lo quitas, en algún momento explotas... — Explicó. — Entonces, cuando ya no aguantas más, ¿Que sueles hacer?

— No lo sé. Portarme mal, supongo. — Le dio cómo respuesta, sin mirarla a los ojos.

— ¿Que sería "portarse mal" para ti?

— Molestar a los demás. — Le dijo cómo si fuera algo normal. La doctora hizo una mueca de disgusto al oír eso.

— ¿Y tú estás consciente en que eso está mal?

— Claro. Lo sé, y por eso lo hago.

La doctora Bae suspiró. Parecía que su paciente era un caso especial. Claramente sabía las travesuras de Mina, y que a veces era más que "molestar". Los padres de ésta y el colegio le habrían dado un expediente con todas las malicias que habría hecho Myoui Mina. Desde actas, suspensiones y claro, las palabras de los adultos, daban más que entender que era una chica demasiado problemática, pero ¿Por qué? Eso era lo que tendría que averiguar Bae. Con paciencia y confianza; poco a poco, deberá abrir más a la pequeña de 129cm de Maldad para que cuente todo lo que le pasa por su cabeza.

— Mina... 

— Myoui. — Interrumpió, aclarándole con un tono grotesco. 

— Myoui... Mírame a los ojos.

Chasqueó con la lengua. — ¿Por qué?

— Estás hace quince minutos sentada en ese sofá y nunca miraste mi rostro.

La niña bufa, pero lo hace. Mira por un segundo la cara de la mujer adulta. Si bien fue poco, pudo percatar las bellas facciones de su psicóloga. Zamarreó la cabeza, y nuevamente dirigió su mirada al techo.

— ¿Te pasó algo? Digo, por el movimiento brusco que hiciste al verme.

— No. — Dijo cortante.

— Myoui... ¿Nunca puedes mirar a los ojos a los demás?

— Si puedo. Pero... Últimamente con una idiota no... no suelo hacerlo.

— ¿Cómo se llama esa "idiota"?

— Chae-Young. Son Chae-Young.

— Bonito nombre. ¿Por qué crees que sea idiota?

— No lo sé. Es tonta, y gusta de mí ¿Entiendes? Es una lesbiana tonta.

— ¿Y por qué no puedes mirarla a la cara?

Los mofletes de la jovencita se tornaron en un tono carmesí. — E-es qué... No sé...

— Cuéntame, tienes que confiar en mí. Yo sé que sabes la respuesta a mi pregunta... Prometo no decirle a nadie.

Mina miró otra vez el rostro de la adulta. Está vez, su mirada quedó fija en ella. Al ver a los ojos de la contraria, sintió que la doctora estaba diciendo la verdad. Otra vez bufó, y decidió decirle su mayor secreto. Lo que estaba a punto de hacer, no lo hacía con nadie más que con su nona. Así que, lo que estaba haciendo esa tal Bae era un milagro de Dios. — Cada vez que la veo, siento que es muy bonita... ¡Y eso está mal!

— ¿Quién dijo?

— Mis padres. Siempre lo dicen.

— Mina, cuando miras a Chae-Young ¿Que sientes...?

— Ya te dije. — Interrumpió.

— Me refiero, ¿Sientes cosquillas en el estómago?

— Sí... — Frunció el entrecejo y prosiguió. —: ¡Y eso me dan ganas de golpear a alguien!

— Calma... No todo se arregla con golpes. Que tú sientas cosquilleos en el estómago ¿Qué culpa tiene la otra persona que va a ser victima de tus golpizas?

— Es que me da asco sentirme así. ¡La veo y... me dan ganas de abrazarla! O de que me de un beso en la mejilla. Por eso... No la miro más a los ojos.

— Ahora dime, ¿Alguna vez pensaste en tu tipo ideal?

— ¿Tipo ideal? Te refieres, ¿A un novio ideal?

— Así es.

— Umh, el otro día estábamos hablando de eso con mis amigas... ¡Y se me vino en la mente la cara de esa idiota! 

Bae miró con asombro. Claramente quería llegar a eso, pero no pensó que sería tan fácil. Por lo que se ve, Mina al tener confianza es una chica de largar todo sin filtros. —: ¿De Chae-Young?

Myoui al oír aquel nombre y darse cuenta de quién se trataba, jaló sus cabellos hacía atrás. — Tiene razón mi madre... Estoy loca.

— No estás loca, estás enamorada.