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129cm De Maldad
"Enfrentamiento"
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— ¡Tzuuuuuuuuuuu! — La voz chillona de Chae se hizo presente en el aula, llamando la atención de la nombrada. Chae estaba entusiasmada al llegar y ver a su amiguita presente.
— Hola Chae... — La pequeña se rascó la nuca y siguió acomodando los útiles arriba de la mesa, evitando el contacto visual.
— ¿Qui-quieres que te mues-muestle mis nuevas cal-caltas? — Preguntó entusiasmada. Estaba de moda unas galletas que venían con el empaque unas cartas coleccionables de un dibujito animado muy famoso en Corea. Todo el colegio las coleccionaba, y claro, Chae-Young junto a sus amiguitas no quedaban atrás. Y por esas suertes, el día de ayer su padre le trajo dos cajitas de esas galletas y quería que su compinche viera las geniales y nuevas cartas que ahora tenía.
— Me encantaría, pero... — Tzu-Yu quedó pensando por unos segundos con su pequeño dedo índice pegado a su mentón. Tenía que comunicarle de una manera en que no le duela tanto que ya no podrían ser más amigas. Sus padres le habrían dicho que se alejara de ella al enterarse sobre el rumor de la orientación sexual de ésta. — ...Lo siento. Pero no puedo ser más tu amiga. — Le dijo con un tono un tanto melancólico. A Tzu-Yu le encantaba pasar momentos con su gran amiguita de baja estatura y le dolía demasiado pensar en que tiene prohibido juntarse con ella.
— ¿Pod qué? — El corazoncito de Chae se estrujó. Un mohín en sus labios se hizo presente. — Y-yo... ¿Pod qué? — No sabía el por qué le decía ello, ¿Acaso hizo algo malo para que su amiga de aventuras ya no quiera más su amistad?
— Mis padres no me dejan. — Confesó, demasiado triste.
Chae asintió con lagrimas saliendo de sus ojitos. Se fue a sentar a su pupitre, dejando a Tzu-Yu atrás. Trató de secar sus mejillas húmedas con sus manitas mientras pensaba el por qué todos estaban en su contra.
Hoy no sería un día "perfecto" para Chae. Es más, ¡Sería el peor de todos! Tzu-Yu le habría comunicado que ya no habría una amistad de por medio, y, por si fuera poco, Da-Hyun se había comportado extraño con ella. Cuando la pequeñita fue a saludarla, le tocó el hombro para llamar su atención y Dubu (Como solía decirle) se desesperó para limpiarse la zona que fue tocada.
¿Por qué sus amiguitas ahora eran malas con ella?
La maestra entró al aula y todos los niñitos que se encontraban sentados se levantaron rápido de sus asientos para poder saludarla con una inclinación de 45 ° grados perfectos. Luego, cada uno nuevamente se sentó mientras que un silencio incomodo —pero para la maestra era algo genial— abarcaba la sala.
— Bien. Hoy retomaremos la tarea que nos quedó ayer por completar. — Dijo, haciendo asentir a los niños y hacer que rápidamente saquen sus cuadernos.
Chae-Young puso su cuaderno de color rojo en la mesa y luego se dio vuelta disimuladamente para poder ver a Tzu-Yu. La niña que estaba atrás se dio cuenta de ello, así que hizo un gesto para que Chae prestara atención a la maestra. Cuando se desobedecía a un docente, los niños eran llevados al despacho del director; Tzu-Yu si bien ya no podía ser más la amiga de Chae, no quería que eso pasara. Trató de "ahuyentarla" educadamente y, al ver que la mayor miró hacia sus alumnos, bajó la cabeza rápidamente.
— Son, ¿Puede mirar hacia el frente? — Chae-Young al escuchar su apellido en alto cerró con fuerza sus ojitos. Demonios. Fue descubierta.
— S-sí. Lo-lo siento, maest-maestla. — Le contestó con vergüenza mientras dirigía su vista hacia la pizarra del salón.
— No me hagas llamarte de nuevo la atención.
Todo parecía jugarle en contra. Aun así, la pequeña Chae trataba de mantener una sonrisa; de esas que le generan unos lindos y visibles pocitos en sus mejillas regordetas.
Los minutos pasaban lentamente. Chae odiaba las matemáticas, eso de sumar y restar dos dígitos no le era fácil. Tontos cálculos, hacen marear a la pequeña y lograr que le salga humo de la cabeza.
Luego de unas cuentas hechas las horas de pensar terminaron, dando acceso al receso. La jovencita entregó la hoja con algunas borraduras mal hechas y violentas demasiado visibles.
— ¡Dubu! — Dio unos pequeños brincos hasta llegar con la nombrada. — ¿Jugam-jugamos?
— Es qué... — Da-Hyun miró a la contraria, quién estaba con mucha felicidad encima. Ella sabía sobre ese rumor que le gustaban las niñas, ¡¿Y si Chae la tocaba y le transmitía esa enfermedad?! Su hermano mayor le habría hablado sobre ello hace mucho, y por lo que se ve, no tiene cura. Aun así, aunque lo que Da-Hyun quería lograr era alejarse de Chae, no lo pudo hacer. Dubu era demasiado buena y sus padres le enseñaron que si alguien esta enfermito, tiene que ayudar como sea. No podría dejar a su amiga sola y "enfermita". —... ¿A qué quieres jugar? — Dijo rendida.
— ¡Es-escondite!
— Está bien, vayamos al patio.
Las dos niñas iban caminando mientras las miradas las acechaban. Ninguna de las dos parecía entender el por qué tenían tantos ojos encima, pero eso no les impidió seguir caminando hasta llegar a su destino: El patio de juegos.
Ese patio era normalmente concurrido por los niños de 1° y 2°, donde jugarían al escondite; a las canicas; a la soga; o hasta las atrapadas. Pero cuando uno pasaba a 3°, los chicos al ser "más grandes" no se querrían mezclar con los menores, así que ellos charlaban y se encontraban comúnmente en los pasillos y en la terraza enorme del tercer piso. A los más pequeños esto no le molestaba, ¡Tendrían más lugar para corretear! Y claro, muchos deseaban crecer para ir a la famosa terraza.
Pero todos quedaron sorprendidos cuando unas chicas de 3° pisaron el pasto del patio.
Hirai Momo; Myoui Mina; Im Na-Yeon y Yoo Jeong-Yeon habrían ido hasta allí. Ese cuarteto tenía mala espina para los más pequeños; casi todas se encargaban de hacerle el famoso 'bullyng', menos la japonesa Mina quién no era de meterse con los más chiquitos; ella decía que eso era de cobardes. Directamente, se metía con los profesores y sus compañeros de la misma edad. Aun así, tenía mala fama en el ambiente y, por ende, los infantes le temían. Temían a cada una de las nombradas.
Mientras daban pasos los niños se trataban de apartar de su camino, demostrándoles respeto y sobre todo miedo. Las muchachas siguieron el camino hasta encontrarse con su presa: Chae-Young.
Por otro lado, Chae no estaba prestando atención a quienes estaban detrás suyo, pues ella estaría charlando con Da-Hyun. Pero al ver que su compinche quedó callada y con terror en su rostro al ver hacia el frente, la jovencita se dio vuelta.
Su vista solo se fijó en Mina, quién tenía el ceño fruncido y manos guardadas en los bolsillos de su chaqueta. Chae cada vez que la veía sentía como una maripositas revoloteaban por todo su estómago, dándole cosquillas en esa zona.
— Oye, idiota. — Soltó con un tono bastante grotesco. —: ¿Quién te permitió que gustaras de mí?
Chae quedó callada y bajó su mirada. Trataba de contener sus lagrimas y tragó en seco.
— ¡Te está hablando! — Le gritó Hirai. — Míranos, tonta.
Da-Hyun dio dos pasos hacia atrás sin quitarle la vista a su amiga, quién parecía demasiado asustada.
Mina al no obtener ninguna respuesta, prosiguió hablándole de mala manera. —: ¡¿No te das cuenta de que das asco?!, ¡Gustar de otra chica es un error! O, mejor dicho: ¡Tú eres un error!
El silencio reinaba cada zona del patio. Todas las miradas se las llevaba Chae-Young y hasta algunos sentían pena por ella.
— La próxima, juro que te golpearé ¡Y nadie me frenará!— Escupió con asco Myoui. No solo le daba rabia que una niñita guste de ella, sino también que ésta no le respondiera y se quedara callada como una idiota. Trató de contenerse y dio media vuelta para irse de allí con sus compañeras.
El corazón de Chae-Young se terminó de romper en miles de pedazos, causándole tanto dolor que empezó a sollozar mientras estaba parada como estatua en el medio del lugar.
A sus siete años, Chae-Young sintió por primera vez el rechazo en el amor.
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