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129cm De Maldad
"Invitación"
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Era un bello día.
Un bello día para hacer alguna travesura.
Mina estaba concentrada con los botes de pintura de su papi. Éste le habría regañado por "molestar", y también maltratado a su querida nona. Así que la jovencita decidió darle un estilo único al coche lujoso de su progenitor.
Las pinceladas iban de aquí para allá, mientras la furia de Mina se iba calmando, y ahora algunas gotas color verde formaban pequeñas manchas en la ropa costosa de la jovencita.
El lujoso coche de color rojo ahora tenía una capa de personalización única. Verde, morado, y marrón, formaban parte de la paleta de colores del auto.
Para Minari era tan injusto, ¿Por qué su padre no le daba importancia? Ella solo quiso ayudarle con sus trabajos y él solo la retó. Su madre, cómo siempre, nunca la defendía. Y cómo si fuera poco, su nona fue víctima de las palabras horribles salientes del hombre, haciendo que la señora mayor se le escapasen algunas lágrimas. Para Mina los adultos también tendrían que ser castigados cuando se comportan mal, así que decidió darle un merecido, metiéndose con lo que más ama y cuida en el mundo.
Pero ahora quedaba un pequeño problema: Cuando su padre vea el desastre, la mataría. Ella se imaginaba sin cabeza. Así que, al terminar de hacer la travesura, se fue en sigilo por la puerta del jardín trasero encaminando hasta el parque más cercano.
En el camino iba pateando una lata de gaseosa, con la cabeza gacha y pensando en cómo escaparse para siempre de su casa. Sabía que si volvía su padre estallaría, y no quería ser víctima de algún golpe.
De tanto pensar, dejó de prestarle atención a la calle, e inconscientemente seguía pateando aquella lata. En un momento el objeto de aluminio fue frenado por otro pie, y ésta ni se había enterado.
— Oye...
La vista de la pequeña Myoui se elevó hasta toparse con ese idiota que se creé genial con su motocicleta. Así es, el hermano de Son Chae-Young estaba varado frente a ella. El muchacho estaba arriba de su vehículo, con uno de sus pies aplastando la lata.
— ¿Qué demonios quieres? Si me tocas, juro que gritaré. — Lo amenazó, fulminándolo con la mirada.
El joven viró la vista. — Sabía que vivías por aquí... Tú eres la prima de Jae-Bum ¿Cierto? Sé que ese idiota está a unas calles, así que tú mansión debería estar entre estas casas lujosas... — La pequeña no le dio ninguna respuesta, y con su mirada de odio, lo seguía observando. Él solo suspiró. —: Escucha, ricachona... Mi hermana tiene un regalo para ti, pero nunca pudo dártelo porque le generas miedo. — Tae-Hyung dejó de apoyarse en el asiento de la moto para abrir la cajuela. De allí, sacó un oso muy colorido; demasiado colorido para Mina. El joven estiró su brazo para dárselo, pero Myoui no tenía ninguna intención de agarrarlo. — ...Por favor, agárralo. Es un obsequio de parte de mi hermana.
— ¿Y por qué debería aceptarlo? — Soltó con arrogancia.
— Porque es un regalo con mucho amor.
— Tu hermana es una idiota. — Agarró bruscamente al oso y lo miró con asco. — Servirá para quitarme la ira.
— C-cuídalo.
— Es un obsequio, tonto. Ya está en mis manos, y puedo hacer lo que quiera con él. — La niña nuevamente dio un vistazo al peluche y siguió con su camino, dejando atrás al motociclista.
— ¡Oye! Si algún día quieres ir a nuestro hogar para hablar con Chae...
Mina se dio la vuelta; enojada, con la intención de interrumpir lo que el muchacho iba a decir. —: ¡No quiero saber nada de ella!, ¿No entiendes? ¡La odio!, ¡La odio demasiado! — Ahora sí. Decidió terminar la charla e irse corriendo hacia el parque.
Al llegar, luego de una gran corrida y perdiendo de vista al mayor, se sentó en un asiento aislado. Por enésima vez le echó una mirada al osito.
— Tiene cara de tonto, tan tonto que es bonito... cómo Chae-Young.
Imagínense a Mina así:
Y a Chae así:
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