Desde niña he pensado que las personas llegan al mundo con un propósito y cuando lo cumplen se van al cielo. Una vez leí en un libro que las personas que cumplían ese propósito, se transformaban en el elemento que más amaban bien sea el mar, el cielo, las estrellas, los animales, el aire.

Porque así se iban a la vida eterna, a ser felices y a descansar. Se sumergían en un sueño profundo que les brindaba esa paz que tanto anhelaban, ya no había dolor, ya no había sufrimiento, sólo había felicidad.

Así es como pienso que será cuando cumpla mi propósito en esta vida, pero a medida que pasaba el tiempo, comprendí que la muerte no dolía para los que ya se fueron sino para los que se quedan y extrañan. Para aquellos quienes conservan en sus recuerdos los momentos que vivieron con los que amaron y ahora ya no están.

Sin embargo, el sentimiento de pérdida sede ante la esperanza del pensamiento que ellos están bien y por fin pueden vivir sin sufrir, por fin pueden estar bien.

Y con ese pensamiento en mí, me agacho y toco la tumba de mis padres. 20 de febrero del 2021. Se observa en la placa dorada que está encima de la piedra que los cubre. Ese día perdí a las dos personas más importantes de mi vida, la razón por la que hoy suspiro mirando al cielo buscando respuestas, aquellas que me indiquen el camino a seguir, aquellas que me indiquen el próximo paso a dar.

Ahora me encuentro sola en este mundo, no tengo un hogar, pero sí tengo una casa. No estoy triste, pero no siento nada. No tengo padres, ni hermanos, ni tíos ni abuelos. Entonces ¿Qué tengo? la respuesta es muy sencilla, nada, no tengo nada.

Devuelvo mi mirada hacia el auto rojo que me espera en la entrada del cementerio y me dirijo hacia él. Allí se encuentra Isabella, la amiga con la que ahogué mis penas de amor en vicios cuando Hunter y yo terminamos, hace algunos años atrás. En ese momento tenía muchas cosas que perder si me sumergía en el mundo del alcohol y las drogas, pero ¿ahora?, ahora como no tengo nada ni nadie que perder, puedo ahogar mis penas y calmar el dolor de mi alma con el líquido amargo y un poco de tabaco.

Total ¿Qué tengo que perder?

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Día 1

La música del club retumba en mis oídos como punzadas que van a mi cabeza. La pequeña voz de mi conciencia me dice que me detenga, que ya es suficiente, que vaya a casa y descanse, que mañana será mejor, pero la parte lúcida que me queda es la que está llena de dolor y me dice que continúe, que el dolor volverá si me detengo y no quiero que eso pase.

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Día 8

Abro y cierro mis ojos tratando de que mi vista vuelva a la normalidad, puedo visualizar de manera borrosa una silueta que se acerca a mí y cuando está lo suficientemente cerca logro ver que es Isabella y trae dos copas en sus manos.

— ¿Qué es eso? —pregunto levantándome del sillón en el que estaba.

—Pruébalo, te gustará— dice inclinando el vaso hacia mis labios obligándome a tomar el líquido que contiene.

Es ácido y dulce, no logro saber en qué momento me lo termino y pido otro. Así sucesivamente hasta que pierdo la noción del tiempo.

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Día 20

Me encuentro arreglándome para salir otra vez, llevo saliendo varias semanas. De fiesta en fiesta, de bar en bar junto con Isabella. Cada día es la misma rutina toda la noche en fiesta hasta la madrugada, ir a casa, dormir algunas horas para que la resaca disminuya y alistarse para salir otra vez. Al principio el dolor se fue, pero hoy es diferente siento un raro vacío en mi pecho, no sé si es causa de lo que fumé ayer o soy yo misma pidiéndome que pare.

Pero no lo haré, no quiero que el dolor vuelva, solo tengo que aumentar la dosis y ya está. Digo para mí misma, convenciéndome de que estoy haciendo lo correcto, que así puedo estar bien.

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Día "no sé porque perdí la cuenta"

Abro mis ojos mientras reparo el lugar en el que me encuentro. No tengo ni idea de dónde estoy. Me levanto del lugar en el que estaba que al parecer era una cama o el intento de una, para buscar la salida de la habitación y de la casa en la que estoy. Hay personas durmiendo por todas partes, me dirijo a la salida y el sol quema mi vista. Mi cabeza iba a explotar del dolor, debía parar, no podía seguir así.

¿Por qué estaba haciendo esto?

¿Qué pensarían mis padres si me vieran ahora?

Probablemente estarían decepcionados de mí, de lo que me he convertido.

Necesito parar y cambiar mi vida antes de que sea muy tarde.

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Me encontraba acostada mirando el techo de mi habitación mientras que sonaba la canción de Britney Spears- Everytime.

Pensaba en lo que había sido mi vida los últimos meses, un completo desastre, tenía que levantarme y seguir adelante, no podía simplemente hundirme en el dolor y dejar mi vida a la deriva.

Me levanté de la cama y me dirigí hacia la ventana mirando la unión entre el cielo y el mar, los colores del atardecer se veían reflejado en el horizonte y la unión de estos dos era casi indefinible. Fue en ese momento cuando me imaginé mi teoría en mis padres.

Mi padre era el mar, fuerte, misterioso y majestuoso, reflejaba mucho respeto e incluso podía llegar a dar miedo, pero era increíble. Mi madre era el atardecer, colorida, divertida, amable y hermosa, siempre dejando impactados a todo el que la viera y dejando marcas en los corazones con su belleza y sabiduría. Amos formaban el paisaje perfecto, un paisaje que reflejaba su amor incondicional, un paisaje que sabía que quedaría en mi memoria para siempre y que cuando los quisiera recordar, mi cerebro contemplaría la imagen de la unión entre el mar y el cielo, asegurándome de que ahora están bien, están felices y están juntos para siempre.

Yo esperaba algún día encontrar un amor así, que fuera incondicional, que no doliera y fuera para siempre, sin embargo, cada vez me estoy resignando más que nunca voy a encontrara a la persona que vea el cielo de la misma manera que yo, que encuentre formas en las nubes y me cuente sus sueños, que sea un soñador como yo solía serlo. Quiero recuperar mi luz, pero la verdad es que no sé cómo hacerlo.

Mientras seguía observando el paisaje, me di cuenta de que por fin pude sentir felicidad en mi corazón después de tanto tiempo, me quedé contemplando el paisaje hasta que los colores desaparecieron junto al sol y la noche hizo presencia con la luna en su esplendor más bello. La brisa era fresca esa noche, quería hacer las cosas bien, quería vivir bien y es por eso que comencé mi búsqueda de la felicidad, me propuse ser feliz y lo iba a cumplir costara lo que costara.

Iba a buscar mi final feliz, aunque no fuera con un amor a mi lado...

Comencé a buscar trabajo y di con uno perfecto para mí, en el poco tiempo de universidad que tuve, adquirí conocimiento sobre el periodismo y su mundo. Vi que estaban ofreciendo un trabajo para tomar fotos para un periódico en Rusia, era lejos y no conocía a nadie. El único requisito era saber hablar inglés perfectamente, tomar buenas fotos y saber editarlas. Al cumplir todos los requisitos, decidí mandar mi curriculum y a los días me llegó la respuesta de que había sido aceptada.

Necesitaba un nuevo comienzo, una nueva vida, volver a empezar.

Seguir adelante para vivir y ser feliz o al menos intentarlo.

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