Amor rojo❤️(parte 1)
Moscú... había escuchado de esta ciudad en películas y libros y decía que era bella, pero cuando la ves en persona es una experiencia completamente indescriptible, es bellísima. La catedral de San Basilio es enorme y muy colorida, la mayoría de los edificios más antiguos parecen sacados de un cuento de hadas, todo es muy bello.
Llegué hace dos semanas y me estoy quedando en un lindo apartamento que me asignaron, el periódico me dio casa y hasta un auto para manejar. Me dieron una linda bienvenida y eso me hizo sentir muy bien, pero definitivamente la vista es la mejor que hay, la ciudad de noche es espectacular, las luces que reflejan los edificios y las fuentes son tan lindas, me recuerdan a un nacimiento en navidad.
Hoy será mi primer día en el periódico y estoy un tanto nerviosa, pero me emociona que por fin trabajaré en algo que me gusta y a lo que me quería dedicar por lo que de alguna manera estoy comenzando a cumplir mis sueños.
Espero que hoy sea un buen día y que mis nervios no me ganen para poder hacer amigos.
Llegué a la oficina a tiempo, era un gran edificio con más de 50 pisos y en lo alto se observaba Moss Publish, que era el nombre del periódico. Subí hasta el piso 30 que era el cual yo iba a trabajar, ese era el piso que se encargaba de colocar los títulos y las imágenes, los demás eran de recursos humanos, administración, los escritores y los últimos 5 pisos eran de los jefes. Al llegar una señorita me recibió y me indicó mi escritorio, eran cubículos espaciosos con grandes ventanales que daban vista a la ciudad.
A mi lado se encontraba otra chica que se veía sumergida en su trabajo, por eso no la quise molestar. Luego de que me asignaron mi cámara y unas fotos que debía editar y mandar una mano tocó mi hombro.
Era la chica que había visto en el cubículo vecino, nos presentamos y estuvimos hablando un rato, era una australiana llamada Kali, era muy amable y me invitó a salir en la noche por unas bebidas y por supuesto le dije que sí, se veía muy buena persona.
¿Qué podía salir mal?
Para: Chris Rossar
De: Angelique Bagley
Asunto: No hables
Fecha: 23 mayo 2021- Moscú/Rusia
Llegamos a un bar que estaba cerca de la plaza roja, eran alrededor de las 6 de la tarde y las calles estaban llenas de gente y el bar aún más.
Pedimos nuestras bebidas mientras hablamos sobre nuestros países y el trabajo.
—Oye y ¿Cuánto tiempo llevas trabajando para Moss? — pregunté tras acabarme mi bebida y pedir otra.
—Llevo como dos o tres años más o menos, me encanta trabajar allí además los jefes son muy buenos y no solo hablo de su personalidad— respondió Kali con sonrisa pícara.
—Todavía no los he conocido, pero la mayoría de los jefes de grandes compañías siempre son buenos— dije guiñándole el ojo.
—Y ¿Qué me cuentas de tu vida amorosa? Hay algún novio o pretendiente por ahí.
—No, no, nada que ver, tenía un novio, pero desapareció— mencioné como si fuera lo más normal del mundo.
Kali casi escupe su bebida y me pidió los detalles, seguimos hablando por un par de horas más hasta que ya eran alrededor de la 1 o 2 de la mañana y sugerí que nos fuéramos, pero Kali tenía otros planes.
—Angie, unos amigos me están invitando para un sitio ¿Quieres venir? — preguntó jalando mi brazo hacia el taxi.
—Claro— dije sin pensar, el alcohol en mi sistema había hecho efecto y aunque no estaba tan borracha ya comenzaba a arrastrar las palabras.
El taxi se detuvo en frente de un edificio abandonado de aspecto tétrico, pasamos por unos callejones hasta llegar a una puerta donde se encontraba un hombre musculoso lleno de tatuajes, pelón y con una cicatriz enorme en la cara.
Su expresión daba miedo y esta estaba haciendo efecto en mi haciendo desacelerar mis pasos, sin embargo, Kali me jaló nuevamente y con una seña el hombre nos dejó pasar.
Pasamos por unos pasillos que nos llevaron a unas escaleras, después de pasar varias puertas llegamos a un amplio sótano que parecía una especie de coliseo raro, había alrededor de 3mil personas allí y en el medio había un ring de boxeo. Observaba a las personas del lugar y parecían salidas de una película de motociclistas de los 70's, todos usaban chaquetas de cuero, fumaban hierba y tenían tatuajes.
¿Qué es este lugar?
Si quiera ¿es legal? Porque da vibras de todo menos eso.
Me estaba comenzando a asustar porque las personas me observaban como si me quisieran asesinar, pero luego de un rato dejé de prestarles atención.
Avanzamos hasta el frente, quedando bastante cerca del ring de boxeo y cuando volteé a ver a Kali, esta parecía estar buscando algo con la mirada hasta que por su sonrisa pude asimilar que lo había encontrado.
—Kali ¿Dónde está tu amigo? — pregunté mirando alrededor buscando no sé qué.
—-Allí está— señaló al hombre que estaba entrando en el ring por la parte izquierda.
Era un pelinegro de ojos claros lleno de tatuajes, tenía una barba la cual se veía arreglada y en su marcado abdomen mostraba el tatuaje de una calavera. El hombre dirigió su mirada hacia nosotras posando sus ojos unos instantes en mi para luego mirar hacia la persona que estaba indicando los que iban a hacer en el medio.
No entendía muy bien lo que estaba hablando, pero de un momento a otro el hombre que estaba del lado opuesto al del amigo de Kali se abalanzó sobre él y comenzaron a pelear.
Me alarmé al instante porque la gente gritaba apuestas, gritaban nombres y palabras en ruso las cuales no lograba entender, pero entre los suburbios veía al amigo de Kali, de vez en cuando me dedicaba una que otra mirada para luego propinar golpes hacia su adversario, la pelea culminó saliendo victorioso el musculoso hombre del tatuaje de calavera.
Luego de que la gente se calmó, este se acercó a nosotras con una mirada cazadora.
—Rossar, otra vez lo volviste a hacer— pronunció Kali abrazando a su amigo, mientras este no me quitaba la mirada de encima.
—Sabes que siempre voy a ganar, sino lo supiera no te hubiera invitado y ¿no me vas a presentar a tu amiga? —dijiste señalándome con el mentón.
—Oh sí claro, ella es Angelique mi amiga y él es...— Kali no alcanzó a presentarte porque te adelantaste.
—Chris Rossar— dijiste agarrando mi mano para luego besarla— a tus servicios— pronunciaste de manera seductora.
—Ah, gracias... creo— dije separando nuestras manos.
—Kali, ya me tengo que ir si, nos vemos el lunes— anuncié dirigiéndome hacia la salida.
Pero el ruido de las sirenas de policías me alarmó hasta que un brazo me agarró llamando mi atención para luego jalarme junto a él. Nos escabullimos entre la gente hasta quedar en un callejón de la avenida. Me di cuenta de que eras tú y cuando estaba a punto de reclamarte por llevarme a ese lugar tapaste mi boca con tus manos.
Pude repasar tu rostro más de cerca y a diferencia de la mayoría de las personas que se encontraban en aquel lugar tú no tenías cicatrices en tu rostro, solo una al costado de tu cuello, pero no se notaba casi.
Estaba comenzando a tranquilizarme, pero luego escuché unos disparos y los gritos de unos policías, mis ojos se encontraron con los tuyos y estos no mostraban ni una gota de miedo a diferencia de los míos que desbordaban temor.
—Nos vamos a morir, yo no me quiero morir ahora, tengo una vida por delante, soy muy joven, no he hecho nada en mi vida, no me casé, no tuve hijos, no hice nada, quién me mandó a venir para acá, yo no...— pero unos labios interrumpieron mis palabras.
Me estabas besando mientras que alrededor de nosotros había un caos, sin embargo, hice caso omiso a la situación y profundicé el beso, después de unos segundos mi parte racional salió a la luz y nos separó, en el momento que iba a darte una cachetada y a reclamarte, tu brazo detuvo al mío, acorralándome en la pared y volviendo a unir nuestros labios .
Tras unos segundos los disparos cesaron, pero las voces seguían gritando, al separar nuestros labios nuestros ojos se encontraron, tus ojos estaban oscurecidos y mostraban deseo mientras que los míos seguían mostrando miedo. Cuando volví a hacer el ademan de hablar, me interrumpiste posando tu dedo en mis labios.
—Veo que te gustaron los besos porque sino te quedarías calladita, además dudo que quieras ir a la cárcel, pero si quieres seguir hablando yo no tendré problema en seguir callándote con mis labios— dijiste susurrando en mi oído.
Opté por quedarme callada, porque no iba a permitir que un extraño me siguiera besando para que me quedara callada y claramente no quería ir a la cárcel.
Pasaron unos minutos y los murmullos cesaron, me hiciste una seña para que te siguiera hasta que quedamos en el medio de un gran patio, fue en ese momento donde me alteré.
Volteé a verte y te propiné una cachetada que me dejó doliendo la mano.
—¿Por qué hiciste eso? — te estabas acercando más a mí, pero te detuve dándote otro golpe.
—No se a lo que te refieres.
— ¡Pues tú que crees!, ¡me besaste sin yo pedírtelo y sin conocernos!, ¡me arrastraste a un callejón contigo y me amenazaste con ir a la cárcel!... ¿Quién diablos eres? — pregunté tratando de calmarme.
—Soy la persona que te acaba de salvar y a la que le acabas de pegar por ello— dijiste en tono sarcástico— tienes un buen gancho, aparte de hermosa eres ruda ¿Qué más escondes? — preguntaste acercándote de nuevo a mí.
—Además deberías agradecerme que no te dejé morir, ni siquiera se cómo una persona como tu está en lugar como estos— dijiste a centímetros de mi cara.
—Primero que todo no tengo que agradecerte nada porque yo no pedí que me salvaran y segundo yo estoy donde me da la gana, ni tú ni nadie me dices qué hacer— respondí mirándote a los ojos.
—Yo no salvo a las personas sin que me den algo a cambio y tú bonita no serás la excepción— concluiste posando una de tus manos en mi mejilla.
Mi cabeza estaba tratando de procesar todo lo que acababa de pasar y no lograba entender nada, de un momento a otro me comencé a marear y traté de apartarte porque quería ir a casa.
—Estás bien?, te pusiste pálida— preguntaste frunciendo el ceño.
—Sí, estoy bien, solo... solo quiero ir a casa...— y después de pronunciar la última palabra con dificultad caí al suelo perdiendo el conocimiento.
Aunque nunca sentí el golpe.
(........)
Me removí entre las suaves sábanas abriendo los ojos, miré al techo unos segundos tratando de recordar cómo había llegado a mi casa.
Me volteé hacia la ventana y en vez de mi ventana que daba a la ciudad me encontré con un balcón con vista al bosque. En ese momento mis sentidos se activaron y comencé a alarmar. Me levanté bruscamente de la cama y repasé la habitación en dónde me encontraba, era gris, muebles de madera, parecía ¿una cabaña?
¿Dónde estaba y quién me había traído aquí?
Trataba de recordar el día anterior, pero tenía lagunas sobre la noche, recordaba haber bebido con Kali y luego ir a otro sitio, después recuerdo un rostro masculino, pero más nada. Mi cabeza dolía horrores, así que busqué el baño de la habitación.
Luego de lavarme los dientes y refrescarme un poco salín de la habitación y efectivamente tenía toda la pinta de ser una cabaña.
Perfecto, un loco me raptó y me trajo a una cabaña en el bosque para luego matarme y que nadie se entere. Avancé unos cuántos pasos hasta que me detuve bruscamente, miré hacia mi atuendo y vi que tenía la camisa de un hombre.
¿Me vio desnuda?
Pues que pregunta más tonta Angelique, obviamente que sí porque tú no traías esta ropa anoche.
Miré hacia mis alrededores y observé un jarrón alargado, me serviría para atacar a quien sea que me haya traído para este sitio. Agarré el jarrón de manera amenazadora y bajé las escaleras de puntitas, en la cocina pude divisar la espalda de un sujeto, asumí que ese era mi secuestrador por lo que me acerqué más a él y cuando estaba a punto de darle un golpetazo en la cabeza...
Se volteó y su mano detuvo el jarrón antes de que este siquiera lo rosara.
—Pero ¿qué haces Angelique? — preguntó el hombre alterado— Por Dios casi me matas... ¿No me recuerdas? — Su cara, tu cara... anoche... disparos... peleas... besos....
Ay Dios, todas las imágenes de anoche pasaban por mi mente rápidamente haciéndome recordar.
—Tú... ¿Eres Chris cierto? El tipo raro de anoche que me besó y me dijo que me salvó la vida— escupí las palabras con molestia. — ¿Por qué me trajiste aquí?... Eres un pervertido, primero me besas porque te da la gana y luego me cambias de ropa, ¿Qué sigue? Me drogarás y luego...— mis palabras se vieron interrumpidas por tus labios.
Me aparté rápidamente a diferencia de anoche, te miré de mala manera limpiando mis labios con el borde la camisa.
—Se te está haciendo una mala costumbre hacer eso— dije reprochándote.
—Y a ti se te está haciendo mala costumbre comportarte como una niña alterada gritona... y antes de que sigas con el drama te explicaré, anoche te desmayaste, luego te traje a mi casa para que pasaras la noche, te vomitaste toda tu ropa y TÚ misma te cambiaste con una de mis camisas...— aclaraste acercándote a mí.
Ay sí es verdad... pero no lo admitiré.
—Ahora sí creo que me debes más de una disculpa bonita— seguiste con intenciones de volver a besarme, pero me aparte antes de que eso sucediera.
—Yo no te debo nada y mucho menos una disculpa, solo quiero irme a casa— respondí cruzando los brazos sobre mi pecho.
Al ver como tu mirada se dirigía hacia otros lugares desasí mi agarre más enojado.
—Ey, la miradita arriba que mi cara está aquí y por si no me escuchaste te dije que me llevaras a casa... ¿Qué estás esperando? — pregunté.
—Que me lo pidas con amabilidad— respondiste con una sonrisa seductora.
— ¿Amabilidad? Ja, claro.... Háblame de amabilidad cuando tú la sepas utilizar... muévete y llévame a mi casa— dije alterada.
—Está bien, está bien... ya, ya no grites que me desesperas— dijiste agarrando las llaves de lo que suponía era tu auto.
Busqué mi ropa en la sala y me cambié rápidamente aprovechando que no podías verme, dejé la camisa doblada en el mueble y salí apresuradamente por la puerta.
Pero al salir y ver lo que tenías en frente, mis niveles de estrés sobrepasaron mi cerebro.
—No, no, no, no y no. Por supuesto que No— dije señalando la moto.
—Ah bueno, entonces te quedarás aquí, conmigo hasta que me devuelvan mi carro que un amigo se lo llevó esta mañana y no sé cuando va a volver... podría ser en unas horas o unos días, quizás semanas...
—Ok, ok, bien, vamos en la moto— dije caminando hacia el artefacto.
¿Se me había olvidado mencionar mi temor hacia estos aparaticos?
Sí, pues bueno ahora lo saben, me aterran las motos, nunca me había subido a una, pero con toda la razón del mundo, eran peligrosas y ruidosas y simplemente no.
Me subí en ella e involuntariamente me abracé a tu cintura cerrando los ojos para que el camino fuera más corto.
—Si quieres te sujetas más fuerte y me dejas sin aire— dijiste en tono sarcástico, pero mi mal humo había cambiado por miedo.
—Lo siento— me disculpé suavizando mi agarre.
—Oye, no lo decía en serio, agárrate fuerte— dijiste agarrando mis manos para posarlas en tu cintura.
Y arrancaste la moto, traté hacer que el miedo desapareciera, pero mientras acelerabas lo único en lo que pensaba era en rezar para que este no fuera mi final.
Me sujetaba cada vez más fuerte de ti con miedo a caer y sentía el viento en mi cara, entreabrí un poco los ojos, pero inmediatamente los volví a cerrar. Y en un dos por tres llegamos a mi edificio.
Me bajé de la moto rápidamente y te entregué el casco estaba a punto de agradecerte, pero hiciste de las tuyas para que mi enojo volviera.
—¿Y mi beso de despedida?— preguntaste apuntando hacia tu mejilla.
—Aquí tienes tu beso de despedida— dije mostrándote el dedo corazón y volteándome para entrar en mi edificio.
— ¡Mañana paso por ti para ir a un lugar! — gritaste.
— ¡No gracias!— respondí sin voltear.
—No te lo pregunté, solo te avisé, te envío un mensaje cuando llegue— dijiste para finalmente irte.
Me permití voltear para ver como te alejabas mientras me decía a mi misma que no te volvería a ver. Y eso estaba perfecto porque sentía que solo me traerías problemas.
Un momento... ¿Mensaje? ¿Cómo que mensaje?
¿Tenías mi número?
💙💚💜❤️🧡
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