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Amor naranja🧡(parte1)

Felicidad, térmico el cual nos dedicamos la mayor parte de nuestra vida a encontrar, sin embargo, la mayoría de las veces nos equivocamos de lugar. Algunos la encuentran en su trabajo, otros en sus hogares y otros en personas. Yo soy parte del tercer grupo, los que encuentran la felicidad en alguien especial, en esa persona que al despertar me brindaba la más cálida y sinceras de las sonrisas, en esa que lloraba cuando tenía hambre o necesitaba que yo estuviera cerca, en esa que se quedaba dormida en mi pecho escuchando el sonido de mi corazón, en esa que me ama tanto como yo la amo a ella.

6 meses después...

Mis ojos se estaban cerrando involuntariamente mientras me paseaba alrededor del cuarto meciendo a Amalia en mis brazos. Estaba tratando de dormirla para que lograra descansar, aunque sea un poco, hoy la había llevado al doctor y le habían colocado una vacuna, nunca pensé que mi corazón fuera capaz de arrugarse tanto y sentir tanto dolor en tan solo un segundo. Me sentía culpable por el llanto que soltó cuando la aguja le picó, pero sabía que era por su bien por lo que tuve que ser fuerte para no llevármela de ahí corriendo de ahí y aliviar su dolor.

Cuando sus ojitos terminaron de cerrarse la llevé a su cuna y me quedé un rato contemplándola. Era la bebé más hermosa y no lo decía solo porque era mi hija sino porque de verdad lo era. Tenía las mejillas redondas y rosadas, sus ojos eran una combinación entre el azul del cielo y del mar, su boca era tan rosada como las fresas y su cabello rubio oscuro. Era perfecta, su risa, sus balbuceos, las caras que ponía cuando algo le gustaba o cuando no, simplemente la perfección hecha persona.

Me senté en la silla mecedora que estaba junto a su cuna y me quedé dormida, perdida entre sueños en los que la felicidad era lo único que existía.

Para: Mark Graham

De: Angelique Bagley

Asunto: A la luz de la luna somos uno.

Fecha: 9 de noviembre de 2023- París/Francia

El llanto de un bebé hizo que me despertara de golpe, al principio estaba un poco desorientada, pero luego volteé y los ojos llorosos de Amalia impactaron con los míos y ya me terminé de despertar.

—Ya mi amor, ya mami está aquí— la levanté y su llanto fue cesando poco a poco.

Le cambié el pañal y la llevé a la cocina, eran alrededor de las 6 de la mañana y el sol apenas estaba saliendo. Acerqué a Amalia a la ventana y observamos el paisaje, los colores del amanecer se mezclaban con las nubes y creaban un panorama digno de ser pintado, me perdí entre los colores hasta que un jalón de mi cabello me hizo volver al momento.

—Ya sé princesa, sé que tienes hambre, pero no le puedes jalar el cabello a mami— me dirigí con Amalia a la cocina y la senté en su silla mientras le preparaba la leche.

Hoy era el día libre de la señora María, ella era la encargada de la cocina junto con Marta que se encargaba de limpiar la casa. La mayoría de las veces cuando Amalia dormía conversaba con ellas y las ayudaba, a pesar de que al principio se resistían terminaban cediendo de tanto que insistía. Había encontrado un gusto enorme por la cocina y la señora María conocía tantas recetas que cada vez que hacía una nueva me la enseñaba. Todos los que trabajaban en la casa estaban encantados con Amalia, la tenían tan consentida como fuera posible y eso me agradaba, que Amalia creciera en un ambiente rodeada de amor y de personas que la querían.

Cuando estaba a punto de voltearme para darle la leche a Amalia unos brazos me rodearon la cintura y supe que eras tú.

—Buenos días preciosa— musitaste dejando un beso en mi cuello que me hizo estremecer.

—Buenos días— me limité a responder.

Te acercaste a Amalia y dejaste un beso en su frente que hizo que te agarrara de la corbata y te jalara de nuevo hacia ella, soltó una ruidosa risa cuando comenzaste a hacerle cosquillas y ella seguía repitiendo lo de la corbata.

Me acerqué disfrutando la escena, pero de un momento a otro me comenzaste a hacer cosquillas a mí, a lo lejos podía escuchar la risa de Amalia gracias a mi risa y a lo que le decías.

Después de unas cuantas risas más, desayunamos juntos mientras Amalia se tomaba el tetero en mis brazos, respondiste algunas llamadas de trabajo hasta que detuviste tu mirada firme sobre la mía y no sé cómo supe que algo estabas tramando.

—Tengo una sorpresa para ti— soltaste sin más.

—Mark, sabes que no me agradan mucho las sorpresas.

—Créeme que te gustará... confía en mi— dijiste levantándote de la mesa para luego darme un casto beso en la comisura de los labios y salir de la cocina.

Confiar, una palabra, 7 letras y qué difícil era emplearla. Confiaba en ti, claro que lo hacía, llevábamos alrededor de 4 años conociéndonos y habías sido todo un sol, pero desde hace algunos meses las cosas no eran iguales y ambos lo sabíamos.

Solo esperaba que esta vez todo saliera bien, no quería otro fallo, no quería otra desilusión.

(.....)

Llegó la noche y Amalia calló rendida a penas terminó de comer, había estado jugando todo el día gateando por toda la casa y yo persiguiéndola. Yo también estaba agotada, sin embargo, me habías mandado un mensaje que a penas Amalia se durmiera fuera a la habitación de invitados y luego a la terraza, seguí las instrucciones al.pie de la letra y cuando llegué a la habitación mi cara de sorpresa fue inmediata.

Sobre la cama estaba posado un vestido color salmón de tiras, junto con unas zapatillas blancas y un collar que brillaba más que un millón de estrellas juntas. Al ponérmelo me miré en el espejo y el reflejo que vi me hizo escapar un raro sonido de impresión.

Mi cuerpo había cambiado y no me había detenido a observarlo, mis curvas eran más anchas, mis pechos un poco más grandes, mis cachetes estaban más redondos y mi vientre ya no estaba plano como antes. Me paseé por cada cambio que había tenido, tenía unas ligeras líneas transparentosas en mi pecho, mis hombros estaban más anchos, tenía los tobillos un poco hinchados y mis muslos habían aumentado su tamaño. Un pensamiento fugaz se cruzó por mi mente, pero decidí omitirlo, me veía diferente, mi cuerpo había cambiado completamente, pero al recordar la razón una sonrisa apareció.

El vestido que habías escogido para mi resaltaba toda mi belleza, después de ponerme un poco de maquillaje salí a la terraza y me encontré con tu espalda, debiste notar mi presencia porque te volteaste y me dirigiste la más sincera y brillante de las sonrisas.

Me guiaste hasta el interior de la terraza y fue ahí cuando pude observar, una mesa, dos sillas, muchas velas, dos copas, una botella de champan y dos corazones latiendo frenéticamente.

Tu pecho estaba recostado en mi espalda por lo que podía escuchar tu respiración agitada y el rápido latir de tu corazón. Al principio pensé que eran ideas mías, pero luego sentí que nuestros corazones estaban latiendo en un mismo compás y eso me hizo sentir que estaba en el lugar correcto.

—Estas hermosa— dijiste acomodando la silla para que yo me sentara.

Me limité a sonreír y a sentarme, aunque el sonrojo que se posó en mis mejillas me delató un poco.

—¿A qué debo el placer de esta velada? — pregunté cuando comenzaste a servir la champaña.

—Bueno, quería hacer algo lindo para ti porque eres una madre increíble y porque quería pasar una noche a solas contigo— sonreíste con picardía.

Ok, estaba decidida, definidamente te me habías estado insinuando desde hace varios meses y yo también te seguía el juego de la coquetería, sin embargo, esta noche estaba decidida a aclarar las cosas y si era posible llevar la situación a un siguiente nivel. Me gustabas lo suficientemente como para ser yo la que diera el paso por lo que, si tú no lo dabas, sin duda lo haría yo.

—Bueno entonces creo que es la oportunidad perfecta para agradecerte, sé que ya lo he hecho en varias ocasiones, pero de verdad estoy muy agradecida contigo Mark, por tu amistad de todos estos años, por estar conmigo siempre y ayudarme— suspiré— creo que nunca me alcanzaran las palabras para agradecerte.

Agarraste mi mano por encima de la mesa y depositaste un beso en ella.

—Sabes que no tienes nada que agradecerme, todo lo que hice lo hice por ti, porque me importas y porque eres mi mejor amiga.

Mejor amiga, La palabra retumbó en mi mente unos cuantos segundos, hasta que reaccioné. ¿Cómo que mejor amiga? ¿me acababas de mandar a la friendzone? Llevábamos meses coqueteando ¿o no?

Esto es insólito, yo no puedo tener tan mala suerte en esta vida con el amor.

¿Será que yo me confundí? ¿Entendí mal las señales? ¿Pero y el beso que me diste cuando nació Amalia? De seguro fue la adrenalina y la emoción del momento, pero aun así... pensé que estábamos en la misma página.

Ya veo que no, me tomé unos segundos para fingir que las palabras no me habían dolido y te sonreía, aparte mi mano de la tuya y tomé un gran trago de la copa.

—Voy a traer la cena, no me tardo— me guiñaste el ojo para luego levantarte y desaparecer por la puerta.

Tal vez eras muy coqueto porque así era tu personalidad o tal vez tratabas así a todo el mundo, pero eso no evitaba preguntarme ¿por qué me sentía especial cuando me tratabas así? Y si así era tu personalidad ¿por qué al principio no fue así conmigo?

Mis pensamientos se disiparon cuando volviste con la cena y nos dispusimos a comer, hablamos poco y el resto fueron silencios incómodos, creo que no resultó bien eso de ocultar que tus palabras no me habían afectado. Cuando terminamos de comer, seguimos charlando un rato hasta que solté un bostezo y mi cuerpo me pedía dormir.

—Gracias por la cena Mark... yo ya me voy a dormir, que descanses— me levanté y comencé a dirigirme a la puerta cuando un brazo me detuvo y una corriente de electricidad recorrió mi cuerpo.

—Espera Angelique, necesito decirte algo... la verdadera razón por la que hice esta cena es porque me encantas y no solo como amiga, me refiero a que...

No te dejé terminar cuando estampé mis labios contra los tuyos y nos fundimos en un beso tierno que poco a poco fue adquiriendo más profundidad.

Al separar nuestros labios, me miraste con intensidad haciendo que el azul de tus ojos fuera más oscuro y no hacía falta que dijeras nada. Ambos lo decíamos todo con la mirada las palabras estaban de más, sin embargo, me atreví a hablar.

—Pensé que no sentías lo mismo, pensé que había tomado las señales equivocadas...

—Lo siento si te confundí en algún momento de esta noche, pero durante años he querido confesar mis sentimientos por ti. Desde que entraste aquel día en mi oficina supe que me volverías loco y así fue. Me envolviste con tus palabras, me enamoraste con tus acciones y cuando probé tus labios en aquel beso robado el día que nuestras vidas cambiaron gracias a Amalia supe que no había vuelta atrás.

Mi cara de asombro hizo que te detuvieras y acunaras mi rostro entre tus cálidas manos.

—¿Por qué te sorprendes?

—Es que me cuesta creer lo que dices, ¿has estado enamorado de mi durante tanto tiempo? — asentiste— ¿por qué no me lo dijiste antes?

—No me hubieras correspondido.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? ¿me lees los pensamientos acaso?

—Angelique, tú estabas con alguien más y no quería interferir, luego cuando te enteraste del embarazo estabas tratando de organizar tu mente y no podía meter mis sentimientos en medio— explicaste.

—Sigo sin comprender el por qué...— me callaste posando un dedo en mis labios y uniste nuestras frentes.

—Mereces que te bajen la luna y las estrellas incluso la galaxia completa, eres asombrosa y ni siquiera sé que pueda pasar o si soy indicado para ti, pero de lo que estoy seguro es de mi amor por ti y que quiero todo contigo.

En esta ocasión fuiste tú quien tomaste el rumbo de los próximos besos, ahí bajo la luz de la luna y las estrellas, en el patio de nuestra casa, un beso prometedor que daba inicio a una nueva historia de amor.

Ay cómo que se me quitó el sueño...

Tu agarre en mi cintura bajó hasta mis muslos alzándome para que quedara enganchada a ti, tus labios no dejaron de atacar los míos hasta que mi cuerpo impactó con una superficie acolchada, no sabía si estábamos en la sala o habías llegado a alguna habitación, mi mente se encontraba cegada del éxtasis que producían tus besos.

Tus manos que antes estaban apoyadas en mis mejillas descendieron recorriendo mi figura hasta llegar al borde del vestido, cuando estabas a punto de subirlo detuve el beso de manera rápida.

—No te quiero presionar... si no quieres hacerlo está bien.

Suspiré y traté de explicarte...

—No es eso... lo que pasa es que las cosas han cambiado en mí...

—¿A qué te refieres? — preguntaste sobando mi mejilla.

Los pensamientos que tuve cuando me miré en el espejo aparecieron y se hicieron evidentes en mi rostro... fue en ese momento que lo notaste.

—Nena, eres hermosa, eres la mujer más sexi y espectacular que he visto en mi vida— dijiste comenzando a dejar un camino de besos desde mis labios hasta mi cuello— Y te lo voy a demostrar todas las noches si me lo permites.

En ese momento los malos pensamientos se fueron y me permití ver al hombre que tenía delante de mí, no eras como los demás, eras todo un caballero, con porte serio, pero dulce de corazón. Con una intensidad de amar indescriptible y una pasión que se mezclaba con la mía. Una sonrisa se asomó en mi rostro para luego posar mis manos en tu nuca haciendo que te acercaras más a mí.

—Bésame— susurré al mismo tiempo que depositaba un beso en tu mandíbula.

Sonreíste coqueto para después preguntar —¿Dónde quieres que te bese?

—Sorpréndeme— respondí fundiendo nuestras miradas en el momento.

Nuestros cuerpos fueron uno esa noche, me sentí amada y deseada por ti, nos hundimos en mimos, besos y abrazos que parecieron eternos y cuando el cansancio llegó a nuestros cuerpos nos dormimos acurrucados recordando  entre sueños el momento que acabábamos de vivir. 

💙💚💜❤️🧡

Instagram: mily_rosss

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