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Amor naranja🧡(parte 3)

El tiempo pasa más rápido de lo que pensamos. En un abrir y cerrar de ojos pasamos de ser unos niños a ser adultos, en un abrir y cerrar de ojos las personas vienen y van, las responsabilidades cambian así como la manera en la que vemos la vida.

Se escapa como arena entre los dedos y lamentablemente no los sabemos atesorar por lo que solo se convierten en recuerdos vacíos de lo que algún día fue. Es por eso que cuando nació Amalia me prometí a mí misma comenzar a disfrutar de la vida, no solo porque esta era tan corta sino porque quería que los nuevos recuerdos que creara se quedaran en ms pensamientos como estrellas brillando en lo alto y me persiguieran como la luna. Lo que no me percaté en el momento fue que no solo los recuerdos buenos serían los que se quedarían sino también los malos.

Es en ese momento cuando el cielo despejado se nubla, las nubes grises tapan el sol y ahora solo hay lluvia y frío.

Después de la tormenta se supone que viene la calma, o se forma un arcoíris que ilumina el lugar, sin embargo siempre puede pasar algo, la tormenta puede aumentar, se puede transformar en un huracán o puede caer un rayo.

Y eso me pasó a mí.

Para: Mark Graham

De: Angelique Bagley

Asunto: Despedidas y Reencuentros

Fecha: 18 de mayo del 2025- París/ Francia

Hace poco fue el primer día de guardería de Amalia, debo admitir que mi corazón se arrugó cuando se despidió de mí con un beso y me dijo que no llorara. Mi pequeña niña era la que me estaba calmando de mi llorantina, cuando se suponía que sería ella la que lloraría. Pero fue todo lo contrario, se fue contenta con su mochila de princesas dando saltitos hasta su salón de clases.

Mi princesa ya tenía 2 años, con esto me refería a que el tiempo pasaba tan rápido, hace un momento la tenía entre mis brazos apenas nació y hoy estaba en la oficina mirando el reloj cada 5 minutos esperando la hora de ir a buscarla.

Sí, había vuelto al trabajo, esa fue en parte una de las razones por las que Amalia fue a la guardería, además de que quería que aprendiera más cosas y se relacionara con más niños de su edad. Me había costado un poco adaptarme del nuevo al ritmo atareado de la oficina, pero poco a poco lo estaba logrando, además de que contaba con la ayuda del hombre más maravilloso que la vida me podía dar, que además de ser mi jefe era mi novio, tú.

Nuestras oficinas se encontraban separadas por una pared de vidrio esmerilado, por lo que solo podía ver tu silueta sentada en tu escritorio, sin embargo pasábamos más tiempo en la oficina del otro que en la nuestra.

— ¿Cuánto falta para buscar a Amalia? — preguntaste al terminar de revisar los papeles que te había llevado.

—3 horas, que en realidad son como 5 de lo lentas que pasan ¿por qué?

—Bueno, en ese caso vamos a almorzar afuera... tenemos que hablar.

Mi corazón comenzó a latir rápidamente y mis manos a sudar.

¿De qué querías hablar?

¿Por qué estabas tan serio?

Se me hizo un nudo en el estómago muy raro, tenía un mal presentimiento de la conversación que se avecinaba.

El camino al restaurante fue silencioso e incómodo, el ambiente se sentía muy tenso, traté suavizarlo con un poco de música, pero ni siquiera eso logro apaciguar las emociones.

Pediste el almuerzo de ambos y una botella de vino, la verdad es que no tomaba vino en la tarde, pero me serviría para mantener la postura y calmar los nervios que sentía.

—Bueno — aclararse tu garganta — Desde hace tiempo han estado ocurriendo algunos problemas en la empresa de Rusia y he estado muy estresado por eso. Mi socio se estaba encargando, pero el asunto se salió de las manos y necesitan de mi ayuda... la cosa es que tengo que viajar a Rusia.

Solté el aliento que tenía contenido, siempre te ibas de viaje por lo que no entendía tu misterio, pero al ver que no quitabas la cara de preocupación los nervios volvieron.

—Mark, sales de viaje todo el tiempo, no entiendo ¿qué te preocupa?

—Nena, los problemas que hay son bastante grandes por lo que es probable que me vaya a Rusia durante un año o más.

Mi mandíbula casi cae al suelo de la impresión que me dieron tus palabras ¿Un año o más? Es decir que tendríamos una relación a distancia... a menos que quisieras otra cosa.

—Eso es bastante tiempo... ¿de verdad crees que será tanto?

—Sí, el problema tiene que ver con algunas finanzas y unas demandas que está presentando la empresa, ni siquiera sé si lo logre resolver... yo no lo sé. Pero te lo digo con la intención de que intentemos seguir con lo nuestro, sé que no crees en las relaciones a distancia, pero estoy seguro de que lo lograremos porque te amo.

Ya va, ya va, ¿me acababas de decir que me amabas?

Mi corazón dio un vuelco y se aceleró más que antes ¿me amabas? ¿ de verdad me amabas?

¿Podías escuchar mi corazón latiendo a mil por hora?

Una sonrisa se instaló inmediatamente en mis labios y no había nda ni nadie que me la quitara.

—Tienes razón, la verdad es que no creo ni tengo esperanzas en que la relaciones a distancia funcionen, pero podemos intentar a ver qué pasa... y con respecto a lo otro... yo...

—No, no tienes que responderme ahora, quiero que cuando me lo digas sea verdadero, desde tu corazón. No porque te sientas presionada a decírmelo de vuelta, pero de verdad te soy muy sincero que jamás amé a nadie como te amo a ti...

—Mark — te interrumpí — Te amo.

Una sonrisa brillante se posó sobre tus labios, te levantaste de tu silla y te acercaste a mí para plantar un beso en mis labios. El tiempo se detuvo, las personas desaparecieron y el ruido cesó, solo se escuchaban nuestros corazones, las respiraciones aceleradas y una que otra risa que se escapaban entre beso y beso.

—Dímelo otra vez... dímelo en inglés en francés en ruso... dímelo un millón de veces más...

Te amo, I love you, Je t'taime, y como en ruso no sé te lo digo otra vez Te amo Mark Graham.

Sonreíste nuevamente y volviste a besarme, no sé con seguridad cuánto tiempo pasó, pero quería que fuera eterno... ya te extrañaba y ni siquiera te habías ido.

— ¿Cuándo te vas?— pregunté con temor.

—Mañana.

— ¿Cómo que mañana? — Pregunté alterada — Mark... por Dios...

—No te lo había dicho antes porque no era nada seguro, me confirmaron esta mañana, antes de que sigas prométeme algo... que pase lo que pase en el tiempo que esté lejos, si en algún momento dejas de quererme me lo dices... porque entonces tomaré un avión de vuelta aquí y trataré de volverte a enamorar. Sé que la distancia hace que las parejas se separen, porque surgen las dudas o porque se rinden, es por eso que quiero que lo intentemos lo más que podamos.

—Mark, sabes que te amo y claro que lo vamos a intentar... y prométeme tú que si en algún momento dejas de amarme me lo harás saber porque entonces yo también tomaré un avión para volverte a enamorar.

—Nena, no hay nada en este mundo que haga que te deje de amar...

(.....)

El insomnio se había apoderado de mí, daba vueltas en la cama sin poder dormir porque mis pensamientos me consumían. Las ideas negativas de lo que podía llegar a pasar en un futuro me carcomían haciéndome imposible conciliar el sueño. No entendía por qué estaba tan preocupada, pero sentía que la distancia no nos haría bien, tenía esa sensación de que no sería bueno para nosotros y nada terminaría bien.

Pero debía pensar positivo, no todo en la vida podía ser tan malo, supongo que solo tendría que tener fe en que lo nuestro iba a funcionar, a pesar de que todos mis pensamientos apuntaran a lo contrario.

Me levanté de la cama y fui al cuarto de Amalia, estaba plácidamente dormida en su cama abrazada a su peluche de elefante azul, mi pequeña tenía una gran fascinación hacia los animales, decía que quería conocerlos a todos y que fueran sus amigos, cuando le dimos la noticia de que te ibas, se confundió un poco al principio, pero luego te abrazo y dijo que esperaba que le trajeras peluches y chocolates.

Admito que solté una carcajada en el momento en que dijo eso y olvidé por un momento las emociones que sentía para centrarme en el momento, el recuerdo de ese momento me prometí conservarlo hasta el último de mis días, porque era feliz, estabas cargando a Amalia mientras ella reía a carcajadas y me besabas en la mejilla, éramos una familia feliz.

Me devolví a nuestra habitación y con el lindo recuerdo pude dormir un poco hasta el día siguiente.

(.....)

Y ahí estábamos, tú mirándonos con los ojos aguados, yo aparentando los labios para no llorar y Amalia recostada en mi pecho observándote adormilada.

Ambos estábamos callados, supongo que ninguno de los dos quería decir adiós, aunque no sería un adiós, sería un hasta pronto ¿cierto?

Te acercaste a nosotras y nos rodeaste entre tus brazos.

—Las amo mucho... no se olviden de mí.

Amalia se levantó un poco y te observó.

—No te olvides de mis chocolates.

Sonreíste y besaste su frente— Claro que no me voy olvidar de tus chocolates pequeña.

—No te voy a decir adiós porque sabes que no es una despedida, te prometo que apenas te darás cuenta de mi ausencia y estaré a tu lado en menos de un instante.

Solo pude asentir porque sabía que si hablaba lloraría y te pediría que te quedaras... tal vez debí haber hecho eso.

—Te amo tanto nena— musitaste dejando un beso en mis labios.

No alcancé a responderte porque apenas te apartaste de mi agarraste tus cosas y te perdiste entre las puertas del aeropuerto, una lágrima traicionera se escapó de mi ojo y el sentimiento de que no lo lograríamos volvió a mí, no te dije que te amaba una última vez antes de que te fueras y no te volteaste para darme una sonrisa tranquilizadora que me dijera que todo saldría bien, que podíamos con esto.

Pero creo que ambos sabíamos nuestro destino, solo que nos reusábamos a aceptarlo.

(.....)

9 meses después...

El primer mes fue un poco complicado, trabajabas la mayor parte del tiempo por lo que hablábamos muy poco, en ese mes mis esperanzas se mantenían en un vaivén y más aún porque tampoco sabía cómo te sentías tú.

En el segundo mes me permití llorar, te extrañaba demasiado y a Amalia también le hacías mucha falta, todos los días preguntaba por ti y cuando volverías. Te expresé mis sentimientos y me confesaste que también sentías lo mismo, pero que siguiéramos adelante porque lo superaríamos, en este mes comenzamos a hablar más por lo que mis esperanzas comenzaban a subir.

El tercer, cuarto y quinto mes fueron los mejores. Hablábamos todo el tiempo, las cosas en la empresa ya se estaban arreglando por lo que probablemente volverías el mes siguiente. Habían surgido nuevos proyectos aquí en Francia que yo lideraba, la empresa estaba siendo más conocida, a Amalia le iba muy bien en su colegio y aprendía muy rápido. En las noches las llamadas se dirigían a otra dirección más íntima por lo que nuestra relación a distancia la estábamos llevando bastante bien.

En el sexto mes comenzaron los problemas, volvieron las demandas y la gastadera de dinero en abogados y tribunales. El estrés comenzó a ser mayor, el que estaba encargado de la empresa aquí en París tuvo una emergencia por lo que tuve que tomar las riendas de la empresa completa y no sabía cómo. Tú tampoco estabas ahí para guiarme, Amalia se había enfermado gravemente al punto de estar hospitalizada y yo me estaba desmoronando. Hablamos muy pocas veces y las que hablamos fueron un hola y un adiós.

En el séptimo y octavo mes las cosas no cambiaron, más bien empeoraron. Las llamadas se redujeron a textos y no sabía nada de lo que estaba pasando en Rusia. Por mi parte había aprendido un poco más sobre ser jefa y con la ayuda de mis compañeras de trabajo, estaba llevando el trabajo de manera eficiente. Amalia mejoró y volvió a la escuela, a vida al parecer se estaba acomodando, pero obviamente no fue así.

En el noveno mes habías vuelto a hablar y las cosas estaban un poco más calmadas, como este era el mes de mi cumpleaños me habías dicho que vendrías. Estaba muy ilusionada y feliz de que nos volveríamos a ver después de tanto tiempo, te había preparado una sorpresa de bienvenida, tus padres y tus amigos también estaban muy felices de que ibas a venir y Amalia daba saltos de felicidad por toda la casa cuando se enteró de la noticia.

La felicidad había vuelto a nuestra vida con la esperanza que volverías...

10 de febrero de 2026

27 años respirando, se suponía que estaba joven, pero las migrañas y los dolores de espalda decían lo contrario.

Omitiendo el hecho de que mi cuerpo me estaba pasando factura de los años, estaba feliz. Tenía muchas cosas de qué estar agradecida y la principal estaba repartiendo pequeños besos por toda mi cara tratando de despertarme.

—Feliz cumpleaños mami— dijo mi hija cerca de mi oído.

— ¿Cómo amaneció la princesa más hermosa de mundo? — le pregunté abrasándola y comiéndomela a besos.

Se suponía que hoy venías para París, pero desde anoche no me habías contestado los mensajes. Pasaron las horas y no contestabas, tus padres me visitaron y me dijeron que tampoco se habían logrado comunicar contigo.

Estaba comenzando a preocuparme mucho, mil escenarios que terminaban fatal pasaron por mi cabeza. Tenía el teléfono en la mano todo el tempo esperando recibir alguna llamada o un mensaje de tu parte.

Ya eran alrededor de las nueve de la noche y seguía sin recibir respuesta, mi teléfono vibró anunciando un mensaje y lo revisé rápidamente. Era tu madre, diciéndome que ya había hablado contigo y que estabas muy ocupado, que lo sentías, pero que no vendrías.

Me calmé un poco al recibir noticias de ti, pero mis ojos se humedecieron porque en el mensaje no había ni siquiera un feliz cumpleaños, ni siquiera me mandaste un menaje que me dijera que estabas bien. Te llamé más de cincuenta veces y tú no pudiste tomarte 5 minutos para hablar conmigo.

Aparté las lágrimas de mi rostro y subí a mi habitación, me cambié, me puse un vestido corto de lentejuelas negras y unos tacones altos. Hoy era mi día especial y lo celebraría así fuera yo sola. Había estado todo el día tan preocupada por ti que no hice nada en mi cumpleaños.

Estaba triste, molesta y decepcionada, nuestra relación pendía de un hilo que cada vez se estiraba más y más. Ya no sabía cuánto más iba a aguantar, ni siquiera estaba segura de si quería seguir aguantando.

Le di un beso a Amalia y luego de despedirme de la señora María, tomé un taxi, le dije que me llevara al mejor club que conociera y eso hizo.

Tenía años si salir de fiesta por lo que una noche no me haría nada mal, unas cuantas copitas y luego me devolvería a casa.

Al llegar me senté en la barra y le pedí al barman una margarita y me la tomé de un solo trago para entrar en calor.

— ¿Mal de amores? — preguntó e chico de la barra.

— ¿Por qué lo preguntas? — respondí fríamente.

—Porque cuando alguien se toma su trago tan rápido es porque quiero olvidar algo o más bien a alguien.

—No tengo mal de amores, solo quiero divertirme, es todo.

Me dirigió una mirada reprochadora y le pedí otro trago, cuando le iba a pagar este detuvo mi mano y negó.

—Su cuenta ya está pagada— anunció el hombre.

— ¿Por quién? — pregunté confundida.

—Feliz cumpleaños princesa.

Y en ese momento el mundo se detuvo.

Esa voz...

Su voz...

Mi corazón dejó de latir y los recuerdos volvieron a mí como un huracán, la biblioteca, la mansión, los libros, los besos, las noches y las estrellas. Cada uno se reprodujo en mi mente de manera tan rápida y a la vez tan lenta.

El tiempo se detuvo y lo único que escuchaban mis oídos era m corazón latiendo desenfrenado. Solo tenía que voltearme y confirmar la persona de la voz.

Aquella voz que me dijo tantos te quiero como puedo, aquella voz que me dijo tantos te amo y aquella voz que destruyó mi corazón.

Pero no podía ser real, no, no, había pasado mucho tiempo y tal vez era otra persona, solo debía voltearme y darme cuenta de que tal vez era una alucinación, tal vez todo era producto de mi imaginación y no era real. No podía ser real... era imposible.

Me armé de valor y volteé, dirigí m mirada hacia arriba y me encontré con esos ojos esmeralda consumiéndome y tomando cada partícula de mí, como un imán que me atrajo y tomó todo lo que quedaba de mi construyéndolo y volviéndonos uno.

—Hola mi amor... volví.

Solté el aire que tenía contenido y mis ojos se llenaron de lágrimas... era real... de verdad él estaba ahí. No podía hablar, las palabras se quedaban atascadas en mi garganta y tampoco es que supiera qué decir.

¿Qué le dices a la persona que te rompió el corazón hace 6 años?

¿Su nombre para confirmar que es él?

Pues... eso fue lo que hice.

—Mike— susurré casi inaudible, pero él me escucho.

—Princesa... estas tan hermosa como la primera vez que te vi.

No podía moverme, quería huir del lugar y correr hasta que mis pies se cansaran... sentía como si me hubieran golpeado los pulmones con un ladrillo, pero al mismo tiempo sentía que estaba en el cielo.

Ni siquiera me di cuenta cuando me levanté y estaba rodeada por sus brazos, mi cuerpo volvió a reaccionar y lo rodeé con los míos. Su aroma impacto mis fosas nasales desempolvando recuerdos olvidados... o que al menos creí haber olvidado.

Mike se separó de mí y noté que tenía los ojos llorosos, creo que también como yo no nos podíamos creer que ese momento estuviera pasando.

—Tenemos muchas cosas de que hablar... ¿te parece si nos vamos a otro lugar?

Asentí y luego sentí como tomó mi mano y me llevó hacia la entrada, el contacto mandó una corriente eléctrica a mi cuerpo que solo había sentido con él, no sabía cómo sentirme, pero mi corazón no dejaba de saltar y saltar, estaba segura de que en cualquier momento estallaría de tantas emociones que estaba sintiendo en ese momento.

Y mis pensamientos se reducían a que mi corazón solo había estado de esa manera con él... solo con él y nadie más. 

Instagram: mily_rosss

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