Amor naranja🧡(parte 2)
¿Les ha pasado que sienten que están en su mejor momento, son felices, tienen alguien que los hace felices y se aman, tienen todo lo que alguna vez pudieron desear y sienten que todo es muy bueno para ser verdad por lo que tienen el presentimiento que algo saldrá mal? ¿sí? ¿no? ... bueno eso es justo lo que me está pasando a mí en estos momentos, las cosas con Mark han ido de buenas a mejores y de mejores a espectaculares.
Decidimos que llevaríamos las cosas con calma para conocernos mejor y ver si funcionábamos como pareja y la verdad es que lo hemos hecho a la perfección, siento que es el hombre que toda mujer desea, lo digo enserio. Es atento, respetuoso, amoroso, pero no demasiado como para llegar a ser empalagoso, es detallista, es bondadoso, ni hablar de su físico porque está más bueno que el pan, trata de maravilla a Amalia, como si fuera su propia hija y es increíblemente bueno en la cama.
¿Qué más puedo pedir?
Sé que puedo sonar un tanto ridícula por ponerme a pensar en que algo saldrá mal, pero todo lo bueno tiene su final y nada es para siempre. Por lo que tengo esa sensación amarga en el estómago que presiente que la vida está a punto de hacer de las suyas. Sin embargo, omitiré el sentimiento y me concentraré en lo positivo. Mark y yo llevamos alrededor de 5 meses saliendo, pero aún no somos pareja oficial.
Tampoco he querido tocar el tema en el caso de que él no quiera, pero últimamente he pensado mucho en eso y quisiera que lo hiciéramos oficial. A pesar de que solo estamos saliendo el uno con el otro y nuestros sentimientos son recíprocos, siento que hace falta dar ese paso. Además, quiero gritarle al mundo que ese magnífico hombre me enamoró y yo logré enamorarlo también.
Supongo que ahora solo falta esperar a ver que pasa, por el momento me limitaré a saborear cada momento y a disfrutarlo al máximo.
Solo espero que la sensación de que algo malo pasará desaparezca.
Para: Mark Graham
De: Angelique Bagley
Asunto: La ciudad de la luz
Fecha: 14 de abril de 2024- París/ Francia
Faltaba exactamente 1 mes para el primer cumpleaños de Amalia y estaba terminando los preparativos. Vendrían algunos amigos de Mark, la señora María con su nieto, la señora Marta con su esposo, Taylor con su esposa y su hijo, mi amiga Katherine con su esposo y su hijo y tus padres.
Conocí a Katherine la primera vez que visité la oficina de Mark aquí en París, ella también estaba embarazada solo que le quedaba muy poco para dará a luz a diferencia de mi que apenas tenía 6 meses. Ella es un amor de persona, trabaja como arquitecta en una de las empresas más famosas de París y su esposo es socio de Mark. Los tres son una familia hermosa, con los ojos verdes y cabello castaño rojizo, hace poco conocí a su hijo y era idéntico a ellos. El pequeño Dan cumplió un año hace tres meses y a pesar de ser un poco mayor que Amalia le gustaba mucho jugar con ella cada vez que nos visitábamos.
Por otro lado, mis suegros, el señor y la señora Graham también eran unos amores de persona. Al principio fue un poco distante nuestra relación, pero a medida que nos conocimos más me consintieron tanto como pudieron en mi embarazo, ambos estaban encantados con Amalia y cada vez que tenían la oportunidad la visitaban o le enviaban regalos a su adorada nieta.
Cuando estaba terminando de chequear la lista de invitados y otros detalles, unos brazos me rodearon la espalda y luego sentí un beso en mi cuello.
Amaba que hicieras eso
—¿Estás segura que no quieres que alguien te ayude con el cumpleaños de la princesa? — preguntaste sin quitar tus manos de mi cintura.
—No, ya sabes que tengo todo planeado, además María y Marta me van a ayudar con algunos detalles, entonces todo está bajo control— respondí volteándome para mirarte y dejar un rápido beso en tu mejilla.
Me disponía a salir de la habitación, pero tu mano me detuvo.
—¿No se te olvida algo? — preguntaste mirándome curioso.
Observé lo que tenía en las manos y me percaté de que me había olvidado de mi libreta en la cama.
Cuando la fui a recoger la agarraste primero y la levantaste para que no pudiera alcanzarla.
—Mark, no seas así, dame la libreta— dije haciendo puchero, pero no funcionó.
—Te la doy si me das un beso.
Me paré de puntillas y deposité un casto beso en tus labios.
—Listo, ahora dámela.
—Eso no fue un beso, ni siquiera llegó a ser un pico, fue un mínimo roce, ni lo sentí— expresaste— si quieres la libreta tienes que darme un beso de verdad.
Rodé los y te besé, moví mis labios lentamente mientras los tuyos em seguía, bajaste las manos hasta mi cintura y me apretaste contra ti, al sentir la libreta en mi espalda, dirigí mis manos y te la quité al mismo tiempo que me separaba de ti.
—Oye, no seas tramposa— exclamaste haciendo el ademán de volverme a arrebatar el objeto.
—No señor, me dijiste que te besara y lo hice así que tramposa no soy— te saqué la lengua.
—Me hubiese encantado que la añadieras al beso, pero creo que lo podemos dejar para la noche— sonreíste pícaro.
Omitiendo el hecho de que mi cara se tornó roja inmediatamente, algo me llamó la atención de lo que acababas de decir.
—¿Esta noche? ¿Qué hay esta noche?
—Es una sorpresa... y antes de que protestes, te encantará, ya tengo todo planeado así que no te preocupes por nada— depositaste un beso en mi nariz y saliste de la habitación.
Las mariposas en el estómago se apoderaron de mi y las ansias me consumieron esperando que las horas pasaran rápido para saber qué era lo que tenías planeado.
(.....)
La noche llegó y con ella mis nervios, Amalia se quedaría con la señora María que se había ofrecido a cuidarla esta noche. Después de bañarme me puse un vestido azul rey de mangas largas y con escote pronunciado, no era ni tan largo ni tan corto, mostraba lo necesario de piernas para que se viera formal y al mismo tiempo sexi. Después de maquillarme, complementé con unos accesorios color plateado y unas zapatillas del mismo color.
Al bajar las escaleras, tu cálida sonrisa me recibió al final de ellas depositando un beso en mi mano.
—Si antes creía conocer la belleza, créeme que esta noche confirmo que eres la definición de la palabra en todos los sentidos.
Dios, voy a terminar como un tomate de tanto que me sonrojaba por tus palabras.
—Y tú no te ves nada mal, señor Graham— respondí tomando tu mano.
Nos guiaste hasta el auto para luego emprender camino a donde sea que fuéramos. Hablamos sobre el trabajo y el cumpleaños de Amalia, me comentaste algunas cosas que te había dicho tu madre y que quería visitarnos la semana entrante.
El auto se detuvo en un lugar y cuando iba a mirar por la ventana a ver dónde nos encontrábamos me tapaste los ojos con tus manos.
—Aún no hemos llegado y para que sea sorpresa sorpresa te voy a vendar los ojos— anunciaste para luego pasar una suave tela por mi cara y ajustarla.
La intriga me estaba consumiendo y lo único que quería hacer era quitarme la venda y ver a dónde nos llevabas, pero la otra parte de mi también quería seguir con la sorpresa y hacerte feliz.
Unos minutos después el auto se detuvo otra vez y supuse que ya habíamos llegado a nuestro destino.
Sentí que te bajaste del auto y luego la puerta de mi lado se abrió, unos brazos me rodearon ayudándome a salir y luego te sentí detrás de mí.
—Confía en mí, no dejaré que te caigas— susurraste en mi odio y luego me fuiste guiando con tus manos y palabras.
Luego sentí un subidón en el estómago por lo que supe que estábamos en un ascensor y la típica música que siempre hay en ellos lo confirmó. Tardó unos minutos hasta que un sonido anunció que había llegado al último piso.
Tus manos me siguieron guiando hasta que nos detuvimos y subiste las manos que antes estaban en mis hombros a el lazo que habías hecho, lo desataste y el pañuelo calló al suelo junto a mi mandíbula que no pudo ocultar la expresión de admiración y sorpresa.
—Bienvenida a la ciudad de la luz, nena.
Me acerqué hasta la barandilla que tenía la inmensa terraza y pude contemplar la bella ciudad de París, la torre Eiffel se veía a lo lejos iluminando el panorama junto a los autos y edificios.
Jamás había visto algo tan bello, cuando volteé a verte me pude fijar que estábamos en un restaurante y este se encontraba vacío, ya me podía imaginar el porqué.
Me acerqué a ti y atrapé tus labios en un tierno y apasionado beso, cuando nos separamos para recuperar el aliento, ambos sonreímos y volvimos a unir nuestros labios.
—Me encanta Mark, este lugar es espectacular.
—Te dije que te gustaría la sorpresa y este es solo el comienzo.
Luego de cenar una deliciosa comida, pasamos a otra área de la terraza donde había unos asientos junto a una fogata, desde ahí se podía admirar mejor la ciudad y el ambiente era más cálido. Conversamos sobre todo un poco y lo que nos detuvo fue la melodía de la canción La Gloria eres tú de Luis Miguel.
—¿Me concede esta pieza bella dama? — preguntaste con acento formal.
—Por supuesto— respondí tomando tu mano.
En ese momento nos dejamos guiar por el ritmo de de la música y nuestras miradas que ni porque pasara un huracán sería apartadas, cuando pensé que no podía ser más perfecto el momento comenzaste a cantar la canción dedicando cada letra a nuestro amor.
Eres mi bien, lo que me tiene extasiado
Porque negar, que estoy de ti enamorado
De tu dulce alma
Es toda sentimiento
De esos ojazos negros, de un raro fulgor
Que me dominan, e incitan al amor
Eres un encanto
Eres mi ilusión
Dios, dice que la gloria
Está en el cielo
Que es de los mortales
El consuelo, al morir
Bendito Dios, porque al tenerte yo en vida
No necesito ir al cielo, tisú
Si alma mía
La gloria eres tú
Al terminar la canción nuestras miradas seguían conectadas la una con la otra y cuando iba a hablar me callaste con tus labios, cuando te separaste te acercaste a mi oído y comenzaste a decir...
—No soy Mario Benedetti, pero concuerdo con él cuando dijo "Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche y dormir en tu pecho, sin sombras ni fantasmas, te quiero como para no soltarte jamás" —Me besaste la comisura de los labios y luego pronunciaste— Y mucho menos soy Pablo Neruda, pero también estoy de acuerdo con él cuando dijo "Te garantizo que habrá épocas difíciles y te garantizo que en algún momento uno de los dos querremos dejarlo todo, pero también te garantizo que si no te pido que seas mía me arrepentiré el resto de mi vida porque sé en lo más profundo de mi ser que estás hecha para mí".
—Y es por eso que hoy a la luz de la luna y las estrellas te pregunto una cosa ¿puedo ser tu novio?... sé que no es lo usual que se pregunta, pero créeme cuando te digo que tienes mi corazón y al yo preguntarte eso te digo que quiero ser tan tuyo como quiero que seas tan mía.
Una lágrima traicionera de felicidad se escapó de mis ojos y no pude más que asentir y apresurarme a besarte. Ese beso, ese beso fue el primero de tantos que tendríamos llenos de amor y pasión, un beso que anunciaba el inicio de una historia, un beso que gritaba a los cuatro vientos felicidad.
—Sé que asentiste en respuesta, pero aún así quiero escuchar la respuesta de tu boca.
—Claro que es un sí, un millón de veces sí— respondí para sumirnos en otros besos.
No sé cuanto tiempo pasó, pero no parábamos de besarnos, fue cuando una ráfaga de frío viento azoto nuestros cuerpos lo que nos obligó a separarnos un poco.
—Creo que deberíamos llevar la celebración a casa— musité con la respiración entrecortada.
—Para ser honesto, he estado imaginando durante gran parte de la velada, una situación que nos involucra a los dos y el vestido que traes puesto no es parte de ello, por lo que estoy completamente de acuerdo contigo que necesitamos llevar la celebración a un lugar más privado.
Y después de un último beso nos fuimos del lugar, con el corazón latiendo a mil por hora y un par de sonrisas imborrables.
(.....)
2 semanas después...
—Muy bien mi amor, ya estás lista— le dije a Amalia cuando terminé de peinarla.
Me dedicó una sonrisa y se quedó en su silla viendo la televisión mientras terminaba de alistarme. Hoy saldríamos al centro comercial a comprar unas cosas para su fiesta. Te habías ido temprano al trabajo por lo que hoy no habíamos podido vernos, tan solo habíamos intercambiado un par de mensajes cortos, pero al mismo tiempo llenos de cariño.
Llevábamos 2 semanas siendo pareja y solo podía decir que cada día que pasaba me enamoraba más de ti.
Al terminar de arreglarme volteé a ver a Amalia y mi corazón dejo d elatir cuando no la encontré en la silla.
Iba a comenzar a buscarla cuando escuché una risa atrás de mi y cuando volteé a ver quise llorar y al mismo tiempo gritar de felicidad.
Amalia estaba parada en el umbral de la puerta soltando risitas... ¡Eran sus primeros pasos!, mi hija acababa de caminar.
Me acerqué a ella y la cargué llenándola de besos y apapachos.
—Te amo tanto princesa— musité al juntar nuestras frentes.
Ella me agarró los cachetes e hizo que nuestras narices se juntaran, le encantaba hacer eso cada vez que tenía la oportunidad.
Busqué su coche y la pañalera y nos fuimos a nuestro destino. Taylor nos llevó hasta allá y a pesar de que le insistí de que no era necesario de que nos acompañara no desistió en que necesitaba seguridad. Así como también era nuestro chofer también era guardaespaldas, habíamos entablado una buena amistad desde que nos conocimos y aunque al principio la formalidad sobraba terminamos por hacerla a un lado y tratarnos como amigos.
Paseamos por varias tiendas hasta que nos detuvimos en una confitería, al ser esta tan pequeña cargué a Amalia y la llevé conmigo mientras que Taylor se quedó afuera cuidando las cosas. Apenas entramos Amalia soltó un chillido de emoción cuando vio una piñata de la princesa Sofía, amaba ese programa y por eso su fiesta sería de ese personaje. Nos acercamos al área donde estaban los platos, manteles, cubiertos y platos. Por suerte logramos conseguir todo lo que necesitábamos además de algunos otros detalles morados que Amalia y yo no nos pudimos resistir a comprar.
Luego de salir de la tienda fuimos por unos helados, mientras estaba en la fila un brazo tocó mi hombro e hizo que volteara al instante.
—¿Profesor Anders? — pregunté incrédula.
—Sabía que eras tú, nunca olvidaría tu sonrisa— se acercó a mi y me envolvió en un abrazo.
—No lo puedo creer, ha pasado bastante tiempo desde la última vez que nos vimos.
—Tienes toda la razón Angelique, fue muy repentino cuando te fuiste de la universidad y admito que me molestó un poco no haberlo sabido por ti sino enterarme por los demás maestros que ya te habías ido.
—Lo sé, de verdad lo siento, es que las cosas se complicaron y fue por eso que tuve que dejar la universidad ¿y usted? ¿qué hace aquí? ¿ya no trabaja en Argentina?
—Ahorita estoy de vacaciones con mi esposa y sí dejé la universidad, pero fue porque me ofrecieron ser director de una universidad en Madrid y acepté, pronto comenzaré allí.
—Me alegro mucho por usted, siempre fue un buen maestro y me alegro que ahora tenga un mejor puesto— le indiqué con una sonrisa, en ese momento Taylor se acercó a mi junto a Amalia, este tenía una rara expresión en su cara, pero quise omitirla.
—Maaiiiii— balbuceó mi hija subiendo sus bracitos como señal de que quería que la cargara.
—Lo siento— se disculpó Taylor— estaba a punto de llorar si no estaba con su mami.
Antes de que hablara, el profesor Anders se me adelantó — ¿Quién es esta hermosura? — preguntó el profesor.
—Es mi hija Amalia, saluda mi amor— me dirigí a ella, pero ocultó su cara en mi hombro, ella no era muy simpática con extraños, al principio ni siquiera se dejaba cargar por alguien más que no fuéramos tú o yo, pero después con el tiempo se acostumbró a la familia, el caso de los desconocidos era algo a parte.
—Wow, sí que ha pasado tiempo desde la última vez, ahora eres toda una mujer, tienes una hija y te vez feliz, estoy muy orgulloso Angelique.
El profesor Anders había sido un gran apoyo cuando estuve en la universidad, a pesar del poco tiempo que estuve siempre nos llevamos muy bien, me ayudaba con su materia y aclaraba las dudas que tenía acerca de otros, era un buen hombre.
—Sí, esta pequeña alegró mi vida tan rápido como llegó, es mi vida entera— le acaricié las coletas a Amalia que al parecer se había dormido en mi hombro.
—Angelique y ¿lograste terminar tus estudios en otro sitio? — preguntó Anders.
—No, la verdad es que lo intenté, pero fueron surgiendo más cosas y pues nunca logré finalizarlos, tomé algunas pasantías con mi jefe y me ayudaron mucho para conseguir el trabajo que tengo ahora y aprendí bastante en realidad.
—¿Y no te gustaría? ¿volver a la universidad? ¿lo has pensado en estos años?
A decir verdad, nunca me había detenido a pensar en ello, sin embargo, algo dentro de mi se movió al imaginarme la idea de graduarme y tener mi título.
—Bueno te dejo que ya me tengo que ir, espero volvernos a encontrar pronto, me alegro mucho verte otra vez.
—A mi también señor, cuídese y saludos a su esposa.
Busqué a Taylor con la mirada y vi que estaba hablando por teléfono, no me había percatado el momento en el que se había ido, volvió a nosotras y le indiqué que nos fuéramos a casa porque Amalia ya se había dormido.
(.....)
Llegamos a la casa alrededor de las 11pm, nos habíamos tardado tanto en llegar porque había una tranca en la autopista, sin embargo, logramos llegar, Amalia se despertó un rato con hambre y luego que le di su tetero calló nuevamente rendida.
Te busqué por la casa, pero no te vi y tampoco respondiste a mis llamados por lo que acosté a Amalia en su cuna y me fui a dar un baño. Supuse que seguías en la oficina porque últimamente te quedabas hasta tarde trabajando, cuando bajé a la oficina a buscar un poco de comida y al momento de abrir la nevera un carraspeo me sobresaltó.
—¿Mark? Hola, te estaba buscando ¿acabas de llegar? — pregunté acercándome ati y rodeándote con mis brazos, pero no me lo devolviste.
—¿Dónde estabas? — preguntaste seco.
—Estaba en el centro comercial con Amalia, te mandé un mensaje temprano.
—¿Sabes acaso qué hora es? ¿Por qué no contestabas el teléfono?
—Creo que se descargó en la tarde o estaba en silencio porque no lo escuché y llegamos a esta hora porque hubo una tranca en la autopista— dije separándome para mirarte seria.
—¿Segura que fue por eso? ¿o te distrajiste hablando con alguien?
—Mark, no sé de qué estás hablando... te dije...
—No me vengas con excusas— me interrumpiste— Si no hubiera llamado a Taylor ni siquiera me entero de donde estás, además de que te quedaste hablando con un hombre y al parecer este estaba muy cariñoso contigo— mencionaste molesto.
—A ver, primero que todo cálmate, segundo, te mandé un mensaje en la mañana de a dónde iría y tercero, el hombre con el que hablé era mi antiguo profesor de la universidad— respiré tratando de calmarme.
—Eso no es excusa para ser tan cariñoso contigo— te acercaste rápidamente a mi— Por que tú eres mía y de nadie más, así que ningún hombre tiene que estar acercándote para nada.
A ver, ya va, paren el mundo, ¿me estabas haciendo una escena de celos? En mi vida me habían hecho esto y nunca creí que me pasaría, mucho menos viniendo de ti.
—Bájale a la posesividad porque primero yo no soy un objeto, soy tu novia y eso no te da derecho a decirme con quien puedo hablar y con quien no— me mantuve firme.
—¿Y cómo sé que no estás mintiendo como lo acabas de hacer con el supuesto mensaje que me mandaste?
—De verdad eres increíble, ¿quieres pruebas? Te daré pruebas— saqué mi teléfono y busqué nuestro chat, lo abrí en el último mensaje que te había enviado y te lo mostré.
—¿Lo ves? ¿O ahora eres ciego? — tu cara pasó de molesta a sorprendida y luego triste— ¡Como se nota que confías en mí! Que hasta necesitaste pruebas para comprobar un maldito mensaje.
—Nena yo...
—No Mark, me acabas de montar una escenita y sinceramente no quiero seguir pelando— me fui de la cocina y me encerré en nuestra habitación.
Pasaron unos minutos hasta que sentí la cama hundirse, luego como un brazo trataba de rodear mi cintura e instintivamente lo aparté.
—Nena perdóname, sé que soy un idiota y que no había visto el mensaje... perdóname mi amor.
No respondí y me acurruqué más a la almohada dándote la espalda.
—Está bien, entiendo que no quieras hablarme...
Luego de unos minutos de silencio me volteé a verte y me encontré con tu mirada.
—No vuelvas a hacer esa estupidez, porque la próxima escenita que me hagas te vas a dormir con el perro.
—Pero no tenemos perro— te lancé una mirada amenazante— Ok ok, me iré a dormir con el perro la próxima, que no va a pasar porque no habrá próxima.
—Bien, buenas noches.
—¿Y mi beso de buenas noches? — preguntaste haciendo puchero.
—Hoy no hay beso porque te portaste como un capullo.
—Uno chiquito...
—No.
—Un rocecito...
—No.
—Uno solito... anda.
—Mark, duérmete antes de que cumpla y te vayas a dormir en otro lado.
—Está bien, está bien, buenas noches preciosa.
Cerré mis ojos y cuando estaba casi dormida sentí tus labios sobre los míos, me iba a despertar y reclamarte, pero luego acepté que yo también quería mi beso de buenas noches.
Me acurruqué más a ti y luego de un te quiero susurrado por tu parte caímos en los brazos de Morfeo.
💙💚💜❤️🧡
Instagram: mily_rosss
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro