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Tercera navidad

No, nada mejoró y Jimin no sabe qué más hacer.

«Maldito corazón», piensa constantemente. «Maldito corazón bueno para nada»

—¿Escuchaste que habrá una declaración de uno de los de segundo año?

—Si, las chicas dicen que es para una de las de tercero.

—¿Saben quién es?

—No, pero escuché que será en grande, ya sabes, globos, peluches y tonterías así.

Una de las chicas del pequeño grupo comienza a reír.

—Como si a una de las mayores le fuera a gustar la declaración de un niño.

«Maldito corazón, que ni siquiera me permite pensar las cosas con claridad»

En ese último año ocurrieron muchísimas cosas que lo han agobiado de diferente manera, la declaración de Jungkook, los cambios en el estilo de vida de ambos para lograr lo planeado, exámenes, clases, trabajos; la lista de presiones y tragedias es larga, así como también las decepciones.

Jungkook parecía conocer demasiado a la mujer de la que está enamorado, hablando de ella todo el día, de sus gustos en obsequios, colores, comida y... hombres. El azabache se había tomado muy en serio los planes para "conquistarla" y desde el día uno no paró de hablar de ella y de lo que podrían cambiar en él, si es que eso tenía algún sentido.

—Le gustan los hombres altos, atractivos, amables e inteligentes —dice con nerviosismo, tallando sus manos en sus muslos cubiertos por la tela de sus jeans azules.

—Bueno, eso no es difícil, técnicamente te estás describiendo.

—Minnie, esto es en serio.

—Yo también hablo en serio, tú ya eres alto, atractivo, amable e inteligente, no hay nada que cambiar. —La frustración es evidente en el azabache y él no puede evitar sonreír—. Bueno, ¿qué más le gusta a ella?

—Pues, le gustan muchas cosas... le gustan las personas aseadas, con cuerpos ejercitados, aura ruda y diversas cualidades. Yo no tengo absolutamente nada de eso —exclama en medio de un suspiro.

—Bueno, aseado ya eres, ¡lo cual ya es un gran punto a tu favor! Lo de cuerpo ejercitado, aura ruda y otras cualidades podemos adquirirlo con el paso de los meses. ¡Tú no te preocupes, déjaselo todo a tu mejor amigo!

Jimin no quería perder la motivación y su entusiasmo logró contagiar de igual manera al más alto. Ahora, casi doce meses después de dicho acontecimiento, el pequeño castaño no sabe dónde enterrar la cabeza ni cómo arrancar su corazón.

Jeon Jungkook, su mejor amigo, su hermano, su pequeño conejito, ahora era un chico alto, con brazos marcados, cintura pequeña, muslos gruesos, nariz perfilada, piercings, aretes y con un estilo de vestimenta que se mantenía en los colores oscuros y le daban ese aura de misterio y rudeza.

En el fondo Jimin sentía que su Jungkook estaba ahí, oculto debajo de esa apariencia falsa que habían adquirido. Sin embargo, su corazón no puede dejar de doler. A pesar de todo, Jeon parece bastante feliz y conforme con su nueva apariencia, se le ve más seguro de sí mismo y más confiado.

Y, aunque no quiera admitirlo, a él también le gusta cómo se ve. Es el estilo exacto que él admira tanto en otro tipo de hombres. Le gusta este nuevo Jungkook, sin importar que también extrañe a su viejo conejito.

Todo es confuso, de maneras que él no sabe ni puede explicar.

Hoy nuevamente es diciembre, a solo unos días del inicio de la época vacacional. Gracias a la facultad de artes habrá diferentes proyectos como parte de las últimas actividades del periodo y Jungkook no piensa desaprovechar la oportunidad.

Todo está preparado, los globos en la cancha de básquetbol, los peluches, los corazones, los chocolates. Todo, absolutamente todo se encuentra listo para la declaración.

Su corazón duele al pensar que en solo unos minutos "su Jungkook" ya no será tan suyo.

¿Y si ella lo rechaza y lastima su corazón?, o, si peor aún, ¿ella lo acepta y lo aleja de su lado?

«Dios, por favor, solo apaga mi corazón y mi mente»

Ir y venir, cuando se da cuenta ya se encuentran en la cancha, las cosas están en su sitio y Jungkook está frente a él, con su chaqueta de cuero sobre su camisa oscura y pantalones de mezclilla. El azabache se ve nervioso y sonriente y él se acerca para sacudir las solapas de su chaqueta, tomándose su tiempo en eliminar el polvo inexistente.

—Es hora —dice en un murmullo, mordiéndose el labio inferior ante la preocupación.

—Si, es hora —responde el más alto, soltando una gran cantidad de aire de sus pulmones.

Él por supuesto que lo intenta, pero sus manos tiritan al igual que sus labios y cuando alza el rostro Jungkook no puede ver nada más que dos bellos orbes inundados en lágrimas.

—Lo siento —exclama en medio de un sollozo, apretando la prenda de cuero entre sus pequeños dedos—. Lo lamento tanto, como no tienes idea.

—Minnie, ¿qué sucede?

—Lo intenté, lo intenté muchas veces, te lo juro.

—Minnie, no te entiendo. —Hay preocupación, tan clara que se evidencia en sus ojos y tono de voz.

—Yo lo intenté, sabía que no debía sentirme así, ¡te juro que no es a propósito!

—Es que no lo entiendo, ¿qué no hiciste a propósito?

—A ti te gusta alguien más, ¡yo no debería sentirme así! —grita exasperado, hundiendo su rostro en el amplio pecho contrario mientras las lágrimas se deslizan escandalosas por todo su rostro.

A Jungkook no le queda más que fundirlos en un abrazo, sujetarlo en un momento crucial, en donde parece ser el límite de su pequeño amigo. Jimin llora desconsolado por lo que parecen horas mientras se aferra a lo que en algún momento le perteneció, a lo que creyó —inocentemente— sería suyo toda la vida.

—Soy un maldito egoísta —susurra sin levantar el rostro, siendo apenas entendible por su voz ronca—. Yo sé que estás enamorado de alguien más, que has cambiado por ella y que esperas pueda corresponderte.

—Minnie...

—No puedo hacer esto, Kookie, lo siento. Somos amigos, técnicamente hermanos, y estaré ahí para ti, ya sea que me traigas buenas o malas noticias, pero no puedo estar mientras te declaras.

—¿Por qué?

—Porque... —Jimin gira a verlo, sus ojos acuosos y labios molidos por los dientes superiores. Un año, le ha tomado un año reconocer y tomar valor para expresar lo que ha corrido por su mente día con día—. Porque no puedo ver cómo se le declara a alguien más la persona que me gusta.

Park Jimin es bajo en comparación con Jungkook, aunque entra perfectamente en las estaturas promedio. Mide un metro con setenta y cuatro centímetros, tiene piel clara, ojos avellana, labios gruesos, nariz redondeada y cabello castaño claro. Es un chico sumamente atractivo, con características que lo mantienen en los límites de la belleza andrógina. Es amable, dulce, valiente y lleno de virtudes que el alto azabache no terminaría por contar.

Pero, sobre todo, Jimin es su amigo, su casi hermano, su compañero de vida y viajes, su otra mitad. Park Jimin es la persona de la que Jeon Jungkook ha estado enamorado por años y escucharlo decir lo que acaba de decir, es tan shockeante como inesperado.

—¿Qué? —Es lo único que alcanza a responder. Su mente trabaja a mil por hora mientras su corazón se detiene por unos segundos antes de salir desbocado.

Al castaño le duele, pero esta vez está decidido. No piensa intervenir. Sonríe tranquilamente y besa al alto azabache en la mejilla antes de separarse de su lado, limpiando su húmedo rostro con una de las mangas de su cárdigan.

—Espero llegues con buenas noticias para mí —dice a modo de despedida, golpeando su hombro antes de girar para alejarse a pasos acelerados.

Jungkook no lo permite, por supuesto. Espabila rápidamente para poder detenerlo. Las palabras se aglomeran en su garganta y le impiden el habla, mas las traga todas para soltar una a una lo que siempre estuvo deseoso de decir.

—Tú también me gustas —dice, y antes de que el castaño pueda salir huyendo le muestra todo lo que ha preparado. Los chocolates envueltos en papel magenta, los lirios rosas, los peluches de conejo, los corazones con dos J grabadas. Todas son sus cosas favoritas, sus colores, sus iniciales.

Jimin no lo entiende, pero sujeta los obsequios contra su pecho con un remolino golpeando su interior.

—¿Por qué? —cuestiona mientras las lágrimas vuelven a adueñarse de sus mejillas.

Jeon se encoje de hombros y le sonríe, limpiando el camino de gotas saladas antes de volver a unirlos en un abrazo.

—Porque me gustas, siempre me has gustado.

—Pero... ¿y Akemi?

Jungkook no puede evitar reír ante tanta confusión ajena. Junta sus narices en un beso esquimal y golpea sus frentes una con la otra.

—Dime la verdad, ¿en serio creíste que me le declararía a ella?

—Yo... te vi bastante decidido y pensé...

—¿Alguna vez me viste hablando con ella? —Jimin niega y él vuelve a reír—. ¿Minnie, en serio?

—¡No te burles de mí!

—No es burla, solo quiero que seas consciente de eso.

—¡Me engañaste! —exclama al caer en cuenta. Todo fue falso, nunca hubo interés en la chica de un año superior.

—Solo fue una pequeña mentira piadosa.

—¡No es tan piadosa si me hiciste llorar! —reclama de inmediato, sintiendo lo caliente de sus mejillas infladas por el coraje.

—Es piadosa porque te tengo aquí, conmigo.

Y Jimin no puede decir nada ante ello, solo se hunde en la calidez que inunda su corazón y sus labios.

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