- ¿Qué llave faltaba? - pregunto desesperada mientras empiezo a revolver las hojas que adornaban lo que antes era el río - ¿de que forma era Argia?

- Era la llave de la fortuna - responde mientras hace lo mismo que yo a unos metros de mi - mira tu brazo, debe ser entre la tercera y la cuarta marca que tengas en él.

- Entre la tercera y la cuarta - susurro mirando mi brazo antes de suspirar - vale creo que lo tengo, es totalmente diferente es la redonda.

- Un golpe de suerte, un golpe de fortuna claro - habla Unai y ambas lo miramos dudosa - como cuando te toca cualquier cosa o cuando algo te sale bien sin ni siquiera buscarlo, solo porque sí, porque así lo ha querido la fortuna.

- Pues que aparezca aquí la maldita fortuna, porque nos encontramos peor que esos que buscan la maldita aguja en el pajar - contesta Argia y ambos nos quedamos mirándola como si hubiera resulto todos nuestros problemas con su respuesta - ¿por qué me mirais así?

-  Porque siempre nos quejamos de nuestra mala suerte - explico y mi pareja asiente con su cabeza sabiendo a lo que me refiero - siempre dijimos que seríamos capaces de clavarlos la aguja entre un montón de paja.

- Uno, dos.. - cuenta mi pareja y yo cierro mis ojos preparandome para dejarme caer - y tres.

- Ostias creo que la tengo - protesta Argia antes de llevar su mano a la espalda consiguiendo que los 3 nos quedaramos perplejos al ver la última llave entre sus manos - por suerte para vosotros mi maldita suerta no ha cambiado y yo si me he clavado la aguja del pajar.

- Vamos que no tenemos tiempo - pide Unai poniendose de pie rápidamente y ayudandonos a su hermana y a mi - venga antes de que se haga de noche.

- Espero de verdad que no nos arrepintamos de esto - avisa mi amiga mientras corriamos hacía la cueva - sabes que todavía podemos dar marcha atrás si no estás segura ¿no?

- Soy vuestro seguro de vida, quien debería estar nerviosa soy yo, vosotros se supone que llevais haciendo esto durante casi toda vuestra vida - reprocho y mi pareja me ofrece la bolsa con las demás llaves antes de sonreir levemente - además ya lo habéis visto no somos los único que estamos buscando esto, tarde o temprano si no somos nosotros otro lo hará.

- Pues espero que la abuela me de la paga que se ha estado ahorrando todo este tiempo - comenta el arquero y yo ruedo los ojos mientras termino de colocar las llaves una por una en la cerradura - ¿por qué hoy no os reis con ninguno de mis chistes?

- No Unai, si claro está porque la abuela no le pareció buena idea encargarte la misión de escape - escucho la queja de mi cuñada y yo suspiro antes de acercar mi mano lentamente al centro - aquí vamos.

- Cailleach.