PRÓLOGO
Los cuentos de navidad están llenos de hermosas reflexiones que buscan unir las familias, llenas de amor, paz y armonía.
De niña mi mama siempre me leía cuentos sobre princesas que eran rescatadas por príncipes encantados, me leía sobre el cascanueces y el lago de los cisnes, ella me llenaba la cabeza con cosas maravillosas haciéndome ignorar la realidad fuera de mi habitación. Eso lo comprendí con el tiempo, lo comprendí a la fuerza.
Luego de eso, Navidad significo nada para mí.
En noche buena todos imaginamos las mesas llenas de alimentos ricos y preparados con amor por las familias, un enorme árbol de pino verde decorado con brillante bambalinas y reluciente lucecitas, muchos obsequios esperando ser abiertos por los niños llenos de ilusiones. Podemos apreciar las sonrisas, los villancicos, a los enamorados prometerse la luna, el sol y las estrellas, pero jamás se piensa en aquellos que no tienen nada, que nacieron por debajo de la alta sociedad, nadie jamás pensaría en mi comunidad, en mi familia, en mí.
Soy egoísta, lo sé.
Aprendí a serlo luego de mis dieciséis años.
No tengo nada bueno que contar de mí, mis ojos han visto y mis oídos han escuchado cosas que ni siquiera podría describir o repetir. Simplemente ignorar este tipo de sucesos es mejor que enfrentarlos, la sociedad se acostumbro a eso.
Y este 2015 no parecía ser la excepción, todo tan rutinario y común.
Estábamos cerca de nochebuena y mi hermano menor estaba pidiéndome o mejor dicho suplicándome que lo llevara al centro de la ciudad a ver los adornos de la época. Mi padre ebrio sobre un sofá antiguo, mal oliente y deteriorado se encontraba durmiendo y mi madre, sobre un pequeño lugar de la sala se encontraba sonriente como siempre; su foto era lo único que le da vida a la casa, la cual estaba en su peor condición. El frío parece corroer sus paredes y pisos, y el tiempo su majestuosidad, desde la muerte de ella ha sido así. No hay nada en casa a lo que pueda llamar hogar, solo nos quedaba los cuentos de mama para decirle a mi hermano al cual puedo decirle familia.
Suspire ante su petición y tome su abrigo algo desgastado, se lo coloque sobre su cuerpo y le mire de forma seria y retadora.
-Si te portas mal no volveremos a ir a la ciudad –Él asintió con energía, a sus nueve años era un chico muy inteligente- ¿Te parece si en el centro de la ciudad comemos algo y te compramos un nuevo abrigo?
-Pero Green, luego no tendrás dinero para la comida –Sus ojos mostraban preocupación a lo cual sonreí.
-De eso ya me he encargado –Mi seguridad era creíble a lo que él sonrió corriendo por sus ahorros.
Le gustaba comprar golosinas cada vez que tenia oportunidad de ir a la ciudad, por lo cual siempre le daba dinero para que guardara para esos momentos. Mire mi celular agobiada esperando una buena noticia, si gastaba el dinero que tenia lo más seguro es que pasaríamos hambre por una semana, pero realmente necesitaba un abrigo nuevo para Gabriel, mi hermanito nunca se quejaba pero hacía mucho frío y la tela de su abrigo ya estaba fina del lavado y el uso, por supuesto.
Salimos cerca de las cuatro de la tarde, la ciudad se me antojaba aburrida y lejana. Los colores, la música, las personas, los adornos, todo me parecía tan falso que no podía obligarme a sonreír cada vez que entrabamos a una tienda. Cuando al fin mi hermano encontró un abrigo de bonito color marrón pude sentir una calma en mi interior, ya no pasaría más frío por mi descuido y para mejorar la tarde había recibido una buena noticia por mensaje, unos de mis clientes estaba deseoso de verme otra vez, estando en esta época decembrina era más que seguro que obtendría buenas propinas.
-Mira Gabo un restaurant italiano ¿Se te antoja una lasaña? –Él asintió más que feliz y entramos al local el cual tenía un hermoso decorado en rojo, azul y blanco.
Las mesas parecían especiales, la calidez de su interior invitaba a quedarse y como todo un niño Gabriel escogió sentarse cerca del mostrador de vidrio, donde podíamos ver las calles transitadas, exageradamente decoradas y los más deliciosos pasteles.
Nos sentamos a evaluar nuestros menús, no me interesaba ya derrochar el dinero que traía a lo loco, pues tendría como recuperarlo. Estaba contenta y sonreía por eso, saber que podría darle esas cosas a Gabriel me hacían muy feliz. Mi hermano de inmediato me pregunto de forma tímida si podía pedir luego un postre a lo que asentí.
No se cansaría jamás de comer dulces, llevaba mi bolso lleno de sus golosinas y él aún quería pedir postre.
Bien, estamos en navidad por lo menos que él lo disfrute.
Una de las empleadas trajo la orden y le agradecimos por su buen trato. Mientras probaba aquella rica pasta con carne, verdura, y especias llamada lasaña sacaba en mi mente la cuenta de lo que nos costaría todo, siempre acostumbro a medir mis gasto, cuando no se es rico se debe de hacer y fue cuando un fuerte trueno llamo la atención de muchas personas fuera y dentro del local.
¡Genial!
Si llovía en estos momentos el transporte sería más que imposible de conseguir, y mientras intentaba solucionar ese supuesto pequeño problema un pequeño temblor hizo gritar a varias de las camareras hasta que todo quedo sumido en la oscuridad.
Yo tome a mi hermano por instinto y casi sin darme cuenta nos obligue a meternos debajo de la mesa. El movimiento se calmo y todo quedo cubierto por un silencio sepulcral, ya eran pasadas las seis de la tarde por lo cual la usencia de energía era obvia, el cielo se encontraba oscuro.
El dueño salió a investigar lo que había producido aquel extraño evento y yo aún no me decidía si salir de mi escondite, mi hermanito parecía aferrarse a mí con miedo, y todo por culpa de un ser que todos deseábamos olvidar, hacia unos tres años atrás New York había sufrido un ataque alienígena.
-¿Abran vuelto? –Me dijo temblando y por supuesto que comprendí su pregunta.
Ese era el miedo de todos.
-No Gabe, nadie volverá. Los vengadores se encargaron del causante de aquel desastre –Al menos eso deseábamos, según las noticias de aquella vez el hermano mayor de aquel maniático se lo había llevado a su planeta, reino, estrella, mundo, dimensión o de donde fuese que vivieran ellos.
-Tengo miedo –Yo asentí admitiendo lo mismo, me levante del suelo y llame a la que nos tomo la orden, le pedí que por favor guardara las cosas para así llevármelas a casa y le pague con algo de propina para ella.
-Al parecer ha sido un asteroide –Entro el dueño con algo de terror en su rostro- ¿No dijeron eso en Nuevo México cuando encontraron el martillo de Thor?
-Se llama Mjolnir –Mi hermano me sorprendió y tuve que taparle la boca para sonreírle a los que allí estaban presente, todos lo miraban de forma extraña.
Cuando recibí nuestras cosas tuve que agradecer de nuevo, seria en la casa que comeríamos aquella rica pasta y obvio aquel sabroso pastel. Salimos casi corriendo de aquel local con intenciones de volver a nuestra prisión llamada casa.
En el camino llevaba casi a rastras a mi hermano, y es que no era para más. Tenía un extraño presentimiento y lo quería evitar.
Antes que aquel ataque a mi ciudad ocurriera yo estaba en Stuttgart, Alemania.
Acompañaba a unos de mis clientes más importantes. Estábamos en una fiesta de gala donde todos vestían elegantemente incluyéndolo a él que se camuflaba perfectamente entre toda esa gente. Tenía un estilo propio y realmente admire su porte de grandeza mientras nos observaba desde lo más alto del salón, por unos instantes nuestras miradas se conectaron pero solo eso. Cuando se vio cansado de tanta etiqueta le vi alejarse de aquel lugar, bajo las escaleras llamando mi atención de inmediato pero no le tome importancia, debía disimular mi gusto por otros hombres estando con mi cliente a un lado tomando whisky mientras platicaba de cosas insignificantes.
Cuando llego a la sala un tipo de seguridad quiso impedirle el paso y fue cuando todo subió de tono, jamás en mi vida había presenciado algo igual.
Con su bastón golpeo con fuerza al vigilante dejándolo inconsciente sobre el suelo, al menos eso quise pensar. Se acerco con demencia en su mirada al grupo donde yo estaba, exactamente a mi cliente y lo tomo por el cuello de su camisa arrastrándolo lejos de mí. Yo solo pude gritar del miedo cuando vi que sin ningún esfuerzo lo lanzo a una mesa decorativa, supe que algo no estaba bien pero no hui como todos los demás, la sangre comenzó a correr por el rostro de mi cliente a medida que él le extraía su ojo derecho con un aparato desconocido para mí y yo seguía inmóvil en aquel lugar.
Alivio, eso sentí en el momento que todo ocurría.
Todos corrían a mí alrededor y el grito de aquel pobre hombre taladraba mis oídos, pero en vez de miedo sentía alivio.
No tendría que acostarme con aquel cerdo esa noche y ya me había cancelado mis servicios así que no importaba lo que sucediera, yo saldría ganando en aquel asunto, en vez de seguir gritando por la sorpresa y lo inhumano que era aquel acto sonreí como demente, cosa que él noto en mi y con sus ojos verdes casi azules me observo con atención regalándome una macabra sonrisa.
Le gustaba mi demente reacción.
Su cabello desordenado en negro brillante le hacía ver algo desesperado incluso angustiado, termino su labor dejando inocente al tipo, alejándose de él mientras hacía aparecer entre una luz verdosa un traje de guerra. Lo vi acercándose a mí pero no sentí miedo.
Muy distinto a los demás que corrían para huir de su presencia yo sentí atracción y eso estaba enfermizamente mal.
Algo me decía que era el ser más hermoso del universo y recordar lo que sentí ese día solo me hace temblar de miedo. No de él, si no de mi.
Estoy desquiciada, lo sé pero creo que fue mi locura lo que me salvo en aquel entonces ya que ignoro mi presencia saliendo al exterior donde obligo a los demás a arrodillarse, yo simplemente me quede en el interior lejos de su malicia, me senté a un lado de las escaleras donde minutos atrás había bajado como un rey y observe el liquido carmín fluir de mi cliente.
¿Estaría muerto?
Con esos pensamientos no me percate que me había alejado un poco de la ciudad y de los transporte, por supuesto que no había luz pero mi lógica era encontrar un camino seguro a casa. El desespero, la angustia y los retorcidos recuerdos me estaban quitando la facultad de razonar, y sobre todo la tranquilidad.
Era extraño, sabía que no debía de temerle porque ese tipo después de lo ocurrido en Alemania vino a mi ciudad creando más caos del que alguien pudiera imaginar.
Simplemente me pareció coincidencia el encontrarlo de nuevo en New York.
Ese día estaba en un restaurant donde trabajo medio tiempo para disimular mi otro empleo. Pude verlo luchar con un ejército de mounstros los cuales me hubiesen asesinado si él no hubiese aparecido.
Estaba matando a miles de humanos pero impidió mi muerte.
¿Estaba loco?
En ese momento me volvió a sonreír.
No pude decirle nada y eso no pareció molestarle, cualquiera otra persona hubiera huido de su majestuosa presencia pero yo me quede en ese sitio a admirarlo más de cerca. Antes de irse para continuar su lucha me dijo donde esconderme, por suerte allí no me ocurrió nada, es como si él hubiese creado un área segura solo para mí.
¿Pero porque?
¿Sería porque no hui de su presencia en Alemania? ¿O seria tal vez porque sonreí ante su cruel hazaña?
Sea como sea, esos pensamientos me asustaban, sentía que si lo volvía a ver caería en sus redes de caos y peligro. Deseaba no verlo jamás, si volvía a ocurrir no sé si tendría tanta suerte. Estaba tan nerviosa con aquellos pensamientos que no escuchaba el balbuceo de mi hermano, intentaba detener mis pasos apresurados y sin destino y por su miedo me enoje un poco.
¿Él tenía miedo?
Si supiera lo que realmente era tener ese sentimiento corriendo en tus huesos cada día que pasaba. Lo observe sin dejar de caminar con intenciones de reclamarle su insistente niñería y fue cuando choque contra algo o alguien.
Caí al suelo y mi hermanito temblaba a mi lado sujetando con fuerza mi mano la cual no había soltado a pesar de mi caída. Me sentí apenada pero a la vez enojada. Observe al causante de mi caída y estaba a punto de gritarle ciertos improperios cuando me percate de sus ojos.
Azules intenso, de hecho eran verdes y sus labios se curvaban en una sexy sonrisa, el vello de mi cuello se erizo dándole una corriente especial a mi columna, abrí mis labios temblorosamente, ese color de cabello simulando la noche más oscura que la tierra hubiese visto en su tiempo de existencia, ese pálido semblante que le hacía lucir hermoso como si fuese un ángel, era él, Loki estaba frente a mí.
-Lo- Lo-Loki –Dijo mi hermano intentado ponerse enfrente de mí, estaba atemorizado pero su acto de valentía me hizo sentir cierta ternura.
Ambos sabíamos quién era ese hombre frente a nosotros, y sabíamos el peligro que significaba su presencia, pero Gabe quería protegerme aunque las posibilidades eran nulas.
-¿Sabes quién soy? –Pregunto ladeando un poco su rostro, se veía distinto al que vi en anteriores ocasiones- Dime niño ¿Me conoces?
Actuaba de forma distinta, no se veía peligroso, de hecho parecía descoordinado, su ropa no era extraña, llevaba un jeans negro con una camisa verde militar y unas botas de seguridad, parecía ser algún militar o algo por el estilo. Me llamo la atención que traía en su cuello un medallón y cuando me ayudo a levantar comencé a dudar de que sería el mismo hombre que vi hacia un tiempo atrás. Él era otra persona y tendría lógica si lo que dicen de que todos tenemos parecidos en el mundo fuera igual en la galaxia y universos.
-Disculpe, mi hermano está asustado –Le sonreí y él hizo lo mismo- Me llamo Green.
Extendí mi mano y él la tomo con algo de duda, aunque pude ver cierto brillo en sus ojos, uno que me tenía intrigada.
-No se preocupe señorita, me alegra ver que no se ha lastimado –Observo a su alrededor y de nuevo vi preocupación en sus ojos.
¿Estaba huyendo de alguien?
-¿Sucede algo? ¿Está perdido? –Le pregunte tomando con fuerza a Gabe.
-No –Dijo con un tono de duda, luego me volvió a observar y suspiro- De hecho sí. No sé donde estoy ni de dónde vengo. Desperté solo, a unas cuadras de aquí. No sé qué sucede.
Llevo sus manos a la cabeza y pude ver que sangraba, no era algo grave pero me preocupo de todas formas.
-¡Oh cielos! ¿Te han asaltado? –Le dije a lo que él me miro con interés- Debemos ir a un hospital, podría ser serio...
Tome su mano y una especie de electricidad recorrió mi cuerpo nuevamente. No era una dañina, solo una que me indicaba que estaba caminando en hielo frágil.
-Sabes qué, es tarde. Vamos a mi casa y así curamos esa herida. Ya después si recuerdas algún número telefónico ubicamos a alguien de tu familia o alguno de tus amigos, lo que sea... –Él dio un paso hacia atrás, pero no soltó mi mano- ¿Qué sucede?
-Como puedo confiar en ti –Aquella pregunta hizo que yo riera escandalosamente.
Yo era la que me estaba arriesgando a llevar un extraño a mi casa y él decía semejante cosa, simplemente no podía creerlo, mi risa ocasionaba que no pudiera hablar y fue mi hermano el que se atrevió a decir lo que yo pensaba.
-¿Acaso no es mi hermana la que se arriesga a llevar un extraño a casa? Green piénsalo bien, no sabes de donde salió este tipo y se parece mucho a aquel alienígena. Vámonos de aquí por favor –Seguía con miedo y yo igual, solo que mi miedo era distinto al de él.
-Lo siento. He sido un grosero... –Respondió algo triste y entonces apreté las manos de ambos.
-Vamos, no hablemos más del tema. Se hará más tarde y tú necesitas atención.
No sé como tuve aquel valor pero deseaba con todo mí ser no equivocarme.
Él tenía que ser Loki.
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LA CANCIÓN QUE HE USADO ARRIBA ES:
Tchaikovsky - El hada de azucar (cascanueces)
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