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Gael había prendido uno de los tres cigarrillos que mantenía en su bolsillo.
Solo fumaba cuando estaba ansioso.
Y dado que estaban en el hospital para hablar con Sam y aclarar lo de Peter, dicho en palabras suaves, él creía que ese cigarrillo tenía un buen merito para prenderlo.
—¡Tranquilo, Donjuán!—Simon habló acercándose a Josh.
El moreno de heridas se mantenía lejos, con el caminar lento, para tener tiempo de fumar. Mientras que Deena y Kate iban primeras.
Una señora morena, limaba sus uñas sin notar a los cinco adolescentes frente suyo, o eso era hasta que Deena tocó un timbre pequeño.
Esta de mala gana, y sin mirar a los 5, tomó una tabla y dijo;
—Llena esto y toma asiento.
—Vengo de visita.—Respondió la de rizos.
—Ya terminó el horario. Y no puedes fumar adentro.
Gael abrió los ojos mientras soltaba el humo.
¿Cómo lo había visto?
—Oh, si, lo siento.—Murmuró él calando lo último.
—Llame a Beddy.
La mujer de piel morena elevó su vista y sonrió imperceptible, antes de levantarse de allí.
A los minutos, un hombre alto apareció.
—Beddy. Tanto tiempo... ¿Cómo estás?
—Sigues acarreando a este idiota.—Habló el enfermero.
—No puede dejarme, Beddy. ¡Soy muy lindo!—Replicó el rubio.
—¿Qué tal tu costilla, Sallow?—Volvió a hablar el enfermero.
—Bien, mejor que la ultima vez.—Respondió con amabilidad.
¿Qué había pasado con su costilla? Pues, digamos que cuando un padre dice "No me enojaré si me dices la verdad" no es cierto.
Y Gael lo había puesto a prueba, a pesar de que todo su sistema le gritaba que no le dijera donde había tirado las drogas.
—Oye, necesitamos tu ayuda.—Dijo Kate, logrando que el recuerdo de Gael se fuera.
—Seguramente, pero sucede que hay un nuevo protocolo de seguridad. Como siempre nos quedábamos sin arándanos ni bananas, le pusieron llave...
—Debo ver una paciente.—Deena cortó su habla, este la miró y asintió yéndose.
Josh se acercó a Kate.
—¿Arándanos y bananas?
—Vicodin y Percocet.—Aclaró el moreno mientras lanzaba la colilla del cigarrillo y entraba.
—¿Quieren algo de la maquina? Muero de hambre.—La de coleta los miró antes de empezar a caminar hacia el pasillo, donde había una expendedora de comida.
—Simon, dame dinero.—Exigió Kate.
Este en respuesta a su amiga, le mostró lo dos bolsillos vacíos.
—Estoy seco, Kate.
—¿Gael? No me falles tú.—Lo señaló y este rebuscó.
—50. Es todo lo que tengo.—Le tendió la moneda, y ella con una mueca se giró a ver los precios.
—Uhm- ¿Puedo- puedo probar algo?—La voz tímida de Josh llamó la atención de los chicos.—Permíteme.—Él se acercó a la expendedora y presionó unos botone a la par que murmuraba algo.
Luego se recostó sobre la pared, observando los rostros sorprendidos de los tres.
Los dulces estaban cayendo. ¡Todos!
—Necesito que me enseñes eso.—Rió Gael acercándose.
—¿Dónde aprendiste eso?—Preguntó Kate una vez que recogió la mayor cantidad de comida.
—Trucos que se intercambian en linea.—Respondió con simpleza.
Simon sin contenerse tosió un "nerd", ganándose una mala mirada, no solo por parte de Kate sino también, de Gael.
—A mi me parece cool.—Defendió Schmidt.
—¿Y... Cuando te metiste en el negocio de las frutas?
—¿Cómo?
—Las... Drogas.
—Ah, es algo temporal. Ahorro para salir de aquí.
—Llévame contigo.—Dijo de repente el menor.
Simon elevó su mano y con un sonido de caída en picada, dejó en claro lo bajo que cayó por ese comentario.
Aunque, un grito femenino de detrás de ellos resonó, haciendo que toda la incomodidad se terminara.
Sam y Deena aparecieron.
—¡Corran!—Gritó Deena.
—¿Ellas se arreglaron?—Preguntó el rubio sin notar a la persona vestido de Halloween de su lado.
Kate si lo hizo. Y por ello gritó.
Simon tomó su mano, y empezaron a correr, al igual que Gael, quien empujó a Josh a moverse.
Los cuatro corrieron hacia la salida.
—¿Y las llaves? ¿Tienes las llaves?—Preguntó Simon agitado.
Gael negó.
—Vamos. ¡La ambulancia!—Kate los empujó a los tres hombres.
Al salir, una oleada de viento los golpeó y con ello el frío.
—Gael, maneja tú.—Kate le arrojó las llaves al desorientado chico.
—No, no puedo. Yo- no puedo.—Este la miró con ojos de desesperación.
Sus manos estaban temblando, y pronto sentiría como se entumecería todo su cuerpo.
—¡NO!—El grito de Sam alertó a los presentes.
—¡Vamos, Deena, suban!—Dijo Simon, abriendo las puertas traseras.
Gael, no dudó dos segundos en correr hacia las dos chicas dentro del hospital, y ayudarlas.
El chico tomó el cuchillo que estaba a un lado, y lo clavó en el hombro del asesino.
Este se dio la vuelta tambaleándose hasta el punto de caer en el suelo y con ello que su mascara se alejara de su rostro por el impacto.
—¿Qué...?—Tanto Deena como Gael se quedaron estupefactos al ver quien era el asesino.
Ryan Torres.
El supuesto muerto.
—¡GAEL, VAMOS!—Simon atrajo a la realidad al chico.
Gracias a eso, él tomó el brazo de Deena y empezaron a correr hacia la ambulancia.
—¡Rápido!—Apuró Josh a su hermana desde la ambulancia.
Simon estiró su mano, y eso ayudó a que ambos pudieran subir.
Una vez adentro, Simon abrazó a Gael con fuerza.
Olvidando por segundos que estaban con compañía.
[...]
—No deberíamos estar tan cerca de la estación de policía.
—Nos escondemos a la vista.
—Igual que Bundy.—Josh comentó ganándose las miradas de los tres adolescentes.—Cuando Ted Bundy acechaba a sus victimas.
—¿No lo atraparon?—La de coleta preguntó.
—Pues no. Bueno...—Tartamudeó el chico.
—Averígüenlo. Iré a hacer pis.—Avisó Simon, mirando de reojo a Gael.
—Te acompaño. Tengo un cigarrillo que prender.—Manifestó el azabache.
Los dos empezaron a caminar hasta llegar a una parte alejada.
Apenas el Sallow se dio la vuelta, Simon no se aguantó sus ansías de besarlo. Prácticamente abalanzándose sobre él.
Los brazos de Gael no tardaron en aferrarse al torso del rubio, y lo mismo con Simon, quien no pudo resistirse en soltar un inaudible gemido cuando la boca del moreno tomó control sobre él.
El beso iba tornándose agresivo, pero no del malo, de ese que volvía loco a uno, y quedaba con la sensación de querer más.
Inconscientemente, el cuerpo de Simon empezó a restregarse contra el de Gael, buscando ese placer que solo sentía con su novio.
Las manos de Gael no se abstuvieron de explorar por arriba de la ropa, el torso y zona baja del Kalivoda.
—Gael.—El jadeó de su nombre activó todo su sistema, olvidándose de su al rededor. Y de que a unos metros estaba la estación.
Simon de modo juguetón, paseó la palma de su mano por la parte principal del cuerpo, sintiendo en el proceso los abdominales semi marcados.
El objetivo que tenía en mente no tardó en cumplirse.
Su mano apretaba con suavidad el área "reproductiva", causando que un gruñido bajo saliera de sus labios.
—Simon.—Advirtió separándose ligeramente de él.
—Así me llamo.—Enunció mientras volvía a besarlo.
Gael sonrió entre el beso antes de separarse por completo, cuando una patrulla policial apareció.
Ambos se apoyaron en la pared, y Simon soltó un quejido.
—Mierda, no debí aguantar tanto.—Este se giró y abrió la bragueta de su pantalón una vez que la patrulla se fue de su área.
—No te estarías quejando si no me hubieras atacado.—Dijo con diversión.
—Pero bien que amaste ese "ataque".—Replicó Simon.
—¿Quién dijo que lo amé?—Gael se giró a verlo.
—Tu cuerpo te delata.—Simon le robó un beso casto al chico.
—Tienes que dejar de hacer eso. Es la segunda vez que me pongo duro.—Se lamentó el azabache acomodando sus pantalones para tratar de esconder el bulto.
Simon rió.
—Claro, tú te ríes, y yo me acomodo mi injusta erección. Cuanta igualdad hay en esta relación.—Habló con rapidez el chico.
—Luego te compensaré, lo prometo.—Aseguró Simon, besándolo otra vez.
—¿Las dos veces?
—Las dos veces.—Afirmó con dificultad, puesto que Gael mantenía su labio entre sus dientes, de forma caliente.
—Siempre hieres a quien más quieres. A quien jamás deberías herir.
Gael se separó de Simon, y miró a los dos lados.
—¿Qué sucede?—El rubio preguntó.
—¿No oyes eso?—Sallow se giró por completo hasta toparse con una chica en el fondo de la calle, sentada.—Simon...
—También la veo.—Habló este empezando a caminar.
—¿Qué haces?—Gael lo vio.
—Oye, ¿estás bien? ¿Necesitas ayuda?—Indagó el Kalivoda.
La chica dejó de cantar y elevó su cabeza, dejando ver la marca en su rostro.
—¿Qué-?
Simon no pudo completar sus palabras ya que la femenina sacó una navaja y se subió encima de él.
Esto puso a Gael en acción, por lo que se acercó corriendo a la chica, y empujó su cuerpo a un lado.
—¿Estás bien?
—No, la maldita me cortó.—Respondió Simon.
La chica con una cicatriz se levantó y se tiró sobre Gael, causando que este perdiera el equilibrio y cayera junto a la chica.
—Simon, ve a buscar ayuda.—Pronunció con dificultad Gael. Ya que tenía las manos de la chica entre las suyas. Con la única desventaja de que ella usaba de arma una navaja.
—Pero-
—¡VE!
El grito lanzado por él, hizo reaccionar al chico.
—Ya vengo.
Gael asintió aun sabiendo que no lo podría ver.
—Oye, tengo principio y valores. No golpearé a una mujer. Aunque me puedas matar si quieres.—Trató de hablar con la chica, pero esta estaba totalmente segada por algo. La navaja por la mejilla de Gael, hiriéndolo.—¡Hey!
Gael juntó fuerza para empujarla, pero era tan bruta la fuerza de ella, que fue como si no se hubiera esforzado.
La desesperación estaba llegando a él.
¿Qué haría si moría? No podía, tenía planes. Y prometió cumplirlos.
Tan pronto como ese pensamiento se salió de su mente, dos balas impactaron en el cuerpo de la chica encima suyo.
Gael tomó eso como ventaja, empezando a empujarla hacia el otro lado y levantándose con rapidez.
—Gael, ven.—Gritó Kate.
Deena se quedó con la vista fija en la desconocida que le disparó.
—¡Vamos! ¡Corran!
Gael tomó de la mano a Simon, y ambos empezaron a correr.
[...]
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