Latidos de un corazón confundido (5)
- ¿Es acaso que tu prima no es adecuada para ti?- ese es el problema, que es mi prima...- O acaso es que le echaste el ojo a alguien, es imposible, porque tienes prohibido salir del palacio... ¿A qué se debe eso?
- Quisiera formar un gran imperio...- Su padre se sorprendió por aquella respuesta- No quiero pelear u obligar a la gente a formar parte de nuestro reino, por ello... había pensado en casarme con alguien ajeno a la familia y que así, el hijo que salga de nuestra unión, sea un gobernante poderoso, más de lo que nosotros dos seamos...- Apretó los labios, a su padre no le gustaba que tuvieran más poder que él, pero, era una tentadora oferta el hecho de tener un imperio más grande y conocido por Egipto.
- Es una propuesta interesante... Decidiremos a una mujer adecuada para ti.- Mejor dicho... decidirás, y por favor, no me busques a una prima lejana... Apretó los labios.
Decidió no decir nada más en toda la cena y simplemente hacer silencio. Vio a uno de los sirvientes que le servían vino a su padre y, por alguna razón, pensó en el chico aquel, no habría comido absolutamente nada, podía asumirlo porque los prisioneros no solían comer nada más que una vez al día, y apenas eran una migajas de pan, con suerte. Miró la manzana que había en el frutero y, su mano algo temblorosa, la tomó y guardó disimulado, nadie lo miró y tampoco opinó nada al respecto. Así que cuando fue por el pasillo hacia su cuarto se desvió hacia la celda en la que, después de lavar todos los platos utilizados en su cena, el chico estaba encerrado, sentado en el suelo de paja infestado de insectos, rascando su nuca y mirando al suelo.
Tenía la piel morena, pero no como todos los que había visto desde lejos en la cantera trabajando desde el balcón delantero del palacio o todos los que veía morir por la guardia real cerca del palacio, tenía la piel un poco más clara, el cabello oculto en una sábana sucia de arena, amarillenta por el sudor, pero que en algún momento había sido blanca, aunque ella cubriese todo su cabello, algunos pelos sueltos se escapaban, y eran de color negro. Cuando vio la manzana rodar hasta estar en su campo visual, elevó la cabeza y abrió los ojos en shock, castaños claros, era un color bonito debía confesar, era un poco más oscuro que la miel, y bastante más claro que el chocolate con leche, quizás color caramelo, no sabría decirlo con claridad. Él retrocedió, casi como si hubiera visto un fantasma, y parpadeó incrédulo. Unos minutos en silencio, en los que ninguno de los dos dijo absolutamente nada, y después el joven príncipe se retiró por el pasillo dejando al moreno todavía paralizado en el sitio, pero que, con un temblor de sus manos tomó la manzana roja, un rojo pasión que le indicaba que era dulce, jugosa y deliciosa, y dio gracias de forma silenciosa por poder alimentarse aquel día.
Algún tiempo después de aquel incidente del chico, el príncipe del palacio seguía inmerso en sus pensamientos en la habitación.
Había estado encerrado un día entero, y solo había salido para comer y cenar, a propósito, durante la cena volvió a robar una manzana y entregársela al chico de la celda, aunque no era robar, solo le había dado algo de comer, aunque ni siquiera entendía porque había hecho eso, pero bueno; a causa de eso estaba tan inmerso en sus pensamientos, cuando ya hacía unas horas que debería haberse dormido, su corazón lo tenía atormentado, el martilleo contra sus costillas era fuerte, tanto que le impedía dormir.
Gruñó frustrado y después se giró hacia el espejo que había en el otro lado de la habitación, el reflejo lo miraba de vuelta, hizo una mueca, se llevó una mano al pecho y después gruñó audiblemente, maldijo su estúpido corazón que no le dejaba dormir.
Se sentó en el colchón y se quitó el cabello de la cara con una mano en su frente, deslizó el cabello hacia su hombro y apretó los labios. Así era imposible poder verse fabulosamente bien al día siguiente, negó con la cabeza mientras dejaba caer los brazos sobre su regazo, miró su reflejo en el espejo. Se levantó de la cama, dio algunos pasos y se sentó en la lujosa silla, después se cruzó de brazos sobre la mesa del tocador.
Ese esclavo ocupaba día y noche su mente. No era capaz de concentrarse en nada más, solo en si él estaría bien, si estaría vivo, si estaría herido y no pasaba minuto en el que no estuviera deseando escaparse de sus labores como príncipe para ir a la celda y asegurarse de que estuviera perfectamente.
Como en ese momento, su mente no dejaba de dar vueltas entorno al chico. Aun así, acabó rendido y dormido apoyando la cabeza sobre sus brazos en el tocador, más que nada porque sus párpados ya no aguantaron más.
Nada más despertar se alistó y salió a toda prisa para no llegar tarde, el problema es que estaba llegando tarde a su propia presentación del reino escogido, es decir, que hoy conocía a su futura esposa y estaba llegando tarde, así que corrió por los pasillos, olvidándose de cierto detalle, los guardias podían verlo y seguramente no les gustaría que su majestad fuese corriendo por allí sin nadie que vigilase si se hacía daño.
Lo que valía es que, aun sudando y agotado, había llegado a tiempo y tenía unos segundos para arreglarse el peinado, el traje y, mira, detalle que le gustó a su padre y que no dudó en alabar de forma algo perversa, el haber ido corriendo lo hizo sudar y verse más brillante por la luz del sol que venía desde el exterior del palacio.
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Admiren eso: RanBert teniendo gay panic :0
xD
Perdón xd
Es que me encantan los gay panic de RanBert en toda la historia.
Aquí las opiniones ------------------------->
Y, pues, no tengo gran cosa más que decir, solo que este capítulo me gusta por el gay panic de RanBert >:3
Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo
Bye~
By Ecchisforlife
[1033 Palabras]
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