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Déjame solo (1)

El albinismo es la falta de pigmento en el cabello, piel o el iris de sus ojos. Heredar el albinismo de padres a hijos es difícil, pero no imposible. En otro caso, podemos hablar de que el albinismo se da en 1 persona cada 17.000 personas... Teniendo esto presente, podemos afirmar que para los seres que no tienen el conocimiento al cual tenemos acceso hoy día con el internet, creen que el albinismo es cosa de Dios, básicamente, que ese ser poderoso e inmortal como lo es Ra, dios del Sol, se ha hecho presente en el mundo terrenal siendo la encarnación de un hijo varón del faraón que nació albino. Teniendo esto en cuenta, el hijo sería tratado como un Dios, siendo tan poderoso como el faraón que gobernaba el reino, y claramente, siendo él quien tendría el honor de gozar de ese título tan grandioso como lo era él ser un dios en la tierra, el faraón del imperio.

Obviamente era un niño, un niño pequeño al cual se le llenaba de regalos, ofrendas o se alimentaba con grandes manjares para que que creciera grande y fuerte, para que fuese el rey perfecto, que tuviera el gran honor de poder tener el título de faraón. Siempre vestido con elegantes telas que deslumbraban sobre su piel blanca. A diferencia de sus padres, quienes tenían la piel un tanto oscura a causa del sol infernal del desierto, él no, él tenía una piel brillante que deslumbraba como la misma luz del sol al mediodía sobre la cantera.

Aquel niño, claramente, era amado por todos los del reino, el príncipe albino, un ser extraordinariamente bello, piel tersa, fuerte, blanca y perfecta, pero también odiado y envidiado, a causa de esto, el joven jamás salió del palacio, tenía prohibido salir, no se le permitía juntarse con otros jóvenes, por miedo a las posibles heridas que pudiera provocar en la piel, o los intentos de asesinarlo que pudieran cometerse. Por ello, siempre era mimado y siempre estaba protegido por hermosas mujeres que cuidaban de él, lo educaron y enseñaron el noble arte del imperio, le enseñan historia, matemáticas, física, geometría, y él, bueno, él insistió en aprender esgrima, así que también aprendió arquería y esgrima para poder defenderse solo en caso de que alguien lo ataque. Su padre lo animó en ello.

Siempre fue un niño silencioso pero astuto y observador, se dio cuenta de la sobreprotección que había tras él, y el odio que había en los ojos celosos de sus primos o familiares. Rápidamente se dio cuenta de la envidia del mundo y con quien debía o no juntarse. Aprendió, gracias a aquellas mujeres, a cortar sus cabellos, los cuales eran sagrados, no debían cortarse, pero él aprendió a hacerlo, eran cortes suaves y tenues, para que nadie notase la diferencia y que alguien muriese por cortar sus preciados cabellos... Sus padres exageraban a veces... Empezó a hablar a los seis años, no porque no hubiera aprendido, sino porque no le era necesario y tampoco tenía interés en hablar con nadie, si solo iba a tener miradas y sonrisas hipócritas a cambio. Había aprendido a ser independiente y conforme crecía, su padre le quitaba a sus únicas amigas, mujeres mayores que lo cuidaban y lo veían crecer, con quienes había dado sus primeros pasos, o dicho sus primeras palabras, mujeres que eran segundas o terceras esposas de su padre, pero eso no le molestaba, asumió que era normal, porque su madre no se molestaba con ellas cuando su padre las besaba o incluso tocaba de formas algo... indecentes delante de todos, siempre diciéndole que debía tener más de una mujer, porque así era más poderoso, pero esa no era su idea de poder. Así fue, cuando a los once años, la única compañía que tenía era la de sus primos, más bien primas, porque, entre todos, había sido el único varón de la dinastía que había conseguido sobrevivir. Quizás porque era albino y los cuidados sobre él fueron más exhaustivos...

Su prima tenía dos o tres años más que él, le gustaba pasar tiempo con ella y ella disfrutaba de peinar los sagrados cabellos blancos del semi-dios, así era considerado solo por su piel, sus ojos y su cabello... No le gustaba ser tratado como un dios, pero apenas podía quejarse, porque dijera lo que dijese, la gente seguía pensando que era una divinidad o similar. Ella era pícara y directa, estaba interesada en ser la esposa del semi-dios y ser conocida por todo egipto por ser la reina del Dios albino, de la personificación de Ra en la tierra, odiaba ese título. Pero aunque ella quisiera tal cosa, no lo iba a permitir, ¿Por qué no? Porque no estaba interesado en ella, y tampoco en ninguna de sus primas...

¿En que estaba interesado entonces?

En la creación de un imperio.

¿Cómo se consigue un imperio sin una guerra? Casándote con la hija de otro emperador de Egipto. ¿Cuál era el problema? Que aunque él quisiera hacer eso, sus padres ya estaban deseando que tuviera suficiente edad o que dejara preñada a su prima para así poder casarlos de una vez, básicamente, debía decir que no estaba interesado en la familia, al menos de forma sexual, porque los amaba fraternalmente, eso sí; y decir públicamente que quería formar un imperio, un gran imperio, que fuese conocido por todo egipto.

Hasta aquí suena lógico. Al menos no estaba deseando quedarse a solas con un prima y frotarse lujuriosamente en su cama, por dios, no, desde luego que no, y por ello estaba sentado delante del espejo, carísimo espejo por cierto, donde veía el reflejo de su prima y sus segundas intenciones detrás de tanto mordisco en sus labios mientras peinaba sus cabellos, otra cosa no, pero amaba que le tocasen el cabello, punto débil que su prima conocía bien, pero que no iba a permitir que aprovechase. Bufó pesado y rodó los ojos cuando lo miró fijamente y le sonrió coqueta.

- Y.... ¿Te lo pensaste ya?- Preguntó sorpresivamente mientras soltaba sus cabellos y apoyaba las manos en sus hombros en un suave masaje.

¿Eso debería ser excitante para un príncipe normal? Diablos, realmente tenía sus ideas muy claras y no lo iban a convencer fácilmente.

- ¿Qué debería haberme pensado?

- Ya sabes...- sus manos bajaron hacia su pecho y se acercó para dar un asfixiante abrazo, un tanto provocativo también, estaba frotando sus pechos en su espalda y nuca.- Ser tu esposa... Ser unos grandes reyes.- Sonrió por su mirada a través del espejo- Que todos nos tengan envidia...

- ¿Nos tengan? O... ¿Te tengan? Prima, querida, no sé si te has dado cuenta de que yo ya me he dado cuenta de la situación- la sonrisa de la chica se borró ante la arrogante que aparecía lentamente en la cara del chico- No estoy interesado en ti, ¿Puedes dejarme solo?

- Pero...

- He dicho... Déjame solo

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Primer capítulo de esta nueva historia :D

No me miren raro o mal, en el antiguo Egipto era normal que los príncipes se casaran con sus primas, sus tías o sus hermanas, así que por favor, no me peten con malos comentarios :'3

Gracias :"3

Bueno, de todas maneras no parece estar muy interesado en su prima, y de hecho, ya lo confirmo yo, no, no lo está, ósea, si está interesado en mujeres, pero no en su prima.

(CofcofcofcofcfoHastaQueVeaAWillEstáIneteresadoEnTipascofcofcfocfocfocof)

Okay ya paro xD

Ya saben, si, la historia es gay, pero el prota empieza tirándole la caña a la minitas si, lo normal, luego se les cruza el sensual crush y se les cae la heterosexualidad.

Aishshh, que ganas tengo de que la historia siga, y siga, y siga yajdkashdjakfa

Ya verán, ya verán :3

Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el siguiente capítulo

Bye~

By Ecchisforlife

[1313 Palabras]

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