🍃 11 de Marzo 🍃
🍀Historia inspirada
en la canción "Jueves"
de La Oreja de Van Gogh.
En la desolada estación, un joven alto y esbelto bostezaba a primera hora de la mañana. Acomodaba su camisa blanca y un ligero jersey celeste de cachemir sobre sus hombros, el mismo que había comprado justo el fin de semana anterior, mientras esperaba por el tren que lo conduciría hacia su universidad al otro lado de la ciudad.
Seokjin estaba exhausto.
La semana de exámenes había agotado su mente y su cuerpo.
Las últimas noches se quedó hasta altas horas de la madrugada repasando sus apuntes y textos. Le costaba entender los temas en clase, mucho más que a los demás. Por ese motivo se esforzaba el doble en la época de exámenes. No podía darse el lujo de bajar sus notas promedio. Debía mantener la beca que tanto le había costado obtener.
Sin embargo, por más cansado que estuviese no olvidaba alistar la ropa que llevaría a la mañana siguiente a clases, indeciso como siempre, revisando su figura mil veces en el espejo hasta encontrar el conjunto que mejor le quedase. Llevaba teniendo esa extraña costumbre hace casi tres meses por una razón muy especial.
El esperado tren llegó y los cansados pasos de Seokjin se adentraron en el vagón. Miró a ambos lados del lugar casi vacío. Sólo habían tres personas dentro, una pareja de ancianos y al fondo un hombre durmiendo. No le pareció ver a nadie conocido.
Suspiró derrotado.
Sus desganados pies le guiaron casi por inercia hacia los usuales asientos al final del vagón, esperando ser uno de los pocos ubicados en aquella zona durante el recorrido y poder gozar de cierta tranquilidad en el viaje del que aún quedaba una hora.
Al sentarse, ajustó su anteojos de finos bordes negros sobre su pequeña nariz y acomodó su mochila a su lado, rebuscando en el interior su reproductor de música y los audífonos, para hacer más amena la habitual travesía.
Se había sentado con tanta flojera y apatía, que no había caído en cuenta de los singulares rasgos de aquel joven cabizbajo que dormía cruzado de brazos, situado en uno de los asientos cercanos al suyo, resguardando casi la mitad superior de su rostro bajo la visera de una gorra negra.
Inevitablemente, los ojos de Seokjin fueron a parar a sus gruesos labios, sus bronceadas mejillas que dibujaban suaves surcos en ellas, asomando curiosos y traviesos hoyuelos, como si estuviera sonriendo entre sueños.
De repente, el hombre se deshizo de la gorra y acomodó sus cabellos rubios hacia atrás, en la inconsciencia, aún con los ojos cerrados. Dejó su faz completamente descubierta y reposó un lado de su frente contra el cristal de la ventana, manteniendo los párpados caídos, aún adormecido por ser tan temprano.
Era él.
El mismo muchacho con el que llevaba coincidiendo en el mismo tren cada mañana de clases, hace casi tres meses. Era la primera vez que lo veía con una gorra puesta, motivo por el que no lo reconoció a simple vista.
Seokjin suspiró al mirarlo, imaginando ser el espía furtivo que tuviese la suerte de poder escabullirse en sus felices sueños.
Pensó que quizás aquel guapo muchacho asistía a la misma universidad que él, pues bajaba siempre en su misma estación. Pero el campus era tan enorme y las especialidades eran tantas, que sería casi imposible que pudieran coincidir.
Él se veía tan atractivo, tan impresionante e inalcanzable sólo sentado allí, durmiendo y respirando. Seokjin era sólo Seokjin, creyendo ser escasamente inteligente, falto de gracia, poco sociable y vistiendo ropa nueva con la esperanza de verse interesante también ante sus ojos.
Se sentía tan poca cosa, tan normal, un chico del montón ¿Cómo podría aventurarse en poder llamar su atención?
🍀
«Si fuera más guapo
y un poco más listo,
si fuera especial,
si fuera de revista,
tendría el valor de cruzar el vagón
y preguntarte: ¿quién eres?»
🍀
Había pasado tanto tiempo viéndolo siempre en el mismo tren y Seokjin aún no se había atrevido a dirigirle una sola palabra.
Su corazón latía desenfrenado sólo con verlo. Su tez se sonrojaba, sus manos comenzaban a sudar sin control y los nervios lo paralizaban.
Aquel joven era tan apuesto...
Siempre llevaba ropa deportiva o casual y a su perfecto físico todo le quedaba estupendamente bien.
Su marcada mandíbula acentuaba sus varoniles rasgos. Su dorada piel le atraía irremediablemente, como un imán. Un magnetismo imposible de explicar.
Seokjin se recreaba cada día viendo su trabajada figura. Apreciaba sus fuertes brazos mientras abrazaba la mochila contra su pecho. Examinaba de reojo sus firmes piernas cuando llevaba pantalones ajustados o cortos y la forma en que se dibujaba cada músculo sobre el bronceado lienzo al cruzar una pierna sobre otra con total despreocupación. Incluso le encantaban sus grandes manos, que se veían tan fuertes, hábiles y seguras, mientras parecía tomar apuntes cada mañana en una desgastada libreta azul.
De improviso, el hombre de sus sueños abrió los ojos perezosamente y volvió a bostezar viendo el paisaje algunos segundos a través del cristal de la ventana, cerrando nuevamente sus pestañas, sin notar que Seokjin sentía derretirse con cada mínimo gesto.
🍀
«Te sientas en frente y ni te imaginas
que llevo, por ti, mi atuendo más bonito
y al verte lanzar un bostezo al cristal,
se inundan mis pupilas.»
🍀
Al ver que seguía durmiendo, Seokjin volvió a suspirar e intentó distraer su atención. Colgó los auriculares en su cuello y revisó en su teléfono celular las últimas notificaciones de la página de comics en internet en el que estaba suscrito. Adoraba las series románticas, sobre todo las de estilo Boy Love. Cada escena, cada imagen, le hacía soñar en que algún día pudiera él también encontrar a su persona especial, alguien con quien poder vivir todo aquello que sólo veía en dibujos. Aunque fuera una ilusión, él quería tener también su ansiado final feliz, al igual que en las historias que amaba leer.
Repentinamente, su mirada se ensombreció al mirar en la pantalla del teléfono la fecha de hoy: "11 de Marzo". Un mal día para soñar con finales felices.
Seokjin solía ser un chico más seguro de sí mismo, pero desde hace tres años atrás, cada once de marzo ha estado cargado de malas noticias y decepciones. En el primero de ellos, murió su perrito Jjanggu, la mascota a quien tanto adoró. Dos años atrás, otro fatídico once de marzo, su padre fue cambiado de puesto de trabajo y tuvieron que mudarse de improviso a una ciudad donde no conocía a nadie. Agradeció al menos poder tener afinidad con un compañero que conoció en su nueva universidad, el único con quién compartía sus anécdotas y pasatiempos. Se sentía tan a gusto con su compañía que desafortunadamente se equivocó al captar las señales, creyendo que todas aquellas amistosas acciones, sonrisas y abrazos, eran con fines románticos. El último once de marzo del año pasado, se decidió al fin en proponerle iniciar un noviazgo, llevando consigo hermosos detalles y presentes para acompañar su proposición, al igual que veía siempre en los momentos más sentimentales de sus series y comics. Lamentablemente, el chico del que creyó estar enamorado lo rechazó con brusquedad en frente de toda la clase, gritando a viva voz que no era homosexual y dejándolo solo en mitad del aula en total ridículo.
Desde aquel día, Seokjin se volvió un muchacho triste, retraído y poco sociable. Aquel ex mejor amigo se cambio de universidad y no supo más de su vida.
Seokjin fue el hazmerreír del lugar durante varias semanas. Fue señalado y humillado. Su nombre se hizo famoso en todas las facultades del enorme campus, por razones que jamás hubiera querido serlo.
Desde aquel momento su única amiga se llamó Soledad.
Sus monótonos días transcurrían en ir a clases y leer comics los fines de semana, esperando que las horas pasasen pronto. No había nada nuevo en su vida. Nada interesante ni especial que pudiera animarlo... Hasta que vio a aquel apuesto muchacho hace tres meses en el mismo tren.
Aquel joven de piel bronceada, cabellos rubios y profundos ojos negros como el café.
Las mariposas en su estómago habían comenzado a morir lentamente... Pero desde que lo vio, ahora habían muchas más, alzaban sus coloridas alas y revoloteaban todo su ser de arriba a abajo, llenando su días de color y esperanza.
Repentinamente, el chico volvió a despertar con el vaivén del tren y giró su vista hacia un lado, encontrando la mirada contraria sobre la suya. Seokjin quedó paralizado por unos segundos. Pensó en que quizás lo había estado observando demasiado tiempo y avergonzado cerró sus párpados con rapidez, volviendo a sentir los nervios a flor de piel.
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«De pronto me miras, te miro y suspiras.
Yo cierro los ojos, tú apartas la vista.
Apenas respiro, me hago pequeñito
y me pongo a temblar.»
🍀
Temeroso, Seokjin abrió los ojos tras un par de minutos y se percató de que el moreno joven ya no lo estaba observando. Sobre sus manos reposaba la misma libreta azul de siempre. Apoyando el cuaderno sobre su mochila, parecía tomar apuntes y deslizar la punta de un lápiz sobre las hojas, con total atención.
Incluso su perfil atento le parecía cautivante.
En su mochila, Seokjin observó que llevaba un enorme llavero con el logo del museo más importante de la ciudad y en el frontal varios pines de diversas formas, recreando algunos famosos cuadros.
"Seguramente debe ser un amante del arte", pensó.
Seokjin adoraba ir a exposiciones y eventos artísticos, aunque siempre asistía solo. Le gustaban las formas extrañas y los colores, aunque no supiera descifrar el sentido real de cada cuadro. Le encantaría tener el valor de poder invitarle tal vez a algún evento de aquellos ¡Sería una cita perfecta! Hasta podía imaginarse caminar de su mano mientras el encantador chico le explicaría su punto de vista de cada obra de arte y Seokjin lo escucharía atentamente con ojitos brillantes de emoción.
Quizás sin entenderle nada.
Quizás sólo perdiéndose en su mirada.
Quizás sólo perdiéndose en su voz.
¡Oh Dios!
¿Cómo sería su voz?
Ni si quiera lo había oído hablar alguna vez...
Seokjin volvía suspirar y se sonrojaba. Regresaba su vista hacia la ventana a su lado, despertando de sus locos desvaríos.
Nuevamente estaba soñando despierto.
Miró su reloj dándose cuenta que aún quedaban treinta minutos para llegar a la universidad.
¿Hoy sería un buen día para intentar cruzar al menos una palabra con aquel joven que le robaba los suspiros que morían cada noche en su almohada?
Aunque quizás, el apuesto chico tuviera novia y fuera ella a quien llevase siempre de la mano, radiante y feliz.
Y nuevamente, como cada vez, con aquellos pensamientos rondando por su mente, sus nervios y el desánimo le vencieron. Apretó los labios con tristeza y sintió perder de nuevo la tan ansiada oportunidad de pronunciar tal vez un "Hola".
🍀
«Y así pasan los días, de lunes a viernes.
Como las golondrinas del poema de Bécquer.
De estación a estación, en frente tú y yo.
Va y viene el silencio.»
🍀
Los almendrados ojos de Seokjin giraron discretamente en dirección de aquel chico que seguía atento a su libreta. Sin embargo, su vista recayó en un objeto en el suelo del pasillo entre ambos asientos. Una tarjeta blanca que pudo distinguir como la identificación para acceder al campus de la universidad, portando una foto sonriente del muchacho de tez canela.
Acomodó nuevamente los lentes en el puente de su pequeña nariz e hizo un esfuerzo por divisar el nombre que llevaba escrito.
Kim Namjoon
Facultad de Ingeniería
¡Oh! Namjoon
¡Si hasta el nombre le parecía bonito!
¿Debería decirle que aquel objeto se le había caído casualmente?
Seokjin boqueaba intentando pronunciar alguna sílaba en dirección de aquel muchacho, pero las palabras no salían de su boca.
¡Se sentía tan tonto! Seguramente se le trabaría la lengua y su mente se quedaría en blanco si intentara hablarle.
No, no, no. Aún no estaba preparado para dirigirle la palabra. Menos un día como hoy, un once de marzo donde todo siempre le salía mal.
Necesitaba más tiempo para armarse de valor.
Solo un poco más de tiempo...
Seokjin se odiaba por sus tontos miedos.
"Seguramente, aquel joven caería en cuenta de la identificación extraviada cuando saliera por el pasillo... Entonces no debería preocuparse ¿no?"
Seokjin cerró los ojos y golpeó levemente su frente un par de veces contra el cristal de la ventana a su lado.
Pensó mejor en hacerse el dormido hasta llegar a la parada de la universidad e intentar disipar de alguna manera todos los pensamientos de su mente, pero sin quererlo, agotado por las últimas noches de desvelo, cayó en un profundo sueño.
Su imaginación le jugó una mala pasada y le llevó a recrear escenarios imposibles. Llevaba teniendo esos sueños hace más de un mes, pero ahora podía ponerle nombre a su personaje favorito. En todos sus sueños salía aquel muchacho de dorada anatomía en situaciones inesperadas, iguales a las últimas escenas de sus series románticas favoritas y de los comics de estilo yaoi que leyó.
Sus sueños parecían tan reales... que incluso con los ojos cerrados podía distinguir los gruesos labios contrarios deslizarse suavemente por su cuello, mientras acomodaba su cuerpo, acostándolo contra el respaldar del asiento del tren. El ambiente del solitario vagón parecía haber tomado un color rosa tenue, cálido y perfecto. Era tan irreal... pero Seokjin sentía arder su piel por cada tramo donde una escurridiza lengua iba dejando un camino de saliva y sutiles mordidas. Seokjin llevó su cabeza hacia atrás, dejándose dominar poco a poco por el exquisito placer que iba subiendo grado a grado la temperatura de su ser. Casi le parecía percibir las fuertes manos colarse por sus caderas y subir suavemente por su torso, abriendo uno a uno los botones de su camisa, por debajo del suéter de cachemir. Por poco dejó de respirar al notar los tibios dedos rozar sus pequeños pezones, masajeando y apretando a la vez, haciendo que el aire alrededor se volviera bruma caliente y Seokjin intentara morder sus propios labios para retener los jadeos que amenazaban escapar de su boca.
Su cuerpo se sintió tan extasiado que parecía moverse por sí solo. Sus delgadas piernas se abrieron, dando paso a un fuerte cuerpo que se acomodó entre ellas con total facilidad. Se movía lentamente sobre éste, haciendo que sus pelvis colisionaran entre sí, con suavidad, una y otra vez, aún por sobre la ropa, en una deliciosa fricción que lo hacía delirar.
Seokjin soltó un gemido cuando la húmeda lengua llegó hasta su oído y se apoderó de éste, haciendo hervir su piel y deslizándose por cada rincón con total maestría.
Y de improviso un nombre escapó de su extasiada boca.
-Nam... Mhmm... Namjoon.
Seokjin abrió los ojos de par en par, en shock, terriblemente asustado.
Seguía sentado en el tren, en la misma posición de siempre.
Había hablado entre sueños, casi enfrente del causante de sus locos desvaríos.
Giró presuroso su vista hacia el apuesto muchacho y sus miradas volvieron a encontrarse.
¡DIOSSSSSS!
¡Lo estaba mirando!
¿Lo había escuchado?
¿Lo oyó gemir?
¿Lo escuchó clamar su nombre?
¡Dios! ¡Dios!¡Dios!
¡NOOOOOOOOO!
¡Que se abriera la tierra en ese instante y se lo tragase de una vez!
🍀
«Y entonces ocurre, despiertan mis labios,
pronuncian tu nombre tartamudeando.
Supongo que piensas:
'Qué chico más tonto'
y me quiero morir.»
🍀
Namjoon observó curioso al joven dormido a pocos pasos de él. Su faz tranquila y sus dóciles cabellos negros cayendo por su rostro le asemejaron a un bello ángel durmiente.
De repente, lo oyó quejarse entre sueños.
"Quizás tendrá una pesadilla"
Pero sus sentidos dieron un brinco cuando también escuchó que pronunció su nombre...
¡Su nombre!
¿Entonces lo conocía?
¿No había pasado desapercibido ante sus ojos?
Desde que Namjoon fuera trasladado de Universidad hace tres meses y viera a Seokjin sentado en aquel tren, quedó prendado de él.
Fue inevitable.
Lo vio tan hermoso, mientras observaba el paisaje pasar a través del cristal. Recuerda que la primera vez que fijó sus ojos en él, era una soleada mañana y los rayos que iluminaban su rostro morían en sus pupilas, donde parecían quedarse a vivir en el fulgor de aquellos ojos color miel.
Namjoon sonreía al pensar que tal afortunada coincidencia ocurrió sólo porque se equivocó al subir al tren. Él se había mudado hacía poco a su nueva casa y en vez de elegir el tren directo a la universidad, tuvo que utilizar dos transportes para poder llegar. En el segundo tren encontró a aquel chico de mirada triste y hermosos labios rojos. Desde aquél día no había dejado de subirse en el mismo tren, aunque tuviera que levantarse una hora antes, sólo por tener la esperanza de verlo cada mañana otra vez.
Dando algunos datos de sus rasgos, preguntó por él a algunos compañeros de la nueva universidad. Descubrió que se llamaba Seokjin y que estudiaba en la Facultad de Psicología, cuatro edificios más lejos que el de Ingeniería, razón por la cual encontrarse en el campus fue casi imposible. Aquellos amigos también le contaron por qué fue tan famoso en la universidad hace un año atrás, después de que su nombre hubiera corrido de boca en boca cuando fue rechazado en frente de todos sus compañeros de clase.
Unos decían que aquel día Seokjin llevaba globos y otros que bombones. Algunos decían que llevó un enorme cartel lleno de corazones y otros afirmaban que llevaba incluso flores. Nadie sabía si todo aquello era realmente cierto o simples habladurías, pero desde aquel día Seokjin dejó de hablar con los demás y sólo se le veía ir a venir a clases, cual si fuera un fantasma.
Al enterarse Namjoon de aquella historia, quiso saber más sobre él. Sobre aquel chico que lo había dejado embrujado desde la primera vez que lo vio.
Una pequeña parte del corazón de Namjoon se alegró cuando supo que sus preferencias eran iguales a las suyas. A él también le atraían los chicos, aunque no fuera muy abierto en expresarlo a todo aquel que conocía, sólo a sus padres y sus dos mejores amigos más cercanos. Siempre tuvo miedo al rechazo de los demás, por lo que evitaba el tema de conversación sobre novias y citas.
Pero si aquel chico tan lindo hubiera venido hacia él con globos, flores y bombones, su corazón se hubiera vuelto tan loco de alegría que no le hubiera importado gritar a los cuatro vientos que era gay ¡El más gay de todos! Si tan solo con esa confesión hubiera podido asegurar que aquel hermoso ángel sería sólo para él.
Él lo cuidaría, él lo atesoraría para siempre y se ocuparía cada día en que aquellos decaídos ojos volvieran de nuevo a sonreír.
Pero cada mañana que lo encontraba en el tren se le veía tan triste y otras veces tan distante, que temía poder asustarlo.
Quizás Seokjin aún no estaba preparado para conocer a alguien más después de aquel rechazo que sufrió. Por eso Namjoon sólo se conformaba con divisar su figura desde lejos. Observarlo cuando cerraba los ojos, cuando suspiraba al oír música desde sus auriculares o cuando se mordía los labios al concentrarse en alguna lectura de aquellos comics Boy Love que estaba seguro de que eran los mismos que Namjoon adoraba leer, lo sabía por aquel característico sonido de la aplicación del teléfono cada vez que se actualizaba un nuevo capítulo.
Namjoon se conformó todo este tiempo sólo con contemplar a Seokjin, guardando en su memoria cada acción del muchacho, pareciéndole increíble incluso la forma en la que giraba su mano en el aire cada vez que acomodaba constantemente sus lentes de filos negros en esa pequeña nariz, mientras Namjoon dibujaba su perfil una y mil veces en la habitual libreta azul que siempre llevaba en la mochila.
Retratos de sus brillantes ojos.
Bocetos de sus delicadas manos.
Dibujos de su apetecible boca.
Trazando líneas y más líneas en innumerables hojas, delineando sus finos pómulos, los cabellos negros que caían sobre su nívea faz, intentando captar la belleza de sus pestañas, impregnando en cada trazo toda la emoción que sentía vibrar y estremecer su joven corazón.
Siempre esperando el ansiado momento de poder hablarle...
Pero acababa de oírle.
¡Oyó su propio nombre en esos rojos y cautivantes labios!
Ése era el momento que él tanto había esperado.
Y esta vez no lo dejaría escapar.
Decidido, Namjoon se levantó de su asiento y caminó hacia el joven. Le mostró una sincera y encantadora sonrisa mientras se acomodaba en el asiento al lado suyo, sin dejar de observarlo frente a frente para poder por fin dirigirle las palabras que tanto había guardado en su interior.
🍀
«Pero el tiempo se para
y te acercas diciendo:
'Yo aún no te conozco
y ya te echaba de menos.
Cada mañana rechazo el directo
y elijo este tren' »
🍀
Absorto, Seokjin oyó hablar a aquel apuesto joven, pero su estado de asombro era tal que no le permitió pronunciar palabra alguna. El chico de sus sueños lo llamó por su nombre e incluso su propio nombre se oía hermoso al ser pronunciado por él. Con ojos brillantes e ilusionados, Namjoon le contaba las veces que había intentado hablarle, pero su timidez no se lo permitió. Seokjin sintió sus morenos dedos rozar su rostro y apartar algunos mechones que caían por su frente. Le escuchaba decir dulces palabras dirigidas hacia él, sobre lo bello y especial que era ante sus ojos. Percibió su grande mano posarse sobre la suya en un cálido contacto, mientras el apuesto joven le pedía que pudiera concederle al menos una cita para demostrarle todo lo que sentía por él.
Seokjin sólo atinó a parpadear un par de veces mientras lo oía y se perdía en su profunda mirada de ébano. Unos preciosos ojos negros que de cerca lo hechizaban aún más.
Enamorarse de nuevo no estaba en los planes de Seokjin. Mucho menos después de aquel rechazo que sufrió. Pensó que sería difícil volver a fijar sus ojos en alguien más, volver a abrir su corazón... Pero allí estaba aquel hombre que le quitaba el sueño, en frente, sosteniendo su mano y con ese suave toque haciendo que la química entre ambos fluyera de manera tan natural que parecía irreal. Una conexión pura y perfecta que parecía haberse creado por sí sola, nacida de la más hermosa casualidad.
Las lindas palabras de Namjoon se deslizaban suavemente por sus oídos, mientras Seokjin percibió el ambiente oscurecerse por momentos cuando las luces del tren se apagaron al cruzar los últimos túneles antes de llegar a la estación de la universidad.
Cada frase del moreno y su grave voz hicieron agitar su pecho ilusionado, haciendo que todas aquellas mariposas que forzaba a mantenerlas dormidas en su interior, revolotearan enloquecidas por todo su ser, en un agradable cosquilleo que podía sentir incluso hasta en la punta de sus dedos que rozaban la tibia piel de la mano ajena.
Por algunos segundos, Seokjin dudó en si todo aquello era real o sólo parte de su extraño sueño.
Pero estaba seguro que si se tratase de un sueño, él no quisiera despertar jamás.
🍀
«Y ya estamos llegando,
mi vida ha cambiado.
Un día especial este once de marzo.
Me tomas la mano, llegamos a un túnel
que apaga la luz.»
🍀
Namjoon se quedó callado por un momento esperando nervioso la respuesta de aquel hermoso chico. No sabía de dónde pudo obtener el valor para invitarlo a salir y arriesgarse de aquella manera. Sólo sabía que su rostro, rojizo como un atardecer de verano, ardía de vergüenza mientras sostenía su delicada mano bajo la suya.
Estaba preparado para un posible rechazo. Si le hacía falta tiempo, él lo esperaría todo el que hiciera falta. Pero necesitaba al menos una respuesta, ver un pequeño atisbo de esperanza en esos preciosos ojos claros y transparentes como el ámbar, que seguían sin dejar de posarse en los suyos, sin saber que le quitaban incluso hasta el aliento.
De repente, Seokjin bajó la mirada hacia su regazo, rehusando en seguir manteniendo su vista sobre él. Con aquel simple gesto, Namjoon asumió que declinaba su propuesta y sintió su corazón resquebrajarse, amenazando en partirse en dos.
¡Lo sabía!
Tenía que haber sido más paciente y haberse quedado quieto en su asiento unos meses más, admirándolo desde lejos.
¿Por qué fue tan ambicioso?
¡Acababa de pedirle una cita!
¡Por Dios!
¡Se había saltado muchos pasos!
Quizás primero tendría que haberle ofrecido ser amigos y así ganarse poco a poco su confianza...
Namjoon suspiró y cerró los ojos brevemente, recordando las palabras de su madre. La más supersticiosa de su familia se lo advirtió esta mañana al salir de casa, al recordarle que su horóscopo del día auguraba un día difícil para las personas de su signo zodiacal, donde la suerte no estaría de su lado. Su madre sabía de antemano lo sensible y despistado que a veces su hijo podía llegar a ser.
"Namjoonnie, ten mucho cuidado, cielo. Hoy no hagas nada. No toques nada. Quédate quieto ¡Quédate quieto!"
Con total desánimo y para no incomodarlo más, Namjoon intentó deslizar el agarre de aquella suaves manos...
Pero Seokjin volvió a levantar su mirada hacia él y esta vez apretó levemente la mano que aún reposaba sobre la suya y le sonrió tímidamente.
Namjoon abrió los ojos con rapidez al sentir la suave presión en su piel. Su vista viajó rápidamente desde sus manos unidas hacia el bello rostro del chico que le sonreía con dulzura.
¿Seokjin le había sonreído?
¡Seokjin le había sonreído!
Y Namjoon pudo jurar que esa sonrisa brillaba incluso más que mil soles juntos.
Era tan hermoso.
Y tan perfecto.
¿Por qué Seokjin no se daba cuenta de cuán especial era?
¿Cómo nadie se había percatado de aquel brillo inusual de sus pupilas?
Namjoon tenía tantos sentimientos encontrados, quería decirle tantas cosas, pero solo atinó también a devolverle la sonrisa, mientras la luces del tren volvieron a apagarse al pasar por el último túnel.
En aquella breve oscuridad, Namjoon sintió los fríos dedos contrarios sostener sus mejillas, acercando su rostro al ajeno, anticipando uno de los milagros que él tanto había ansiado.
🍀
«Te encuentro la cara,
gracias a mis manos.
Me vuelvo valiente
y te beso en los labios.
Dices que me quieres y yo te regalo
el último soplo de mi corazón.»
🍀
El último soplo, el último latido del corazón de Seokjin y cada latido que vino después de ése.
Namjoon, Namjoon, Namjoon.
Su palpitar ahora tenía un solo nombre grabado.
El mundo de Namjoon se paralizó cuando unos suaves y tibios labios se posaron temblorosos sobre los suyos.
Los segundos se volvieron eternos al percibirlos moviéndose lentamente, rozando su boca en un sutil contacto, dulce y lento.
La luz regresó en el pequeño vagón tras pasar el último túnel y Namjoon abrió los ojos para cerciorarse que no era un sueño, que era su más hermosa fantasía hecha realidad.
Contempló las hermosas pestañas de Seokjin a escasos milímetros de su rostro, enmarcadas detrás de sus finos anteojos de bordes negros. Observó su adorable tez sonrojada y un diminuto lunar cerca de la punta de su pequeña nariz.
¡Era real!
¡Lo estaba besando!
El precioso chico que llevaba observando cada día en aquel tren...
¡El único por el que su corazón latía desbocado al punto de querer salírsele del pecho!
Seokjin se separó finalmente de sus labios y volvió a sonreír, dibujando dos finas líneas en su rostro.
Los ojos de Namjoon lucían brillantes y llenos de emoción contenida. Dibujó una gran sonrisa ilusionada en su gruesos labios y acercó una de sus manos a la tersa mejilla del joven, acariciándola con suavidad.
Aquel suave y tímido beso fue su respuesta y Namjoon sintió su ser explotar de algarabía y felicidad.
El tren frenó al llegar a la estación de la universidad y un impaciente Namjoon recogió ambas mochilas rápidamente colgándoselas al hombro. Levantó su identificación del suelo, la misma que dejó caer adrede para intentar que el lindo chico se la devolviera y tomó a Seokjin de la mano para bajar corriendo por las puertas del tren.
El joven del jersey celeste reía a carcajadas mientras era llevado de la mano, ambos corriendo descontrolados camino al campus, como dos niños después de haber sido descubiertos en alguna travesura.
Namjoon se sintió tan feliz, que quiso correr, saltar, bailar, dar volteretas y gritar. Todo al mismo tiempo.
Muchos estudiantes se los quedaron viendo asombrados.
Namjoon se detuvo en el camino que dividía los senderos hacia los diferentes edificios de las Facultades de la universidad, en medio de la multitud de gente que llenaba el lugar en las primeras horas de la mañana. Sabía que tendría que dejar ir a Seokjin a clases por algunas horas, aunque si por él fuera, no quisiera soltar su mano jamás.
Un tierno puchero de tristeza esbozó Namjoon y se giró hacia Seokjin, que no había dejado de reír todo el camino. Desenlazó sus dedos al soltar su mano y lo sostuvo delicadamente de la espalda, atrayendo con seguridad su cuerpo contra el suyo, robando de sus labios un ansioso beso de breve despedida.
Seokjin se derritió entre sus brazos y al finalizar el placentero contacto, abrió los ojos y formó una radiante sonrisa en su rostro.
Porque no podía hacer otra cosa más que sonreír al verse reflejado en aquellos resplandecientes orbes negros que lo tuvieron deslumbrado desde el primer día que los vio.
Poco les importaba a ambos los curiosos que habían detenido su andar para observarlos. Incluso algunos estudiantes se habían atrevido a grabarlos y tomar fotografías.
Namjoon y Seokjin estaban en su mundo, su burbuja feliz.
No les importaba nada más.
-¿Nos vemos después de clases?- preguntó el moreno, mientras deslizó sus grandes manos en la fina cintura contraria, fascinado al sentir que sus dedos encajaban a la perfección en aquel lugar, cómo siempre lo soñó.
-En la misma estación- afirmó Seokjin sonrojado, atreviéndose a levantar sus brazos y rodear con ellos el firme cuello de Namjoon, haciendo aún más íntimo el momento.
-¿En el mismo tren?
-Como siempre.
-Como siempre, no, precioso- se apresuró a responder Namjoon, dejando un pequeño beso en la fría nariz. -Esta vez nos sentaremos juntos.
Seokjin volvió a sonreír, embelesado al contemplar los hermosos hoyuelos contrarios, que adornaban aún más el moreno rostro.
Por fin su final feliz había llegado.
Contra todo pronóstico, el once de marzo había sido su día de suerte.
Porque cuando el amor es puro y verdadero, no hay suerte ni fortuna que pueda impedir la unión de dos almas que nacieron para ser una.
🍀🍃•• FIN ••🍃🍀
💜💜💜💜💜💜
Holissss!!...😊
Un nuevo Shot de full love, anticipando la cercana fecha de San Valentín 💕.
Siempre me encantó la canción Jueves de La Oreja de Van Gogh, y aunque sé que el significado real de la canción es triste, pues se creó en conmemoración de un lamentable atentado de tren, quise darle un final feliz a esta maravillosa historia contada a través de las letras de esta linda canción. Espero que les haya gustado 🥺💜.
Gracias por acompañarme una vez más en una nueva historia Namjin.
PD: Tengo otra historia en mente jsjsjs , espérenla con mucho love 🙈🙈🙈.
Les mando un abrazo con todo mi corazón Namjinista 💖💖.
Ayri.🌼
Aqui les dejo el lindo video de la canción que inspiró este Shot 💕
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