19:19
【El deseo se trató de ti, de principio a fin.】
Al mismo tiempo que estacionaba el auto, YoonGi podía escuchar los latidos de su corazón. La adrenalina volvió cualquier acción de su cuerpo mucho más ruidosa, como respirar de manera normal. No había estado así de nervioso desde que Bangtan tuvo su primer concierto.
—¿Están listos? —le preguntó a su grupo, por segunda ocasión. Igual de optimistas que la primera vez, los chicos le sonrieron y levantaron el pulgar. Eso estaba bien, todo saldría bien.
El evento donde intentarían robarse a SeokJin era en una grabación para su nuevo drama, un evento que servía de publicidad gracias al acceso que tendrían los fanáticos, sin fotografías permitidas. El único problema era que ningún acceso podría permitir que hablaran con SeokJin, mucho menos a solas.
Llegar hasta la estrella de actuación sería una tarea no muy legal.
Una mano en su nuca hizo que YoonGi saliera abruptamente de sus pensamientos. JiMin tiró de su rostro hacia delante de una manera posesiva y le robó un beso rápido. A pesar de lo desordenado que resultó, YoonGi formó un sonido de protesta cuando el amor de su vida se apartó. Adoró cada segundo del contacto, incluso si sus dientes chocaron y ambos terminaron con un pequeño rastro de saliva en la comisura de sus labios.
Resultó tanto el placer asentándose en su cuerpo, que ni si quiera se molestó en mirar a su alrededor. Si alguno de los chicos los atrapó besándose, lo sentía por ellos.
—Detesto cuando tienes esa expresión preocupada —JiMin le dijo, muy seriamente. El tono preocupado en su voz conmovió a YoonGi. Le ofreció una sonrisa, esperando aliviar al menor un poco.
No podía hacer más. Porque por supuesto, nunca había hecho algo como esto y le incomodaba. Podía colarse detrás de un escenario lleno de adolescentes en bandas. Pero infiltrarse en un evento grande se sentía horrible. Tal vez era porque seguía siendo un idol y pensar en alguien entrando en su camerino no le sentaba bien.
—Me siento como un sasaeng fan —se quejó, verificando que cada puerta del auto estuviera cerrada. Escuchó a JiMin resoplar.
—Oh, claro, olvidé que estamos haciendo esto por un bien común.
YoonGi sonrió. Apreció el consuelo de JiMin, el beso también fue parte de eso.
—No quiero asustar a SeokJin.
—Hombre, es porque no lo has visto en alguna entrevista. Parece alguien difícil de sorprender. — Ante eso no pudo decir nada, sólo hacer una mueca. No le gustaba pensar en SeokJin como alguien endurecido. SeokJin era una persona divertida, cálida y necesaria para tener un día feliz. Una vez que tenías una charla con él, querías verlo otra vez.
Avanzaron hacia la entrada del evento. Afortunadamente se trataba de un sitio que YoonGi recordaba perfectamente, cada entrada y cada salida. Era el set de grabación donde filmarían el M/V de Pandora's Box. El director del videoclip los llevó al lugar para hablarles sobre la propuesta y esperar observaciones.
Ese día el vocalista favorito de YoonGi estaba usando bermudas y en el momento en que se resbaló por accidente, rasguños aparecieron en sus rodillas. JiMin dijo que estaba bien y que la sangre en su piel no era nada. Pero el rapero no estaba teniendo nada de eso, consiguió un par de banditas adhesivas y él mismo las colocó en las rodillas del vocalista.
JiMin se sonrojó hasta las orejas mientras era atendido. Sujetó a YoonGi de la mano una vez que terminó y murmuró "Hyung, gracias". En ese instante, el rapero supo que su confesión no podía posponerse más. Eventualmente sucedería.
Se sentía extraño mirar las construcciones antiguas al fondo, donde todo Bangtan tomó su almuerzo y que ahora eran acceso prohibido para el público.
El espacio para los fans estaba rodeado de vallas y custodiado por tres guardias. Uno de ellos se acercó a revisar los bolsillos de los seis, con una expresión poco sorprendida los dejó acceder. El hombre no tenía idea que pensaban robarse a su estrella principal o nunca les habría concedido el paso.
—¡Dios, nunca me habían cacheado! —HoSeok exclamó, demasiado alegre para alguien que sólo consiguió una revisión policiaca. Se ganó un par de miradas ajenas que pareció no notar.
YoonGi se rio y le hizo una seña para que bajara la voz. Su amigo estaba llamando la atención sin querer, lo que menos necesitaban.
En el público había adolescentes ruidosos, al igual que mujeres mayores y un par de ancianos felices. Los fanáticos de SeokJin eran muy variados, lo que tenía mucho sentido. Su Hyung siempre tuvo la habilidad de encantar a cualquier persona.
—¿Podemos pedirle un autógrafo a SeokJin Hyung una vez que terminemos? —TaeHyung dijo, comenzando a mirar hacia su alrededor.
JiMin se cruzó de brazos, levantando sus cejas.
—Vamos a ponerlo en nuestro auto, ¿y tú quieres un...?
La risa de JungKook interrumpió su pregunta sarcástica.
—TaeHyung hizo lo mismo cuando nos conocimos. Creo que tiene una afición por las personas famosas.
Antes de que JiMin pudiera responder a eso con una burla, porque YoonGi lo conocía. Le interrumpió.
—Está bien. Conozco el lugar, sólo necesitamos retirarnos de alguna manera en que no llamemos la atención. —Lo que probablemente era la parte más difícil de todo, YoonGi no podía asegurarlo. En el loco caso de conseguir escabullirse, SeokJin podría no querer ir con ellos—. Discretamente haremos...
Como si tuvieran un golpe de suerte, una de las celebridades que era parte de casting apareció en escena. Los fanáticos se lanzaron hacia adelante, sacudiendo las vallas. Haciendo que los tres guardias se pusieran en marcha.
—¿Quieres decir cómo ahora? —JiMin cuestionó. Acompañado de una sonrisa astuta comenzó a moverse.
—Mierda, sí.
Seis chicos deslizándose silenciosamente en un lugar tan concurrido no fue una misión fácil, resultó más difícil de lo pensaron. Era evidente que eso pasaría, ninguno del grupo tenía experiencia en algo como atracar.
Una vez que estaban lo suficientemente lejos de seguridad, YoonGi comenzó a explicarles de que formas podían llegar al camerino.
—Lo mejor es separarnos, si nos atrapan...
—¿Qué? —NamJoon preguntó, consiguiendo que YoonGi sacudiera la cabeza. Si NamJoon supiera que pasaba con los fans que rompían las reglas, se asustaría.
—Espero que nunca tengamos que averiguarlo. JiMin, ven conmigo. —Ni si quiera le dio tiempo al chico a responder, sólo sujetó su mano y unió sus dedos. Para su sorpresa, TaeHyung los había seguido.
El segundo maknae les sonrió apenado.
—Lo siento, no quería interrumpir su momento a solas. Pero me perdería sin ustedes.
—No es nada. —YoonGi asintió con una pequeña sonrisa, alcanzando la mano del más joven de los tres. El TaeHyung de Bangtan habría mirado el cariño felizmente sorprendido y luego lo habría presumido durante dos semanas. Esta versión de Tae únicamente acercó sus dedos, como si fuera la cosa más natural en el mundo.
Hasta que JiMin tosió, muy falsamente.
—Aquí debe haber un estatus, ¿recuerdas? Yo voy primero. Tú puedes tener mi mano.
Aunque JiMin no parecía estar muy feliz se encargó de sujetar a TaeHyung, haciendo que los tres caminaran a un ritmo sincronizado. YoonGi no pudo evitar reír.
—¿También son novios en la otra realidad?
Sumamente sorprendido, YoonGi compartió una mirada con JiMin. Ambos eran conscientes que TaeHyung sabía sobre la naturaleza de su relación. Eso no significaba que estuvieran preparados para responder con indiferencia, mucho menos en un momento como ese.
La oportunidad de responder se perdió gracias a un ruido no muy lejano. Las voces del equipo de camarógrafos cargando todo su equipo se acercaron. Apenas tuvieron tiempo en doblar el pasillo y esconderse detrás de una pared hasta que los hombres desaparecieron. Se sentían como actores de una película de detectives de bajo presupuesto.
Con un suspiro de alivio compartido, continuaron su camino. La nueva tranquilidad le dio la oportunidad a YoonGi de contestar.
—No, no lo somos. Esto es como un regalo de una única vez —reconoció con amargura. No fue él único al que su declaración hirió, la mirada de JiMin cayó lentamente. Entonces YoonGi deseó no haberlo dicho, no importaba que se tratara de la verdad.
TaeHyung también decayó.
—Eso no es genial. Se ven como dos personas que están hechas para estar juntas.
—Las cosas no funcionan así, Tae. No todo está destino a suceder.
En su respuesta, YoonGi realmente se preguntó si era así. Los miembros de Bangtan se conocían cuando nunca fueron Bangtan. Estaba destinado a suceder.
¿JiMin no podía amarlo? ¿Algo que se sentía tan bien no estaba destinado a suceder en realidad? YoonGi era de JiMin. Fue creado para pertenecerle al hombre, justo como TaeHyung dijo.
No había nadie, en ninguna realidad, que pudiera amarlo como él.
Las chicas que hacían fila para salir con el vocalista no sabían lo que necesitaba, YoonGi sí. Conocía la forma en que a JiMin le gustaba beber su chocolate caliente, el lado de la cama en que conciliaba el sueño y los puntos sensibles en su cuerpo que le arrancaban suaves lloriqueos.
Pensó en el vocalista alegre que se sentaba sobre el césped a soplar los dientes de león y cuando accidentalmente sus miradas se encontraban, JiMin se pasaba un mechón de su cabello detrás de la oreja y le regalaba una sonrisa que aplastaba sus pequeños ojos. Sí, ese chico era suyo.
Tal vez podía hacer que dejara de verlo como un hermano mayor. Tal vez sólo necesitaba confesarse.
Recordó la promesa que le hizo a la segunda versión de JiMin. Ya estaba considerando confesarse, su trato podría terminar ahí. Pero no era suficiente, él lo sabía. No sería suficiente si regresaba a su realidad y no podía tener al amor de su vida en ella. Ahora que podía hacerse una idea de cómo era el cariño romántico del vocalista, sólo quería más y más.
Es todo o nada.
Al mismo tiempo que sentía esa epifanía, encontraron el camerino rodante de SeokJin. No fue difícil saber cuál pertenecía a su Hyung si en la puerta del vehículo estaba escrito su nombre en enormes letras doradas.
Sintiéndose igual que un ladrón, YoonGi sujetó la manija de la puerta y la empujó. Al tener acceso al camerino fácilmente, se convirtió en un ladrón feliz.
En el fondo del lugar, dos personas charlaban tranquilamente. El ruido de la puerta abriéndose y sus pasos sobre el piso alfombrado detuvo su charla. YoonGi tragó grueso, imaginando que podría ser el final de su travesura en caso de encontrarse con algún encargado de la grabación. Gracias al destino, la persona con la que SeokJin hablaba sólo era JungKook.
—¡JungKook! —gritó TaeHyung, corriendo hacia el hombre. SeokJin miró el intercambio celosamente y luego a JiMin y YoonGi.
YoonGi avanzó, tratando de verse lo menos amenazante posible.
—No somos fanáticos obsesivos, lo prometo.
SeokJin no aflojó su expresión al hablar, fue todo cautela.
—Eso lo sé. JungKook fue un corista para uno de los OST de mis dramas. —YoonGi miró a su maknae de mala manera, habría sido información muy útil. El guitarrista simplemente se encogió culpable—. Ya me explicó la situación. El problema aquí es que tengo un evento por el que ganaré mucho, en quince minutos.
Confirmó lo último después de mirar el Rolex rosado en su fina muñeca.
—Lo sabemos.
—Pueden esperar a que me desocupe, mañana y tendré el tiempo para perseguir magia —dijo y giró su silla giratoria, dándoles la espalda. Su rostro se iluminó debido a las luces del gran espejo en su tocador.
SeokJin no tenía idea que iban a demoler el edificio de Big Hit a la primera hora de la mañana. Si quedara un poco más de tiempo, YoonGi no sería egoísta para pedirle que abandonara un evento abierto al público.
Necesitaba a su Hyung esa noche.
—Hay algo que deseas —afirmó, dando un paso al frente. Debió ser su seguridad la que consiguió que SeokJin lo observara con interés. Oportunamente NamJoon y HoSeok aparecieron, su entrada no fue nada silenciosa—. En esta realidad deseas algo y puedo darte lo que quieres si me acompañas a pedir el deseo.
—¡Tiene razón, estrella SeokJin! Sentía que mi vida era incompleta, pero desde que me uní al viaje me he divertido como nunca —HoSeok reconoció. JungKook hizo un sonido afirmativo y TaeHyung uno pensativo.
—Yo pensé que no quería nada, pero después de venir con ellos me di cuenta que hay un mundo fuera de mi granja y me habría gustado... —El granjero se volvió tímido, como si estuviera compartiendo un gran secreto— Pensar que había algo más para mí.
Todos giraron la cabeza para mirar a JiMin.
—¿Por qué me miran? Yo sólo quería dinero.
Eso era una mentira blanca. Por la forma en que JiMin miró a YoonGi por un segundo y todos en el camerino parecían saberlo, aunque ninguno dijo nada al respecto.
Para finalizar, YoonGi le acercó la fotografía de todo Bangtan a SeokJin. Aquella foto que conservaría más después de pedir el deseo. Haría siete duplicas y obligaría a cada integrante de la banda a llevarlas siempre en sus billeteras.
—Yo también quería algo y por eso pedí un deseo que invirtió las cosas. Me regaló lo que tanto anhelé y a ustedes les arrebató algo.
SeokJin se desarmó. De pronto viéndose muy triste y muy solitario.
—Amigos —susurró—. Siempre he querido amigos. La vida de una celebridad es solitaria. No hay nadie que no me quiera por interés.
—Lo entiendo, perfectamente —YoonGi lo reconfortó, sonriéndole. Siendo una estrella mundial fue difícil hacer amigos honestos, muchos de ellos sólo eran cazafortunas en las penumbras. Pero tuvo a Bangtan, ellos fueron sus amigos y luego su familia. El único salvavidas que necesitó—. Y hay seis chicos que puedo ofrecerte.
Repentinamente las pupilas de SeokJin se volvieran brillosas.
—Quiero ir con ustedes. Al diablo mi evento.
YoonGi casi se derrumbó de alivio, JiMin impidió que eso sucediera. Habría sido vergonzoso si no hubiese estado tan feliz. Ese era el Hyung que conocía. Le alegró saber que SeokJin priorizaba su vida igual que antes, las personas que amaba tenían un notorio trato preferencial, sin excepciones.
—¡SeokJin, tu escena es la once! —Un asistente del staff acompañó su grito junto con tres golpes en la puerta del camerino, haciendo que todo el grupo de chicos se sobresaltara— No lo olvides.
No parecía ser algo fácil de olvidar, al menos no para YoonGi. El maldito número se mantuvo en su cabeza, repitiéndose lentamente hasta desaparecer.
—Voy a enloquecer si vuelvo a escuchar ese número —gruñó de malhumor.
—¿Once? —NamJoon preguntó en un interés que atrajo la atención de todos. Su mano hizo un interesante recorrido sobre el cuarzo rosa, que ahora se veía un poco más rojizo. El reconocimiento le puso los pelos de punta a YoonGi— ¿Recuerdas a qué hora pediste el deseo?
Si era completamente honesto, no podía recordar con exactitud la hora. Había sido tan tarde cuando
iban al restaurante favorito del vocalista, sumando todo el recorrido que hizo su guardaespaldas. La noche debió estar más que avanzada.
—No realmente... ¿Antes de la medianoche?
—Si es lo que creo que es, tienes que pedir el deseo en una hora espejo. Es una vieja leyenda que nadie cree sobre el universo concediendo deseos. No a todos les funciona, claro.
—¿En serio? —JiMin apenas parpadeó.
YoonGi se aferró a esa explicación. Importaba poco si se escuchaba como una tontería, finalmente tenían una justificación sobre por qué su vida cambió radicalmente. Todo fue culpa de su boca suelta y el reloj apuntando a las 11:11 pm.
—¿Cuánto tiempo nos queda? —preguntó a nadie en particular.
—Dos horas.
Con la respuesta de NamJoon, supo que debían comenzar a moverse. Estaban del otro lado de la ciudad, imaginando que no había mucho tráfico podrían llegar con el tiempo necesario. Pero esto era Seúl, conducir siempre se volvía más largo de lo que debía.
YoonGi tuvo toda la razón, luego deseó no tenerla. En algún punto del viaje necesitó reemplazar a JiMin del volante o la velocidad del viaje lo habría convertido en todo un desastre tembloroso.
Se estacionó frente al edificio de Big Hit, arrancando el pie del acelerador.
—Once minutos —JiMin les gritó a todos los chicos en la camioneta.
—Esto es tan emocionante y genial —TaeHyung chilló, nadie respondió. Todos estaban demasiado concentrados en liberarse de sus cinturones y salir del auto lo más rápido posible, excepto SeokJin. Él se quedó luchando contra el cinturón entre maldiciones.
JiMin lo notó y saltó ágilmente a los asientos traseros.
—Déjame ayudarte, amigo.
SeokJin le sonrió en agradecimiento. Pareciendo muy feliz por conseguir algo de ayuda.
—Gracias, amigo.
Entonces entraron al interior del edificio, agachándose para evitar la cinta amarilla que lo rodeaba. Algunos de los chicos encendieron las linternas de sus teléfonos, apuntando al piso y tratando de no tropezar con el suelo fragmentado.
—No recuerdo el lugar tan mal. No cuando hice mi audición —reconoció Hope, siendo tan cauteloso que probablemente se llevaría toda la noche en llegar al salón de danza.
JiMin resopló, siendo de los primeros en avanzar.
—Escuché que la empresa después de eso fue a la quiebra. ¿Amigos, recuerdan cuál es el piso del salón de prácticas?
—El tercero —respondieron casi todo el grupo al mismo tiempo, TaeHyung no. Por lo que YoonGi sabía, el granjero nunca acompañó a su amigo a audicionar. Eso no parecía afectarle en ese momento, se veía muy emocionado para preocuparse por algo.
—No vamos a desaparecer una vez que YoonGi pida el deseo —HoSeok se cuestionó en voz alta, comenzando a caminar más rápido. Su seguridad pronto desapareció y sus pasos cesaron—. ¿O sí?
—¿Desapareciste cuando el primer deseo fue pedido?
—Nam tiene un punto. —YoonGi escuchó el sonido de un aplauso a sus espaldas, a pesar de la adrenalina, sonrió pensando que NamJoon y JungKook habían chocado los cinco.
—¡Creo que escuché un fantasma!
—Es una rata —JiMin dijo, ignorando el pánico de SeokJin. Inesperadamente, sus palabras desataron el miedo de alguien más. Uno de los chicos gritó y YoonGi no pudo saber de quien se trataba porque estaba ocupado mirando la hora en la pantalla de su celular.
Les quedaban cinco minutos cuando subieron el segundo piso. Perdieron tres a mitad de las escaleras del tercer piso.
YoonGi sintió que su estómago se revolvía violentamente.
—No lo vamos a lograr —murmuró.
—¡Cállate! —JiMin le reprochó, sujetándolo de la mano y comenzando a correr. Los números digitales cambiaron, para mostrarle que eran las 11:10 pm. Era bueno lo ocupado que estaba en correr cuesta arriba, de lo contrario habría mirado la nueva versión del amor de su vida, una última vez. Las últimas veces no eran la parte favorita de YoonGi y al final eran inevitables.
Una gran parte de él quería detenerse o posponer el deseo. No había tenido una despedida con JiMin, ni un beso largo que significara su adiós. Excepto que el tiempo no lo permitió.
—¡Ya! —NamJoon gritó. No iban a llegar al salón de prácticas. Sin embargo, YoonGi estaría condenado si se rendía. Siendo consciente de lo poco que duraba un minuto, cerró los ojos y gritó:
—¡Deseo que nuestra vida vuelva a ser como antes!
Por un momento no pasó nada.
—¿N-no funcionó? —JiMin preguntó, su voz estrangulada, la respiración inestable y miraba al diseñador con sus ojos obscurecidos por una emoción complicada. En la penumbra del edificio era difícil descubrir que se trataba. No para YoonGi. El amor de su vida se debatía entre sentir ilusión y decepción.
—No, no sé.
YoonGi miró su teléfono y justo cuando el minutero cambió a doce, el tiempo se ralentizó.
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