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16:16

Soñé que bailábamos sobre las agujas del reloj.

La respuesta de YoonGi nunca llegó. Su enmudecimiento duró mientras se escabullían del concierto al motel en el que pasarían la noche. Durante todo ese tiempo, no importó el empeño que puso para responder, no podía hablar.

La petición de JiMin era enloquecedora. Su cuerpo reaccionó ante ello, podía escuchar los latidos de su propio corazón y sentir su boca seca. Todas las noches de juego previo entre los dos no le dieron la suficiente calma para ese momento.

JiMin fue el primero en entrar a la habitación que compartirían, la habitación once. Dejando que YoonGi cerrara la puerta por él. El cuarto no era tan bonito como el del hotel de Daegu, las paredes blancas se sentían muy vacías, la cama en comparación era más pequeña. Pero era un lugar completamente limpio, eso debía bastar.

—YoonGi. —La suave voz de JiMin le envío un escalofrío que corrió por toda su columna vertebral. YoonGi admitió para sí mismo que encerrarse con el menor no fue la mejor de las ideas.

Cuando se volvió hacia él, JiMin ya estaba completamente desnudo en la cama a excepción de sus calcetines. Calcetines amarillos con dibujos de pollitos. Fue adorable para YoonGi saber que el menor usaba ese tipo de prendas debajo de sus botas rudas.

Mucho menos tenso que antes, se sentó en la orilla del colchón y ayudó a JiMin a deshacerse de sus calcetines. Quitándole la última prenda de ropa, expuso todos esos centímetros de piel que eran para él. El menor era suavidad y rubor por todos lados.

YoonGi tenía razón. Esto era un problema, estaba atrapado con la desnudez del chico más caliente del mundo.

Pasó sus manos por las largas piernas de JiMin, sintiendo que la piel se erizaba bajo sus palmas.

—¿Estás seguro, JiMin-ah?

Fue amable en el momento de preguntar. Se aseguró de mostrarle que quería cuidarlo tanto como arruinarlo, sin dejar espacio para las dudas. Esta versión de su vocalista era más insegura de lo que le gustaba aparentar, ofrecerse así debió implicar mucho coraje.

JiMin asintió con entusiasmo. Haciéndolo reír.

—Lo deseo. Sé que harás que sea bueno.

La confianza absoluta sobre él, hizo a YoonGi sentirse cálido. Se inclinó para besar a JiMin delicadamente, sosteniéndolo de la nunca. Sus bocas se mantuvieron unidas al mismo tiempo que ambos se ajustaban en la cama.

Si JiMin pensaba que se sentiría bien, YoonGi estaba determinado a superar sus expectativas. Tenía tantos planes para hacer que el menor llorara de placer, pero tendría que tomarlo todo con calma. Tomaría a su muchacho con tranquilidad.

Esta sería su primera vez, el asunto era irreal. YoonGi se lo imaginó tantas veces y a diferencia de sus fantasías sucias, esto sería algo delicado y lento. Una dulce tortura que duraría toda la noche.

Sólo que su idea de delicadeza se arruinó por completo en el momento en que JiMin tiró de su labio inferior con sus dientes, aunque la mordida dolió un poco, el menor cuidó su fuerza para no hacerlo sangrar. Como si eso no hubiese sido lo suficientemente placentero, las traviesas manos de JiMin tiraron de su polera.

Demasiado pronto YoonGi estaba fuera de su ropa y tuvo que detener los besos hambrientos para pensar en el siguiente paso.

—Necesitamos algo para facilitar el camino —le recordó, levantándose rápidamente. Si no encontraba nada que pudiera servir, pospondría su encuentro. Por eso suspiró aliviado al encontrar una botella de crema en el baño. Serviría. La próxima vez se aseguraría de conseguir verdadero lubricante.

Regresó a la cama, haciendo toda una demostración de como abrir un frasco con la boca. De repente, JiMin se tensó ligeramente y su cara se tornó roja. De una manera tan sutil, como si esperara que YoonGi no lo notara.

Había fallado, porque eso atrajo toda la atención del rapero.

—¿Estás nervioso? —le preguntó tiernamente, tirando del menor en sus brazos y olvidando la botella de crema por ahí. Una vez que los dos se fundieron en un abrazo apretado, la rigidez de JiMin desapareció por completo. Incluso soltó un suave sonido de placer.

—Un poco. Esto es nuevo para mí. —Era cierto, esta era la primera vez que JiMin tendría sexo real con otro chico. El mayor se apartó un poco, esperando mirar la expresión de su cara. Sólo que JiMin debió pensar que se alejaría y su agarre se volvió más firme—. Pero todavía vamos a hacerlo, lo quiero.

YoonGi hizo un sonido pensativo. A JiMin no le importaba ser el receptor, no estaba asustado porque eso podría tomar algo como su virilidad. En todo caso, estaba algo nervioso.

Se preguntó que debía hacer. No quería decirle que no habría una quemadura al inicio, no quería darle palabras tranquilizadoras sólo porque quería llegar al final y era evidente que lastimaría a JiMin si se detenía.

En ese momento miró sus posesiones, percatándose que ya habían establecido roles sin preguntarse.

Los hizo girar a ambos, quedando él debajo de JiMin.

—¿Qué te parece si nuestra primera vez es así?

Las cejas de JiMin se levantaron. YoonGi simplemente sonrió como respuesta.

—Pero...

El pequeño puchero que JiMin hizo, desarmó a YoonGi. Gruñendo, lo sostuvo de las mejillas y lo atrajo para un beso desordenado. Justo así es como siempre deseó borrar los pucheros de su vocalista, sin importar que estuvieran en una grabación en vivo. Cada vez que JiMin movía sus labios de esa forma, el rapero tenía el impulso de ir hacia él.

Cuando el duro beso terminó, acarició los cabellos de JiMin. Podía ver porque JiMin no quería ceder tan fácil. No quería que YoonGi lo mirara como alguien temeroso cuando estaba poniendo todo su empeño en seducirlo.

—No me gustaba estar abajo con los chicos con los que me acosté —le contó. Cerrando los ojos y recordando como de difícil fue echarse sobre su estómago y dejar que un desconocido lo tocara de esa forma. Las raras veces que lo aceptó, sólo fue porque quería imaginar que era la nueva novia de JiMin—. Me follé a todos ellos, pero nunca pude disfrutar ser tomado. Se sentía mal, incorrecto. Porque no se trataba de ti. Eres el único que deseo de esta forma.

Como prueba de ello, abrió los muslos y le dio la bienvenida a JiMin entre ellos. El peso del menor se sintió correcto, el olor natural de su piel, el calor que emanaba.

—Hagamos esto, me gusta la idea de estar dentro de ti.

El menor se veía tan avergonzando por haber dicho algo así. Aunque también se veía tan entusiasmado por la idea que YoonGi se contagió de esa felicidad.

Una pequeña risa de gusto se le escapó cuando JiMin se inclinó para morder su hombro.

La próxima vez podrían intentar cambiar de papeles, el chico hetero debía estar menos nervioso si ya conocía la dinámica del sexo gay. Por ahora no importaba. YoonGi sabía que si pudiera le daría su alma a JiMin. El cuerpo no era nada comparado con eso.

Permitió que el menor echara sus piernas sobre sus hombros e intentó sostenerlas en el aire para no poner demasiado peso en su amante. En un poco rato, estar así fue una posición terriblemente cansada.

JiMin debió notarlo e intentó tomarlo de los tobillos para moldearlo en una posición más cómoda. YoonGi lo detuvo antes de que abriera sus piernas más de lo que se le permitía.

—Espera, espera. No soy tan elástico como tú —le sonrió avergonzando. Su vergüenza sólo fue en aumento en el instante que sus piernas se entumecieron—. Mierda, mierda, calambre.

—¿Qué? ¿Cómo te ayudo? —JiMin le frotó las pantorrillas. Por algún motivo pensó que eso lo aliviaría de alguna forma. YoonGi se retorció, lloriqueando.

—Ah, no, no. ¡Eso sólo hace que duela más!

—¡Pasará más rápido!

—Ay, maldita sea. —El hormigueó doloroso desapareció lentamente, entonces la mirada de JiMin y él se encontraron y los dos rieron—. Olvidemos esto o el momento se arruinaría.

—Nunca. Nunca podré olvidar esto. —JiMin dijo todavía riendo. YoonGi se aferró a él, sintiendo que su pecho dolía. Mentiroso, su amor estaba diciendo una vil mentira. En cuanto volviera a ser el vocalista de Bangtan olvidaría la atracción que sintió por él.

De esa forma funcionaba el cambio de realidad, era inevitable.

—Yo tampoco. Nunca lo voy a olvidar —le prometió en un frágil susurro, clavando sus uñas en los hombros de JiMin.

No había esperado que JiMin lo escuchara. Excepto que eso fue justo lo que sucedió.

Esas palabras hicieron eco en la cabeza de JiMin, cuando los dos estaba acurrucados a mitad de la noche. No quería dejar a YoonGi en la cama después del preciado momento que compartieron, pero la ansiedad lo estaba molestando seriamente.

Intentó alejarse de los brazos del interiorista sin despertarlo, fallando rotundamente.

—¿Estás huyendo?

—No puedo dormir —le respondió, mordiendo la punta de su lengua. No era tonto, sabía que a YoonGi no le gustaría que le concediera otra victoria a su insomnio.

—Vuelve a mis brazos. —Fue inevitable no hacerlo. JiMin regresó con YoonGi y volvió su cuerpo maleable, permitiendo que el mayor lo acomodara en su pecho y sus piernas se enredaran. Hasta ahora JiMin no había tenido la posibilidad de saberlo con alguna de sus novias, pero definitivamente prefería ser la cuchara pequeña. En realidad, prefería abrazar siempre que se tratara del interiorista—. Haremos que el sueño vuelva a ti.

Parecía una tarea más fácil ahora que estaba siendo sostenido por YoonGi. Su cuerpo estaba cansando después de las dos rondas de sexo, su mente era el único problema.

—Amo tu voz. Podrías trabajar haciendo ASRM —murmuró. Sus párpados terminaron por cerrarse, cuando YoonGi rascó su cuero cabelludo.

—¿Mi voz, eh? ¿Sabías que escuchar música de tu gusto genera dopamina? O, ¿has escuchado que los pingüinos se deslizan en su panza para ahorrar energía? El aroma que poseemos es tan único como nuestras huellas dactilares y el internet fue un invento militar. —JiMin sonrió adormilado, apreciando lo que YoonGi estaba haciendo. Le pareció condenadamente lindo todos los datos sin sentido que escuchó mientras su cabello era acariciado—. Pero, ¿sabes sobre lo mucho que te amo? Siempre serás el hombre de mis sueños.

Por mera suerte, JiMin todavía estaba algo despierto en ese instante. Inevitablemente se durmió con una suave sonrisa en el rostro.


A la mañana siguiente, cuando todos los chicos entraron a la camioneta dispuestos a continuar su viaje. YoonGi sintió que el caos comenzaba a desatarse.

—¡Quiero un regaliz! —TaeHyung pidió, extendiendo su mano para que JiMin le diera un dulce. Usó sus mejores ojos de cachorrito para convencerlo.

El abogado resopló, apretando su paquete de dulces celosamente.

—Y yo quiero un millón de dólares.

—Yo también quiero un dulce. —A diferencia de TaeHyung, JungKook eligió tomar los caramelos por su cuenta. Su único error fue no ser lo suficientemente rápido, ganándose un golpe en la mano por parte de JiMin.

—Amigo, tienes que pagar para eso.

—No tienen que discutir por eso —HoSeok les sugirió, resultando ignorado. YoonGi ni si quiera se molestó en intentarlo, ya sabía cómo funcionaba esto. Ninguno de los tres miembros más jóvenes escucharía.

—Esto no es genial.

—¡La vida no es genial, Kim! —JiMin exclamó, evidentemente irritado. Los dos menores de Bangtan compartieron una sonrisa cómplice, antes de lanzarse a robarle sus dulces. Tae no pudo conseguirlo, pero JungKook se estiró lo suficiente para cometer su crimen— ¡Devuelve eso!

—Force me!

YoonGi miró en silencio a los tres chicos tirando del paquete de dulces con toda su fuerza y como al final sucedió lo inevitable. Los caramelos volaron por todo el auto, aterrizaron en sus cabellos, en los asientos y a sus pies.

HoSeok cubrió su boca del asombro. Aunque por la forma en que hombros se sacudían, debía estar ocultando una risa bajo su mano.

No era el único que estaba riendo, TaeHyung y JungKook también lo hacían. JiMin debió contagiarse de esos sonidos porque sus labios se sacudieron. Esa fue claramente la amenaza de una sonrisa que supo disimular después de bufar.

—Ahora todos tenemos dulces. Bien hecho. Necesito un descanso, cualquiera puede conducir.

YoonGi habría esperado que JiMin se refiriera a él, pero cuando sus ojos se encontraron la mirada que recibió del menor decía que quería ser mimado. Eso estaba más que bien por él. También era bueno que JiMin tuviera la confianza para subirse a un auto conducido por desconocidos.

Obedientemente siguió a su amor hacia la batea de la camioneta, si el resto de los chicos lo notó, ninguno dijo nada. Tomó asiento junto a JiMin, demasiado cerca para tocarlo y algo lejos para la discreción. Como prueba de ello, su mano alcanzó el muslo contrario.

—¿Realmente te molestaron mucho? —Tuvo que preguntar sin importar que sonara demasiado protector. Ya estaba preparando todo un sermón en su cabeza en caso de que JiMin admitiera su enfado.

En cambio, JiMin sonrió. El tipo de sonrisa malvada que venía después de cometer una travesura.

—No mucho. En realidad, yo quería venir aquí contigo.

El auto arrancó a un ritmo bastante tranquilo. YoonGi pensó que por la forma de conducir se trataba de HoSeok, los dos menores de Bangtan siempre fueron un poco fanáticos de la velocidad.

—Eso es malvado, me gusta.

Como el ambiente lo permitía, jugó con los jeans rasgados de JiMin. Sus dedos tocaron las franjas de piel expuesta entre la mezclilla rota. El estremecimiento que consiguió del menor fue entrañable.

—Amigo, tener juegos de adultos en público aún es ilegal. Aquí no hay mesas para escondernos. —El recordatorio de JiMin estuvo acompañado del levantamiento en la comisura de sus labios. YoonGi se rio.

—Pero conozco a un buen abogado, creo que podría ayudarme con eso.

La sonrisa de JiMin se ensanchó. Viéndose tan bonito como el cielo azul lleno de nubes que pasaba sobre sus cabezas.

—Preferiría tener un primer cliente con una situación menos vergonzosa —JiMin admitió y su sonrisa lentamente se evaporó, sin dejar rastro—. O preferiría no tener que trabajar en esto.

El estómago de YoonGi se revolvió. Esto era un asunto obvio, nadie que escogiera una carrera por los pagos y no por pasión podía ser del todo feliz en ella.

—Nuestro empleo verdadero no podría considerarse perfecto. Pero te aseguro que lo disfrutas más que esto, nunca más tendrás que trabajar con papeleo.

—¿Qué quieres decir con que no es perfecto?

JiMin se inclinó un poco hacia él, demasiado interesado en escuchar la historia. YoonGi no se sentiría bien si le mostraba un lado de su carrera que no era de ensueño, se preguntó si decirlo era lo correcto. Lo era porque el menor estaba preguntando, ¿no?

—Comienzas a extrañar la falta de tiempo, la privacidad. Todas las relaciones son secretos.

El ceño de JiMin se apretó.

—A los fans no debería importarle a quien metes en tu cama. —Los ideales de JiMin eran tan tiernos. YoonGi debería decirle que era de las partes más importantes de ser una celebridad, pero no tuvo el corazón. A veces a las empresas les convenía jugar con ello o mantenerlo oculto. El mundo del espectáculo era mucho más sucio de lo que todos pensaban—. ¿La falta de privacidad es tan mala? ¿Qué no hay buenos guardaespaldas?

—No es tan fácil. Hubo una vez que...

Su boca se congeló. Después del incidente, Bangtan hizo un pacto secreto para no recordarle el tema a JiMin. Su vocalista se volvía un desastre tembloroso y pálido después de recordarlo, algo que todos querían evitar.

Al estar en esta realidad, YoonGi lo había olvidado. ¿Pronto comenzaría a olvidar su actitud de Hyung? ¿La letra de sus canciones? No quería pensar en esa posibilidad.

—Cuéntame.

—Es una historia que te involucra. —Decir eso fue un completo error. Los ojos de JiMin brillaron con más interés, dejando sin opción a YoonGi. Al menos contaría la versión resumida—. Hace algunos años, un par de chicas se colaron en tu habitación de hotel.

Las dos chicas llegaron hasta el cuarto de JiMin sin llamar la atención. Despertaron al vocalista de una siesta para obligarlo a hacer mukbang. Querían desesperadamente atención haciendo un chiste desagradable, exponer las fotografías de JiMin en su vida diaria ya no eran suficiente.

A pesar de lo aturdido que estaba, JiMin se mantuvo sereno e hizo lo que pidieron. La ayuda llegó diez minutos más tarde cuando SeokJin entró a la habitación por accidente junto con sus guardias.

YoonGi recordaba perfectamente como de enojado estaba cuando JiMin se aferró a sus brazos, temblando e incapaz de llorar. La orden de restricción que solicitó fue lo menos que pudo hacer por su amado chico.

—Eso no suena como una historia bonita —JiMin reconoció, con la mirada baja. Por eso YoonGi no quiso contarle, no quería interrumpir sus fantasías sobre ser Idol.

—Eso fue hace mucho tiempo, nuestra seguridad se ha triplicado desde entonces. No tienes que preocuparte más.

Era el único consuelo que pudo ofrecerle. Un consuelo sumamente insuficiente.

Durante un rato, ninguno de los dos dijo nada. Hasta que JiMin dejó caer su cabeza en su hombro, convirtiendo el movimiento en algo muy casual. YoonGi no fue tan discreto al moverse para besarle su frente, no es que importara mucho.

—Si pedir el deseo no funciona y demuelen el edificio de Big Hit, ¿qué harás?

Una pregunta que YoonGi no quería responder. Sin embargo, su imaginación egoísta voló.

—Me mudaré a Busan.

Una mirada de desconfianza apareció en los ojos de JiMin. Aunque si miraba sólo un poco más, era fácil encontrar la emoción en esas bonitas pupilas cafés.

—¿De verdad?

—En Busan estás tú —le dijo. Mostró cada gota de sinceridad en él, que JiMin tragó grueso—. No hay nada que me mantenga en Seúl. Tendré que conseguir otro trabajo para mi secretaria después de hacerle la mejor carta de recomendación y otro trabajo para mí.

—Podría darte un empleo en Magnate, aunque no lo necesitas —JiMin agregó rápidamente, demasiado avergonzando para hablar lento.

—¿Para verme todos los días?

YoonGi pensó que JiMin resoplaría y diría algo ácido. Pero no, el menor sonrió, enseñando ese bonito rubor.

—Sí.

Deberían detenerse, esta charla sólo heriría a YoonGi. Le haría desear una vida que no le pertenecía y haría que doliera más en el momento en que renunciara a ella. Sólo que su boca no se detuvo. Quería decir todas ideas sobre lo que JiMin y él podrían hacer. Podrían ser pequeños artistas, criar un cachorro.

—Entonces podría tomar ese trabajo. Ah, antes de renunciar a ser interiorista me gustaría conseguir una remodelación a Magnate, ¿qué opinas?

Con sus contactos sería tan fácil conseguir buenos diseñadores para que convirtieran a Magnate en el lugar elegante que debió ser. La idea le gustaba a JiMin, era fácil saberlo por su sonrisa y la forma en que se agitó.

—¿En serio? Bien, eso te asciende hasta subgerente.

—Gracias —dijo, riendo—. Como subgerente me gustaría darle más tiempo libre al gerente.

—¿Para qué?

—Para unas clases de danza o sesiones de terapia, puedes hacer algo que te sane.

JiMin miró hacia sus manos, haciendo que YoonGi quisiera retirar sus palabras. No quería presionar demasiado el proceso de rehabilitación del menor. El tiempo que tomara estaba bien siempre y cuando el proceso siguiera avanzando.

Cualquier miedo desapareció al ver a JiMin agitar su cabeza en una afirmación minúscula.

—Podrías vivir en mi apartamento mientras consigues un lugar. Es pequeño y viejo. —El menor le ofreció, viéndose ansioso por su respuesta. Parecía quería corresponder a los deseos de YoonGi, con la misma intensidad.

Maldición, la idea de vivir juntos era como un sueño. El mayor sonrió entristecido, sintiendo que su corazón caía a su estómago.

—Me basta si estás tú.

Repasado sus planes, YoonGi pensó que esa era una vida de pareja. Despertando en la misma cama todos los días, dirigiendo un negocio juntos, ayudándose sanar viejas heridas y escondidos bajo las sábanas, podrían desvestirse el uno al otro antes de irse a dormir. La vida de dos personas que se aman.

Contempló el cielo. A medida que el auto avanzaba las nubes comenzaban a desaparecer. 

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