12:12
【Traté de fingir que no estaba hambriento de ti y no funcionó.】
YoonGi se acomodó en su asiento de copiloto con un largo suspiro. Trató de ponerse lo más cómodo posible. A lo lejos TaeHyung y HoSeok estaban corriendo cuando deberían estar guardando sus maletas en el auto.
No pudo evitarlo, sonrió. Sí, perdieron un montón de tiempo, pero parecían divertidos.
Miró a JiMin, justo a su costado. El chico estaba viendo hacia la nada, masticando un pepero de chocolate con ansiedad.
—¿Por qué no vas con ellos? —le preguntó. Ahora que conocía la historia de JiMin con el volante, quería sacarlo de la camioneta y prometerle que le pagaría todavía. Claro que no podía hacer eso porque el menor iba a sentirse traicionado. No le gustaría que lo tomaran como alguien vulnerable, aunque en el fondo lo fuera.
Las cejas de JiMin volaron a lo alto de su mente.
—¿Te parece que tengo cinco años? —YoonGi alzó sus propias cejas y miró el dulce que JiMin sostenía— Está bien, no respondas a eso. Mi adicción a los dulces está completamente controlada.
Él casi se rio de eso. Difícilmente la adición por la azúcar estaba bajo control si el chico se comía dos paquetes de caramelos en todo el día. Era seguro que un niño tendría más autocontrol que eso.
No dijo eso. Sólo sonrío.
Era gracioso que JiMin sostuviera el pepero como si se tratara de un cigarrillo. Gracioso y malditamente lindo.
—Me gustaría que pronto confíes en ello.
Más que eso. No desearía nada más si llegado el momento, JiMin corriera con los dos, rodando por el césped, riéndose hasta que le doliera el estómago. Igual de feliz que siempre.
—Eso es esperar mucho, hombre. Puede que al final del viaje me agraden.
—Cierto —masculló tristemente. YoonGi no había pensado en el poco tiempo que habría en ese universo. Con los días contados sería difícil que esta versión de JiMin abriera su corazón a desconocidos.
No podía frustrarse por algo así, pero definitivamente se sintió así.
—Aw, mírate hacer un berrinche. —Abrió la boca para decir que no estaba haciendo un berrinche. Pero JiMin lo calló usando uno de sus peperos—. Gracias por preocuparte por mí, pero he pasado casi toda mi vida sin confiar en nadie y comienzo a hacerlo un poco en ti, ese es un progreso.
Sin mucho que decir asintió, aunque eso no significaba que estuviera completamente satisfecho.
Repentinamente la sonrisa de JiMin se ensanchó, viéndose algo maliciosa. YoonGi no pudo deducir por qué hasta que lo vio inclinarse y comer del pepero que antes le dio. No demasiado cerca, sólo lo suficiente para hacer que cualquier hombre de sangre roja perdiera el control.
Se sacudió como si hubiera recibido una descarga eléctrica, sosteniendo los bordes de cuero del asiento con la suficiente fuerza para dejar algunas marcas de sus uñas.
—JiMin —le dijo en una advertencia adolorida. El menor sonrió felizmente, aparentando que no había hecho nada malo, matando todas las intenciones de sermonearlo en un sólo segundo.
Maldita sea. YoonGi pensó que las cosas mejorarían después de su charla nocturna. Creyó que finalmente el chico entendería lo torcido que estaban sus deseos, pero no sucedió. En todo caso parecía haber despertado un lado más juguetón en JiMin.
Se quejó en voz alta. Que alguien lo mate.
Exhalando ruidosamente, concluyó que su tortura se acabaría si los dos evitaban quedarse a solas. Así que miró al par de amigos corriendo y tomó una decisión.
—Chicos, dense prisa —les llamó, sacando la cabeza por la ventana. HoSeok y TaeHyung finalmente dejaron de correr, pusieron sus maletas en la parte trasera del auto y se apilaron como sardinas en los asientos traseros— ¿Tienen todo listo?
Todavía les preguntó, sin importar que fuera obvio. Estuvieron persiguiéndose el uno al otro porque peleaban por el número de equipaje que TaeHyung debería llevar.
—¡Todo listo! —HoSeok exclamó. JiMin resopló disgustado por su ruidoso entusiasmo, pero giró la llave e hizo el motor rugir.
—¿Ya nos vamos a Seúl? —TaeHyung le cuestionó a YoonGi, inclinándose un montón para escuchar.
—Compañero, estás invadiendo el espacio personal de tu preciado Hyung —JiMin comentó pasivamente agresivo. Se tomó un segundo para lanzarle una mirada de advertencia a TaeHyung antes de regresar su atención de vuelta a la carretera.
La sonrisa de YoonGi se volvió difícil de controlar. Esa acción le recordó cuando su vocalista favorito peleaba con el trío del terror por su atención, hacia muecas irresistibles o fingía llorar. Obviamente siempre terminaba ganando.
—No, todavía no. Tenemos que buscar a otros chicos. Nuestra siguiente parada es Goyang.
El chico granjero pareció satisfecho con su explicación, regresó a su sitio en la parte trasera de la camioneta con una sonrisa. La imagen le trajo una buena paz a YoonGi, paz que terminó cuando JiMin le cuestionó un buen punto.
—Si convencemos a NamJoon. ¿Cómo encontraremos a Jungkook?
JungKook era todo un problema. Tenía una única red social y su cuenta de Instagram estaba llena de un montón de cosas; fotos de conciertos, de karate, pinturas, sin ninguna ubicación en específico. Por fortuna YoonGi ya había hecho su movimiento en Gwangju, mientras esperaban a que HoSeok terminara de organizar sus asuntos.
—Me encargué de eso.
—¿Qué quieres decir con que te encargaste? —El menor le dio una mirada de desconfianza.
—Le dije a mi secretaria que contrata un detective privado.
JiMin abrió la boca.
—Debería ser espeluznante, pero creo que eres brillante. —YoonGi sonrió tímidamente. No hizo la gran cosa, aunque si JiMin quería alabarlo iba a aceptarlo— Bien. ¿Y qué hay de SeokJin? Buena suerte tratando de convencer a una superestrella en viajar con unos fanáticos suyos.
Totalmente cierto. El mayor apretó sus dedos sobre sus muslos, pensando duramente. Había muchas ideas, aunque la mayoría de ellas eran basura.
—Conozco el medio. Algo se me ocurrirá en estos días. —Le sostuvo la mirada a JiMin por un instante y notó que había algo distinto en la forma en que los ojos ajenos lo observaban, los iris cafés estaban sospechosamente brillantes—. ¿Qué?
¿Fue su imaginación o JiMin estaba sonrojándose después de preguntar? Verdaderamente le hubiera gustado saber la respuesta. Por desgracia el menor actuó como si nada pasara.
—¿Qué?
Por la forma nerviosa en que el abogado evitó observarlo, YoonGi lo dejó pasar. Dirigió su atención a TaeHyung que tomaba fotografías de la ventana.
—¿Esa es una cámara instantánea?
—Es bastante genial. La conservé hasta que hubiera algo que fotografiar —TaeHyung se la prestó. Permitiendo al interiorista comprobar por su cuenta que era un modelo muy viejo, aunque el exterior se veía bastante cuidado—. Pruébala, pruébala.
Apuntó la cámara hacia el amor de su vida. Habría sido la polaroid más hermosa de todas, con el sol golpeando al chico en los lugares correctos y su corto cabello siendo sacudido por el viento. Excepto que la mano de JiMin tapó el lente.
—Ni si quiera se te ocurra. Odio las fotografías —refunfuñó. YoonGi suspiró triste, cambiando el encuadre y al final decidió que no nada superaba la belleza de JiMin. Le devolvió el preciado objeto a su dueño con mucho cuidado.
—¿Alguna vez pensaste dedicarte a la fotografía?
Ese fue uno de los intereses que TaeHyung conservó por mucho tiempo, tenía las mejores fotos de todo Bangtan en sus vacaciones.
Al parecer no era una opción en esta realidad, ya que YoonGi consiguió una mirada de Kim como si hubiese enloquecido.
—¿Estudiar fotografía? No, todos los Kim pertenecemos a la granja. —El granjero tenía un punto. YoonGi se contuvo a preguntarle si realmente era feliz trabajando en la granja porque eso podría ser demasiado entrometido.
De repente la tranquilidad se esfumó porque el coche dio una leve sacudida, seguida del casi imperceptible sonido del estallido.
—¿Qué pasó? —JiMin tenía una expresión malditamente tensa, sostenía el volante con tanta fuerza que parecía que podría romperlo en dos. YoonGi quería consolarlo diciéndole que tal vez fue un problema del motor o algo no tan importante porque no pasó nada grave.
Conclusión apresurada.
El auto comenzó a desviarse y fue obvio en ese punto que no estaba siendo controlado. Como reflejo, el conductor presionó su pie violentamente contra el freno. Desgraciadamente sólo lo empeoró todo, haciendo que salieran del camino.
—¡JiMin, cuidado! —YoonGi se acercó a JiMin tanto como el cinturón de seguridad le permitía, buscando ponerle un brazo encima. Fue un movimiento estúpido porque no serviría de nada, pero él necesitaba sentir que protegía al chico de su vida.
—¡Ah, esto no es genial! —TaeHyung gritó cuando el vehículo dio un medio círculo, un instante antes de impactarse.
Se escuchó perfectamente el momento en que el capó se estrelló en el tronco de un árbol, usando la suficiente fuerza para hacerle una abolladura y romper una de las luces delanteras. Todos los chicos volaron hacia adelante y la bolsa de aire salió disparada. JiMin quedó atrapado entre ella. Ni si quiera se quejó por la asfixia, se quedó ahí tan frágil como un muñeco de trapo sin vida.
Una vez que el coche dejó de moverse, la bolsa se desinfló. YoonGi pensó que era mejor salir de su asiento lo más rápido, comenzó a desabrochar su cinturón a una velocidad récord.
—Salgan del auto —les ordenó a todos. TaeHyung y HoSeok estuvieron afuera en un santiamén. JiMin no movió ni un sólo músculo, lo que fue malditamente preocupante.
Sintiendo que su estómago daba vueltas, YoonGi rodeó el auto. Maldijo cuando encontró una de las llantas delanteras ponchada, ahí estaba el origen del accidente.
Pero no se detuvo ahí, su verdadero interés era el piloto.
Rápidamente corrió alrededor del árbol, quitó el seguro de la puerta del copiloto e hizo salir a JiMin. El chico estaba temblando e increíblemente frío.
La palidez de su cara no era natural. Maldición, ¿debería recostarlo? ¿Debería sentarlo? No podía tomar una decisión, el miedo y la adrenalina debían seguir algo atascados en su sistema.
El mayor rogaba porque todo fuera resultado del shock. Porque no lo veía herido por ningún lado, más que la ligera quemadura en su mejilla que debió ser resultado del airbag.
—Mierda, mierda, ¿Estás bien? Dime que lo estás por favor.
Cuando estuvo a punto de gritar por una ambulancia. JiMin parpadeó y sus pupilas por fin lo enfocaron. Tenía los ojos acuosos como si fuera a llorar en cualquier momento.
—YoonGi —susurró, tomándolo de los brazos. Aunque su agarre era débil, parecía verter toda su fuerza en él.
El miedo en su expresión le rompió el corazón a YoonGi.
—Maldita sea, lo sé. No estás herido, ¿cierto? —Como respuesta JiMin sacudió la cabeza, aliviando tanto su alma.
—Estaba muy asustado. Pensé que iba a suceder otra vez. —El pecho de YoonGi se apretó de una manera lacerante. Su preciado amor ya había pasado por algo horrible y ahora esa pequeña experiencia debió traerlo en el pasado. Odiaba que no podría protegerlo de todo el mal—. Pero ahora estás aquí conmigo y me siento tan seguro.
JiMin lo sostuvo de los hombros y presionó su boca contra la suya, muy, muy suavemente. Apenas se trataba de un beso, podrían hacer eso frente a una iglesia y los predicadores nunca se ofenderían.
Sin embargo, fue suficiente para que YoonGi se quedara en blanco.
Vagamente podía saborear un aliento de chocolate que no le pertenecía. Vagamente le dijo a su cuerpo que regresara de la inconsciencia, tenía que participar o se lamentaría el resto de su vida. Pero no podía pensar, mucho menos actuar.
Se congeló como una estatua por lo que pareció una eternidad.
Cuando JiMin se apartó, lo miró con sus profundos ojos almendrados y una clara pregunta en ellos. No era un misterio cual era, le preguntaba por qué su beso no fue devuelto.
—¿Chicos? —HoSeok preguntó. Por la forma en que su voz sonó, se estaba acercando. YoonGi se sintió como si hubiera dado dos pasos atrás, desgraciadamente no estaba seguro. Sintió que era un simple espectador y alguien más controlaba su cuerpo— ¿Todo bien?
Ni JiMin ni él respondieron, dejaron que la situación fuera absorbida por un silencio antinatural. TaeHyung salvó el momento sonriendo, al igual que conservó un brillo en sus ojos de sospecha.
—Se ven tan bien como un cerdo en navidad.
—El coche no —JiMin respondió, ocupando su típica neutralidad.
—¿Tenemos que llamar a una grúa o a alguien de los seguros?
A YoonGi le tomó un momento percatarse que HoSeok le estaba hablando a él. Se rascó su mentón y forzó su cerebro a conectar los cables correctos para funcionar de regreso.
—Sí, tenemos. Sé quién puede resolver esto.
Buscó su teléfono y marcó el número de su secretaria, por fin teniendo una buena idea. Al mismo tiempo que la llamada se procesaba, tomó la oportunidad para pellizcarse la pierna. El dolor era una clara señal que no estaba imaginando cosas.
El día se volvió jodidamente largo porque la grúa tardó horas en encontrar el camino. Luego el grupo tuvo que caminar un rato para encontrar un taxi que los llevara a la ciudad, la reparación de la camioneta tardaría más que un par de horas. De lo único que YoonGi estaba orgulloso era que priorizó una revisión médica para JiMin. El médico dijo que se trataba de una quemadura de primer grado, nada que no pudiera controlarse con una pomada.
Horas más tardes, entraron al primer hotel que encontraron para pasar la noche. El mobiliario de recepción estaba perfectamente diseñado, era tan agradable y moderno.
—Ah, reservaré unas habitaciones —les avisó a los tres. TaeHyung y JiMin hicieron una mala cara que YoonGi pudo leer perfectamente—. Ni si quiera espero que hablen del costo, ya les hice pasar un día difícil.
Se alejó rápidamente de ellos porque ninguno iba a evitar sucediera. Conseguiría cuartos sencillos para que no se frustraran en aceptarlos.
—Disculpe, ¿es usted el diseñador Min YoonGi? —YoonGi miró al hombre de recepción, honestamente se asustó por la repentina pregunta.
No tuvo más opción que ser sincero. Sería estúpido negar todo porque iba a darle su tarjeta de crédito con sus datos.
—Eso creo. —La cara del hombre se iluminó como un árbol de navidad.
—Es bueno tenerlo aquí. ¿Le gustaría saludar a nuestro gerente?
La conversación no estaba siguiendo una línea lógica. Al menos no para YoonGi.
—Perdón, ¿hablar con tu gerente?
—Sé que él estará feliz si sabe que uno de los diseñadores que trabajaron en la remodelación está pasado una noche aquí. —La información extra tardó en filtrarse en su cerebro. Una vez que lo procesó, lo llenó la amargura. Así no debería ser, las personas debían agradecerle por su música, por enseñarles que no estaban solos a través de un rap—. Siéntanse libre de pedirle cualquier cosa a nuestro personal sin ningún costo.
—Lo aprecio, gracias —respondió, siento todo incomodidad. Por fortuna el proceso fue rápido, le dieron las habitaciones más caras y mucho más rápido que a clientes que estuvieron formados en la fila delante de él.
El servicio excesivamente privilegiado no terminó ahí.
Dos botones los guiaron a sus cuartos vecinos en el último piso del edificio. HoSeok y TaeHyung se veían demasiado impresionados por el servicio tan atento. El par chilló de entusiasmo una vez que estuvo frente a sus puertas y recibió sus llaves.
—Los buscaré a la hora del desayuno, no sé cuándo esté lista la camioneta... —YoonGi detuvo su recordatorio. Dejaría ser a los chicos felices por una noche, únicamente esa noche— Traten de no salir del hotel sin avisarme.
Apenas dijo eso y los dos se esfumaron el aire. Seguramente corrieron a comprobar el lujo en sus dormitorios.
No se sorprendió cuando JiMin permaneció junto a él en el pasillo. YoonGi tenía un presentimiento sobre lo que vendría, su hermoso chico se disculparía por haberle robado un beso, después se volvería distante hasta volverse un desconocido.
Mierda, no quería eso. No quería retroceder ahora que los dos consiguieron acercarse tanto. Sin embargo, la advertencia del distanciamiento se veía completamente inevitable.
Trató de escapar, aunque resultó en vano porque fue atrapado por la ropa. Su estomago se desplomó, sabiendo que ya era demasiado tarde.
—Amigo, espera.
Nunca escucharía al final de eso. En su lugar, sonrió y se encargó de solucionarlo.
—JiMin, sé lo que sucedió... Fue porque estabas saliendo del shock. No tiene que significar nada, nada tiene que cambiar. —El menor parecía bastante sorprendido, algo en su mirada se obscureció como si hubiera sido herido. Lo soltó y se fue a su habitación pisando fuertemente.
YoonGi no entendió su reacción, estaba tratando desesperadamente de rescatar su relación. Deseó que nada cambiara, sólo que los deseos no siempre funcionaban.
Lleno de decepción se arrastró a su enorme cama. Había estado en un montón de hoteles y no encontró nada como su sello distintivo en la remodelación. Todo se veía igual, cortinas y cobertores de verdes secos, luces amarillas y vista a la ciudad.
Era una noche más con su pecho apretándose por el amor de JiMin.
Se sacó los pantalones, apagó la luz, dispuesto a meterse a la cama hasta que un golpe en la puerta lo interrumpió. YoonGi suspiró, preguntándose si se trataba del servicio de limpieza.
Jamás esperó que JiMin entrara a su habitación como un torbellino. El menor cerró la puerta detrás de él y se acercó lo suficiente para que sus hombros se tocaran.
—¿Por qué dices que no tiene que significar nada? ¿Por qué siempre me tratas como si fuera un chico que persigue a un hombre? Estás equivocado si piensas que soy tan dulce que puedes corromperme. Sorpresa, amigo, he vivido cosas que no te agradaría y lo que tu sientes por mí es lo mejor que me ha pasado, en serio. —El chico simplemente vomitó todas esas palabras. Con lo enojado que estaba fácilmente podría estar echando humo por sus orejas en ese instante.
YoonGi se mantuvo inmóvil. Sin saber que decir o hacer.
—Ah, yo...
—Cállate por un rato, YoonGi. En serio. —Las manos de JiMin fueron detrás de sus orejas y empujaron su cara para que sus labios se encontraran—. Deja de luchar.
Su pulso se disparó. Detener la lucha, dejar de reprimirse.
La orden fue suficiente para presionar todos los botones equivocados en YoonGi. No pensó más, sostuvo la nunca del menor y lo besó totalmente serio. Tantos años de hambre se derramaron en un instante. Se comió al chico como si fuera un banquete y él un muerto de hambre, sin ninguna vergüenza.
Por fin, por fin, por fin.
JiMin lo besó de vuelta con la misma fuerza. JiMin aceptó abrir la boca para profundizar el beso, temblando de placer. Su lengua estaba toda cálida y resbaladiza, sintiéndose como el cielo y el infierno. La sensación envío chispas eléctricas directamente a la ingle de YoonGi.
Siendo un maldito descarado, frotó su pelvis contra el muslo de JiMin. No era suficiente, sentía que estallaría si no tenía más. Su cuerpo estaba ardiendo.
A ciegas sintió que estaban retrocediendo. Sus rodillas chocaron contra el colchón y pronto estaba cayendo sobre él sin mucha gracia. Rebotó en la cama por un par de segundos hasta que el menor lo sostuvo debajo de su firme peso.
Cuando JiMin se sacó la camiseta, YoonGi pensó que debería detenerlo. Lo haría tan pronto como pudiera dejar de tocar la piel. Él no era capaz, ni si quiera se habría detenido si alguien le hubiese presionado una pistola en la cien.
Maldición. Este era JiMin, su JiMin. Era obvio por su típico aroma de duraznos o sus suaves lloriqueos agudos. Se trataba del preciado vocalista, el chiquillo del que se enamoró porque practicaba hasta que los pies le sangraban.
—JiMin, espera —murmuró, sin convicción. JiMin no obedeció, comenzó a desabrocharle los botones de su camiseta y al diablo si algunos se desprendieron. Parecía que no podía deshacerse de las prendas lo suficientemente rápido.
YoonGi se moría por saber cuál era la expresión en su cara. ¿Estaría desecho por el placer? ¿Tendría la boca maltratada, los ojos repletos de necesidad y un rubor en todas sus mejillas? Quería encender la luz para mirar, pero tenía miedo que si tocaba el interruptor todo desaparecería.
—Silencio. No vamos a ir tan lejos esta noche, pero sí quiero sacarte de tu ropa. —Su voz temblorosa hizo cosas terribles en YoonGi.
Él hizo eso, le quitó el aliento al hombre más hermoso del mundo.
Gimió cuando el menor se inclinó para morder su cuello, quería hacer que las cosas resultaran igual de buenas para su acompañante. Impulsado por eso, lo sujetó del cabello para atraer su rostro y lamerle los labios otra vez.
Mientras que JiMin se estremecía gracias a sus besos, YoonGi tocó todo aquello con lo que siempre soñó. Finalmente le arrancó los tan esperados jadeos y suplicas.
Pronto olvidó los gemidos que escuchó antes, olvidó a todos los hombres que conoció bajo un NDA. Sólo había espacio para los dulces sonidos de JiMin. Los sonidos que escuchó a través de la pared acompañados de los gritos de una mujer y ahora eran para él. Para nadie más.
Se separó del rostro de JiMin sólo lo suficiente para hablar. Sus narices se acariciaron, sus alientos desordenados se entremezclaron. Todo encajó.
—Si esto es un sueño... —murmuró tímidamente— No quiero despertar nunca.
—Te aseguro que no lo es —le prometió el menor, enganchando los pulgares sobre la cinturilla elástica de sus bóxers y enviándolos lejos de sus piernas.
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