Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

|| 32 ||

|32|Secretos

El sonido de la puerta del vehículo resonó bajo la fuerte lluvia que inundaba esa misma tarde. Siendo seguido por el ruido de sus botas de hule que pisoteaban los charcos que se iban formando por la banqueta, Luca rodeó la camioneta con pintura llamativa de un unicornio hasta ir al lado del copiloto. Abrazando contra su pecho aquella bolsa con suministros y medicamentos mientras hacia lo posible para que su paraguas roja no se fuera con el viento.

Al subirse en la banqueta se acercó al vehículo al mismo tiempo que la ventana del piloto bajaba.

–¿Seguro que no quieres acompañarme? hace mucho frio aquí afuera –sugirió en un tono preocupado.

Con una pequeña sonrisa compresiva el pelinegro niega con la cabeza.

–Ve tranquilo, aquí te espero con música al alto. Me imagino que ustedes hablaran de su bebé –dijo lo último en un tono más serio y preocupado.

Luca desvió la mirada apretando el agarre a ambos objetos.

–En serio te agradezco que protejas el secreto del embarazo, aun no sé cómo decírselo a Alberto o a los demás, pero en verdad quiero proteger a la madre y a mi bebé –miró a su amigo con dolor. Se sentía raro llamar bebé al bastardo que esperaban, pero enserio quería a ese hijo.

–Estas en una situación fuerte y más tratándose de un bastardo. Es una mierda –suspiró para pocos segundos después sobresaltarse al darse cuenta de sus palabras– ¡Hablo de la situación, no de tu bastardo! –alterado corrigió sus palabras, dándose un golpe en su frente ante su idiotez–...es una mierda de situación, no la cría.

El menor soltó una pequeña risa y lo miro con tranquilidad.

–Tranquilo, lo entendí y tienes razón, es una mierda de situación, aun sabiendo que Alberto y yo no somos nada aun...me aterra su reacción.

–Alberto es un buen hombre, se sentirá traicionado, pero es incapaz de odiar a una cría. Busca un momento adecuado y dialóguenlo.

Él no respondió solo bajo la mirada pensativo, aun él miedo lo invadía. No quería involucrar a la fuerza a Alberto en la vida de su cría. No obstante la imagen del pecoso acunando a un recién nacido ablando su corazón.

–"Aunque sabía que serias el otro padre de mis hijos, la simple idea que tu desprecies a este bebé me destrozaba e inquietaba. ¿Me dejarías en el olvido al momento en que te enteres? ¿Cómo sabré que es el momento indicado?"

–Procurare no tardarme, ya has hecho mucho por mi hoy.

–Que puedo decir –se encogió de hombros soltando una pequeña carcajada mientras jugaba con el volante–, me recuerdas a mi hermano menor.

Luca volvió a reír, ya eran varios que lo comparaban como un hermano menor. Y en cierto punto le agradaba, siendo hijo único la sensación de tener un hermano de no sangre lo emocionaba.

Ambos se despidieron con un golpe de puño antes de que el menor acomodara mejor las cosas que cargaba y diera vuelta con dirección aquel viejo edificio que le dio un lugar donde quedarse cuando llego a Portorosso. Jamás se imaginó que ese lugar que alguna vez llamó hogar, ahora le pareciese tan lejano y externo. Respiró hondo y encamino hacia el lugar bajo aquella tormenta de finales de octubre.

[...]

Alberto se mordía el labio inferior con la mirada fija en sus propias manos sobre la mesa, era claro que estaba inquieto; en especial siendo el único ruido que los envolvía el de la cuchara golpeteando la taza de porcelana que contenía el té. Como cada temporada de concursos, su abuela lo citaba en uno de los lugares más finos y caros de toda la ciudad.

Nervioso la miro de reojo y ella solo enfocó su mirada grisácea sobre él de una manera seria y fulminante, a pesar que ella lo adoraba.

–¿Seguirás o te retiraras como siempre? –murmulló la mujer de cabello platinado dejando la pequeña cuchara de plata sobre su plato.

–Supongo que seguiré...–susurró inquieto.

–Eso es nuevo –su voz susurrante y calmada se mostraba tranquila a pesar de que conocía los límites de su único nieto.

–Al fin encontré un violinista con quien me acoplo sin pelear –murmuró aun con la mirada agachada, pero en sus delgados labios se formó una sonrisa atontada con sólo pensar en la melodía de Luca.

–¿Un nuevo violinista?

Asintió levantando su vista hacia ella. Su nonna, rio dulcemente antes de beber de su taza de manera elegante antes de chasquear los dedos para que uno de sus asistentes sacara su chequera. Alberto se sintió avergonzado, pero era la única manera en la podía pagar sus estudios y materiales. Teniendo ese trato donde él participaba en esos concursos mientras sus abuelos pagarían todo lo necesario para su educación y vivienda; entre más escalaba en las fases de los concursos más dinero ganaba.

En lo que los asistentes colocaban el bolígrafo y la chequera sobre la mesa, la anciana limpiaba sus labios con delicadeza usando una de las servilletas de seda. Algo que siempre admiraba de ella, su abuela era una mujer dedicada al teatro, una vieja cantante de ópera que encontró el amor verdadero con un maestro de ceremonias. La gracia y delicadeza era algo que desprendía el aura de su alrededor.

–¿Cómo van los estudios? –preguntó en lo que dejaba la servilleta bien doblada a un costado de su plato. Con toda la calma se colocó sus anteojos de lectura y se dispuso a escribir sobre el cheque en blanco.

–Diría que bien –respondió encogiéndose de hombros para luego peinar hacia atrás su cabellera–. Iniciare el taller de actuación en unas semanas y los maestros me felicitan por los diseños que he hecho. Apenas tengo tiempo para mí.

–¿Y no pasas tiempo con tu destinado?

La mirada de Alberto se abrió con miedo y sorpresa al mismo tiempo que su piel se ponía pálida. Su nonna lo miro con indiferencia, demostrándole que ya lo sabía.

–No sé de lo que hablas.

–Sabes muy bien de lo que hablo, Alberto –dejó de escribir una vez que lo firmo para poder hablar seriamente–, hablamos de ese chico de ojos marrones y que poso en la revista con el hilo rojo de nuestra familia; los hilos rojos de los Fiore son únicos en el mundo. ¿Desde cuándo lo sabias?

–Apenas nos vamos conociendo y...

–¿Y ya tienen fecha? –lo interrumpió molesta y arqueando su ceja.

Era lo que más temía, su abuela iría directo al grano. Inquieto se mordió su labio inferior mientras se aferraba a la tela de sus pantalones debajo de la mesa.

–No –musitó bajando la mirada–...quiero conocerlo más.

–¿Y hacer lo mismo que tu madre? –alzó la voz indignada– ¿Sabes la vergüenza que nos hizo pasar ella? Le dimos todo ¡¿y para qué?! Se suicidó solo porque el infeliz de tu padre la abandonó cuando encontró a su alma gemela.

Él desvió la mirada avergonzado.

–Lo único que agradezco de ese bueno para nada fue que me dio un nieto maravilloso, pero eso no quita el hecho que él ilusionó a tu madre a tal punto que ella no quería conocer a su alma gemela, "porque tu padre era su amor verdadero y que el destino se equivocó con ellos" –recalcó furiosa y haciendo comillas con sus dedos–. Le dimos tiempo y espacio a tu madre, nunca la presionamos con conocer a su alma gemela y mira a donde nos llevó. Ahora ella es la decepción de Italia. ¿Crees que quiero eso para mi nieto?

–No quiero adelantar las cosas para Luca...–suspira derrotado dejando caer su cabeza sobre la mesa en un fuerte golpe.

–Ustedes dos se casaran si o si, ¿cuál es el problema con adelantar las cosas?

–Lo sé, lo sé –ansioso rascó su cabellera con algo de fuerza–. Sólo dame tiempo, simplemente te pido eso.

Ella lo mira con seriedad antes de levantar su mano y chasquear de vuelta sus finos y arrugados dedos, provocando que de nuevo sus asistentes se acercaran a ella para dejar sobre la mesa una pequeña caja de terciopelo. Alberto abrió la mirada ante el pequeño objeto, no obstante el ruido de una hoja rompiéndose, hizo que volteara.

–Dejare las cosas claras, cariño, si no hay fecha de boda para finales del año, no solo interrumpiremos tu abuelo y yo, si no que dejaremos de pagar tu matricula y departamento. Ya no tomaremos importancia a los concursos –aclaró de manera seria en lo que le entregaba el cheque junto con la cajita.

Al tenerlo en manos no dudo en abrirlos, encontrándose con un pequeño y caro anillo de oro blanco con una amatista en forma de estrella. El anillo era tan sencillo y delicado, pero sabía de ante mano que este le perteneció a su a abuela e incluso a sus ante pasados. Siendo una reliquia para los Fiore. Desanimado cerró la caja, dejándola sobre la mesa para poder tallar su rostro con fuerza.

–Tienes hasta diciembre para que nos presentes voluntariamente a los familiares del chico, no hagas que nosotros los busquemos –susurró con la mirada fija en su té antes de darle un sorbo.

–...nonna, no –masculló inquieto desparramándose en su asiento, sin alejar las manos de su rostro.

–No hay peros, Alberto –dejó la taza para poder mirarlo con preocupación–, ¿sabes lo afortunado que eres al tener un destinado siendo un bastardo? Lo que menos quiero es que seas como ella.

Él no dijo nada, sólo siguió ocultándose detrás de su mano. Quería que la tierra lo tragase. ¿Cómo mierda planearía pedírselo a Luca? ¿Cómo lo tomaría él?

[...]

Un suave suspiró salió de los labios de la rubia mientras acariciaba el cabello de su exnovio. Sentada en el sillón tenia al menor con la cabeza en su vientre como si esperase que este se moviese mientras que la tormenta azotaba esa tarde con fuerza.

–Diez meses –musitó Luca con tranquilidad, cerrando su mirada mientras se dejaba consentir por las pericias de la bailarina.

–Ni siquiera sentí el primero, paso rápido...–susurró decaída.

–Será complicado.

–Demasiado, apenas tiene el tamaño de un frijol. La próxima consulta es en tres semanas.

–Dime la hora y el lugar para estar allí.

–No creo que sea lo indicado, ahora con la revista eres fácil de reconocer.

–Pero quiero estar allí para él o ella –giró su cabeza quedando boca arriba sobre su regazo.

Alice suspiró y alejó la mano de su cabeza.

–Luca, ya haces mucho con el dinero que me acabas de entregar, pero entiende que no pueden vernos juntos.

–Es mi cría.

–Y lo será, sólo que quiero protegerlo ante cualquier medio, ¿cómo creen que tomaran que el famoso modelo que pone en alto el "orgullo" –hizo comillas con sus dedos mientras blanqueaba la mirada– de las bestias está esperando a un bastardo?

Se quedó en silencio desviando su mirada de manera pensativa. Quería a su pequeño lejos de los medios, él no pidió ser reconocido, acepto el trabajo por Camilo, no para dejar huella.

–Planeó abandonar temporalmente la universidad –musitó colocando sus manos sobre su pecho para luego exhalar pesadamente.

–¿Q-qué? Estás demente –le regañó levantándose rápidamente del sillón; logrando que Luca rodara hacia el suelo.

Soltó un leve quejido mientras tomaba asiento en el suelo al mismo tiempo que sobaba su cadera.

–Es temporal, con todo esto van a estar acosándome en la universidad –respondió cansado–. No lo dejare para siempre, simplemente tomare un descanso y trabajare.

–¿Cómo modelo?

–No lo sé, ¿sí? –exclamó irritado mirándola de reojo– Realmente no sé qué camino toma mi vida ahora, solo quiero conseguir algo de dinero extra para ti y el bebé.

–¡¿Y qué hay de Alberto?! ¡¿Él ya sabe del embarazo?!

–Por Poseidón, Alice, ¡no! ¡No lo sabe aún! ¡No sé cómo mierda decírselo!

–¡¿Y VAS A ESPERAR HASTA QUE NASCA?!

–¡NOOOO! –talló con fuerza su rostro–...sólo necesito tiempo para tener claro mis objetivos ahora, no estoy preparado para algo serio con él y lo más seguro es que no tome bien el embarazo.

Fastidiada se pellizcó la fuente de su nariz antes de tomar asiento en una de las sillas de comedor.

–Vete, per favore, no quiero estresarme. Tienes que decírselo, él tiene el derecho de saber cómo se involucrara en tu vida; si quiere o no involucrarse con nuestro hijo.

–Lo hare, pero después del desfile, quiero que esto no involucre el trabajo que hacemos ambos en el atelier –la miro decidido–, no voy a elegir a Alberto sobre el bebé.

–¿Rechazaras a tu destinado por un bastardo?

Él suspiró bajando la mirada a la alfombra de la habitación y en un hilo de voz apagado, respondió:

–Prefiero eso a rechazar a mi propio hijo.

[...]

Cerró su paraguas una vez que se adentró a las escaleras del callejón, la noche por fin había llegado a la ciudad pesquera, la lluvia seguía cayendo estruendosamente sobre las calles, que eran iluminadas por las luces anaranjadas de los postes junto a los autos pasando por la avenida. Si no fuera por su impermeable ya se hubiera empapado desde hace horas y sus escamas se hubieran revelado. Algo que siempre evitaba.

Con mucho cuidado de no resbalar fue bajando escuchando como siempre la música rock que ponían los demás al momento de trabajar con el vestuario. Estando a nada de que comenzara el desfile el equipo se notaba cada vez más ansioso como nervioso. Había visto las ojeras de los cuatro humanos, por no decir también que Giulia no dormía a veces por andar concentrada en aquellos detalles en donde él no podía ayudarlos.

–"No era tan talentoso como tú o los chicos, donde toman importancia a cualquier pedrería o hilo. Yo no podía crear magia como todos ustedes, crear aquella ilusión que hacía que los vestuarios tuvieran una personalidad."

Dejó salir un suspiro mientras su manos se aferraban aquella bolsa blanca con el logo de un restaurante mexicano. Creía que era correcto gastar su primera paga a las personas que lo introdujeron al mundo laboral. Al llegar a la puerta lograba apreciar el sonido de la música junto con las máquinas de coser. Sólo basto un simple empujón con su cadera para abrir la puerta, haciendo que el rechinido de esta se hiciera presente.

Todos dejaron de trabajar al escucharlo, voltearon a verlo realmente sorprendidos de su presencia, creían que se había quedado en el departamento ocultándose de todo su alrededor. Giulietta quien estaba en el suelo terminando de colocar algunos de los diamantes fantasía a la capa, no dudo en ponerse pie e ir a abrazarlo. Luca al verla acercarse rápidamente dejo la comida y su paraguas sobre la barra del lugar para correr a abrazarla con fuerza.

Ambos se aferraron al otro, balanceándose entre sonrisas.

–Pequeño, estaba preocupada por todo lo que paso con la revista –comentó al separarse y sostenerlo por los hombros. A pesar de todos sus sentimientos encontrados hace horas, realmente le preocupaba el bienestar de su pequeño "cuñado".

–Estoy bien, no fui a la universidad por lo mismo, al parecer sirvió mucho no relacionarme con nadie, apenas sabían mi nombre –suspiró bajando la mirada derrotado.

–¿Así se siente la fama? –bromeó Guido sentándose en el sillón de aspecto antiguo al lado de Ciccio; quien seguía cosiendo a mano.

–No pedí esta fama –suspiró revolviendo su cabello una vez que se separó de la pelirroja para tomar asiento en uno de los banquillos de la barra–, pero lo único que agradezco es poder conseguir un trabajo en la agencia de Camilo.

–¿Firmaste un contrato? –exclamó Ercole tratando de no verse tan sorprendido.

Por otro lado Ciccio y Guido miraron discretamente a su mejor amiga, notando como la expresión de ella cambiaba lentamente ante la noticia. Ella intentaba sonreír, pero no lo conseguía. De una manera lo sintió como un golpe a su ego. Ercole también lo notó, a lo que simplemente trato de que Luca no lo notara. Él quería mucho a Giulia, como para serle daño inconscientemente, aunque lo único que le dañaba era la suerte que tenía.

–Realmente no he firmado aun –rascó su hombro nervioso.

–¡¿Por qué no?! Es una gran oportunidad –comentó Guido apoyándose en el soporte del sillón.

–No firmare hasta llegar tener un acuerdo con ustedes, para que sean mi equipo personal tras vestidores.

Los cuatro voltearon a verlo con incredulidad, parpadeando un par de veces para tratar de procesar lo dicho.

–Espero que esto no sea una broma, porque es de muy mal gusto –dijo Guido en medio de una risa nerviosa como también incomoda.

–¡No, no lo es! –exclamó bajando del banquillo para mirarlos a los cuatro–. Sé que no es una agencia para crear trajes o un pase a una pasarela, pero en verdad quiero que estén allí para arreglarme como su muñeca. Sé también que les pagaran más que en la cafetería o el bar, solo quiero apoyarlos como lo hacen conmigo.

Entre ellos compartieron miradas, algunas dirigidas de manera no tan discretas hacia Giulia; quien parecía pasmada, bajando su rostro mientras murmuró algo que nadie entendió. Luca intentó acercarse a ella para animarla a que aceptara, pero al momento en que iba a tomar su mano, ella lo alejo de manera brusca y aterrada. Empujándolo con fuerza al suelo. Todos la miraron sorprendidos, incluso ella misma no sabía lo que le pasaba. Miro sus manos para luego ver al menor aun tirado en el suelo mirándola con incredulidad.

–Y-yo...–tartamudeó sin saber que decir, simplemente tomó su bolso del sillón y salió corriendo del atelier dando un portazo.

Ciccio y Guido corrieron a levantar a Luca mientras que Ercole miro a la puerta y sólo dijo un simple:

–Iré a por ella –tomó su chaqueta del perchero antes de abrir la puerta y correr hacia donde ella corrió con la esperanza de no perderla.

Al ponerse de pie, ambos humanos no soltaron a la bestia desconcertada. Simplemente lo abrazaron sin aviso.

–Ella no está bien –susurró Guido aferrándose al pequeño cuerpo.

–¿Me odia? –musitó en un tono adolorido.

–No, sólo –respondió con el mismo tono el rubio–...sólo se odia a sí misma. Está pasando por una crisis y con los días del desfile a la vuelta de la esquina, está dudando de sí misma.

–¿Hay alguna manera de ayudar? –exclamó preocupado separándose de ellos para verlos. Él conocía ese sentimiento y lo que menos quería era que la persona que más admiraba, sufriera sola.

Ellos compartieron miradas y negaron con suavidad.

–El único que podrá ayudarla es Ercole; solo él le dice sus verdades y la saca de su crisis.

–Tu tranquilo solo preocúpate de tu carrera, entre más la agobiemos peor se sentirá, no podemos obligarla a abrirse –lo animó un poco el castaño revolviendo sus cabellos como si fuera un niño–. Ella llega cuando siente que quiere sacarlo todo.

–Giulia no es muy buena manejando sus sentimientos.

Él se quedó callado, no muy convencido de dejar que su amiga se fuera así. Miro a su alrededor el magnífico traje que estaban a nada de terminar.

–"Entre más lo pensaba no sabía porque ella se sentía así; es acaso que no ve el gran talento que tiene. ¿Por qué se siente insegura?

Yo quisiera tener su talento, quisiera tener esa sonrisa relajada ante los problemas. Me duele verla así...pero también la entiendo. Nadie es perfecto.

Entre más lo pensaba, entre más analizaba la carrera de ella o los demás, más admiración tenía. Quería triunfar para ellos, no, quiero triunfar con ellos."

Luca miro su alrededor en silencio antes de sobresaltarse al escuchar a lo lejos un piano de aire afuera junto a la lluvia.

–¿Es Alberto? –les preguntó con algo de ilusión, tenía ganas de verlo.

Con una sonrisa asintieron apuntando hacia arriba de ellos.

[...]

La puerta de la azotea hizo un fuerte ruido al abrirse. Rápidamente cubrió su rostro con la manga de su impermeable ante la intensa lluvia que arrastraba el viento hacia su dirección. Sus ojos se iluminaron cuando lo vio sentado en el borde del edificio. Su larga cola se mecía suavemente mientras sus escamas brillaban intensamente con la luz que apenas llegaba de los faroles.

Sus garras tocaban con calma aquella triste melodía mientras soplaba de su instrumento. Concentrado en su propio mundo. No lo pensó dos veces y cubriéndose bien con el gorro del impermeable amarillo se acercó sigilosamente, hasta sentarse a su lado.

Alberto estaba tan concentrado en su propia melodía que al momento de ver de reojo a su lado se sobresaltó aterrado, Luca con grandes reflejos lo tomó a tiempo del brazo mientras que su propia cola –cual había aparecido al momento de sentarse sobre el mojado borde– lo enrolló de su cintura para evitar que se cayera. La bestia de escamas moradas como lentejuelas, no sabía cómo reaccionar más allá de aferrarse a su instrumento. Miro la cola que lo sostenía para luego levantar su vista y quedarse pasmado ante la figura del menor.

Ante el miedo, Luca no se fijó que su gorro había caído, dejando ver su verdadero rostro. Escamas verde azuladas junto con algunas bioluminiscente resaltaban en la poca luz del entorno. Sin duda en cualquiera de sus formas, la belleza de Luca resaltaba en cualquier lugar. Sus rostros estaban tan cercas, que sus cálidas respiraciones se mezclaban en el escaso espacio. Miraron sus labios para luego perderse en los ojos ajenos.

Con algo de nerviosismo y duda lentamente se acercaron al otro, sus miradas se cerraban mientras que sus corazones latían a más no poder. Olvidándose por completo de su alrededor o la razón de porque estaban allí. Juntaron sus labios y aun teniendo secretos guardados, se dejaron llevar en un cálido y acogedor beso bajo la tormenta, que ambos sabían que lo anhelaban y deseaban.

Luego se preocuparían de sus problemas, ellos querían estar allí, solo probando los labios ajenos, sin decirse absolutamente nada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro