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|22|Deseo de 11:11

Corriendo por los extensos y repleto de estudiantes, Luca ni se paraba a pedir perdón, solo quería huir del lugar. Aferrándose a la correa de su mochila mientras que su otra mano sostenía el estuche de su violín; cuyo estuche comenzaba a llenarse de stikers de bandas de rock o metal pesado que le iban regalando Giulia y Alberto con el paso de los días que pasaban en el atelier o en la cafetería. Entre más le mostraban los álbumes preferidos del par de hermanos, poco a poco se iba introduciendo más al género de música de ellos. Llegando a cantar más de una acción con ellos. Incluso Alberto le había regalado más de una partitura para que pudiera tocarlas con su violín.

Su vida comenzaba a tener más color de lo que antes solo eran rutinas pesadas y agobiantes donde los días eran eternos y aburridos. Ahora estos pasaban volando con el viento helado de otoño. Una semana y media desde lo ocurrido en el departamento de Giulia y Ercole. Y a pesar de tomar la decisión de dejar a Alice para darle una oportunidad a la bestia con él que el destino lo junto, no lo ha hecho aún. No por cobarde, no, realmente iba decidido hacerlo, pero no quería hacerle daño a ella. Quería demostrarle lo mucho que la quería y lo agradecido que estaba con ella antes de romper su relación. Quería asegurarse de tener un lugar para poder irse y no molestarla más. Si iba a dejarla, tendría que hacerlo con el mismo respeto que le tenía a ella.

No obstante todos sus pensamientos pararon, cuando sus pasos se detuvieron de forma brusca al llegar a las rejas de la universidad; recargado contra la puerta de su viejo y bien cuidado auto, Ercole lo miraba con indiferencia mientras sus dedos jugaban con aquel cigarrillo –de la misma marca que fumaba Giulia de la punta negra– sin encender, aunque eso era por la zona de la bestias. Algo intranquilo ante las tensiones que existían en el equipo tras lo ocurrido entre él y la pelirroja que a pesar de que trabajaban de manera profesional, era raro verlos tan distanciados y sin ninguna muestra de cariño o algo sexual. Aun no podía dejar de pensar en todo lo que pasaba tanto en el atelier como en la cafetería.

{...}

Luca mordía levemente la punta de su lengua mientras se concentraba en hacer su primer capuchino, vigilando atentamente que la espuma no se sobre bordará la pequeña tetera metálica. Era su primer día trabajando como el mesero de los fines de semana. Mientras todos los meseros se encargaban de atender todos los comensales, a pesar de que era su entrenamiento no podía evitar ir ayudar a Alberto a atender a las bestias que se quedaban en los lugares de afuera del local. Hacia todo lo posible para hacer bien sus deberes, aunque sabía que si se equivocaba Miguel o Camilo llegarían rápido para ayudarlo e instruirlo con más calma; tratándolo como si fuera un hermanito pequeño –aunque por la diferencia de edades, ellos confesaron que tenía la misma edad que sus hermanos menores, incluso viéndose más joven que ellos–.

Al lograr hacer la espuma como corresponde no pudo evitar sonreír con emoción, limpiando rápidamente la boquilla de la cafetera con el trapo correspondiente. Orgulloso de su trabajo volteó rápidamente hacia Ercole para mostrarle su trabajo, quedándose callado al verlo mirando seriamente –por no decir molesto por la forma que apretaba su dentadura– a lo lejos; especialmente en la pelirroja risueña.

Tapando su encantadora risa con su mano libre mientras que la potra abrazaba la bandeja con la que había llevado las ordenes, ella y Camilo bromeaban entre ellos. Giulia empujo al latino levemente ante un comentario que la hizo reír aún más, él estaba feliz por hacerla reír. Ella se veía tan radiante y llena de energía que no pareciera que la noche anterior grito y lloro por alguien que no la correspondía hasta quedarse dormida en los brazos de Ciccio; quien la llevo a su cama para recostarla. Nadie durmió a gusto ni comento al respeto, solo fue una noche muy larga, durmiendo en la sala en espera que su amiga solicitara algo.

No querían dejarla sola, pero sabían que ella no le gustaría que la vieran derrumbada.

El suspiro suave de Ercole, llamo su atención. Luca lo miro con desconcierto, en su mirada se mostraba un vacío y tristeza, al cual nunca comento nada. ¿Ercole estará sufriendo en silencio como ella? Jamás entenderá su relación o su forma de actuar. Solo quería que ellos se dieran cuenta de aquellas miradas discretas que se dedicaban cuando el otro no se daba cuenta.

{...}

Una de las canciones de Nirvana resonaba del viejo reproductor del auto, específicamente Lithium, la favorita de Giulia. Él mismo sabía que era la canción que siempre tardeaba la mujer mientras trabajaba. No dijo nada al respeto y solo siguió el ritmo con golpecitos de sus dedos contra su pierna. Su vista estaba enfocada en las húmedas calles de la ciudad del otro lado de empañado espejo de su lado. Entre los chicos se turnaban en ir a recogerlo para llevarlo al atelier una vez que terminaban el turno; siendo el único que no podría hacerlo, Alberto, por sus estudios o proyectos que consumían su tiempo.

Mordió con delicadeza su labio inferior al pensar que Alberto tenía claro su vida y sus metas; dedicando todo su empeño y esfuerzo hacia su amor al teatro. Mientras que él...

–"Quiero ser un buen partido para ti, pero ni si quiera sé a dónde voy en la vida o lo que quiero para mí. Lo único que sé es que quiero estar allí para ti, apoyándote de lugar de retrasarte."

Cerró sus ojos y exhaló con algo de frio mientras que la canción llegaba a su final.

–Oye...

Luca levantó la mirada al escuchar el murmulló inseguro del mayor. Confundido y levemente sorprendido, ya que era la primera vez que escuchaba ese tono en él. Lo miro, sin decir absolutamente nada.

–¿En dónde se está quedando ella? –preguntó en un tono apagado mientras encendía los limpia parabrisas al momento en que las primeras gotas de una nueva tormenta comenzaron a caer contra el cristal.

Hablaba de Giulia eso estaba claro, pero le desconcertó que apenas tocara el tema del nuevo lugar donde ella se quedaba. Según la pelirroja no quería seguir llegando a su departamento tan solitario y vacío, cuando Ercole ya ni se quedaba allí solo para poder irse con la otra mujer.

Un doloroso malestar en su estómago y pecho se hizo notorio, le hacía lo mismo a Alice. Bajo la mirada con pesar y suspiró.

–Dijo que ya no soportaba estar en su departamento, que ya no era lo mismo así que arreglo algunas cosas para quedarse con un amigo.

–¿Un amigo? –lo repitió más para sí mismo, quedándose unos segundos pensativo ante aquella respuesta, que claramente no le agradaba– ¿Les dijo quién? –preguntó mirándolo de reojo.

Luca negó con suavidad antes de volver a ver la ventana de su lado.

–Solo dijo que era un buen amigo de ella desde años. Él le dejo quedarse sin problemas hasta que busque otro lugar para quedarse.

Ercole exhaló, se quedó unos segundos callado analizando en su mente todo lo ocurrido con una expresión neutra –como siempre– y cambio rápidamente el tema. De nuevo solo con la mirada enfocada en el camino.

–Ya tenemos los vestuarios para pasado mañana, el concurso se vuelve más estricto por como siguen las siguientes fases, más y más se irán yendo, así que no se confíen por haber quedado en noveno lugar. Dime por lo menos que han practicado.

Asintió rápidamente.

–Juntos y solitario. La sonata es más complicada ahora, Alberto me ha ayudado en algunas notas en las que tenemos que ir con prisas y de manera sincronizada, pero lo tenemos.

–Bien.

Y ahí su conversación murió, Luca no exclamó nada al respeto; por como iba conociendo a Ercole, el no expresaba mucho sus sentimientos personales, al menos que tenga que ver con trabajo donde alardeaba con egocentrismo.

[...]

Ercole cubría a Luca con su chaqueta mientras corrían hacia el callejón donde estaba el atelier. Al llegar las escaleras, el mayor con seriedad cubrió su cuerpo con la misma chaqueta, asegurándose que se abrigará bien.

Luca observo como Visconti no le importaba empaparse, si eso lograba cubrirlo a él de la lluvia. Desde el medio de las escaleras podían escuchar la animada música del rock and roll de los cincuenta resonando con fuerza. Siendo you're the one that i want, de la clásica película de Vaselina. Ercole miro con el ceño fruncido la puerta; él mejor que nadie sabía lo que significaba tener la música a todo volumen en el lugar.

Molesto dejo a Luca en medio de las escaleras –como un niño pequeño recién bañado– para luego bajar con prisas las escaleras abriendo la puerta de manera brusca y adentrándose al lugar. El menor no perdió tiempo y lo siguió, pero al llegar al lugar no solo se quedó parado al lado del humano, también se quedó sorprendido al encontrarse con Giulia bailando animadamente con un hombre que nunca había visto.

Robusto de apariencia a un clásico motociclista temible, el hombre bailaba animadamente con la chica en medio del atelier; ambos cantando con emoción la letra de la canción mientras que Ciccio y Guido los animaban sentados en los banquillos de la barra.

Entre más miraba al hombre "temible" no pudo evitar sorprenderse; no solo por la musculatura robusta, su vestimenta roquera, cabello negro azabache, perilla y piel blanca con brazos tatuados del mismo estilo que la pelirroja. Lo que más le asombraba era que ese hombre quien bailaba muy pegado a la mujer era una bestia, su aroma a cerveza artesanal lo delataba, además de aquel hilo azul oscuro que tenía como cinturón con la piedra en forma de un dragón.

–¿No crees que lo hacen increíble?

Luca rápidamente se sobresaltó fuertemente al escuchar la voz de Alberto susurrándole en su oreja. Tal fue el susto que casi caía al suelo si no fuera que el pecoso riendo suavemente lo atrapo de su cintura; provocando un fuerte sonrojo en el menor.

Rápidamente se puso de pie acomodándose mejor la chaqueta de Ercole que le quedaba grande.

–¿Quién es él?

–Es el vago tatuador del par de idiotas –gruñó Ercole, adelantándose a la respuesta de Alberto.

–¿Tatuador? –musitó Luca mirando a Alberto, pero antes de que pudiera responderle, la música llegaba a su fin y la pareja de bailarines entre risas se abrazaron amistosamente.

Aquella bestia cargó con tanta facilidad a Giulietta, como si fuera una autentica princesa. La mujer aun riéndose cansada, solo se dejó caer a sus brazos. Al ver a Luca y Alberto juntos sonrió aún más y los señalo al mismo tiempo que los apunta con emoción.

–Hey, Big B, ya está aquí mi niño. El que te hable ayer, está junto a su futuro esposo –exclamó divertida refiriéndose a su hermano.

La bestia con tanta facilidad la llevo cargando hacia ellos, provocando otro gruñido por parte de Ercole; quien solo se cruzó de brazos.

–Giulia – avergonzado le llamo la atención su hermano.

–Oh, cariño, sabes que no miento –dijo con una sonrisa felina antes de que la bajara con cuidado en frente de ellos, abrazando a su amigo por los hombros, siguió–. Además ustedes son almas gemelas.

–¿Almas gemelas? –habló por primera vez el extraño mirando con asombro al par, sin aviso o petición, rápidamente se acercó al par y tomó las manos izquierdas de ambas bestias destinadas; poniéndolas en una situación incómoda. Al ver que él miraba atentamente las palmas de sus manos.

Luca miro incomodo a su amiga y ella sonrió mostrando sus dientes.

–Luca, él es mi amigo Barley Lightfoot, él sabe leer manos y cosas espirituales. Le hable de ti y tenía ganas de conocerte al fin.

–Es increíble, sus líneas de vida son idénticas, al parecer los patrones ustedes llevan juntos más de tres vidas pasadas –exclamó emocionado mirando al par; quienes sonrojados rápidamente soltaron sus manos de su agarre y desviaron su mirada al otro lado que no sea su destinado–. Normalmente uno encuentra a su alma una o dos veces, jamás he visto a un par de almas gemelas unidas por mas tres vidas. Y como son jóvenes, en su última vida debieron morir igual de jóvenes, pero aun así se encontraron a esta edad...es simplemente sorprendente.

–Oook, Giulia, no tenías que darle algo a Ercole –cambio rápidamente el tema tomando de los hombros a Visconti y atraerlo rápidamente en frente de la pelirroja; provocando que el humano se sonrojara al igual que la mujer.

–¡Oh, sí, casi lo olvidaba! –comentó al recordarlo, del bolsillo de los pantalones de Barley saco su juego de llaves. Con algo de dificultad solo tomó la llave de la cafetería (incluso dejando aquel hermoso llavero de la rosa roja) y le entrego las demás a Ercole. Él la miro con el ceño fruncido y ella solo evito mirarlo y suspiró– Ya sacamos mis cosas esta mañana, deje sobre la barra de la cocina un sobre con el dinero de la renta de estos próximos tres meses.

–No te he corrido –dijo serio, a lo que ella relajo sus hombros.

–Lo sé, pero escuche hablar con ella por teléfono sin querer –susurró lo último en un tono adolorido, pero aun así le sonrió–. ¿Ya es tu novia?

Un leve silencio invadió el atelier, todos miraron discretamente a Visconti; quien suspiró y solo asintió tomando las llaves de su ex-amante.

–Estas tomando esto apresuradamente –habló con seriedad, mirándola directamente a los ojos.

–Simplemente, solo cumplí mi vieja promesa de que me iría pronto. No se me hace justo que siga durmiendo en tu cama cuando tienes a alguien más. No quiero volver a ser la otra, nunca más –susurró antes de acercarse a él y darle un delicado beso en su mejilla. Al separarse le sonrió con dolor y amor profundo–. Quiero que seas feliz con ella, te amo, pero también me amo a mi misma, así que les dije a los chicos que trabajare mi parte en el lugar donde estoy, porque verte me duele.

Sin más tomo su bolso junto con la caja de materiales para después mirar a su nuevo compañero de piso. Barley al ver que se irían fue corriendo hacia ella para tomar su caja, miro una última vez a Luca y Alberto.

–Me gustaría conocer más a tu novio, Beto –dijo alegremente antes de irse por la puerta del lugar.

–¡No es mi novio! ¡Al menos no aun! –aclaró avergonzado y con su rostro completamente rojo.

Luca solo desvió la mirada con un leve sonrojo en su rostro. Le gusto que se refiriera a él como el novio de Alberto. No obstante toda su atención se enfocó en la mirada melancólica de Visconti sobre aquel llavero de rosa roja que él mismo le había hecho para Giulia. Gruñó ferozmente, envolviendo aquel objeto en un puño antes de seguir con su trabajo y poder dejar en pensar en ella.

Volteó a ver a Alberto que maldiciendo en voz baja se fue a seguir con su deber de corregir los errores del vestuario para la próxima semana y media del desfile. Mordió su labio inferior y solo se fue con Guido para ayudarlo en lo que pudiera.

[...]

Las 11: 11 marcaba el reloj digital de la mesita de noche postrado detrás del pacifico rostro cansado de la mujer con quien compartía la cama. Hace días que no veía el rostro de Alice tan tranquilo, hace semanas que no habían compartido la cama sin pelearse o mostrar su frustración ante su vida sexual agonizante.

La quería, eso jamás lo negaría, fue su primer amor. Y quería lo mejor para ella.

–"Según me contaba Ciccio; cuando te encuentras con las 11:11 marcados en el reloj, puedes pedir un deseo...suena tonto, ¿no?"

Con delicadeza movió uno de los mechones rubios de su chica, colocándolo detrás de su oreja. Con el mismo toque semejante a la seda, acaricio su rostro y se acercó a besar su frente para después acorrucarse en su pecho, olfateando aquel endulzante olor que ella desprendía; fresas en almíbar. Una sonrisa se formó en sus labios al sentir como ella lo abrazaba de su cintura y lo arrimaba más a su cuerpo. Un beso se posó sobre la cabellera rizada del sumiso.

–¿No puedes dormir? –musitó soñolienta Alice acurrucándose más al cuerpo de su novio.

Luca acariciaba el brazo de ella y suspiró con suavidad.

–Estaba pensando –se separó un poco para ver esos ojos azules semejantes al cielo despejado; que brillaban en medio de la oscuridad del diminuto departamento–. Perdón si te desperté.

–No importa, ¿en qué pensabas, amore?

–En nuestros destinados.

Un silencio sofocante se formó en medio de la cama, ella desvió la mirada con tristeza antes de ocultar su rostro en el hombro de su amado. Oliendo su relajante y simple aroma.

–¿Cómo es ella? –preguntó tranquila mientras que la punta de sus dedos acariciaban con suavidad su cuerpo por encima de su pijama.

–Es él –corrigió en un susurro mientras enredaba sus dedos en los largos cabellos de ella. Era un momento tan íntimo y relajante que lograba calmar sus inquietudes.

Los dos sabían que esto sucedería tarde o temprano, que el dolor se lo dejaban para sí mismos. Alice ante su respuesta rio con sutileza.

–Es Alberto, ¿verdad? –exclamó con un hilo de voz triste.

Los ojos de Luca se abrieron con sorpresa, de nuevo se separó de ella y aunque su mirara cristalina pareciera que lloraría, Alice le sonrió. Levanto su mano para acariciar su mejilla y se acercó un poco para besar su frente; dejando aún más perplejo a Luca.

–Te sentías mal la semana pasada y lo único que te calmo fue la apestosa sudadera de Alberto. Él la llevaba siempre cuando iba a tocar para nosotros y luego tú la portabas por todos lados –cerró sus ojos y se relajó, al abrirlos devuelta ella le sonrió de manera rota–, cuando ambos tocaron en el escenario todos notaron esa conexión que ustedes tenían...pero lo que me quitó todas mis dudas era al ver que Alberto tenia tu hilo rojo, tuve que buscar viejas fotos para comprobarlo...si presto atención a todo lo que pasaba a tu alrededor aunque no lo pareciera.

La mirada de Luca se abrió con tristeza aferrándose a ella, Alice lo abrazó con cariño. No podía estar enojada con él, más cuando ella tuvo varios encuentros ajenos. No era una santa, pero tampoco sería la cadena de su chico. Recordó el día que lo descubrió todo, la única manera de desahogarse fue ir tras su profesor. Volvió enterrar su rostro en el pequeño cuerpo ajeno, siendo esta vez su pecho.

Ambos sabían que esta era la ruptura e intentaban ser los más cuidadosos posibles. Sabían que no eran destinados como para alagar lo inevitable. Luca la envolvió entre sus brazos con mucho cariño.

–Además Alberto es muy celoso, su rostro lo delata demasiado –bromeó ella tratando de apaciguar la conversación.

El menor rio dándole toda la razón.

–En verdad lo siento.

Ella se separó y tomo su rostro con ambas manos, besando la punta de su nariz.

–No soy tu alma gemela, lo supe cuando intentaba verte a los ojos cuando éramos niños –confesó algo apenada–. Antes de saber que se trataba de Alberto, ya lo sospechaba y me duele –lo miro directamente a los ojos e intento darle una sonrisa, pero esta temblaba; no quería dejarlo ir–. Nuestra relación esta agonizando, amore, por eso intento que esto no sea tan doloroso para ninguno de los dos. No podemos ir en contra del destino y lo sabes. Si vamos a dejar morir lo nuestro quiero que sea sin problemas.

–No mereces esto –musitó entrecortadamente–...no esperaba encontrarlo.

–Pero lo hiciste y más te vale apreciarlo. Puedes quedarte aquí, hasta que tengas un plan, pero tendrás que dormir en el sillón, ahora en adelante.

Luca rio en bajo antes de abrazarla con fuerza, ella le correspondió, sintiéndose mal por dentro al saber que ahora ella le ocultaba cosas. Lo envolvió en sus brazos con aun mas fuerza. Temiendo a que tarde o temprano se ira de su lado. Luca creía que era por la ruptura, pero lo que desconocía era que ella ocultaba una prueba de embarazo en el fondo del cesto de basura del baño.

"Mi único deseo de 11:11 es que ella encuentre pronto aquella bestia que la haga feliz como tú lo haces conmigo."

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