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Frio

Decir que su relación se había enfriado era decir poco, Lori no sabía si había tocado fondo o si su esposo lo había hecho en aquel accidente culpa del alcohol, pero desde entonces algo había cambiado en ellos, eso era definitivo.

El silencio que gobernaba la habitación le era insoportable, aunque estuviesen a pocos centímetros no había contacto ni calor, la frazada que les tapaba no parecía lograr cumplir su objetivo y por más que luchaba con su cuerpo era incapaz de encontrar una posición cómoda que le llevo a levantarse en búsqueda de tomar algo caliente que lograse cumplir lo que su cama no hacía. Pocos minutos le separaron de volver a ella con un té caliente en sus manos, dejando la humeante taza sobre el velador mientras observaba a la persona que había escogido como compañero de vida.

Roberto era alguien que conocía desde hace mucho, si pudiese mencionar cambios serían que había subido algo de peso, lo suficiente para que su estomago se viese abultado, una barba cubría gran parte de su rostro en lo que otrora le hubiese molestado con que se parecía mucho a su padre físicamente hablando, sus facciones se habían terminado de perfilar hace mucho y sabía que todo lo que le faltaba era la inevitable llegada futura de canas y arrugas, faltaba mucho para ello, pero pensaba que ya nada más cambiaria en este.

O eso quería pensar, observando aquella gran cicatriz que tenía en su brazo y pecho desde el accidente además del trozo de oreja izquierda que le faltaba.

- Roberto, despierta.

- (Somnoliento) ¿Uh? ¿Qué quieres?

En el pasado ella le vería perezosamente moverse mientras ponía una expresión boba, ahora todo lo que veía era a un hombre genuinamente molesto de haber sido despertado revisar el despertador de su lado de la cama.

- Son la una de la madrugada, ¿Qué paso?

- Tenemos que hablar.

Bobby sintió un fuerte escalofrío en su espalda al escuchar esa frase, irguiéndose para ver como su esposa le miraba con una expresión completamente seria, más él no se encontraba asustado, más bien, aquella frase le hizo entrar en un estado de seriedad, prestando plena atención a la mujer.

- Dime.

- Ya no sé como lidiar con esto, esta situación... no puedo más.

- Lori, no es algo que podamos corregir mágicamente.

- Lo sé, por eso quiero el divorcio.

Roberto no mostró signos de impresión, tampoco hizo ningún movimiento brusco, solo resoplo suavemente.

- (Serio) Lori.

- Te he hecho mucho mal, si no fuera por mi cuerpo tú...

- Ya te lo dije, yo fui el idiota, no fue tú culpa, además eso paso hace años.

- ¡Pero...!

Lori impuso su voz y Bobby callo, pero al notar la mirada seria de su esposo, la mujer perdió la fuerza para terminar la frase.

- Por eso lo digo, ya no somos especialmente jóvenes, tú puedes tener hijos, los que quieras, formar una gran familia, pero a mi lado eso nunca pasará, no te mereces eso.

- Tú también querías, y yo no estoy contigo solo porque buscaba hijos.

- Pero tampoco estás a gusto conmigo, no soy capaz de satisfacerte.

- No es fácil.

Ambos se miraron, la llama de la pasión parecía haber menguado con el tiempo además de que había pasado tiempo desde la última vez que intimaron.

- ¿Entonces?

- ¿Entonces qué?

- ¿Qué hacemos?

- ¿Tenemos que hacer algo?

- Por supuesto que si Roberto, esta rutina no nos está llevando a nada.

- ¿Y qué quieres que haga? ¿Qué me robe alguno de los múltiples sobrinos que tenemos? ¿O quieres que descubra la cura para tu problema?

- No tienes que ponerte como un idiota por esto.

- No me estoy volviendo un idiota, esta conversación es tonta de por sí.

- Y como yo la empecé, esto me vuelve una tonta, ¿No?

- No voy a empezar otra pelea contigo. - Y tomo su almohada, además de una frazada en un ropero cercano.

- ¡¿Dónde vas?!

- Al sofá, me voy antes de que me heches.

- ¡Bien!

- ¡Bien!

Con ello Bobby abandono la habitación y Lori se bebió su té de golpe, acostándose rápidamente, pensado que, tal como imaginaba, el cuento de hadas parecía estar llegando a su fin.

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