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parte dos

A veces, Jisoo pensaba en seguir con su vida, pero su corazón no se lo permitía. Aún amaba a su gigante, a
pesar del hecho de que cada noche iba a casa, a «su» tranquila finca, sólo para
recostarse en una cama con un lado frío y desocupado al final. Extrañaba las noches en las que se quedaban
despiertas susurrándose cosas. Extrañaba los juegos de mesa, los árboles y las películas. Lo único que le
permitía llegar al final del día eran las fotografias de su álbum de bodas.

Chaeyoung estaba obligada a asistir a la fiesta anual de navidad de su compañía, para salvar las apariencias, y tuvo que declinar la oferta de Jisoo de regresar a su hogar para las fiestas. Como siempre, Jisoo le había dicho que comprendía y colgó rápidamente después de eso. La falta de argumentos y la actitud pacífica de Jisoo le molestaban, Pensó que tal
vez, si Jisoo hubiera luchado un poco más por su tiempo, habría dicho que sí. Pero luego se recordó que no habría podido decir que sí. Estaba ocupada.

Con una relación árida y fría como el clima,  Chaeyoung siguió adelante. Con
un trago en mano y una sonrisa en el rostro, levantó la vista. Fue allí, en la
fiesta anual de navidad, cuando conoció a Lalisa.

Durante una de las épocas más complicadas en la semana de exámenes
de Chaeyoung, Jisoo convenció a la  compañera de cuarto de está, Joohyun, de dejarla entrar a su habitación una mañana de examen, temprano. Dejó
tres de los dulces favoritos de Chaeyoung junto a sus libros de texto antes de
ponerse en puntas de pie y colocarle gentilmente una nota adhesiva en la
cabeza. Con una sonrisa, Jisoo rió en voz baja antes de volver sobre sus pasos y abandonar en silencio la habitación.

Cuando Chaeyoung despertó treinta minutos más tarde con su alarma, lo primero que notó fue el papel pegado a
su frente, previniendo que se frotara los ojos. Lo removió, entrecerró sus ojos y observó con detenimiento las letras. Cuando su vista se enfocó, notó que lo que estaba escrito no eran letras, sino ceros y unos.

01000010 01110101 01100101 01101110 01100001 00100000 0111O011 01110101 01100101 01110010 01110100 01100101
00100000 01100011 01101111 01101110 00100000 01110100 01110101 01110011
O0100000 01100101 01111000 01100001 01101101 01100101 01101110 01100101 01110011 00101100 00100000 01100111 01101001 01100111 01100001 01101110 01110100 01100101 00100001

Los ojos de Chaeyoung se dirigieron hacia la parte de abajo del mensaje.

01010100 01100101 00100000 01100001 01101101 01101111 00100001

A pesar de haberse acabado de despertar, Chaeyoung se tomó el tiempo de descifrar la nota. Mientras caminaba hacia su clase aquella
mañana, rápida y eficientemente copió
los números en su teléfono. Usando un traductor, leyó lo que Jisoo le había escrito.

¡Buena suerte con tus exámenes, gigante!

Finalmente, tradujo el mensaje más corto del final.

¡Te amo!

La navidad pasó, y todo lo que hubo fue una tarjeta enviada por Jisoo. Un
regalo sencillo también. Jisoo no había sabido qué enviar, así que le mandó tres dulces.

Debió haberse sentido mal, y tal vez lo hizo, pero mientras el tiempo transcurría, crecía la atracción en la oficina. Lo que había comenzado como miradas inocentes, con el tiempo se convirtió en algo más fisico, empezando cuando Lalisa tomó la iniciativa y fundió sus labios con los de Chaeyoung.

Y cuando Chaeyoung posó a Lalisa en
su cama, lo hizo con una voz dentro de
su cabeza que le decía que la otra no
pertenecía allí. La voz se mantuvo
diciéndole que la cama era de ella y de
Jisoo, pero nunca de Lalisa . A eso, Chaeyoung le respondía a su conciencia razonando que Jisoo ya no estaba allí, que estaban separadas y necesitaba algo, algo que Lisa podía darle y Jisoo no.

Antes de que Lalisa descendiera
por el cuerpo de Chaeyoung, tomó el
anillo del dedo anular de su mano y lo
quitó, tirándolo a un lado, al suelo,
donde cayó silenciosamente.

Fue bien entrada la primavera cuando
Jisoo sufrió un dolor. Empezó a
notarlo cuando las migrañas que
frecuentemente padecía no se iban.
También se dio cuenta de que su
cuerpo estaba más fatigado. Después
de dos semanas intentando soportarlo
con el uso de píldoras, cedió. No había
mucho más en su mente sobre qué
estaba mal con ella excepto que pensaba
que eran sólo migrañas que desaparecerían pronto, con una de las
pastillas mágicas del doctor.

Fue sin esperar nada y salió sintiendo
el peso del mundo sobre sus homnbros,
y sobre su corazón también.

Le dijeron que tenía programada una
tomografia al día siguiente, y por
primera vez, Jisoo realmente no
quería hacerlo sola. La primera
persona que le vino a la mente fue
Chaeyoung, su esposa y su apoyo.
Viajando rápidamente en subte,
Jisoo se dirigió al apartamento de
Chaeyoung, reprimiendo las lágrimas y
tratando de mantener un semblante
fuerte.

Después se subió a un taxi, sólo para
quedarse congelada cuando el taxista
le preguntó la dirección. Se dio cuenta
de que no la sabía. No estaba segura.
Intentó recordarla, pero no pudo
acordarse de la dirección que había
conocido antes como la palma de su
mano. Nerviosa y molesta, incapaz de
explicar aquella repentina y temporal
pérdida de memoria, Jisoo descendió del vehículo y optó por correr, porque al contrario de la dirección, Jisoo recordaba con memoria desteñida las calles y las
esquinas donde sus viajes en el pasado
habían doblado.

Tenía la esperanza de que tal vez se
reconciliaran y que tomaría una noche
el compensar aquel año perdido tan
descaradamente. Jisoo había
imaginado y esperado, pero mientras
veía a Chaeyoung salir de su
apartamento tomada de la mano con
otra persona y una sonrisa en sus
rostros, se detuvo y las miró mientras
todas esas esperanzas se derrumbaban.

Y como el dolor que había estado
sintiendo esas semanas, sus ojos se
llenaron lentamente de lágrimas, antes
de gotear hasta que Jisoo no pudo
soportarlo más. Con rodillas
temblorosas y los ojos cegados, dio
media vuelta y se fue en la dirección
opuesta. Sola.

A mitad de año, al comienzo del
verano, Lalisa se sentó en la cama
de Chaeyoung, esperando a que saliera
de la ducha. En su mano estaba la
alianza de Chaeyoung, la cual Lalisa
giraba y giraba, inspeccionando cada
aspecto y detalle. Pasó el tiempo
suficiente como para que Lalisa se
entretuviera cuando Chaeyoung regresó
al dormitorio.

—¿Qué haces ahí, Lisa? —preguntó con una diminuta sonrisa.

Encogiéndose de hombros, Lalisa
sostuvo su expresión de estoicismo.

—Sólo estaba pensando. De hecho,
estuve pensando en esto desde hace ya
un tiempo.

Mientras se subía los pantalones y
agarraba una camiseta, Chaeyoung la
miró.

—¿En qué piensas? —Cuando vio el
anillo en sus manos, suspiró. —Lisa.

—Chaeyoung, ¿por qué no te divorcias de
ella y ya? —soltó.

—Lisa, ella es...

—Han estado separadas por tanto
tiempo —dijo—.Su relación ya estaba
más que muerta cuando te conocí.
¿Para qué alargas esto cuando ya
ninguna de ustedes siente nada por la
otra?

—No puedo simplemente ir y
presentarle de pronto los papeles de
divorcio —respondió Chaeyoung—.
Necesita algo de aviso, al menos.

—Entonces dale aviso —dijo Lalisa,
cerrando el puño con el anillo—. De
hecho, envíale a uno de esos abogados
para que le dé los papeles. Eso es aviso
suficiente, ¿no crees?

— Eso es...

—Chaeyoung. — Lalisa le echó una
mirada, —Es mejor terminar las cosas
ahora, ¿sabes? Así podremos tener un
comienzo nuevo tú y yo. Y luego
podremos casarnos y ambas podrán
seguir con sus vidas. Estás conmigo
ahora, y enfrentémoslo, ella probablemente tenga a alguien también.

La garganta de Chaeyoung se tensó con el pensamiento de Jisoo teniendo a
otra mujer. Era difícil imaginárselo,
y tocó una fibra sensible en su interior.

—Lisa...

—Te amo, Chaeyoung, y sé que me amas
también —musitó Lisa–. Así que
hazlo, por favor. Por ti y por mí. Por ella.
Por todas nosotras.

Las noches de los lunes, Jisoo se
escurría hacia el dormitorio de
Chaeyoung y trepaba a la cama con ella.
Chaeyoung se movía, pero terminaba
rodeando con un brazo a su pequeña
novia, y Joohyun se despertaba a la mañana siguiente con otra compañera de
cuarto.

0:00:01

Chaeyoung se paró frente a la casa que
alguna vez compartió con Jisoo
durante un corto periodo de tiempo.
Recordaba las promesas que había
hecho y los sueños y esperanzas que
tenían, pero en ese momento, el
pasado no era más que polvo para ella,
porque no había pensado en eso hace
incontables meses. Hizo acopio de
coraje, levantó una mano y golpeó la
puerta. Esperaba que se abriera y
Jisoo fuera quien la recibiera, pero tomó más de lo que esperaba y la persona que lo atendió no era su futura exesposa.

—Hola.

La joven mujer de rostro agradable que
había abierto la puerta le sonrió.

—Hola. —Tras una pequeña pausa,
añadió—: Supongo que tú serás
Chaeyoung.

Está confirmó, asintiendo:

—Sí.

—Bueno, pasa —dijo ella, haciéndose a
un lado. Cuando Chaeyoung estuvo
adentro, cerró la puerta detrás de sí—.
Soy Jennie, por cierto.

—Un placer conocerte. —Le tendió una
mano.

—¡Gracias! —respondió con alegría,
estrechándosela—. Jisoo debería
bajar en cualquier momento. —Luego,
con una mirada más suavizada y triste,
dijo: —Te ha estado esperando.

Le dolió un poco a Chaeyoung las
palabras, pero era la verdad y lo sabía.
Había requerido un divorcio y estaba
segura de que Jisoo había recibido
el aviso hacía dos semanas. Por
supuesto que iba a estar esperándola.
En todo caso, estar ahí parada en el
vestíbulo la ponía algo nerviosa por
cómo iría Jisoo a reaccionar. La
imaginó gritando y bramándole,
derramando lágrimas con ojos
sedientos de sangre.

Pero esa imagen no duró. Cuando
levantó la vista hacia la escalera,
mientras Jisoo hacía su entrada,
Chaeyoung captó la sonrisa que solía
hacer que su corazón se detuviera, y
aún lo hacía. Se quedó de pie en el
recibidor, con el corazón afligido y
detenido por Jisoo. Se sacó de su
estado y se aproximó lentamente.

—Hey.

Jisoo abrió los brazos, caminando
hacia su esposa. Sin esperar siquiera a
que Chaeyoung hiciera el primer
movimiento, la abrazó, y la soltó tras
un tiempo apropiado.

—Hola, gigante.

Los labios de Chaeyoung se apretaron.
Ya no quería que la llamaran
«gigante». Le traía demasiados
recuerdos que la desviaban de su
propósito.

—Ya no me digas así, Soo.

Con la boca ligeramente abierta,
Jisoo asintió, comprensiva.

—Lo siento —dijo con una risa—. Olvidé
que nos estamos divorciando. Claro.
—Palmeó a  Chaeyoung en la espalda, giró sobre sus talones y encorvó un dedo.
—Vamos a la sala, ¿sí? Jennie, ¿puedes ir
a prepararle a Chaeyoung un té? Yo tomaré agua.

—¿Quieres limón, Jisoo? —preguntó
ella.

—No. Agua sola.

—De acuerdo —dijo Jennie, chasqueando
su lengua y yendo hacia la cocina.

Chaeyoung la observó irse, preguntándose sobre la relación que tendría con Jisoo. En su mente, las palabras de Lisa reverberaron. Tal vez Jisoo  había encontrado a alguien tal como ella encontró a Lalisa. Ambas conocieron gente con la que les convenía estar.

Una vez sentadas, Chaeyoung escrutó el
semblante de Jisoo.

—Te ves un poco... cansada, Soo.
¿Estás durmiendo bien?

Le tomó un momento, pero Jisoo
asintió con una sonrisa.

—He estado trabajando un poco duro utimamente. Eso es todo.

—De acuerdo.. —Chaeyoung tomó
aliento por un segundo antes de abrir
su maletín. —Como sabrás, he venido con cosas para que firmes

—Por supuesto.

—No tomará mucho tiempo.

—Lo sé.

—Estoy tratando de hacer que esto sea
lo menos doloroso posible para ti, Soo.

Jisoo rió suavemente.

—Siempre habrá dolor.

Chaeyoung miró a Jisoo a los ojos.

—Lo siento...

—Estoy bien...

Incapaz de soportar la atmósfera tensa,
Chaeyoung prosiguió. Tomó unos
papeles y los deslizó por la mesa de
café hacia Jisoo, que estaba
sentada frente a ella. Notó que se movía
un poco despacio, pero supuso que
simplemente tendría miedo de
enfrentar la realidad que aquellos
papeles traían.

Mientras Jisoo los levantaba y les
echaba una mirada, Chaeyoung habló.

—Básicamente estás aceptando que
ambas queremos esto. También
significa que estás dispuesta a ir a las
fechas de la corte y a las juntas donde
discutiremos cómo dividiremos todo.
Pero Soo, la casa... la casa se quedará
contigo, eso te lo prometo.

—¿Me lo prometes?

—Sí.

—Me prometiste cosas en el altar,
también —dijo Jisoo con un
susurro bajo, como un fantasma—. Y
aquí estamos. —Sin querer que su
esposa tuviera que pensar en ello,
gesticuló con la mano y cambió de
tema. —¿Adónde tengo que firmar?

—Al final de la página —dijo Chaeyoung.
Llevó una mano a su bolsillo—
¿Necesitas un bolígrafo?

—Sí.

Cuando sus dedos se rozaron entre sí al
dárselo, notó la temperatura corporal
de Jisoo.

—¿Tienes frío?

—No, estoy bien.

—Pero usualmente tus manos no están
frías. Están tibias.

—Me alegra que lo recuerdes.

Un minuto pasó, y Chaeyoung observó a
Jisoo sujetar el bolígrafo pero sin
moverse.

—Soo...

—Hey, Chaeyoung —dijo Jisoo
animadamente, mirándola con una
sonrisa que hizo a Chaeyoung sentir que
estaba de vuelta en sus días de
escuela—, ¿puedo pedirte algo?

Sabiendo por lo que estaba haciéndola
pasar, Chaeyoung asintió.

—Claro, lo que quieras.

Jisoo mantuvo la mirada con
dulzura antes de pedir:

—Por favor quédate esta semana
conmigo.

—Jisoo...

—Chaeyoung, por favor.

—No puedo.

—¿Por qué, Chae?

—Por Lisa.

Jisoo contuvo el aliento. Sabía
sobre Lalisa. Sabía sobre la chica
que respondía las llamadas por
Chaeyoung. Aun así, no pudo evitar
sentir un golpe de dolor en el pecho.

—Sólo será por una semana...

—Una semana es demasiado tiempo.

—Hemos estado casadas por casi
cuatro años, Chaeng—dijo Jisoo, con
una sonrisa triste—. Una semana es
todo lo que te pido, gigante.

Chaeyoung frunció los labios.

—¿Qué esperas que suceda en siete
días?

Si bien el silencio aumentó, había
cierto tipo de calma en el aire.
Jisoo había apartado la mirada,
pero cuando respondió la pregunta de
Chaeyoung, lucía solemne y honesta. La
mirada cansada en sus ojos lo hizo ver
inocentemente hermosa y tranquila, y
eso fue algo que Chaeyoung no pudo
evitar notar.

—No espero que suceda nada...
—respondió lentamente Jisoo,
entrelazando sus delicados dedos—.
Por una semana, tan solo quiero que
pretendas, Chae —continuó con una voz
que amenazaba con quebrarse—. Quiero que me ames de la forma en que
solías hacerlo..

—Jisoo...

Sonriendo con rostro afligido, Jisoo alzó una mano.

—Dije «que pretendas». Recuerda eso,
gigante. —Rió ligeramente. —No tienes
que enamorarte de mí. Ya sé que no me
amas más. Solamente quiero que
pretendas. No te pediré más. Esta será
la última promesa que tengas que
cumplir para mí...

1440

Se sentía extraño estar en la casa
nuevamente, pero aún más lo era
dormir en una habitación diferente de
la que compartía con Jisoo... o
solía. Mientras yacía en su cama esa
primera noche, Chaeyoung contempló la
situación. Sentía como si Dios hubiera
decidido sonreírle allí y ahora, como si
lo mereciera por hacer lo que estaba
haciendo. Seguía sin gustarle saber
que, tras meses sin casi nada de
contacto, finalmente se había
comunicado con Jisoo sólo para
darle la noticia de que quería un
divorcio. Pero al final, en su mente, era
inevitable. Ya no funcionaban juntas.
Ella había avanzado y Jisoo también.

Volteó su cabeza hacia la derecha y
miró por la ventana. Al notar el cielo
tachonado de estrellas brillantes,
Chaeyoung se preguntó qué otras cosas
le impediría ver el vivir en la ciudad.

Una de las preocupaciones de Chaeyoung
era la ropa; no había llevado nada
porque no había planeado quedarse
por más de unas pocas horas. Cuando
le contó su dilema a Jisoo, está  sonrió y le dijo que no se preocupara. Al llegar el anochecer, Ilevó a Chaeyoung a una habitación de huéspedes cerca de
lo que alguna vez había sido su
habitación. Jisoo se fue por un
momento pero regresó un rato después
con tres camisetas en sus brazos,
mientras que Jennie, que la seguía de
cerca, tenía mucha ropa más, incluyendo pijamas, shorts, ropa interior y más remeras.

—No podía traerla toda yo sola —explicó Jisoo—. Es muy pesada para mí.

Chaeyoung miró entonces a la pequeña
pila que Jisoo y Jennie habían
llevado y depositado en su cama.

—No parece tan pesada.

—Pesa una tonelada para mí —respondió Jisoo en voz baja.

Antes de que Jisoo se fuera
después que Jennie, dándole las buenas
noches, recitó una secuencia de
números. Incapaz de comprender
código binario, Chaeyoung no le dio
mucha importancia. Pero cuanto más
tiempo permanecía sola en la
habitación, más la curiosidad se
apoderaba de ella, y sus ojos se
dirigieron de nuevo hasta la pila de
ropa. Luego se movió en la cama, juntó
todo y lo levantó.

No era pesado.

A pesar de las circunstancias de su
situación y de los mensajes de texto
furiosos que recibió de Lisa la
noche anterior, Chaeyoung se despertó
calmada y en paz. No sabía por qué. Tal
vez porque no estaba en la ciudad y,
por una vez, su sueño no se había visto
inundado de ruidos de fondo de sirenas y autos. O tal vez era la casa en sí. Jisoo no había descuidado ningún detalle a la hora de hacer que cada habitación de la casa fuera confortable y acogedora.

Tomó una ducha rápida y se vistió con
la ropa que Jisoo le había prestado. No fue hasta verse en el espejo cuando vio su apariencia y notó algo: le había dado la ropa que ella había dejado allí.

La amargura se apoderó de ella. No sabía si Jisoo lo había hecho adrede,
mas luego supuso Chaeyoung que
probablemente no. Había preguntas en
su mente sobre por qué Jisoo aún
conservaba su ropa. Era vieja. No la
había usado en años. Ella la había dejado
atrás.

¿Por qué no se había deshecho de ella?

Cuanto más se miraba al espejo, más
notaba Chaeyoung que lucía comno solía
lucir antes. Era gracioso cómo unas
pocas prendas viejas y nada de
productos para el cabello lo habían
hecho verse como era dos o tres años
atrás. Pero se sentía de forma opuesta.
No era gracioso. Era triste, y le
quemaba algo en su interior. Tal vez
sentía culpa. Chaeyoung no sabía. Tan
solo quería que los seis días restantes
pasaran para poder volver a su hogar.

Chaeyoung estaba distante. No sabía
cómo actuar, a pesar del hecho de que
Jisoo le había pedido que tan solo
pretendiera. ¿Cómo actuaba uno para
pretender? Era un ciclo gue no tenía
respuestas.

El desayuno fue algo incómodo, pero
Jisoo se esforzó y le hizo sentir a
Chaeyoung como si necesitara esforzarse.también. Jennie había hecho café. Jisoo le había pedido que el café
de Chaeyoung fuese negro. Luego, pidió
leche con el suyo. Y cuando Chaeyoung le dio una mirada, ella sonrió y se encogió
de hombros, avergonzada.

—Aún me acuerdo —dijo. Luego abrió
la boca, queriendo contarle a Chaeyoung.que cada tanto repasaba en su mente las cosas que le gustaban para no olvidarlas. Pero al final, la cerró y se
escondió tras una sonrisa.

—Hay un árbol que no está muy lejos
de aquí, Chaeyoung —dijo Jisoo
mientras Jennie limpiaba y recogía su
desayuno.

—¿Para qué quieres un árbol?

Por un momento, Jisoo miró con
inexpresividad a Chaeyoung, antes de
verla con ternura.

—Quiero tallar algo.

En ese momento, algo hizo clic en la
cabeza de Chaeyoung. Recordó el viejo
hobby de Jisoo de escribir sus
iniciales en la corteza de los árboles,
diciendo que estarían allí para que
todo el mundo las viera. Frunció el
ceño.

—Soo...

—Vamos, Chaeyoung.

—No hagas esto.

Jisoo perdió el equilibrio. Su
sonrisa flaqueó visiblemente por una
fracción de segundo.

—Solo estaremos pretendiendo ¿recuerdas?

La palabra clave era <pretender».
Chaeyoung no sabía por qué Jisoo
quería hacer algo tan cruel como
pretender cuando ambas sabían que
nada de lo que estaba pasando era en
verdad real. Pudo ver cómo todo estaba
hiriendo a la pequeña de cabello castaño. Pero aun así, era sólo por una semana y era la única condición que Jisoo le había puesto para firmar los papeles. Era lo menos que Chaeyoung podía hacer así que, al final, asintió.

—Okay.

En su corto tiempo allí, notó que
Jisoo hacía ciertas cosas con
lentitud. A veces le tomaba un minuto
procesar algo complejo, y cuando tenía
que llevar a cabo una tarea que
involucraba mucho trabajo, Jennie
estaba alrededor para hacerla por ella.

Chaeyoung no podía entender todavía la
relación entre Jisoo y Jennie. No
sabía si era un ama de llaves, una
sirvienta o una novia (aunque «novia»
estaba fuera de discusión ya que sus
interacciones se limitaban estrictamente a algo de hermanas). Pero incluso aunque Chaeyoung no pudiera delimitar lo que era, sabía que Jennie era algo sobreprotectora con Jisoo, fuera
por la razón que fuera.

Mientras caminaba por el vestíbulo,
pudo escuchar las voces de Jennie y
Jisoo a la vuelta. Con los oídos
aguzados, Chaeyoung no pudo evitar escuchar.

—¿Estás segura de querer camninar tan lejos? —Podía escuchar que decía la voz
preocupada de Jennie.

—He caminado hasta allí en muchas
ocasiones. Estaré bien.

—Pero eso fue antes...

—Estaré bien. Tengo a Chaeyoung.

La conversación terminó allí. Al
momento siguiente, vio a Jisoo
doblar la esquina y caminar hacia ella.
Detrás, Jennie intentaba mantener una
expresión alegre en el rostro, pero
Chaeyoung pudo notar su mirada de
verdadera preocupación.

Caminaron durante diez minutos por
un sendero sólo para encontrar el
árbol del cual Jisoo estaba hablando cuando se salieron de su camino. Tras una buena cantidad de vegetación, Jisoo apuntó hacia un árbol que parecía ser el rey de todos los que estaban a su alrededor.

Chaeyoung la miró inspeccionar
felizmente la base del árbol. Luego se
sentó cuando Jisoo empezó a
trabajar en su pequeño proyecto. Al
contemplarlo sintió algo cálido dentro
de ella, sólo con ver a la mujercita junto
a aquel árbol gigantesco. Era una
visión agradable, y por primera vez en
mucho tiempo, Chaeyoung se permitió
bajar la guardia.

Tras cinco minutos tratando de
penetrar la dura madera, Jisoo
suspiró y se volteó hacia Chaeyoung,
tendiéndole su navaja.

—¿Puedes hacerlo por mí?

Ella parpadeó antes de ponerse de pie.
Caminó y gentilmente le quitó el objeto
afilado a Jisoo.

—¿La madera es muy dura de cortar?

—Es sólo que estoy algo cansada.

Chaeyoung le echó un vistazo.

—¿Dormiste bien anoche? —Hubo unos
segundos de silencio antes de que
Jisoo respondiera un «sí...».
—Entonces, ¿por qué estás cansada? —interrogó, volviendo a mirar hacia el
árbol e inspeccionando el cuchillo.

—He estado enferma por un tiempo... — contestó Jisoo.

—¿Fuiste a ver a algún doctor?

—Sí.

—¿Y?

—Dijeron que es sólo un resfriado
—respondió Jisoo, apartando la
mirada—. Que estaré bien...

—Sólo un resfriado, ¿eh?

—Sólo un resfriado.

Chaeyoung frunció sus labios y apuntó al
árbol con el cuchillo.

—Bueno, ¿qué quieres que escriba?

—Binario.

Chaeyoung dio un resoplido, pero sonrió
con amabilidad de todas formas.

—Siempre estás con el binario.

—A veces los números pueden decir
cosas que los humanos jamás tendrían
el coraje de poner en palabras —dijo
Jisoo, devolviéndole la sonrisa—.
Mientras que las palabras son
confusas, los números son claros.

Se pausaron por un segundo, antes de
que Chaeyoung se volviera a mover y
Jisoo lentamente le recitara la
secuencia. Para cuando hubo
terminado, había pasado ya una hora y
media. Al final de cuentas, no fue
tiempo desperdiciado. Hablaron sobre
el pasado y los momentos que las
hacían reír hasta que las lágrimas
salían de sus ojos.

Jisoo rió por primera vez en mucho tiempo y pareció liberar algo en los oídos de Chaeyoung, mientras aquel hermoso sonido las llenaba. Durante tanto tiempo Chaeyoung había estado desprovista de aquella risa que hacía que viera a Jisoo como años atrás en el instituto. Y ahora, resonando de nuevo en su vida,  Chaeyoung se vio inundada con distintos tipos de emociones. No estaba segura de cómo sentirse. Todo lo que sabía era que sentía una calidez dentro de su pecho y los latidos de su corazón volviendo a la
vida.

Y para cuando todo había sido hecho
ya, caminaron juntas de vuelta a la casa
al ritmo lento y vacilante de Jisoo,
dejando atrás un mensaje en el bosque
que rezaba:

01000001 01110101 01101110 00100000 01100101 01110011 01110100 01101111 01111001 00100000 01100101 01101110 01100001 01101101 01101111 01110010 01100001 01100100 01101111 00100000 01100100 01100101 00100000 01110100 01101001

Y si Chaeyoung hubiera sabido binario,
habría visto lo que los números estaban tratando de decirle.

Aún estoy enamorada de ti.



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