Juana, como buena madre que era, advirtió a su hijo Iván lo que Mariana era capaz de hacer en su vida si se vinculaba con ella.

Pese a la advertencia, Iván la buscó en una fiesta, se hicieron cercanos y con el tiempo terminó relacionándose íntimamente con ella. A espaldas de su mamá, Iván disimulaba su perfume y gastaba su dinero con tal de obtener más de sus favores.

Todo terminó entre ellos cuando Juana lo encontró en la calle, golpeado y sin un centavo en el bolsillo. "Ay mi niño – exclamó – mira lo que te hizo esa maldita droga".