No puedo vengarme y honrar la muerte de mi novio al mismo tiempo. Suspiro. Aún si ahora sé a quién dirigir mi odio, no es lo correcto, no gano nada con eso y va en contra del juramento que hice, ¿cómo puedo decir que protejo a la humanidad si termino lastimando a una persona? Terminaría siendo como él, pero, ¿qué puedo hacer? Había estado tan sumergida en la muerte de Kilian y en volverme una heroína que lo olvidé, ¿cómo podía olvidar la situación en la que me encontraba? Los hombres que mataron a Kilian, los había visto un par de veces antes como clientes de la cafetería en donde trabajaba y uno de ellos estaba observando la casa en llamas, estoy segura de eso. Pero nunca me he metido en problemas y no encontraba sentido a que me estuvieran espiando, pero solo había una persona que ha estado siguiéndome y espiándome por años, mi padre. Ahora veo que, él haría cualquier cosa para que volviera a su lado.

Las puertas del ascensor se abrieron y me encontré enfrente de la oficina de mi padre, quién es la cabeza de un gran laboratorio médico. Reí. Es tan irónico. Suspiro y siento como mi piel se eriza al recordar lo que me causa pesadillas por las noches. Entonces me siento como un conejo ingenuo que siguió la carnada y está a punto de ser cazado. ¿Qué estoy haciendo? ¿Cómo es que apenas me doy cuenta que venir aquí fue una decisión muy tonta?

—Enid, princesa, ¿estás aquí? —dice mi padre, como si no estuviera sorprendido, mientras abre la puerta de su oficina— creí que habías dicho que no querías verme, ¿Qué te trae por aquí?

Me deja pasar a su oficina y se sienta en uno de los sillones, me quedo parada. Hace años que no lo veía, sus cambios me sorprendían. No es nada de lo que recordaba de mi padre adoptivo, sus expresiones son irreconocibles y ¿cómo es que puede hablarme tan tranquilamente?

—Lamento lo de tu novio —veo la mentira por todos lados— ¿Qué? ¿no vas a decirme nada?

—¿Por qué lo hiciste? —estoy molesta. Él no me contesta, sólo me ve— sabes lo que es perder a alguien quien amas, ¿por qué lo asesinaste?

Sigue sin responderme.

—No voy a volver. No estoy aquí por eso —me observa como si no esperara otra cosa.

—¿Entonces qué haces aquí?

Eso no lo dice como una pregunta real. De alguna forma estoy aquí, en el último lugar en el que quiero estar. Me he dejado llevar por la carnada.

—Siempre quisiste ayudar a las personas, creo que fue influencia mía, —habla mientras se para y acerca a mí—, sé que te volviste una heroína.

Lo veo sonreír orgulloso y eso me confunde. ¿Qué está pasando?

—Princesa, ¿sabes? al igual que tú quiero ayudar a las personas. Enid, siempre has sido una niña muy interesante, porque, aun cuando creí que habías muerto definitivamente, reviviste como un fenix. Si pudiera tener tus poderes o tan siquiera replicarlos...

De pronto siento un piquete sobre mi cuello.

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