Observo el cielo desde el patio de mi casa, estoy pensando en todo lo que ha pasado desde la última vez que vi a mi padre, mientras me dejo llevar por el ambiente que es tan tranquilo. Exhalo relajándome y me pregunto: ¿Qué es lo que pensaría Kilian de todo lo que pasó? ¿Estaría diciéndome que soy valiente? ¿Estaría orgulloso de mí?

—Algún día podrás pelear contra esas pesadillas —puedo escuchar en mi mente esa frase que me decía Kilian cada vez que me despertaba asustada en medio de la noche. Río, siempre creí que mentía.

Aún siento que extraño tanto a mi Kil. Y mientras las personas en mi ciudad, Gold City, quieren borrar cada recuerdo relacionado a mi padre, yo solo espero nunca olvidar nada de Kilian ni de cómo vencí a mis pesadillas.

Pienso en mi ciudad, "la ciudad de oro", de la que siempre se esperan cosas brillantes de sus habitantes, la ciudad que se centra en los avances de la medicina, tiene la mejor calidad en hospitales y siempre da oro a las personas enfermas; ahora se había vuelto un caos, las personas comenzaron a sentirse abrumadas después de la muerte de mi padre, ya que esto conllevó a conocer su lado más oscuro y nadie supo cómo reaccionar ante eso. Mi padre para ellos siempre fue "el científico que estaba revolucionando la medicina", una de las personas en quien más confiaban en toda la ciudad y alguien de quien nunca esperarían que hiciera nada malo, pero, ahora, los científicos que trabajaban para él esperan borrar por completo su rastro, pero aún si cambian el nombre del laboratorio, se quedarían con el hecho de que la mayoría de los descubrimientos de los últimos años habían sido obra de mi padre. Las personas que usan o usaron su medicina tampoco van a evitar sentirse culpables.

—¿Será correcto aceptar usar algo que se obtuvo al torturar a una niña? Sé que ella está viva ahora, pero ¿acaso vivimos en una época como la segunda guerra mundial? —escuché de un hombre mientras yo tomaba café en la cafetería en la que solía trabajar.

Puedo entender su decepción, ya he estado ahí y también entiendo que no estén seguros de confiar en mí, porque, como ellos lo ven, yo soy la hija de esa persona tan despreciable que, como él, podría no tener tan buenas intenciones; pero, también yo, ante sus ojos, soy la heroína que detuvo al científico que estaba engañando y dañando a las personas. No estoy molesta con ellos, porque me gusta que estén cuestionando a las personas en las que confían, ya descubrimos que no todos son tan buenos como aparentan. Y tampoco les estoy exigiendo que me amen, porque, aun si no están de acuerdo, yo voy a tratar de ayudarlos cuando se encuentren en peligro. Yo creo que ese es el punto de ser una heroína.

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