3
A las ocho suena mi despertador que me recuerda que tengo que levantarme si quiero prepararme y llegar a tiempo a la cita con mi jefa. Me levanto a reagañadientes, llevo toda la semana sin madrugar, más bien sin ganas de hacer nada, ya me había acomodado a no tener obligaciones, ¡qué gustazo la gente que no tiene responsabilidades! Pensé en mi interior.
Me coloqué frente al espejo después de ducharme y mi cara reflejaba la tristeza de esta semana, mis ojos no tenían el brillo con el que siempre alumbraba mi rostro, eran de un verde apagado y mi pelo, menuda maraña tenía, me llevaría media hora desenredarlo, parecía un gato desmadejado puesto encima de mi cabeza.
He de decir que cuando mi pelo está desenredado disfruto de una hermosa melena rojiza, el color del pelo de mi madre, aunque los ojos los heredé de mi padre y sí era una pelirroja de ojos verdes, según Lola la envidia de muchoas mujeres, eso sería si tuviera un cuerpo diez, porque yo realmente me veía más bien del montón, con mi metro sesenta y cinco no es que fuera demasiado alta, pero eso sí no podía quejarme de mi figura, más bien era de complexión delgada, demasiado diría yo.
Me vestí con unos vaqueros tipo pitillo y un jersey de cuello vuelto extragande de esos que parecen un vestido, me puse las botas marrones hasta la rodilla de esas que tienen pelito por dentro que son tan calentitas, me maquillé ligeramente intentando tapar mis ojeras y cogiendo el bono del metro salí de casa para poder llegar a mi cita con la señora Orellana.A las diez en punto cruzo la puerta de mi trabajo para encontrarme con Estela que así se llama la señora Orellana.
―Buenos días, señora Orellana ―digo después de entrar en la tienda. ―Buenos días Ainara ―dice casi sin mirarme ―acompáñame al despacho. Sigo sus pasos puesto que ha dejado lo que estaba haciendo para salir disparada hacia él. ―Siéntate por favor ―apunta nada más entrar. Cierro la puerta puesto que soy la última en entrar y me siento donde me ha indicado. ―¿Ocurre algo? ―pegunto más nerviosa de la cuenta ―. Algo en mi interior se está alarmando, intento normalizar mi respiración pero es imposible. ―Mira, esto es un poco difícil para mí...―sigue sin mirarme ―pero las cosas en la tienda no están como antes.....y me temo que tengo que rescindir tu contrato. ―¿Cómo?...Pe...pero no puede hacerme esto ―digo totalmente perpleja, o me lo puedo creer ―soy una buena trabajadora y lo sabe, sabe que necesito este trabajo, mi abuela acaba de fallecer hace pocos días y esto...esto es lo único que tengo para poder pagarme la Universidad, he venido hasta los días que no me correspondían, he venido siempre que me han necesitado..... ―Lo siento, pero no es posible tenerte más tiempo. Está mirando para todos los lados menos a mí, está mintiendo claramente. ―Te llamaré cuando tenga todos tus papeles preparados ―dice levantándose de la silla y sin ningún tipo de escrúpulo, parece que a ella la da igual. «Claro que la da igual bonita, ¿qué te pensabas?» y ahí está la voz de mi conciencia hace acto de presencia dándome una coz en mi cerebro. Si es que las desgracias vienen de dos en dos, pero vamos que viene el circo a la ciudad y a la que le crecen los enanos es a mí. ―Está bien, tenga los papeles preparados para mañana mismo, necesito el dinero del finiquito ―escupo mis palabras mientras salgo por la puerta haciendo lo mismo que ella, sin mirarla.Salgo de la tienda y me pongo a caminar sin rumbo fijo, no sé dónde dirigirme, esto es realmente lo último que esperaba, ¿qué más es lo que puede ocurrir hoy?.
«Te puedes esperar de todo maja». De repente miro hacia el frente y he andando tanto que me encuentro con el Retiro, un parque que me trae buenos recuerdos, me adentro en él y me acerco hasta el pequeño lago que hay para contemplar la maravilla que la naturaleza nos puede ofrecer, hace frío pero en estos momentos me da exactamente igual. Decido sentarme en un banco lo más alejado del poco público que pueda existir por allí y dejo que las lágrimas salgan una detrás de otra sin control, necesito sacar todo lo que tengo dentro, rabia, ira, tristeza, es un cúmulo de cosas que nos se pueden explicar, parezco una bomba de relojería a punto de estallar.
Después de una hora de reloj, de haber llorado sin parar, me doy cuenta que tengo que volver para ir al notario. ¡Perfecto! ―murmuro interiormente ―ahora tendré que lidiar con el notario y la sorpresa que me tendrá preparada.
Vuelvo en metro para poder llegar a la hora que había quedado con Lola.Media hora más tarde hace acto de presencia en mi casa y nos dirigimos en su coche hacia el notario, mientras le voy contando todo por el camino. ―¡Madre mía Nara!, pero esa tía qué se piensa ―está más enfadada que yo ―bueno tú tranquila que si necesitas ayuda ya sabes que mis padres están económicamente bien y no habrá problemas en echarte un cable, sabes que ellos te quieren como a una hija.
―Pero eso no es así, sabes que siempre he salido adelante con todo, costase lo que me costase ―suelto con las lágrimas a punto de volver a reflotar de nuevo ―sabes que no me gusta que la gente me tenga lástima, no me gusta la caridad de nadie. ―¡Oh por Dios!, sabes perfectamente que eso no es así ―dice rodando los ojos ―además tengo un dinero ahorrado, mi padres me pasan una buena paga al mes que no me gasto siempre, puedes contar con ello.Dejamos el coche en el parking que se encuentra enfrente del notario y subimos al edificio donde se encuentra la notaría.Las manos me sudan, estoy poniéndome más nerviosa de lo que me esperaba.
Llegamos a recepción y le comento a la recepcionista que tengo cita a la una con el señor Rodríguez. ―¿Es usted la señorita Flores! ―pregunta mientras mira algo en el ordenador―. ―Sí, soy Ainara Flores.―Sí, aquí estas, mira sentaros en la sala de espera mientras aviso al señor Rodríguez.
Nos vamos a la sala de espera mientras veo cómo ella se levanta de su silla y con paso firme llama a una puerta y entra dentro del despacho.Veinte minutos después veo que sale con un hombre detrás de ella. ―Buenos días, es usted la señorita Flores ¿verdad? ―se dirige el hombre hacía mí de forma amable―. ―Sí, si ―le contesto mientras me pongo de pie. ―Bien, acompáñeme por favor, tengo que pedirle unos datos antes para dejar registrado que usted ha estado esta mañana con nosotros. ―He venido con una amiga, ¿habría algún problema si ella entra conmigo? ―pregunto de forma serena y tranquila mientras trago el nudo que se me ha hecho en la garganta. ―Sí a usted le parece bien, por mí no hay ningún inconveniente.Ponemos paso firme hacía donde nos indica el hombre trajeado y entramos en la misma sala de donde hacía escasos momentos había salido.Nos sentamos en las sillas que están frente a él y después de firmar todo el papeleo coge un sobre donde se supone que estarán las últimas voluntades de mi abuela. Empieza a leer y yo cada vez estoy más nerviosa, no entiendo ni papa de lo que dice al principio hasta que llega a lo más importante. ―Bien, la casa donde vive actualmente es la que deja en su propiedad la señora Valentina Flores, además de varias joyas y objetos de valor.Además de todo esto se queda en herencia la cantidad de medio millón de euros. ―¡¿QUEEEEEEEEEÉ?! ―pego un vote en la silla apunto del colpaso cerebral. ¡Pero eso no es posible! ―grito fuera de mí, estoy histérica en este momento ―, pero mi abuela es imposible, no tenía tanto dinero, no lo entiendo. ¿Está usted seguro?, tiene que haber una confusión ―sigo sin comprender nada. ―Aquí está escrito claramente señorita, además se adjuntan las cuentas, no hay confusión ninguna ―sigue hablando sin emoción ninguna ―necesito que me firme unos papeles para que pueda acceder a ese dinero.Firmo todo lo que me dice, me explica todo tranquilamente pero mi mente está en otra parte ¿de dónde demonios habrá sacado mi abuela ese dinero?. ―Pero esto....esto ¿cómo puedo saber de dónde procede ese dinero? ―vuelvo a preguntar nerviosa ―es que no lo puedo entender, necesito que aclare esa duda.Miro a Lola que está igual de estupefacta que yo, no ha abierto el pico para nada. ―Pues el dinero señorita Flores, procede de una cuenta que antes estaba en el extranjero por los movimientos que hemos visto, y que ese dinero se lo transfirieron a su abuela hace seis meses. ―¿Seis meses? ―pregunto incrédula. ―Pe...pero....No termino la frase porque me vuelve a interrumpir. ―Mire señorita, yo sólo soy un mandado, sólo puedo decirle que está todo correcto, que no hay ningún error y que es usted la heredera directa puesto que no hay ningún pariente más vivo para recibir esto. ―Pero... un momento ¿y mi padre?, él es el hijo de mi abuela, aunque hace años que se marchó y no volví a saber nada de él, no sería posible que él...a no ser que... ―Por si no se ha enterado, su padre ha fallecido hace cinco meses ―eso es lo último que esperaba oír. ―Co...¿cómo? ―mi boca se ha vuelto pastosa. ―No tengo información más relativa a lo que usted pueda preguntar, lo siento mucho y si me permiten, tengo más clientes que atender ―dice levantándose de la silla.Nos levantamos y le seguimos muy de cerca, nos acompaña hasta la puerta de salida y nos despedimos de él. ―Espero que haga una buena inversión con su dinero señorita Flores, buenos días.Y sin más desaparece por uno de los pasillos de la oficina.Salimos del edificio sin creerme todavía la noticia que me acaban de dar. ―Medio millón de euros Lola ―susurro mientras ella camina a mi lado. ―Míralo por la parte buena, no vas a necesitar trabajar en mucho tiempo, es más te diría que si no quieres ¡el resto de tu vida! ―grita eufórica.Esto se lo tenemos que contar a Ricardo, voy a llamarle. ―¡Nooooo! ―suelto de repente ―es mejor que nadie más lo sepa, será nuestro pequeño secreto, no quiero que se vayan corriendo las voces, además está que no sé de dónde demonios ha salido todo ese dinero, y mi padre, está....¡ha fallecido!...Ahora sí que me encuentro sola pero sola.
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