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16

No puedo esperar a que se entierre en mí, en el fondo lo estoy deseando, me estoy convirtiendo en una verdadera pervertida.

«Ya lo creo» habla mi conciencia de nuevo.

 De repente noto menos presión de su cuerpo contra el mío, noto como su calor abandona mi cuerpo por momentos.

―Que tengas buen día preciosa ―suelta mientras se dirige fuera de la ducha ―cuando aprendas modales te daré lo que tanto quieres mi pelirroja.

Me quedo sorprendida...... pero ¡será cabrón!.... ¡ y me deja aquí !

¡Me cagüen la puta! ―grito pegando con mi mano contra la pared de azulejos de la ducha.

¡Auchhh!, si encima me hago daño, si es que sigo sin aprender, soy torpe pero torpe, torpe, me la ha vuelto a liar, y yo me he quedado compuesta y sin orgasmo y sin polvo, realmente no se si merece la pena, me confunde o yo me confundo, no se que pensar.

Salgo de la ducha dispuesta a terminar lo que él ha empezado, me tumbo en la cama y dirijo mi mano hacia mi húmedo coño, abro los pliegues y empiezo a acariciar lentamente en círculos mi clítoris abultado, un gemido se escapa de mi boca, cierro los ojos y me imagino que es Arsen metido entre mis piernas dándome el mayor placer con su lengua.

Sigo con el ritmo cada vez más rápido puesto que mi clítoris está cada vez más hinchado y no me cuesta llegar a un delicioso orgasmo. ¡Dios ha sido maravilloso! ―susurro recuperando un poco el aire para después de levantarme de la cama dirigirme de nuevo a la ducha para asearme.

Me pongo una ropa cómoda porque pienso pasarme un rato por el gimnasio...o eso creo, se me está haciendo eterno aquí la verdad, no he investigado el resto de la casa y debería, si quiero largarme de aquí que parece una fortaleza porque siempre hay hombres fuera custodiando y mirando la casa. Tendría que trazar un plan y conocerme la casa a la perfección para poder salir de aquí cuando me venga en gana.

¡Siiiiiií! Eso haré hoy, seguro que Arsen tiene que marcharse y la siliconada...bueno eso es otra historía, la aborrezco con esa voz que tiene de gato atropellado, si es que ¡es insoportable!.

Salgo de mi habitación y me dirijo a la cocina, encuentro a Adolfo que ya está más recuperado de sus heridas, yo todavía tengo la cara un poco hinchada y algo morada, pero cada vez es menos, tendrías que fijarte mucho para distinguir algo, que por cierto me alegra porque me siento algo menos incómoda.

―¡Buenos días Adolfitooo! ―canturreo según entro en la cocina.

Todos se dan la vuelta mirándome igual que si me hubieran salido tres cabezas o algo por el estilo.

―Señorita Flores ―saluda Adolfo con un movimiento de cabeza.

Se dispone a prepara mi desayuno pero le detengo rápidamente. No pienso dejar que este pobre hombre tenga que hacerme todo, me niego.

―¡Ah,ah,ah,ah! ―le hablo mientras le niego con el dedo. Tú quietecito que ya me preparo yo mis cosas, no te preocupes.

―Ainaraaaa ―me recrimina Arsen detrás de su periódico sin ni siquiera mirarme.Al contrario que la tal Alexandra alias la siliconada, que me mira con una cara de limón agrio que no puede con ella, no me gusta que tengan que estar haciéndome las cosas siempre.

La imito y la hago lo mismo, no voy a ser menos ¿no?.

Me preparo mis dos tostadas llenas de nutella mi vaso de leche con su colacao correspondiente, bueno alguna montañita de esas molonas que me encanta hacer y me dirijo con ello al sitio que queda libre en la barra de la cocina que es enfrente de ellos.

Doy el primer bocado a mi tostada de nutella y sólo puedo gemir de placer por el sabor del chocolate invadiendo mi boca y mis papilas gustativas.

Esta mañana estoy empezando bien, orgasmo mas nutella, pienso mentalmente.

Vuelvo a dar otro bocado y hago lo mismo, un carraspeo llega hasta mí, es Arsen detrás de su periódico, y la siliconada, tendrías que ver su cara, ahora es de pomelo agrio, un caso vamos.

Pego un sorbo al colacao y .....un ataque de tos masivo e incontrolado sale de mi garganta.

―¡Joder!¡qué asco! ―grita doña silicona, acabo de ponerla de colacao hasta las bragas.

«Ja,ja,ja » mi conciencia se está riendo al igual que yo, parecemos dos niñas pequeñas no arrepentidas de sus travesuras cuando las pillan.

Dirijo mi mirada a Arsen y veo como deja el periódico en la mesa, se limpia las manos puesto que he espurreado más colacao del que esperaba.

Sólo pensar que la cara de Alexandra ha sido maravillosa llena de colacao y pequeños grumitos del mismo ,que no se han desecho en la leche y por supuesto mis babas.

«Esta si se come las mías hoy si se descuida».

―Lo siento ―digo riéndome ―ha sido un fallo técnico bucal. Pensé que.....

―Pensaste nada ―ruge Arsen pegando un pequeño golpe en la mesa, bueno pequeño.... pequeño....―pero qué te has creído, esto es el colmo ya.

Veo cómo la rubia siliconada sale de la cocina relatando como siempre, parece una viejjilla reguñiendo ¡por Dios!.

Intenta estar serio, intenta poner remedio a la situación, pero yo me empiezo a reír porque a él se le dibuja una sonrisa incontrolada en su cara y no puedo remediarlo.

Al final terminamos los dos riéndonos de la situación.

―Esto no quiere decir que no me acuerde de lo que ha pasado hace un rato ―advierto entre risas. Como comprenderás...pego otro sorbo y esta vez prometo que está mas deshecho y no pasa nada de lo de antes ― quiero decirte que no voy a volver a hacer nada más contigo Arsen ―en estas últimas palabras no hay risa.

A él la risa se le corta enseguida y vuelve a ese semblante frío que hacía unos días que no veía. Se levanta de la barra para acercarse más a mí.

―Te follaré las veces que haga falta, da igual que sea por la mañana, por la tarde o por la noche ―dice muy, muy serio ―recuerda lo que tengo entre mis manos y recuerda que si no obedeces hay castigo, pero lo que quiero que tengas presente es que está mi padre de por medio y te puedo asegurar que no es tan benévolo como yo ―esta vez lo suelta mientras está de pie frente a mí.

―Ahora tengo que irme a atender mis negocios ―pronuncia de forma fría y vacía, su voz no es la de siempre.

―¿Y para cuando mi ordenador y mi teléfono? ―pregunto poniéndome también de pie. Si quiere retos no me voy a echar atrás lo tengo claro, una Flores lucha hasta el final.

―Nunca ―sentencia desapareciendo por la puerta de la cocina.

Me siento de sopetón en la silla que hay detrás de mí, de todas formas si llego a caer de culo ni me hubiese enterado porque la sangre se ha quedado congelada por todo mi cuerpo.

¡Joder! Así no voy a tener comunicación con mis amigos, supongo que estarán preocupados por mí, el no saber todos estos días y..... Un momento, y la ¿Universidad?, ¿habrán dado alguna voz de alarma por la forma en la que este individuo me saco de allí?. No creo si dijeron de trasladar el expediente como me enseñaron...

Adolfo aparece de repente por la puerta y me tiro directamente a él acosándole a preguntas.

¡Buenos días Adolfo! ―mi sonrisa llega hasta el empiece de mis orejas si me descuido ―me gustaría bajar a las tiendas a comprar cosas que necesito de mujer, no se si me entiendes ―giro la mano a derecha e izquierda intentando que me entienda por donde voy.

―Perdón señorita Flores pero no logro comprender....

―Sí hombre ―le digo entre dientes ―cosas que usamos las mujeres cuando nos encontramos en ya sabe.....

―¡Ohhhhh! Perdóneme, ya entendí lo que quiso decirme―se siente un poco avergonzado.

―En....¿media hora podemos salir? ―pregunto directamente. Yo estaré preparada antes, per...pero vamos que podemos salir casi ya sólo tengo que...tengo que ponerme otra ropa que la verdad no tardaría nada por...porque...

―Tranquila, tranquila señorita Flores, antes tengo que pedir permiso a Arsen y lo más seguro que nos tengamos que llevar a algunos de sus hombres de guardía para que no pase lo de la otra vez y....

No dejo que termine de hablar.

―No se preocupe Adolfo, Arsen me ha dado permiso ya se lo he comentado durante el desayuno ―madre que mentira estoy echando, pero me da igual ―y por los hombres no tendremos que preocuparnos va a ser rápido, quizá que nos acompañe alguno que se encuentra en la puerta, ahora se lo digo que me lo ha dicho Arsen para que les ordene.

―Si es así, entonces todo arreglado señorita Flores ―asiente con la cabeza ―en media hora podemos salir.

―¡Yupiiiiii! ―grito ilusionada pero me doy cuenta y me llevo las manos a la boca para que no se me descubra la pequeña mentirijilla que acabo de echar.

«¿Pequeña mentirijilla? Como se entere Arsen verás».

Media hora después estoy esperando en el salón delante de la puerta de casa preparada con dos hombres que por cuenta propia les he dicho que nos acompañaran, estoy nerviosa ando de un lado para otro, se que Arsen marchó temprano pero claro espero que no vuelva antes que yo y Alexandra supongo que tiene tanta silicona en el cerebro que no le da para más. Mis piernas están andando sin ser conscientes de las ordenes de mi cerebro hasta que aparece Adolfo y rápidamente abro la puerta de casa. Pongo un pie fuera y la brisa helada golpea mi cara.

―¡Joder! ¡Pero quéeeeee frío! ¡La leche! ―voy relatando según voy avanzando, me tapo un poco más con la cazadora que he elegido, me puse casual, vaqueros, camiseta de manga larga y cuello vuelto un jersey encima y la cazadora, pero no me acostumbro a este frío ―bendito el día que cambie el tiempo a mejor.

Una carcajada se oye tras mi espalda, me doy la vuelta y veo que es Adolfo que me ha escuchado todo lo que mi boca acaba de soltar.

―Créeme señorita Flores que se acostumbrará a este frío y a los días que vienen de calor, luego esta ciudad es muy bonita, tiene su encanto ―habla amablemente.Subo al coche al igual que Adolfo en la parte de atrás y en la parte delantera suben los dos gorilas que me llevo por mi propia cuenta.

―Adolfo ―me giro un poco y me pongo frente a él ―¿usted de dónde es? y...y ¿cómo es que habla tan bien el español? ―puede ser que mi pregunta no sea la más correcta pero quiero interactuar con este hombre, se leve muy buena persona.

―Pues señorita Flores, la verdad es que yo nací en España, en concreto en Zaragoza, y me crié allí hasta mis dieciocho años, después me mude a Madrid que es donde conocí a mi esposa Nadia y....

―¡Ohhhh! ¿está casado? ―pregunto interrumpiéndolo.

―Estaba ―me interrumpe él ―mi mujer falleció hace cuatro años de un cáncer ―dice algo más apenado, se lo noto en la mirada.

Un vago recuerdo llega hasta mi mente, mi abuela mi queridísima abuela, sufrió también por esa puñetera enfermedad.

―Y co..como llego usted a....―me cuesta un poco articular palabra la verdad.

―¿Cómo llegue a servir al señor Popov? ―termina la frase por mí ―. Asiento con la cabeza porque ahora las palabras no me salen y presto atención por si me cuenta toda la historia.

―Hace muchos años de eso la verdad, llevo media vida con el señor Popov, lo he visto casi nacer como se suele decir, él me ayudó mucho cuando sucedió lo de mi mujer, la llevamos a los mejores médicos, se pagaron grandes sumas de dinero aunque todo en vano, estaba demasiado extendido ―tiene los ojos vidriosos ―le debo mucho al señor Popov, la verdad.

―¡Vayaaa! ―digo suspirando ―la verdad...―hago una pausa ―no pensé que...yo...

―Señorita Flores ―vuelve a dirigirse a mí ―el señor Popov es una buena persona, detrás de toda esa fachada que tiene es un hombre comprensivo, amable, bondadoso, no le tenga en cuenta muchas cosas y....―hace una pausa mientras se le dibuja una sonrisa en su cara ―no le saque mucho de quicio, la verdad es que nunca le había visto así con una mujer y menos consentirla muchas cosas.

Ahora mismo me he quedado muda porque no se me ocurre que decir, sólo asiento con la cabeza con una leve sonrisa y vuelvo a mirar por la ventana para sumirme en mis pensamientos y analizar un poco todo lo que me acaba de contar el señor Adolfo.

Cuando me doy cuenta llegamos al mismo centro comercial del otro día.

«Espero que todo esté bien, eres una masoca» vuelva a hablar la voz de mi conciencia.

"Yo también lo pienso, yo también".

Nos adentramos de nuevo en el centro comercial, los gorilas que llevamos han aparcado el coche y nos siguen muy de cerca, pero claro no se cómo poder comprar un teléfono y un ordenador sin que se entere Adolfo, la verdad.

Se me ocurre una idea, le digo de separarnos para ir a comprar cosas personales para las mujeres y él a regañadientes accede, hemos decidido de quedar en una cafetería que se encuentra en la planta baja y me llevo a uno de los hombres conmigo.

Le doy un abrazo y me dirijo tan contenta a mirar ordenadores y teléfonos con la tarjeta que me dio Adolfo.

Después de tardar mas de una hora en elegir lo que necesito, me dirijo a comprar varios artilugios para mujer, compresas, tampones, jabones íntimos y cosas por el estilo.

Dos horas y media después aparezco por la cafetería tan contenta, eso sí la bolsa del ordenador y teléfono está camuflada para que no la descubran.

Nos sentamos los cuatro y me tomo un rico café que me sienta la mar de bien.

Adolfo me mira de una forma adorable puesto que no he podido resistirme a comprarme varios trapitos más de ropa, eso si nada de marcas estoy encantada con recuperar mi esencia.

Nos encaminamos de nuevo a buscar el coche puesto que ya se nos ha hecho bastante tarde y después de cargar todo en la parte trasera del vehículo nos sentamos en él.

Los hombres de Arsen hacen lo mismo y arrancan encaminándonos de nuevo a casa, en el fondo voy feliz, muy feliz por lo que he comprado, pronto podré llamar a mis amigos y hablar con ellos, ¡ya no voy a sentirme tán solaaaa! ―grito mentalmente.

Media hora después nos encontramos adentrándonos en los jardines de la casa, cuando el coche está aparcado me bajo rápidamente del coche para coger todas las bolsas y no esperar a nadie, estoy impaciente por poder conectar todo.

―Señorita Flores, deje que la ayude a....

―No pasa nada Adolfo, ya puedo yo ―le digo a lo lejos puesto que me he adelantado bastante a él, llego hasta la puerta para tocar y que me abran y cuando mi mano no ha llegado a tocar con los nudillos la puerta se abre rápida y repentinamente.

Al otro lado un Arsen muy muy cabreado asoma a través de esa puerta que según se ve, el hueco de la puerta es demasiado diminuto comparado con él.

Saludo alegremente levantando mi mano, cuando ésta apresada por él me introduce dentro de casa de un tirón.

―¡Tú! ―grita señalándome con el dedo ―estás metida en un lio muy serio.



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