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14

Abro los ojos intentando adivinar dónde me encuentro notando un bulto detrás de mi espalda, cuando intento moverme un gemido de dolor se me escapa y llevo mis manos a la zona de las costillas, es horrible como me duele y en un flash todo vuele a mi cabeza, consigo recordar gran parte de lo sucedido. Mi cuerpo empieza a tiritar de nuevo, es realmente miedo, intento levantarme pero el peso de un brazo parece que me lo impide, fijo mi mirada en los tatuajes mientras los voy recorriendo hasta llegar al culpable de esa retención.

Arsen está dormido a mi lado, está despeinado pero tiene la cara relajada, parece un joven dulce y despreocupado.

Intento moverme despacio, muy despacio pero el dolor vuelve y me quejo, quiero levantarme de la cama y no puedo ¡joder!.

―Estate quieta o te harás mas daño ―suena la voz adormilada de Arsen a mi lado ―.

―Necesito ir urgentemente al baño ―contesto en un susurro ―.

Abre los ojos y nuestras miradas se cruzan de nuevo, ¡Dios está tan guapo!.―Ahora te traigo el water portátil para que puedas hacer lo que necesitas ―dice mientras se va levantando de la cama.

―¡¿Qué?! No, no, no, ―replico enseguida ―¡qué vergüenza!, si me ayudas preferiría ir yo al baño de verdad ―le digo con la mirada suplicante ―.

Veo cómo empieza a reírse a carcajadas y mi cara es un poema, estoy que exploto en serio.

―¿A estas alturas y con vergüenza? ¡Por el amor de Dios Ainara que te he visto desnuda! ―habla de forma pícara.

Y ahí está otra vez esa sonrisa y esa mirada de ladronzuelo que pone, si es que me está empezando a gustar demasiado, veras tú la que vamos a liar.

Me encojo de hombros porque no sé que contestar, supongo que toda la sangre ha subido hasta mi cara porque noto mis mejillas arder.

―Si no me ayudas no voy a llegar a tiempo, me hago mucho pis ―vuelvo a contestar desesperada, ¡coño que se está tomando demasiado tiempo!.

En un visto y no visto con cuidado me rodea con su brazo por la cintura y con el otro me coge las piernas y con sumo cuidado me eleva para llevarme al baño.

Me deja de pie al lado de la taza, abre la tapa y espera para que me siente.

―¿Te vas a quedar de pie mirando? ―le pregunto ya cruzando las piernas, a este paso me meo encima veras ―.

―Vamos venga, no seas ahora señorita tiquismitis ―suelta tan tranquilo apoyado en la puerta del baño―.

Una carcajada sale de mi boca por la palabra mal pronunciada.

―Ja,ja,ja tiquis....¿qué? ―pregunto curiosa riéndome de su gracia ―es tiquismiquis y ahora sal del baño que puedo sola ―le empujo haciendo la señal de salida con la mano ―.

―Está bien ―suspira ―tú ganas, pero me espero al otro lado de la puerta, cuando termines me llamas ―amenaza con el dedo.

Cuando veo que cierra la puerta me apresuro todo lo que puedo, me bajo enseguida las bragas junto con el pantalón del pijama y por mucho que rabie de dolor, mi vejiga me pide a gritos ser evacuada urgentemente.

¡Qué alivio! Grita mi subconsciente mientras me relajo al vaciar todo el contenido de mi pobre vejiga.

Decido quitarme los pantalones y bragas puesto que ya están medio bajados y con cuidado tiro de la camiseta para sacarla por mi cabeza y dejar que se una a la demás ropa.

Me levanto con cuidado y me acerco al espejo torpemente.

Un pequeño grito se escapa cuando veo como tengo mi cara, el labio y uno de los lados de mi cuerpo. Me llevo la mano a la boca y no puedo remediar que se me escapen unas lágrimas. ¡Qué animal es capaz de poder hacer eso a una mujer! Pienso según me estoy observando.

La puerta se abre de repente y me encuentro con un Arsen con cara de preocupación.Me mira con ternura y yo agacho la cabeza, realmente me da vergüenza que me vea así, parezco un mapa y mi cara, ¡madre mía! Son idéntica a un pez globo.Se acerca despacio y se coloca detrás mía mientras me abraza con cuidado.

―Nena, todo eso desaparece, no te preocupes ―intenta aliviarme ―¿por qué no me has llamado para que te ayudase? ―pregunta mientras me mira a través del espejo que está delante de nosotros.

―Bueno yo....yo quería ducharme y quería hacerlo sola..pero....―agacho la cabeza decepcionada conmigo misma ― ¡mírame, parezco un mapa! ―hablo mientras me doy la vuelta para tenerlo frente a mí.

―Venga vamos a la ducha los dos ―habla mientras abre la puerta para introducirme dentro.

Abre el grifo, el agua cae en forma de lluvia, mete la mano hasta que nota que el agua tiene la temperatura perfecta y me mete debajo con cuidado. Pego un pequeño respingo, el agua está un poco fría para mí.

―Vale, vale nena, ahora la pongo más caliente ―ríe mientras ve mi reacción.

Lo miro porque a decir verdad se está comportando como un verdadero caballero, mi caballero de armadura brillante pienso mientras lo observo, una risa disimulada se dibuja en mi cara a pesar de que no puedo hacer un movimiento muy exagerado.

―¿Ocurre algo? ―pregunta mientras ladea su cuello al mirarme ―¿está el agua a tu gusto? ―vuelve a preguntarme.

Asiento con la cabeza y veo como coge una esponja y vierte algo de gel, empieza a frotarme todo el cuerpo despacio, muy despacio, lentamente, está muy concentrado en no hacerme daño.

Un suspiro se escapa de mi boca, la sensación es más que placentera ahora mismo.Cuando ha terminado vierte un poco de champú en su mano y empieza a lavarme el pelo con ligeros masajes sobre mi cabeza, ¡me quedo dormida ahora mismo! ¡qué manos!. Cuando termina me vuelve a meter debajo del chorro de la ducha y según va cayendo el agua y desapareciendo los restos de jabón, va acariciando mi cuerpo centímetro a centímetro. Me doy la vuelta y me distancio del chorro del agua, alzo mi mirada para encontrarme con la suya. Nos quedamos mirando por un largo rato, mi cuerpo como siempre empieza a reaccionar a su mirada, ¡es increíble! Que traicionero es ¡hablo directamente a mi mente!.

―No me mires así Ainara ―pronuncia en un susurro ―ahora no, tienes que recuperarte.

Lo miro ceñuda porque no entiendo ahora mismo a que viene eso.

―¿Có...cómo dices? ―pregunto sin comprender ―yo no....no estoy mirando de ninguna manera Arsen.

―Vamos a salir y te seco, venga ―dice a modo de orden. Parece más serio de lo normal ahora mismo, su semblante ha cambiado.

A veces pienso que los hombres sinceramente sufren todos de bipolaridad si no la gran mayoría, asegurado.

Hago caso a lo que me dice y me dejo guiar por su mano que me coge con cuidado por la cintura, salimos de la ducha y me quedo parada donde él me indica.

―Quieta un momento aquí ―ordena de nuevo. Yo ruedo los ojos por el tono de su voz.

Siempre tan prepotente y mandón.

Regresa con un par de toallas mientras yo admiro su cuerpo esculpido, tiene una toalla atada a la cintura, pero consigo divisar el bulto que sobresale de ella.

«Bien» grita mi conciencia, «sigues teniendo un efecto beneficioso sobre él».

Sinceramente si alguien me leyera los pensamientos a modo de telepatía diría que estoy muy pero que muy zumbada y con razón pienso mientras me doy una torta mental.

Me cubre con una toalla el cuerpo mientras que con la otra empieza a secarme el pelo delicadamente.

―Cuando estés recuperada vas a empezar tus clases de defensa ―comenta desinteresadamente ― es necesario que aprendas una buena base y luego tengas unas buenas tácticas.

Abro los ojos por lo que acaba de decir.

―¿Ejercicio? ―resoplo mientras le pregunto ―no soy muy dada a la actividad física sinceramente digo mientras sigue alborotando el pelo con la toalla.

―Me da igual lo que pienses Ainara, en un mes el médico ha dicho que estarás recuperada y es el tiempo de espera que doy para que empieces con tu entrenamiento.

Aparto su mano de un manotazo, también porque me estoy sintiendo como una niña pequeña, hago un pequeño gesto de dolor que me contengo para que no me eche el sermón.

―¡Ja ! ―le desafío con la mirada ―por mucho entrenador que me pongas no pienso hacer caso a nada le digo tan convencida.

―Eso ya lo veremos ―dice encogiéndose de hombres con una sonrisa perversa.

―No estés tan seguro ―le amenazo con el dedo.

Una sonrisa socarrona se escapa de su boca. Encima se está riendo de mí el muy cretino, toda la idea del caballero con armadura brillante acaba de romperse en mil añicos, será imbécil.

―Estoy segurísimo al cien por cien nena, porque resulta que tu entrenador voy a ser yo ―dice tan contento acercándose a mi oído mientras que cuando termina de decir el bombazo me da un beso en la mejilla, ahora toca el turno de secarse él.

Me quedo sin saber qué decir, que él me va a entrenar ¡por el amor de Dios! Eso va a ser una auténtica pesadilla, por una parte mientras admiro cada músculo de su marcada anatomía pensamientos eróticos acuden a mi mente, miles de posiciones se me ocurren para disfrutar, chupar y lamer cada parte de su cuerpo, pero por otra parte.....

Veremos como acaba esta historia, de momento me conformo con lo que ha dicho el médico. Un momento ¿el médico?.

―¿Cuando ha estado el médico aquí? ―pregunto de forma apresurada y a trompicones.

―Hace casi tres días ―suelta mientras veo cómo se está poniendo el boxer―. ¡Por todos los Dioses del Olimpo! ¡qué culo joder!.

―¿Ainara? Ehhh ¡oye! ―me zarandea ligeramente para que le preste atención.

―¿Qué...? ―pregunto saliendo de mi ensoñación ― perdón ¿me decias....? ―susurro mientras dirijo mi mirada hacia su rostro.

―Te decía que el médico ha estado aquí hace casi dos días, es lo que llevas durmiendo y descansando ―habla de forma pausada.

―¿Tres días? ―pregunto con voz gritona ―pero si yo....―arrugo el ceño sin comprender.

―Tranquila, ha estado inyectándote para que estuvieras dormida y no te movieses el primer día, era por tu bien y ahora tienes que relajarte y dejar que cuiden de tí, nada de esfuerzos hasta por lo menos el mes que ha dicho él.

―Ya es ¿jueves? ―susurro para mí misma ―pero yo puedo hacer cosas, no voy a quedarme en la cama todo ese tiempo que ha dicho, me voy a volver loca.

De repente me doy cuenta y ¿dónde ha dormido él?.

―Y ¿tú?....¿Dónde has dormido? ―me estoy poniendo nerviosa.

―En la misma cama que tú, contigo, tenía que vigilarte y tenía que ponerte las inyecciones.....Por cierto ―se le dibuja una risilla en la cara ―roncas un poco, pero es un ronquido muy gracioso, emites como pequeños suspiros....

―¿Queeeeeé? ―abro mucho los ojos ―yo no ronco ―digo de forma enfadada.

Este no conoce el carácter de las mujeres españolas, como se lo tenga que dar a conocer menuda patada en....

Una carcajada retumba por el baño.

―Vamos...―dice levantándome por los aires con cuidado ―a la cama a descansar señorita.

Intento removerme un poco pero la punzada de dolor del costado hace que me paralice, me quedo quieta pero no me quejo para nada, me apoya suavemente en el colchón y me tiende dos pastillas con una vaso de agua.

―Venga tómatelas ―vuelve a ordenar ―me mira mientras hago lo que me dice, recoge el vaso vacío de mis manos y lo deposita de nuevo encima de la mesilla.

Se levanta de la cama y en ese momento aprovecho para....

―Arsen ―pronuncio su nombre dulcemente ―yo quer...quería...quería...―trago saliva porque me acabo de acordar de ese hombre de pelo blanco, juraría que la voz que oí entre todo el jaleo era Arsen pero no estoy segura ― el hombre del centro comercial ¿lo conoces?.

Veo como se para a mitad de la habitación, ha logrado ponerse unos pantalones cortos, se da la vuelta y se dirige a la cama para sentarse a mi lado.

―¿Tanto importa? ―resopla nervioso.

Asiento con la cabeza.

―Dijo que...dijo que....que bueno ....que tendría que estar como mi padre muerta.

De repente Arsen me mira fijamente y no consigo descifrar lo que se le está pasando por la cabeza. Me mira de forma muy fría, seria hasta miedo da ahora mismo.

―El hombre que te dijo es..... es mi padre ―hace una pausa ―Vladimir Popov.


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