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Arsen

Mi teléfono suena de nuevo, es la quinta vez que Vladimir vuelve a llamarme. Soy perfectamente consciente del tema que quiere tratar, pero no estoy dispuesto a hacer lo que él quiere, Ainara se quedará conmigo dándome igual lo que mi padre quiera hacer.

Justo vuelve a sonar sacándome de mis pensamientos.

―Vladimir ―contesto de forma seca ―¿a que debo tu llamada de teléfono? ―contesto haciéndome el loco, sé perfectamente lo que quiere decir.

―Hace unos días que la española llego a nuestro país y todavía no he tenido el gusto de poder tenerla frente a mí, ya sabes lo que dije en nuestra conversación...

No dejo que termine la frase porque se a dónde quiere llegar.

―Soy perfectamente consciente de la conversación que tuvimos antes de que ella llegara a nuestro país, pero he decidido que se quedará conmigo 100 días, la voy a amoldar a nuestras costumbres, idioma forma de pensar y.....

―¡Sabes perfectamente que eso no es lo que pedí ! ―ruge enfadado ―ella tiene que pagar lo que su padre nos hizo o ¿has olvidado que traicionó a la familia? ―vuelve a recordarme de nuevo.

Estoy cansado de la familia, siempre la familia, él nunca se ha ocupado de su familia no se a qué coños me viene a mí con esas.

―Ella no tiene la culpa de lo que su padre hizo ―contesto de forma serena ―además ya te contesté en su momento que ya veríamos y eso es lo que estoy haciendo, lo demás puede esperar perfectamente, no es la primera vez que te saltas las normas y si no acuérdate con mamá.

―No es el mismo caso ―cada vez está más molesto, está alzando la voz sin control―.

Se que lo que le voy a anunciar todavía le va a poner más nervioso pero es mi decisión y es lo que se va a cumplir.

―Ainara no va a salir de mi casa, ahora está bajo mi protección y no se va a hacer nada con ella, yo soy el que tengo la cesión de su padre y así cumpliré con las últimas palabras que él escucho antes de morir ―intento dar por zanjada la conversación ―.

―¿Me estas desafiando? ¿A mi? Al gran Vladimir ―mi contestación hace que su egocentrismo salga a relucir ―sabes que soy dueño de medio Moscú, sabes que tengo muchos hombres bajo mi poder, tú no eres nadie para quitarme algo que es mío y lo sabes.

―No Vladimir, no creo que no te estas dando cuenta de que no voy a seguir tus órdenes esta vez, si yo digo que Ainara se queda conmigo, ella hará lo que yo le diga......

―Atente a las consecuencias entonces y no le quites un ojo de encima, porque en el momento que falles lograré llegar a ella ¿me entiendes?, a mí nunca se me dice que ¡no! ―grita por el teléfono, tengo que apartarlo de mi lado si no quiero que me destroce un tímpano.

―No creo que fuera beneficioso entrar en una guerra ahora mismo Vladimir, sabes perfectamente que uno de los dos no saldría vivo de esto, y yo te puedo asegurar que no sería el más perjudicado ―acto seguido cuelgo el teléfono porque no quiero seguir escuchando sus sandeces.

Sólo pienso en que llegue rápido la noche para poder volver a disfrutar de mi adorada Ainara, es una delicia y el haberla tenido entre mis brazos, jamás una mujer había hecho que deseara una y otra vez repetir constantemente, ni las más esculturales y mira que he tenido mujeres a mi disposición pero ella......―suspiro mientras la recuerdo ―ella es distinta y lo supe desde que vi sus ojos en aquella fotografía que parecía que me estaban hablando directamente.

Su olor, su sabor, su forma de mirarme, de pedirme más que aunque lo niegue su cuerpo la delata, su piel tan suave....es una jodida tentación y esa tentación será mía para siempre quiera ella o no.

Suena el teléfono de mi oficina sacándome de mis pensamientos de nuevo, aprieto un botón y la voz de mi secretaría se oye al otro lado del teléfono.

―Señor, todo está listo para la reunión los responsables de la cadena hotelera ya están esperándole en la sala de reuniones.

―Salgo inmediatamente Irina, gracias ―cuelgo sin más ―. Ajusto la americana de mi caro traje y me dirijo a la sala de reuniones.

Llevo más de una hora y media negociando adquirir la puta cadena hotelera, me está entrando dolor de cabeza y mi paciencia está llegando a un límite.

Suena mi móvil que lo tengo en vibración pero no hago caso, no quiero ser interrumpido por nada, quiero zanjar esto e irme a casa a disfrutar de Ainara.

Hoy ordene a Adolfo que tenían permiso para salir de casa, le proporcione una tarjeta y dinero suficiente para que se compre lo que quiera, quiero que esté agusto, quiero que se sienta cómoda, sencillamente quiero que se quede a mi lado....

Vuelve a vibrar de nuevo puesto que lo tengo en silencio, saco un poco para ver la pantalla y leo el nombre de Adolfo, es raro puesto que si no es algo de vital importancia él nunca llama.

―Discúlpenme un momento pero tengo que atender una llamada de vital importancia ―hablo distrayendo toda negociación, algunos ponen mala cara, pero soy quien va a comprar la cadena y levantarla a flote puesto que está medio hundida, puedo hacer lo que me de la gana―.

―Adolfo ¿ocurre algo? ―pregunto nada más descolgar―.

―Se..señor Paza Roja, ti...tienen a Ainara....lo lo siento....yo....

―¿Qué zona de la Plaza Roja y quién tiene a Ainara? ―pregunto deshaciendo el nudo de mi corbata ―.

―Galerias Gum señor..―dice mientras tose.

―Tranquilo Adolfo no tardo más de veinte minutos, no te muevas de donde estás mándame ubicación que van a ir a recogerte ―cuelgo y me dirijo a mi despacho.

Entro como un vendaval puesto que me juego el cuello a que es mi padre quién esta detrás de todo esto, si es así puede darse por abierta una guerra que no pienso perder.Abro uno de mis cajones secretos y saco mi PL-15, mi nuevo juguete que casi no está a la venta pero que yo he conseguido, la guardo tras mi espalda y salgo disparado a mi coche.

Pulso el botón de llamara directa de mi teléfono.

―Connor, tienen a Ainara, voy a las Galerias Gum ahora te mando ubicación de Adolfo para que vayas a buscarlo.

Arsen puedo ir contigo mientras.....

―No, tranquilo, reúne a los hombres puesto que me juego el cuello a que está lleno de hombres de mi padre y saca a Adolfo de allí, yo voy a sacar a Ainara, así tenga que enfrentarme al mismísimo diablo.

Salgo disparado en el coche y en menos de 20 minutos estoy plantado en la Plaza Roja, dejo el coche al cuidado de mi chofer que está con el coche de Adolfo y salgo corriendo en busca de Ainara. ¡Dios! Esto está lleno de gente, pero a lo lejos diviso como hay personas que miran y salen airadas y rápidas de la parte superior, estoy seguro de que Ainara y mi padre se encuentran allí.

Subo a toda prisa las escaleras y justo cuando llego me doy de bruces con la realidad, me encuentro a Ainara en el suelo hecha un ovillo, llorando y parece que tiritando.No me lo pienso dos veces y no dejo actuar al matón que tiene mi padre a sus órdenes, saco mi arma y con un tiro certero entre ceja y ceja cae desplomado al suelo, mi padre se levanta rápidamente y me enfrenta. Como no quiero que Ainara se entere de nada hablo en nuestro idioma.

Nos retamos por un momento en el que me queda claro que ha empezado una guerra entre los dos, pero también le quedo claro a mi padre que sólo saldrá vivo uno de esa guerra. Él y su egocentrismo. No pienso darle a Ainara, no pienso dejar que se la lleve, ya he fallado una vez y él ha sabido aprovechar esa oportunidad que no pienso volver a darle.

Después de terminar nuestro enfrentamiento, me dirijo a Ainara tranquilo y seguro, he visto a varios de mis hombros cubrirme la espalda, Connor es una máquina, un mensaje llega al móvil, lo saco y veo que tienen a Adolfo, decido coger a Ainara que según intento levantarla del suelo empieza a revolverse como una auténtica fiera pero me llama la atención el grito que pega y se lleva la mano a un lado de sus costillas, levanta la cara cuando parece ser que reconoce mi voz y la situación es dantesca, tiene el labio roto, la mejilla morada y el ojo casi cerrado por la hinchazón.

Vuelvo la cara a mi padre que me sonríe petulante , le quitaría esa sonrisa ahora mismo con una bala en su corazón, ¡maldito hijo de puta! ―repito en mi cabeza ―.

Cojo a Ainara entre mis brazos, noto como su cuerpo está temblando de miedo y acomoda su cabeza en mi pecho y se va relajando poco a poco, cuando vuelvo a mirarla se ha quedado dormida o eso me parece. La aprieto más contra mi pecho para que note mi calor y me voy al coche decidido a llevarla de nuevo a casa, a nuestra casa.

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