Los hospitales me dan miedo. No es que sea hipocondriaca, es que suelen ser edificios muy feos y malrolleros. La palma se la lleva cierto hospital público de mi ciudad. Cuando estudiaba Periodismo, hice un curso de Especialización en Información Sanitaria y nos llevaron a ver el animalario de aquel hospital... Casi me muero de dolor y de pena al ver a aquellos pobres bichitos (sé que es necesario experimentar ciertas cosas en animales y luego en humanos, pero estoy segura de que se les puede tener en mejores condiciones).

El caso es que es un edificio viejísimo, mil veces remozado y ampliado, que aún conserva habitaciones que antiguamente compartían seis personas y pasillos interminables con una iluminación horrible. Como para rodar en él una peli de terror, vamos.