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Parte 1

—¡Kyung! ¡Despierta! Vas a llegar tarde.

El bajito debía de pasar todas las mañanas por la misma rutina. Tras pasar en vela durante la noche, el tener que despertar a las seis de la mañana para trabajar era una tortura. Más aun, el tener que soportar a su fantasmagórico amigo despertador.

Fue cuando le arrojó una almohada, sin éxito pues esta le atravesó, que se vio resignado a levantarse. —Empiezo a ver las ventajas de ser un espectro... — murmuró al restregar sus ojos con pereza.

—No pienses de ese modo Kyungie, puedes hacer las cosas que solo los vivos pueden, sentir la brisa acariciar tu rostro, probar deliciosa comida... extraño esos pequeños placeres...

— Si cruzas al otro lado, puedes reencarnar... y volver a vivirlas, lo sabes.

— Ya te lo dije, no lo haré hasta que puedas también, me salvaste de ser la comida de un monstruo, lo menos que puedo hacer yo es hacerte compañía...

KyungSoo sonrió con resignación antes de salir de la casa, en el fondo estaba agradecido con su decisión. La eternidad se tornaría para él muy solitaria si JongDae no estuviera para molestarle.

Las calles de la ciudad eran distintas durante el día, él también lo era, pues con los rayos del sol Soo era como cualquier persona normal. Los espíritus negativos se escondían en las sombras, por lo que podían caminar despreocupados.

—Lo acepto agradecido, tu decisión. Y cuando lo decidas, abriré la puerta para ti y estaré bien con ello de igual modo.

—No cambiare de opinión, soy un fantasma de palabra...además, de no ser por ti, seguiría aquel ciclo, siempre intentando volver a casa, convencido de que mi MinSeok me esperaba para cenar. — soltó un suspiro al ver la transitada calle principal, por un segundo su rostro se sumergió en la tristeza, retomando poco después, quizás por mera formalidad, su sonrisa acostumbrada.

JongDae fue víctima de un conductor ebrio cuando volvía de hacer las compras para su pareja, todo ocurrió tan rápido, falleció al instante, sin dolor alguno.

— ¿Lo extrañas?

— A veces me entristece, porque no puede superarlo... me pregunto si es por mi culpa, porque sigo aquí... mi Minnie... desearía poder decirle que todo estará bien.

Estaba por responderle, al menos para intentar animar a su amigo, pero un rostro familiar descolocó sus sentidos. Oculto en las sombras, en un pasillo tenebroso, la persona que una vez había amado.

— JongIn...— murmuró consternado.

Con prisa se acercó, el nombrado estaba cubierto de sangre, sus ojos opacos denotaban tristeza mientras era consumido por un manto negro.

JongDae quiso acercarse, pero el bajito lo detuvo, ya que no era seguro para él.

— Innie...— repitió al adentrarse al frio lugar. —... ¿qué hiciste?

—Ellos lo merecían...— masculló con rabia, su bella piel caramelo se tornaba gris partiendo de sus sangrientas manos. —... por culpa de ellos mi Soo... ellos lo dañaron, lo mataron...

— ¡JongIn! No... no tengas esos pensamientos... — suplicó con voz lastimera mientras su amado se contaminaba. —...YO FUI EL COBARDE... FUI YO QUIEN FALLÓ...— quiso acercarse más, pero antes de que pudiera tocarle, unos brazos lo rodearon, alejando al bajito de aquel oscuro callejón.

Soo vio con impotencia como su amado JongIn se marchaba entre las sombras, ignorando por completo su situación.

—Ya es tarde para él...— dictó el ser celestial. —... Kim JongIn fue condenado al infierno, por asesinar a cinco personas y acabar con su vida. Tal atrocidad no puede ser perdonada.

—Innie... era un chico dulce... era amable, apacible... él nunca le haría daño a nadie...— masculló martirizado.

—El dolor y el enfado puede transformar al ser más noble, contamina las almas más puras. Temo que ya no queda nada que salvar, debe detenerse antes de que el mal se extienda.

Soo no sabía qué hacer ante el discurso del ángel, JongIn era el responsable de sus más preciados y felices recuerdos y ahora, el objetivo que debía ajusticiar.

Durante mí atormentada vida causada por ser el hijo de una mujer, mi madre, condenada por matar a su esposo, sufrí de discriminación, del desprecio de los demás por ser su hijo. JongIn, fue el rayo de luz en mis días grises, a quien abandoné cuando decidí dejar de luchar. Lo condenaron por matar a los chicos que me atosigaron en el instituto, porque los creía responsables de mi muerte...

Deseaba salvarlo de su trágico destino, con todas mis fuerzas, deseaba conseguirle un pase al paraíso.

***

Amores mios que me leen♥ 

Aquí la primera parte (sin nombre porque no se me ocurre uno bueno que me guste)

serán capítulos cortitos como ven^^ espero los disfruten♥


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